viernes, 28 de marzo de 2025

El significante y su paradoja

Uno de los fundamentos del pensamiento lacaniano es la preexistencia de la estructura del lenguaje. Sin embargo, esto introduce una paradoja esencial: aunque el significante ya existe, debe también emerger en el sujeto.

Para abordar esta paradoja, Lacan propone una temporalidad triple, estructurada en tres momentos lógicos que se organizan a partir de dos operaciones fundamentales:

  1. Primer tiempo: la marca.
    En este estadio inicial, el lenguaje deja una huella, un trazo que aún no es un significante, pero que comparte con él una característica esencial: puede ser borrado. Este borramiento es una operación significante, pues permite la aparición del significado.

  2. Segundo tiempo: el lugar.
    Cuando la marca es borrada, queda su lugar. Aquí emerge una dimensión topológica clave: el lugar del Otro, que antecede y espera al sujeto.

  3. Tercer tiempo: la emergencia del significante.
    El significante surge cuando ocupa un lugar en el Otro. De este modo, la paradoja se reafirma: el significante es producto del borramiento, pero al mismo tiempo, el borramiento es en sí mismo una operación significante.

Desde esta perspectiva, si entendemos el borramiento como una forma de vaciamiento, podemos definir el significante como aquello que tiene la consistencia de un vacío. No posee sustancia ni significado propio, sino que se enlaza con otros significantes en una cadena, formando anillos que constituyen el entramado simbólico del sujeto.

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