Un discurso es la relación del sujeto a ciertos significantes que determinan una posición particular del objeto de satisfacción, de los sujetos imaginarios, de los sujetos causa de su deseo.
El discurso perverso tiene total legitimidad , porque el perverso instala, en relación al otro, una relación particular que requiere del anodadamiento de ese otro, es decir, de la desubjetivación. El otro pasa a funcionar como objeto. El perverso tiene una certeza y en este punto a veces se lo confunde con una psicosis: tiene la certeza, la total convicción de que él sí sabe cómo se goza y que tiene la misión de enseñarle al otro cómo debe hacerlo. Es interesante cuando Lacan toma a los perversos, porque hay muy pocos que llegan a análisis.
El aparato psíquico puede funcionar al modo de la represión, es decir, son las personas que conocemos y funcionan como "nosotros". Pero también puede funcionar bajo el mecanismo de la renegación y cuando funcionan así, lo más interesante es que no están tan lejos de lo que podríamos llamar normalidad. Empiezan haciendo una pequeña torción del discurso, por el cual el sujeto tiene una idea que es obvia. ¿Y cómo es que el otro no lo entiende? Es mediante ese proceso de pasaje donde se desencadena la pulsión parcial, es decir, la mirada, la voz, que hace que el Otro quede anonadado frente a la reacción que tiene el sujeto. Esto es un resumen hipercondensado.
¿Cuál es la diferencia entre las personas comunes y las perversas? El neurótico en algún punto duda: ¿Estaré pensando/haciendo bien o no? Busca las razones por las cuales justifica su proceder. El perverso, por el contrario, es capaz de llevar una acción ligada a la voluntad de su satisfacción. Esto se llama "voluntad de goce", que implica desarmar al otro de sus propios significantes y esto es algo que Lacan, cuando trabaja al perverso, lo hace al tomar la necrofilia, por ejemplo. En general se piensa en el sádico, en el masoquista, en el exhibicionista o el fetichista... Pero el necrofílico, que es alguien que tiene relaciones con un cadáver (con la convicción de que el otro está muerto), es algo muy impactante y Lacan dice que se busca abrir con un par de tijeras, buscando el objeto a, el vacío central que determina qué hace a un sujeto, qué hace a lo humano. El perverso avanza sobre el otro y lo despedaza absolutamente. Lo tenemos desde el sujeto que discute con su esposa o la esposa que discute con su esposo, avanzando sin límites para deshacerlo.
Película: Pecados Capitales.
Es una película de David Fincher y actúa Brad Pitt. El asesino, con su accionar le quiere enseñar al mundo por qué no hay ser avaro, por ejemplo. Entonces toma a un abogado, que aparentemente es muy mala persona, y tomando el ejemplo del mercader de Venecia de Shakespeare lo mata. No sé si lo recuerdan, pero el mercader necesitaba dinero y le pide a alguien que se lo preste. Esa persona le dice que no hay ningún problema, pero que si no se lo devuelve, tendrá que darle una libra de carne del lugar que él decida de su cuerpo. Esto es lo que Lacan toma en el S. X. En la película, el asesino desdentra y le extrae parte del vientre al abogado, haciendo que se desangre y muera. Entonces, le da una lección al mundo y así va eligiendo al del pecado de la gula, que lo hace morir por tanto ingerir comida y con todos los pecados capitales.
Uno podría decir que él tiene un mensaje para decir, pero ¿Cuál es el método por el cual es capaz de significar eso y enseñarle al otro que tiene que aprender? Es aterrador, no tiene límite y eso que en el discurso perverso nosotros lo vemos en casos muy patológicos, hay que tener mucho cuidado en la clínica, porque se nos puede pasar rápidamente.Hay un discurso en lo social que apunta al principio del placer. ¿Por qué vas a hacer esto, si total trabajás, te esforzás y no te lo reconocen? La lealtad no tiene valor, se cambia de trabajo como de ropa, ciertos valores van desapareciendo porque no tienen sentido. Y esto es el avance del discurso perverso, que es que no hay que buscarle un sentido a las cosas. Hay que disfrutar el hoy y ese discurso prende rapidísimo por su facilidad.
Si se trata de que el perverso quiere darle un mensaje a la sociedad acerca de cómo deben ser las cosas, ¿Cómo se hace para que eso no se transmita al otro? Y si el otro le dice que tiene razón, entonces eso se va contagiando en estampida. La perversión, en su parte patológica, nosotros podemos trabajar la cuestión de estructura, la renegación, la relación con la madre. Hay además una parte con el discurso, que prende rapidísimo.
Pregunta: ¿Qué relación hay con el discurso capitalista?
