sábado, 5 de julio de 2025

Defensa y constitución del aparato psíquico: de la economía del goce a la represión primaria

Desde los inicios de la obra freudiana, el concepto de defensa ocupa un lugar central. En el marco del punto de vista económico, Freud sitúa la defensa como una función esencial, sin la cual no sería posible concebir el armado del aparato psíquico.

Si entendemos lo económico como una dinámica de energías libres, móviles e irruptivas, la defensa aparece como una respuesta estructural del aparato ante ese flujo potencialmente desorganizante. En otras palabras, el aparato se constituye precisamente en el acto de defenderse: si tal defensa no operara, el conjunto de representaciones que lo constituye se vería amenazado en su coherencia.

Lo que está en juego aquí es la tensión entre lo articulado —la red simbólica de representaciones— y aquello que puede romper dicha articulación: el goce. Desde este ángulo, es posible leer que Freud está ya situando a la trama simbólica como un cierto “arreglo” que cumple la función de defensa frente a la irrupción del goce. ¿No es acaso en este punto que la neurosis puede entenderse como una “cicatriz de la castración”?

A partir del concepto general de defensa, Freud avanzará en una serie de precisiones que culminan en la formalización de la represión como uno de sus modos fundamentales. La represión adquiere así un carácter nuclear dentro del aparato teórico del psicoanálisis. Él mismo lo afirma:

La doctrina de la represión es ahora el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis, su pieza más esencial”.

Inicialmente, será la represión propiamente dicha —o represión secundaria— el mecanismo privilegiado en las neurosis. Entre los textos La represión y Lo inconsciente, ambos de 1915, Freud define a la represión como el proceso por el cual una representación pierde su investidura preconsciente, viéndose así privada de acceso a la conciencia.

Esta definición permite a Freud establecer una condición lógica: si no hay distinción entre inconsciente y conciencia, la represión no puede operar. Es en este marco que introduce la noción de represión primaria, entendida como la operación inaugural que instituye, precisamente, esa diferencia. Sin esta operación fundante, el aparato no se bifurcaría entre un adentro y un afuera del saber, entre lo dicho y lo que insiste sin decirse.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario