miércoles, 30 de noviembre de 2016

La dirección de la cura en la histeria.


Apuntes de la conferencia dictada por Pablo Kovalovsky el 4 de Noviembre de 2014.

Voy a abordar el tema de la histeria a partir del caso Dora. A Dora la conocí a partir de Freud, que se llamaba Análisis fragmentario de una histeria y luego me nutrí de algunos textos, como el de Félix Deutsch publicado luego de la muerte de Dora a cerca de un encuentro que él tiene con Dora 22 años después de Freud la tratara. Otros textos, “Dora 100 años después”, que se publicó en EEUU, que les gusta hacer estas reseñas, algo así como periodísticas y no estrictamente psicoanalíticas. Recopilan un montón de datos de los cuales yo me serví. El último de esos artículos se llamaba “Dora’s case”. Entonces, con el texto de Freud, de Deutsch y estos 2 textos intenté armar o construir una suerte de caso clínico, que si bien tomo como referente fundamental el texto de Freud, se desprenden otros datos, otras variables que nos interrogan acerca de la eficacia o no del análisis de Dora, de qué puntos abordó Freud y qué quedó en suspenso para que lo retomemos nosotros.

En principio, diría que yo escribí sobre estos textos en la revista “Clínica de bordes” n° 5, que se llama “Actualidad clínica en los historiales freudianos”. Hay un texto sobre Dora que se llama “Dora y la voz” y en la revista Imago n° 17 sobre los estados límites acerca de Dora.

En principio Freud iba a ponerle al caso Dora “Sueños e histeria”, pretendiendo que el caso Dora iba a ser una ilustración de la interpretación de los sueños. Sin embargo postergó 4 años su publicación, al parecer por un pacto que él tenía con Fliess. Fliess se ocupaba de lo que tenía que ver con lo orgánico y Freud con lo psíquico. A Freud le quedaba revisar tan sólo lo que tuviese que ver con lo que hace simbolismo que aparece en el caso Dora, el abordaje del caso Dora como un equivalente en la práctica de lo que es interpretar un sueño como formación del inconsciente como el síntoma y delegarle a Fliess lo que tenía que ver con lo orgánico y con lo que inmediatamente viene después, ya acercada la publicación de Dora que la ruptura con Fliess hace desgastar la relación, que es los 3 ensayos. Los 3 ensayos acerca de la sexualidad es un ensayo que me atrevería a decir que anticipa, unos años antes, el texto de pulsiones y sus vicisitudes. Vale decir que por un lado tenemos la conexión de la simbolización, el despliegue simbólico significante de las formaciones sustituitivas, que implican la dimensión de lo que un significante representa el sujeto para otro significante, que otra versión o vertiente que es más reactiva, más ligada al signo y no ligada al significante donde aparecen actuaciones, compulsiones, dimensiones donde se ponen el juego la pulsión e incluso reflexiones acerca de la relación entre la compulsión y qué ocurre cuando una compulsión se detiene y aparece el síntoma psicosomático. Yo sé que lo que planteo es muy amplio, pero signo al caso Dora y a los datos que tengo a mi disposición para hacerlo reflexionar acerca de cómo la vertiente abreva en la otra y dónde una vertiente se discrimina, se escinde de la otra.

Entonces, podemos decir que si bien el caso Dora da una ilustración sobre la interpretación de los sueños, no encontramos demasiados síntomas conversivos en Dora. Dora va a la consulta porque ella no para de denunciar el affaire eventual de su padre, con la mujer que le era infiel al sr. K. La sra. K se llamaba Betina Selenka, le tiro estos chismes de revistas.

El señor K era Hans Selenka. Dora denuncia que el sr. K no puede dejar de hacerlo y ella se lo cuenta a su hermano, que es 1 año y 2 meses mayor que ella. El hermano Otto fue un político socialdemócrata que fue quien, en los momento que Alemania invadía Francia, casi al mismo tiempo que Freud, la sacó de Europa y la llevó a EEUU. Y Dora, como se había casado y compartía el protestantismo, suponía de que a ella no le iba a pasar nada. Pero el hermano la trasladó con sus influencias políticas a Nueva York. El hermano, Otto, a quien Dora amaba, era su confidente y Dora le decía que no podía dejar de pensar en ello. Ello era una escena que Dora había tenido con el sr. K que era traumática y a partir de allí un cierto equilibrio de la familia se desestabilizó. Ella había quedado, según su relato, como prenda o regalo. Me llama la atención que en griego, la palabra dora significa regalo, entonces parece ser que no podía dejar de denunciar esta entrega por parte del padre al sr. K. Entonces vamos a decir que esta denuncia conlleva ya desde un primer momento del caso, la dimensión de un objeto en juego, entre Dora y los otros. Este objeto es la voz. La voz de la denuncia.

