miércoles, 6 de marzo de 2024

El analista se autoriza... de algunos otros.

 La formación analítica no coincide con una elección profesional, y esto nos lleva al problema de la nominación, ¿cómo se nomina un analista? De hecho, hay una dificultad con la que nos encontramos todos aquellos que practicamos el psicoanálisis que es el hecho de que no hay ninguna institución universitaria o de otra índole que pueda otorgar el título de psicoanalista, y esto por la estructura misma de la formación.

Cuando Lacan discute con los post freudianos, a los cuales critica el intento de reducir la formación analítica a una especie de grado universitario, retoma el tríptico del planteo freudiano por el cual un analista se forma a partir de su análisis, de la supervisión y del estudio. Ese es el trípode o las tres patas de la formación analítica.

A partir de eso, entonces, y ya en ocasión de la fundación de su escuela, Lacan puede acuñar un aforismo del cual por lo general, y llamativamente, sólo se destaca la primera parte. Lacan dice: “El analista se autoriza de sí mismo”, lo que significa que lo que autoriza es el trabajo de destitución que se produce en su propio análisis. Y luego agrega “y de algunos otros”, lo que implica que si bien es cierto que un analista sólo se autorizará como tal en el trabajo de desasimiento que produce su análisis, o sea en la pérdida que allí se pone en juego y eso hará posible que eventualmente ese analizante devenga analista (volviendo operativo el deseo del analista), también es cierto que son necesarios los otros. Esto resulta en un llamado de atención acerca de los peligros del analista que se queda en soledad. ¿Por qué son necesarios esos otros? Precisamente por que es entre ellos donde el analista, a través de su trabajo, tiene que dar cuenta no sólo de su práctica, sino esencialmente de la fundamentación, del por qué hace lo que hace.

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