miércoles, 12 de abril de 2017

El Fenómeno Psicosomático. Abordaje clínico psicoanalítico. (2° parte)

Apuntes de la clase dictada por Pablo Capdevielle el 18/02/2016.

La vez pasada estuvimos pensando a qué se llamaba fenómeno psicosomático a la materia que nos convoca a estudiar. Introdujimos desde la filosofía para pensar por qué el psicoanálisis, y sobre todo Lacan en los primeros años, habla de fenómeno psicosomático. Entonces, pasamos por el dualismo cartesiano, luego por el cogito cartesiano. Ahí nos enteramos que la palabra sujeto está ahí, pero nosotros nos servimos y diferenciamos que ese sujeto era el sujeto del pensamiento. También hablamos de Spinoza, de que la percepción, las afecciones y el conocimiento del mundo pasan a partir del cuerpo y no del pensamiento. También introdujimos la vuelta que propone el psicoanálisis: Freud con el aparato psíquico y el inconsciente; Lacan, con el nudo de 3. Por eso nosotros no vamos a hablar nunca de dualismos.

Creo que me faltó comentarles la vez pasada es por qué es fenómeno. Fenómeno tiene que ver con la apariencia. Hay un seminario, que es el semblante de Lacan, el XVIII, donde Lacan diferencia bien la apariencia del semblante. Si bien nosotros hoy no vamos a tener oportunidad de meternos con el semblante, vamos a decir que el semblante es real y que es semblante del objeto a. La diferencia de la apariencia, entonces vamos a definir fenómeno como “lo que aparece”. El fenómeno implica una apariencia y fíjense que todos estos datos que estamos recolectando, es para pensar la clìnica. ¿Con qué nos encontramos, a diferencia de cuando hablamos del sujeto del inconsciente? En el fenómeno psicosomático, podríamos decir que el cuerpo está y no está. Se lo tiene y no se lo tiene, dejémoslo entrecomillado ahí. El cuerpo no está en el lugar de cuerpo imaginario.

Vamos a hacer un paneo por el esquema óptico, para pensar cómo es que constituimos cuerpo y de dónde pensamos nosotros que podemos ubicar nosotros estas presentaciones que, decimos de antemano, no son del orden de lo reprimido. Entonces, digo, el cuerpo en el fenómeno psicosomático es algo que no está en el registro imaginario, algo que no se simboliza fácilmente. El término freudiano es “escotoma”. El escotoma para Freud es el punto ciego. El mundo del fenómeno, o el mundo de las apariencias, es un mundo de meras representaciones. Heidegger, del que Lacan se sirve muchísimo, sobretodo para pensar la caída del objeto a, dice que el fenómeno es lo que se hace patente por sí mismo. Aparece bajo una luz. El fenómeno es siempre materia de descripción para la ciencia; lo que no alcanza la ciencia es a discernir de qué se trata esta apariencia. Es un objeto de estudio, es algo que se manifiesta, pero que puede ser distinto y opuesto a la vez. Para los griegos, fenómeno puede contraponerse entre el ser verdadero y encubrimiento del ser. Lo que más me importa, es que es un concepto equívoco, sobre todo para pensarlo en psicoanálisis: puede ser verdad, a la vez puede ser apariencia; puede ser evidente y por por otra parte puede ser lo que encubre la verdad. Esto implica aquello a lo que la verdad se manifiesta como camino a lo verdadero.

La vez pasada yo les comentaba a ustedes que una analista, a la que yo aprecio mucho y con la que estudié mucho, Liliana Donzis, que ella habla del fenómeno psicosomático como algo que tiene vocación de síntoma. Es un “como sí”.

Hoy vamos a presentar el nudo:
El goce fálico está entre el registro real y el simbólico. En los libros “goce” aparece como J, por jouissance (francés). El sentido es algo que no nos va a interesar hoy. Y entre real e imaginario, está el goce del Otro. En la Tercera, Lacan ubica el cuerpo en el registro imaginario, aunque después lo cambia.

