viernes, 30 de mayo de 2025

La escritura como suplencia del referente: entre significante y castración

En el campo del psicoanálisis, el concepto de significante adquiere un estatuto particular que permite marcar una distancia con otras tradiciones. No es equivalente afirmar que la relación entre significante y significado es arbitraria —como en la lingüística— a sostener que el significante carece de referente. Si bien ambas formulaciones son válidas, responden a contextos distintos y problemáticas disímiles.

La primera se inscribe en el campo de la significancia como efecto de sentido: es la producción de sentido por encadenamiento de significantes. En cambio, cuando se plantea que el significante no tiene referente, se introduce una dimensión que pone en cuestión la posibilidad misma de inscripción de lo real. Allí donde el discurso apela a un referente, lo que responde es un vacío. Esa ausencia es precisamente lo que Lacan formaliza con el axioma: “No hay relación sexual”.

Ante la falta de esta cópula imposible, ¿qué puede operar como suplencia? La escritura.

La escritura, en su carácter “peliagudo” —difícil, escurridiza, problemática—, se presenta como una operación que desborda tanto el sentido como la ontología. En la tradición ontológica, el ser ocupa la función de la cópula: une sujeto y predicado, da consistencia a lo que es, permite afirmar una propiedad. Pero en la enseñanza de Lacan, la escritura rompe con esa lógica de la atribución. No sólo afecta la consistencia del ser, sino que también socava la estabilidad del predicado. Se produce así un vaciamiento: no ya la esencia de las cosas, sino las cosas en tanto significantes.

Este giro, que también funda el acto performativo de la ciencia, encuentra en el discurso analítico una torsión radical. ¿Qué produce el discurso analítico al escribir? Una demostración de lo imposible. Las fórmulas de la sexuación no son descripciones, sino producciones que muestran que la relación sexual no cesa de no escribirse.

Desde esta perspectiva, hombres y mujeres no existen como entidades plenas, sino como valores simbólicos, efectos del significante. La falta de referente con la que comenzamos se revela como la huella de lo que escapa al discurso, de aquello que no puede ser sostenido por el semblante.

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