Es interesante sacarlo de lo simbólico y de los 4 discursos, que Lacan trabaja. Aunque ahí hay una riqueza conceptual, nos quedamos en la cuestión simbólica solamente y lo importante, me parece, es pensar en la perversión como un anudamiento particular entre imaginario, simbólico y real. En ese anudamiento, el eje es la pregunta que el sujeto se hace acerca de qué es el Otro, o acerca de qué es la ley. Por ejemplo, cuando trabajamos el Marqués de Sade y leemos que él apunta a que si a un árbol le cortan las ramas que están mal, entonces por qué no pensar que los miembros débiles de una familia deban ser asesinados... Obviamente, ésto le valió a él el encarcelamiento. Ahí hay un imperativo categórico que Lacan trabaja tomándolo de Kant, que es que la medida de tu acción valga como universal de la naturaleza. En ese punto, uno podría decir que está correctamente ubicado si esto vale para todos. Lacan dice que Sade piensa en esos términos, que mi placer o comodidad valga como ley universal. Si los árboles esto, entonces nosotros también. ¿Dónde está el límite?
En el nudo de borromeo, cuando lo enlazamos con lo real, lo que hacemos es pensar en qué reflexión. Lo que hace el Marqués de Sade es una pregunta acerca de cuál es el sentido de la ley, de por qué algo está legislado y otra cosa no. Me parece que ahí se rebasa la cuestión de los discursos y nos pone a todos a preguntarnos.
Pregunta: ¿Hay neuróticos atrapados por el discurso perverso?
Hay pocos perversos que consultan. La escena perversa se arma y organiza imaginariamente. Tomemos el caso del sádico y el masoquista: hay una palabra clave entre ambos. Juegan el juego de lo aterrador, el castigo, etc. No deja de ser un juego, pero lo interesante es que en ese goce ellos no saben del todo si el otro está realmente jugando o no. Siempre hay una palabra clave, como una contraseña, como llama Lacan al significante. Cuando alguno de ellos dice esa palabra, el otro tiene que parar. ¿Y qué pasa si el otro no quiere parar? Entra en angustia y ahí es cuando vienen a consultar. Ahora, al poco tiempo se rearma la estructura. Aunque estén en análisis, el goce es tan fuerte que terminan yéndose.
Yo llegué a tener un paciente que funcionaba bien neuróticamente. Ella había pasado por situaciones terribles en su vida y se estaba levantando. Se estaba construyendo, saliendo de sus demonios y en ese momento, la madre la llama y la vuelve al lugar de sus terrores. Eso hace que desencadene un mounstro en ella, donde no había manera de intervenir. Por más que yo tratara de retrotraerla a lo que ella había construído, destruyó todo y por supuesto se desalojó del análisis. El perverso también está sujeto a la pulsión de muerte, porque en esta escena donde el perverso supuestamente disfruta y le enseña al otro cómo debe gozar, también está preso del mensaje que tiene que dar, si al gran Otro le va a interesar su mensaje.
En cuanto a los medios de comunicación, se aprecia que mucgas veces no toman conciencia de la gravedad de ciertos significantes. Los títulos, por ejemplo. Hay una serie de estados Unidos, "How to get away with murder" (Cómo salirse con la suya con el asesinato). Más allá de que la trama diga otra cosa, el efecto del significante es eso que funciona como sintagma: es posible salirse con la suya. Es una apelación directa, como cuando se hace la descripción en cierto canal una descripción pormenorizada del asesinato. Esto llama al desencadenamiento de la pulsión parcial. Del otro lado de la pantalla puede haber alguien que tenga ciertas características perversas. El goce es enorme al imaginarizar esa escena, a ver cómo fueron los últimos instantes, etc. Esto provoca una satisfacción. A veces, hasta se dice con qué producto borrar las huellas dactilares. Entonces, se avanza sobre el cuerpo del otro con el objetivo del estrellato y el rating. Ahí estamos hablando del despedazamiento del cuerpo del otro. Ya no hay investigación con secreto sumario. El llamado del rehusamiento que el neurótico tiene que hacer frente a la perversión es importantísimo, rehusamiento a ese goce que nos llama. Porque, ¿Quién no quedó absorto ante un perverso que nos viene a mostrar cómo se goza? Y ante es eobjeto, uno queda anonadado. Todos quedamos anonadados frente a las imágenes, las fotos, etc. Si la información sirve para anudarlas, fantástico: pueden servir para trabajar, para elaborar. Pero que esa pulsión ande desnuda, circulando por ahí, produciendo excitación, eso es lo grave. Cuando Freud dice que el fantasma se constituye con restos de cosas vistas u oídas, ¿Cómo no se está alimentando una escena fantasmática perversa ahí?