En 1914, Freud escribe “Introducción al narcisismo”. Y entre 1914 - 1918, Freud presentó sus artículos metapsicológicos, a partir de una presentación que hizo Jung. El título del libro de Jung era “Metamorfosis y símbolos de la libido”. Lo más importante es lo que piensa Jung en ese momento, con lo que aporta para hablar de la psicosis. Dice que en la psicosis, la libido está introvertida en el mundo interior. Si somos estrictos, dice “en el individuo”. Entonces Freud va a presentar una relación entre 2 tipos de pulsiones: las pulsiones sexuales y las pulsiones del yo. Freud plantea la sexualidad como mucho más amplia que la genitalidad y que la sexualidad no se produce a partir de la pubertad, sino a partir del nacimiento.

Yo hablé de pulsión, entonces hay que decir algo. Una de las cuestiones, además de lo que dijo Freud, que es el límite entre lo psíquico y lo somático, es que la pulsión es un error de estructura entre el soma y el aparato psíquico. Y que la pulsión es pensar al representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo. tenemos que suponer, siguiendo a Freud, que hay un estadío primitivo anterior al que todo análisis  puede acceder. Entonces, Freud en esa época plantea 2 tendencias de la libido: libido sexual y libido del yo. Sexual-libido, ich-libido. O podemos decir también pulsiones sexuales y pulsiones del yo. ¿Se acuerdan del yo primitivo? El yo primitivo lo pueden encontrar como el Lust-Ich y Real-Ich. Este yo primitivo va a funcionar como un sistema nervioso central, así lo dice Lacan en el Seminario I, destinado a garantizar cierta homeostasis de las tensiones internas. Y será la pulsión el montaje a través del cual la sexualidad participa en la vida psíquica y se adecúa de modo plástico (que se puede acomodar) a la estructura del inconsciente, que es una hiancia. La hiancia es el agujero, el espacio entre uno y otro objeto. La hiancia también la vamos a pensar como el intervalo que se produce necesariamente entre significantes para que haya una caída y que en esa caída se produzca una desaparición, teniendo nosotros ahí una aprehensión evanescente de lo que es el sujeto para el psicoanálisis.

Recordemos los 4 términos de la pulsión: el empuje, la fuente, el objeto y la meta. Sin detenernos en cada uno de estos términos, vamos a recordar que el objeto de la pulsión nunca se alcanza, porque la pulsión es parcial, porque parece que la pulsión no tiene objeto. Bueno, en el fenómeno psicosomático, parece que la pulsión sí tuviera objeto. La pulsión del yo remite a la de autoconservación. Nosotros vamos a definir que la verdadera pulsión es la pulsión de muerte. La pulsión de vida es lo que tiene que ver con la autoconservación, pero la que hace el trabajo de orificiar o recorrer los agujeros con los que venimos al mundo, es con la pulsión de muerte. Cuando uno repite como un loro que “el cuerpo es lo que está mortificado por el significante”, no es ni más ni menos que se constituye cuerpo a partir del recorrido de la pulsión. Y es a partir de ese orificeo, bordeado, que hace la pulsión por cada uno de los agujeros con los que venimos al mundo que se va a organizar la erogenización del cuerpo.

Cuando Freud plantea la teoría de la libido, habla de una bipartición fundamental. Y esto es entre las finalidades de la preservación del individuo, que es lo correspondiente a la autoconservación, y la de la continuidad de la especie. Y va a hablar de plasma germinal y plasma somático. El plasma germinal es lo que perpetúa la especie. Sigue vivo de un individuo a otro, es inmortal en tanto que va gestando el cuerpo que sigue, de generación en generación. Lo podríamos ubicar en las células que se necesitan para la reproducción, óvulos y espermatozoides. Eso lo plantea Freud y lo retoma Lacan como lo inmortal. Freud lo saca de un biólogo alemán, que se llamaba Weismann, quien estudiaba estas cuestiones. Me interesa la cuestión de lo inmortal. En relación a la mortalidad, ya Freud plantea al soma, al plasma somático, como mortal, acompañando esto con lo que dijimos antes: cuerpo mortificado por el significante. Lo que pasa es que “significante” Freud no lo tenía a la mano como Lacan.

¿Qué es lo que hace funcionar a la maquinaria sexual en el cuerpo del ser hablante? La imagen. Nosotros vamos a decir siempre R-S-I, pero lo imaginario va a coser lo real  y simbólico.

