El escritor estadounidense Andrew Solomon (autor de El demonio de la depresión) dijo "Lo contrario de la depresión no es la felicidad, sino la vitalidad"
Es decir, en términos más psicoanalíticos, lo contrario de la depresión es el buen funcionamiento y sostén del motor de la vida, es decir, el deseo. Lacan sitúa la depresión como consecuencia de cierta "cobardía moral" en el que un sujeto no fue capaz de defender y orientarse en la dirección que apuntaba su deseo. De modo que el deseo queda como congelado, paralizado. Esto tiene que ver, muchas veces, con las renuncias que llevamos a cabo por complacer mandatos de los otros.
Vemos también también en la depresión, una retirada de la libido objetal orientada hacia la realidad externa y un retraimiento de ésta en el Yo que se aprecia fácilmente en la actitud ensimismada tan característica del deprimido y su incapacidad para amar.
No es el objetivo entonces del análisis sacar al depresivo de su situación y llevarle a la felicidad, sino que basta con lograr cierta alegría de vivir y de desplegar su deseo para que pueda hacer vínculo con los demás y con las actividades que permiten realizarse medianamente a cada sujeto.
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