Entonces, hay algo incesante en esa voz, podríamos decir, no poder dejar de hablar. Se trata de un síntoma, podríamos decir. Muchas veces un analizante no puede dejar de hablar de ello. Esto para Lacan es una dimensión del síntoma que es un síntoma conversivo. En algún momento, el analizante no se sabe por qué razón mete el tema porque no puede dejar de hablar de eso. A eso, Lacan lo llama el goce salvaje del síntoma. Hay algo salvaje, porque es lo inanalizable del síntoma, eso que no está para ser abordado, sino que no puede dejar de estar presente. Entonces, yendo al objeto voz, que creo que es el que atravieza el historial de Dora y su relación con la pulsión. Y en cierto modo, parece que es un soporte privilegiado de los síntomas, en el sentido que Freud dice que el fantasma es el lugar de apoyatura de los síntomas, lo dice en los primeros escritos, el síntoma se apoya en la estructura del fantasma. Vamos a encontrar 3 crisis en Dora:

1) El episodio asmático ocurrido a los 8 años.
2) En ocasión de la consulta a Freud, a los 18 años.
3) 23 años después, cuando ella va a consultar a un otorrino porque sufría de síndrome de Menierre, que es el síndrome vertiginoso, entonces tiene jaquecas intensas en el lado derecho, síntoma que Freud también había mencionado 22 años antes y que persistía.

¿Qué armadura Freud le da a esto? El episodio asmático de los 8 años, lo relata Freud y dice que aparece inmediatamente después de la detención de la enuresis nocturna. O sea que Freud dice que aparece la abstinencia de la masturbación infantil vinculada a la enuresis nocturna, aparece la trasmutación de esta exclusión masturbatoria en ataque asmático. Por eso les mencioné antes como hay una trasmutación del síntoma psicosomático en los niños, que al final del caso Dora menciona que Deutsch estaba trabajando sobre este tema. Vale decir que de la enfermedad psicosomática en los niños apareciera cuando se detiene la compulsión.

En segundo lugar, en el transcurso del caso Dora, Dora le dice a Freud que con su hermano Otto, siempre iban iguales. Siempre tenían las mismas enfermedades, que tenían las mismas cosas, pero de pronto parece haber un quiebre identificatorio. Ahí nuevamente vemos una caída del estilo fálico y Dora deja de comportarse como un varoncito y se convierte en una niña, dice Freud. Pero cuando se convierte en una niña, ahí aparece el ataque asmático. Esto está si uno lee el historial en un episodio en el que dice que aquí hubo una caída de una constelación fálica, hay una caída real, que es la caída de una escalera. Por eso inferimos que se trata de otra caída que le brinda el hermano, donde algo se quiebra y entonces esta caída de la escalera queda como una marca, como una impronta en el cuerpo. A tal punto que Dora va a quedar arrastrando el pie derecho, cosa que constata Felix Deutsch 22 años después. Ese arrastre de pie derecho es correlato de esa caída que está presente en el historial como al pasar y que se refiere significativamente a esa caída identificatoria que queda como impronta en el cuerpo, en un caso de enfermedad psicosomática y en este caso como una lesión corporal. Me olvidé aclarar que estas 3 dimensiones que yo les estoy mencionando se refieren a un modo en que la dimensión de la voz aparece y que es la metáfora, el asma. El asma de los 8 años, luego apareciendo en el curso del tratamiento con Freud y ustedes saben que el asma implica la incapacidad de expulsión del aire y para emitir la voz, es necesaria la expulsión del aire, a tal punto que nosotros podemos rastrear en muchos pacientes tartamudos, un componente asmático infantil importante, que queda como esa imposibilidad de expulsión del aire y dada a las dificultades de expulsión de la voz.