Para el sujeto, es necesario que haya una ley a la que todos nos sometamos. El punto es que la eficacia de esa ley instaura cómo deben ser las cosas, necesariamente engendra este punto donde aparece esta otra cosa siniestra donde el sujeto busca ir más allá de la ley. La prohibición instaura el deseo y esto es aterrador, porque si el "no matarás", por ejemplo, absolutamente simbólico y necesario para el lazo social, si no está anudado a un cuerpo, a lo real de una caricia dada por esos padres, un construir en ese sujeto una persona, ese "no matarás" camina solo y se convierte en un significante del que se puede decir "¿Por qué no?". Esto es mucho más usual de lo que imaginamos. ¿Por qué no puedo decirle a alguien lo que pienso? Los sincericidios que a veces se cometen, no reconocen límites ni bordes. Hay cosas que no se pueden decir, o hay que buscar el modo en que se dice. Esta cuestión, sobre todo en mujeres (porque lo observé más que en los hombres) que dicen "Yo voy de frente y te digo todo lo que pienso" y en eso salen con una cosa que es mortífera. Lo que no puede ese sujeto es percibir que en eso que está dciendo, es que se va más allá del espejo y del lazo social.
¿Dónde está el limite? El límite es uno por uno, en cada situación. El analista debe estar atento a inscribir ese borde de quién es ese. Sino queda como "Yo digo siempre lo que pienso a todos" y ese todos necesita que se le desanude lo real de cada uno, del uno por uno.
Pregunta: ¿Qué pasa con los analistas perversos?
El discurso analítico se presta perfecto para eso. El analista "hace de" a puertas cerradas. La salud psíquica del analista es importantísima. Igual, a mi me parece que los pacientes lo perciben, salvo que tengan el lugar de objeto muy remarcado. La labor del analista es maravillosa y si el paciente no avanza, ya sea porque el analista es perverso o por otras razones, se nota. Yo creo que un analista puede crear una gran adhesión, una fascinación, pero en la clínica esto se cae porque no hay cura.
Discurso perverso y literatura.
El discurso perverso puede verse en una de las grandes poetas argentinas, Alejandra Pizarnik. Ella terminó suicidándose a los 36 años, postergando su muerte año a año, porque ella dijo que a los 18 años ya quería suicidarse. Uno la lee y es terrible, porque se percibe cómo ella podía escribir el discurso perverso siendo que ella para nada lo era. Podía describir claramente las pulsiones desatadas. Hay un libro que ella publica un año antes de suicidarse, llamado "La condesa sangrienta". Es producto del año 1966 y ella se suicida en 1972. En el '71 publica el libro sobre la leyenda de una condesa húngara que asesinaba jovencitas para rejuvenecer con su sangre. El libro es aterrador y de sus capítulos, los cuatro primeros están dedicados a describir las torturas con gran nivel de detalle. Era intolerable para ella ser transmisora de semejante cosa. Ella dice:
Tapizada con cuchillos y adornada con filosas puntas de acero, su tamaño admite un cuerpo humano; se la risa mediante una polea. La ceremonia de la jaula se despliega así: La sirvienta Dorkó arrastra por los cabellos a una joven desnuda; la encierra en la jaula; alza la jaula. Aparece la "dama de éstas ruinas", la sonámbula vestida de blanco. lenta y silenciosa se sienta en un escabel situado debajo de la jaula. Rojo atizador en mano, Dorkó azuza a la prisionera quien, al retroceder -y eh aquí la gracia de la jaula-, se clava por si misma los filosos aceros mientras su sangre mana sobre la mujer pálida que la recibe impasible con los ojos puestos en ningún lado. Cuando se repone de su trance se aleja lentamente. Han habido dos metamorfosis: su vestido blanco , ahora es rojo y donde hubo una muchacha hay un cadáver.
Hubo algo de esa pulsión de muerte que la tomó en su escritura. Su analista dice "Yo no sé si la psicoanalicé, pero ella me poetizó a mi". Esa escritura, a ella se la llevó a la tumba. Alejandra no podía parar de escribir estas cosas tan terribles, así como habían otros textos, por supuesto, que son muy de niña por su ingenuidad. Ella habla mucho del miedo y el terror en un poema que le dedica a su analista.
Estas son las cosas que vengo pensando en relación al discurso perverso. Nosotros pensamos que si un paciente escribe, le va a hacer bien. Pero en el caso de esta poeta, que hablaba y escribía, se la tragó la pulsión de muerte. El anudamiento de la pulsión de muerte, junto a ese cuerpo que desaparece, porque ella era una niña flaquita y chiquitita.
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