La tercera es de la escena primaria. Freud dice que Dora espiaba con las orejas el cuarto contiguo de los padres y hace una lectura de que hay una formación sustitutiva donde está sustituyendo el jadeo del padre en la relación sexual, es decir, escucha la la escena primaria. Dora toma el lugar del padre y el jadeo del asma lo relaciona al síntoma conversivo. Ahora, ahí el historial nos presenta una variante. Quizás no se incluya esta, pero no debemos dejar de considerarla. Es que entre los padres de Dora no había una sexualidad tangible. El padre porque era un hombre afortunado, pero impotente. Allí podríamos leer que es el coito ausente, el que Dora no oye, el que ella arrenda con una actuación del tablero. Fíjense que ella no tiene el cuerpo comprometido desde una identificación al rasgo unario del padre, el jadeo, sino que es en tanto que eso no se oye, que Dora lo actúa.

De hecho cuando la entrevista Felix Deutsch, le dice que los hombres, el padre en primer lugar, luego el marido y el hijo, que es su preocupación, son pedigüeños, tacaños e infieles. El único que se salva es el hermano. Entonces, es esta presentificación de la sonorización en el cuerpo de lo que no hay, como caja de resonancia, que la voz podríamos ubicarla como un recurso. Dice en el historial que cuando el padre viaja, por ejemplo en un momento donde tenía tuberculosis y hace un viaje, ahí aparece la afonía cuando se queda sola con su madre, como si este recurso a la voz o al jadeo fuese de alguna manera fronteras precarias entre ella y la madre. En todo el historial, la madre figura como una mujer enigmática, indiferente y retentiva. Luego voy a mencionar por qué retentiva. La voz, allí, más que un síntoma conversivo funciona como un llamado, como un signo enviado al Otro, al Otro que no está y que no responde. Entonces se torna incesante porque justamente esa no respuesta del Otro se infinitiza.

En primer lugar podemos decir que hay una impronta traumática en lo real del cuerpo. Podríamos decir, del lado del plano simbólico, que hay una identificación y leer allí “síntoma conversivo”. Y hay una dimensión que con su denuncia, con su asma y su tos funciona como un beneficio secundario de la enfermedad. El llamar síntoma primario y beneficio secundario nos permite saber lo que se llama beneficio secundario. Mi lectura es que el beneficio secundario es ese llamado al Otro, justamente que quizás sostenga esa dimensión imaginaria de lo que es un signo, un modo de placer, que no llega a adquirir un valor significante, por estar descompuesto e ilegible en sus componentes, pero que sí permite leerla relación entre el sujeto con el Otro. Por lo tanto, decir beneficio secundario de la enfermedad no debe ser devaluado en términos de esto de “llamar la atención” porque en llamar la atención hay que subrayar que es un llamado, un llamado ligado a lo que algo del concepto del signo implica a nivel de la clínica. Con que no podamos descomponerlo, como dije antes, o hacer una lectura como podemos hacer en una formación sustitutiva, al menos en primera instancia, debemos tener constancia que en algún momento ese signo pueda quizá descomponerse, en la puesta del análisis, en un significante que permita por lo menos preguntarse para qué es el llamado al Otro. ¿Por qué ese Otro se ausenta o el sujeto siente que el Otro no está y en qué momentos? Con lo cual, nos daría lugar a una clínica del signo. Clínica del signo, que el analista debe soportar que de lo no sabido conlleva a la opacidad de ese signo, porque todo signo es opaco, pero implica el poder darle un estatuto de verdad y la posibilidad de la trasmutación que le posibilite su puesta en discurso, su valor significante, porque todo signo está compuesto por significantes. Si bien se presenta como un todo en sí mismo, es esperable que en algún momento podamos descomponerlo​. Ahí es que apunto a la posición del analista.

Voy a tomar los 2 sueños que Dora nos relata en el historial para ponerlos en juego a consideración. Primer sueño,​ hay un despertar dentro del sueño, un despertar a la salida del sueño y otro despertar en la transferencia. Esa es mi lectura. El primer despertar es que el padre despierta, dentro del sueño, a sus hijos dado que hay fuego en la casa. Mientras que el padre se preocupa por salvar a los niños, la madre se preocupa por el alhajero. Ella busca su alhajero, donde estaban las gotas de perlas encerradas bajo llave del alhajero que Freud dice que remiten a las gotas de semen. Con lo cual hace equivaler el genital femenino al alhajero. El padre dice que no permitirá que él y sus 2 hijos se mueran quemados por el alhajero. La madre lo guarda con llave. Esto, por las referencias que encontré en uno de estos textos que les mencioné antes, donde hay hasta un croquis de cómo era la casa de Dora y cómo se situaban los dormitorios, la madre que encerraba con llave el alhajero, encerraba con llave al hermano de Dora. Vale decir que la gráfica que en este libro aparece es que está el living de la casa, el estar y al lado una sala donde están los cigarros del padre y luego hay una única puerta que comunica con la habitación del hermano. Vale decir que el hermano en ningún momento podría salir de la casa ante el incendio, no tenía escapatoria. La madre se preocupa por su alhajero, mientras que el hermano Otto queda encerrado sin salida. Dora desciende presurosa por las escaleras y una vez afuera (en la traducción de Echeverry dice “Y una vez abajo”)... El afuera al que sale Dora es lo que ocasiona su despertar, una vez que sale de la casa. La anticipación a la prisa de Dora implica salir de la retención materna que la persigue. Este es el despertar del sueño, que coincide con la salida. El primer despertar es del padre respecto a los chicos, que queda dentro del sueño y sigue soñando. Pero hay un tercer despertar que quería mencionarles, porque Freud dice que este sueño despierta su curiosidad en la transferencia y su lugar como equivalente a la mirada paterna, en este punto, Dora despierta en Freud algo que no debía ignorar en su interés por la ciencia de los sueños. O sea que también podemos decir que esto era un sueño para Freud. Hay un despertar que es el de Freud, este es el tercer despertar.

¿Qué es lo que lleva a Dora a análisis? Es esta denuncia que no puede parar de vociferar, en donde Otto da su testimonio al decir que no puede dejar de pensar en eso. Pareciera que si alguien deja de vociferar la denuncia, no puede dejar de sostener la voz porque dejar de hacerlo haría caer la verdad que la voz conlleva. O sea que está tan fragilizada la dimensión simbólica de la verdad, que solamente la voz incesante la puede sostener. Tenemos muchos casos de esto, parece que se hizo vox pópuli la modalidad de Dora. La cuestión es que cuando se queda Dora a solas con la Sra. K, por ausencia del sr. K, lo que le sobreviene es la afonía. Cuando el padre no está y se queda sola con la madre, lo que sobreviene es la tos. Fíjense ambos casos, donde está acentuada esta dimensión de expulsión. Hay un eclipse, digo yo, del deseo frente a otro, ya sea la madre o la Sra. K, que es otro indeterminado, enigmático, y de alguna manera retentivo que de alguna manera Dora no se puede sustraer. No se puede sustraer como sujeto, por lo tanto pierde la voz... y el voto. El voto en el sentido del deseo, frente a la Sra K y a la madre.

El segundo sueño, Dora está en un bosque. Podemos suponer que es el bosque donde se había suscitado esa escena traumática donde el Sr. K le había dicho “Usted sabe, yo no tengo nada puesto en mi mujer” según la traducción alemana, en español fue traducida como “ella no significa nada para mí”. A Dora cuando le presentan a alguien que no tiene nada, se pone nerviosa. El “yo no tengo” la deja a merced del ser colmado, enigmático, colmado de sentido de la sra. K, frente a lo cual ese signo o speech que contestaba que era para el sr. K, que sostenía ese lugar fálico del tener, la arroja al ser insondable del Otro.

Habíamos dicho que lo mismo le pasaba cuando el padre estaba de viaje y se quedaba sola con la madre. Ella está en el bosque y pareciera que inmediatamente ahí sueña con un momento posterior a esta escena traumática donde ella responde con un cachetazo –pasaje al acto­ y fíjense que está lleno de elementos esta historia, que al fin van a tener que ver con síntomas conversivos. Podemos releer un montón de elementos, compulsiones, pasaje al acto, hasta alucinaciones... Porque con Feliz Deutch lo que lleva son alucinaciones auditivas. Entonces, esto hace pensar que si no se considera con Dora esta dimensión del objeto de la pulsión, sería muy difícil la posición del analista para abordar este objeto que yo creo haber ubicado en el objeto voz como objeto por excelencia. Pero traigo a Dora como podría traer a cualquier analizante donde cabe todo el trabajo, casi de investigación, trabajo que lleva años para edificar cuál es el objeto de la pulsión en cuestión que está gobernando su fantasma y en especial con el Otro primordial.

Entonces ella está perdida en el bosque, vuelvo al sueño, y no sabe cómo regresar. Pero no solo no sabe cómo regresar geográficamente, sino temporalmente a un tiempo previo a la escena traumática, porque la pregunta con cada persona que se encuentra y que le pregunta cuánto falta para llegar, le responden siempre lo misma cifra: 5 minutos. O sea que es como si ella no pudiera regresar temporalmente a un momento antes de la caída, a un momento antes del trauma. Antes de la caída, que es la que la arroja a ella a esta dimensión de extrañeza que respira toda la lectura de este sueño, donde si uno se puede imaginar esta pérdida de sujeto en ese bosque inmediatamente después de ese hecho traumático. Es una suerte de estado confusional donde todo remite a intentar volver a un momento antes que el trauma sucediera y la imposibilidad de hacerlo. La repetición de la misma cifra lo leo como esa imposibilidad. Que la Sra. K y la madre de Dora tengan una correspondencia, en relación a la posición de Dora, podemos leerlo a través de lo que lo que sigue en el segundo sueño: cuando Dora llega al fin, la madre le muestra una carta que dice que el padre ha muerto y en la carta le dice que están en el cementerio y que si ella quiere, puede ir. Pero lo que ocurre es que gramaticalmente allí funciona un frase con un signo de interrogación, que dice “¿Si tú quieres?” que Dora no sabe bien... Porque Dora nunca sabe bien con la madre, pero esa frase “¿Si tú quieres?” no se sabe bien a qué se refiere, uno advierte que ese signo de interrogación está fuera de lugar. Significativamente, cuando fue invitada a la casa de los K, donde sucedió la escena del lago, la invitación la había hecho la Sra. K y en la carta de la Sra. K también citaba la frase, que no se sabía cómo conectar con el resto del texto, que decía “Si tu quieres”. O sea, una pregunta por el deseo de Dora que no se sabe cómo conectar gramaticalmente y que tanto la madre de Dora, como la Sra. K, le hacen. Exactamente la misma frase.

Entonces, cuando consulta a Felix Deutsch, consulta porque había ido a un otorrinolaringólogo que sospechó que había un componente psíquico en Dora y Deutch dijo que estaba aturdida, que escuchaba ruidos metálicos porque el otorrino no le había encontrado ningún síntoma orgánico y tenía síndrome de Menier, las mismas migrañas que relata Freud del lado derecho, e insomnio. El insomnio, según dice Freud al pie de página, era porque su hijo de 18 años había comenzado a volver tarde por la noche y ella se quedaba despierta esperando a que su hijo vuelva porque con los antecedentes del padre y el marido, decía que seguro que andaba con mujeres por ahí, entonces ella sospechaba esto y se quedaba despierta, como si el chico hubiera dejado de estar con mujeres por ahí porque ella se quedaba despierta... Siempre puede ser eficaz una alucinación. Dora se escucha constante y alucinatoriamente, las pisadas que no están. El chico no ha llegado y ella escucha las pisadas del hijo. Y esto es lo que le ocasiona el insomnio. Ahora, lo más significativo es que cuando el hijo llega y escucha las pisadas reales, ahí se tranquiliza y se duerme. Vale decir que volvemos a la escena donde, desde el Otro, algo se escucha, no se oye. Ella, alucinatoriamente, hace aparecer como el jadeo, lo constitutivo en el sujeto en tanto que no está. Entonces ella actúa corporalmente el jadeo porque le falta, porque ella no puede armar su escena primaria constituyente en tanto que los padres están distantes. De hecho se sabe que el padre estuvo mucho tiempo a oscuras por un problema retiniano, y quien lo cuidó no fue la madre, sino Dora, quien durante meses estuvo a oscuras con él. Esto lo cuenta Otto y adivinen quién reemplazó a Dora en cuidar al padre: la sra K. Cuando sobrevive la crisis de la Primera Guerra Mundial y luego la familia cae en desgracia económica, Dora tiene que salir a trabajar. Y significativamente hay un relato que lo dejo abierto porque llama la atención: ella dice a Freud que tiempo después de este episodio traumático del lago, se había reconciliado con los K. Había ido y hablado con ellos, pero Dora hizo algo al punto que fue tomada por el ámbito americano como una de las primeras feministas, se dedicaba a enseñar bridge a las mujeres y ganaba dinero con eso. Adivinen quién era la otra profesora de bridge: ¡La Sra. K! Podemos seguir hablando de estos chimentos, pero quisiera tener un intercambio con ustedes.

Pregunta:​ ¿Qué puntos en Freud quedaron en suspenso?
Freud creo que, por el tiempo del desarrollo de su teoría, no había abordado la metapsicología donde él allí si propone la hipocondría, la melancolía, el insomnio y para la época del caso Dora, no lo había abordado. En 1915 hay una incursión en la clínica freudiana de una serie de temáticas que corresponderían a lo que nosotros llamaríamos hoy clínica de borde, o en los límites de la neurosis. Pero de todas maneras, creo que Freud se ve obligado a guardar el material, no quiere darlo a la luz rápidamente, pero guarda esa insistencia. Su preocupación es cómo ilustrar clínicamente en un caso clínico, esta equivalencia entre la interpretación de los sueños y la cura. Yo creo que esto lo sujeta para pensar en un despliegue más preciso de lo que hace y lo que está en todo el historial, que es el objeto voz, desde la denuncia, el asma, el jadeo.

Pregunta:​ ¿Por qué decís que en Dora no hay síntomas conversivos?
Estos son síntomas que más que estar en el campo de la simbolización que se pueda desprender de ellos, un significante que representa al sujeto para otro significante, lo cual alivianaría el peso de la voz y no la haría incesante, son síntomas que están en el borde de la actuación, psicosomáticos, de la compulsión, pero no conversivos. Son síntomas que yo llamaría reactivos. O sea, yo hago la distinción entre síntomas reactivos y conversivos. Estos síntomas están más cerca de lo que Freud describe en 1909 como “ataque histérico”. Freud no lo llama síntoma conversivo, cuando le escribe a Fliess le dice que va a escribir un caso de petit histerie, como si fuera la epilepsia, no a la neurosis. Entonces, lo que yo diría es que habría que pensar que en todo cuerno hay de lo uno y de lo otro, no quedarnos solamente en la dimensión simbólica, sino que acá se toca un borde de la psicosomática que a los niños les da para pensar hasta dónde poder extender esta validez del punto de detención de la compulsión y la emergencia de la psicosomática.

Pregunta: ​Entonces algo que no puede ser simbolizado pasa al cuerpo.
Exacto.

Pregunta: ​Cuando se interrumpe una compulsión, se transforma en otra cosa.
Yo repito lo que dice Freud, que habla de la compulsión masturbatoria, y en otro párrafo habla de esta falicización de Dora, de la identificación con el hermano, que Dora dice que iban los 2 iguales hasta la caída en la escalera.

Pregunta: ​¿Dónde apunta el irse la voz de Dora? Freud no indaga esta cuestión de la voz...
Freud, acerca de la cuestión de las hijas con las madres, le llevó un buen tiempo definirlo. Recién en 1931 y 1933 cuando habla de la femineidad, en la conferencia y el escrito, recién puede interrogarse esa cosa más primigenia e insondable que es no termina de resolver, que tiene que ver con esa relación pasional, enigmática y silenciada. Freud habla siempre de la niña con el padre y el niño con el padre hasta este momento. Freud, ya anciano, comienza a revisar y quizá Freud en otro momento hubiera analizado totalmente de otra manera el caso Dora.

Pregunta: ​¿Hay relación entre los 3 despertares y el insomnio de Dora?
La voz funciona en Dora como una frontera entre el sujeto y el Otro, donde el Otro se vuelve amenazador por lo avasallante de ese objeto. Es una suerte de localización, un borde diferencial auditivo, que es barrera y soporte contra un goce incestuoso. Es el que hace resonar el acceso del asma en la línea pesadillezca del insomnio.

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