Las tres identificaciones:
1ª identificación: Es la identificación a la voz del padre muerto, padre horroroso, padre del terror, o identificación a lo real del otro real. Esa identificación es la responsable que toda lengua materna que haga advenir al infans en el mundo del lenguaje esté agujereada. Y está agujereada por el Edipo suyo (el de la madre o quien tenga el lugar de función materna). Lo que agujerea a la lengua materna es la primera condición para el acceso al lenguaje y esto tiene que ver con la primera identificación y con el Edipo de quien esté allí apostado en esa función, que también la vamos a llamar, como dice Lacan en el S. XI, campo o lugar. El Otro es un campo o un lugar, donde el sujeto como ser viviente debe advenir como tal sujeto barrado. El infans accede al lenguaje gracias a esta primera identificación.

En las primeras épocas de Lacan, nosotros vamos a confundir al Otro con el otro, porque en el estadío del espejo y a partir del esquema óptico, lo que vamos a tener es la idea del semejante, con lo cual ahí vamos a pensarlo conceptualmente al gran Otro. Y no me meto a trabajar esto directamente desde el S.XI, porque ese seminario sin darle las vueltas necesarias (clases 16 y 17), se presta a confusión, porque parece que todo es una serie de etapas evolutivas para que el infans pueda hablar, y lo que está diciendo en esas clases del S. XI Lacan es: la condición, sí, para que el infans tenga oportunidad de dejar de ser cría humana y pasar al lenguaje, participando de la posibilidad de subjetividad, y también alienación y separación quiere decir a cada vez que se produce sujeto del inconsciente. Quiero decir sujeto del inconsciente a las formaciones del inconscientes: ese episodio a partir del cual lo que escuchamos no es del orden de una consistencia, sino de una evanescencia.

2ª identificación: Es la identificación al trazo, lo que nosotros llamamos trazo unario. Es la simbólica. Hasta la segunda identificación llega el animal doméstico: yo llamo al gato y el gato viene. Lo que no alcanza el gato es al falo, es decir, a la tercera identificación.

3ª identificación: Se trata de la identificación especular. Estas 3 identificaciones se ponen a jugar a esta tercera, que retroactivamente pone en función la posibilidad subjetiva para cada quien. Cuando digo “posibilidad subjetiva para cada quien”, digo pasible de un análisis. Lacan en 1975 dice que el psicótico se puede analizar y que también puede producir formaciones del inconsciente. Lo dejo entre paréntesis, porque no voy a poder sostener hoy eso. Si vamos a hablar de las psicosis en relación a la presentación del fenómeno psicosomático.

Una vez que gracias a la identificación especular, de la imagen, se ponen a trabajar las 3. Estas 3 identificaciones se dan en pasos lógicos, no en tiempos cronológicos. Ocurren “en un golpe”, así como en “Pegan a un niño”, que es en el segundo tiempo donde se instala la ley. Bueno, acá también es un golpe de a 3, por retracción de la tercera identificación, a partir del lenguaje y a partir de ciertas fallas y discordancias, porque no todo va a entrar en la imagen.

Lacan ya desde el seminario I habla de alienación. Habla de ciertas marcas y pone el ejemplo de un pajarito que le dice “el ave picón”. Pero el ave picón lleva unas marcas que hacen que se la ubique como tal. Gracias a esa marca, el pajarito macho sabe cuál es la hembra. La palabra que usa Lacan acá, que no la encontré en ningún otro lado, es MERZEICHEZN. Los que nos entusiasmamos con la conferencia de Ginebra, con el S. XI y pensamos que se habló poco del fenómeno psicosomático, sepan que ya los filósofos estaban hablando de esto. Lacan, en esa época, habla de esto, de merzeichezn. Esto quiere decir rótulo, etiqueta, emblema, signo, sello. Quienes leyeron conferencias de Ginebra, los recortes de la conferencia de Ginebra cuando Lacan dice que en estas presentaciones el cuerpo aparece con un marbete (etiqueta) que funciona como un signo para el Otro. Lo que pasa en el ser hablante es que tiene otras oportunidades que el pájaro picón: representarse entre significantes, representarse por su nombre propio. Lo que vamos encontrando, y aproximándonos en relación a estas presentaciones, es que hay una falla en la función del nombre propio, que entonces representa al sujeto como signo para el Otro, pero no como un significante para otro significante. Entonces, hoy les traje unos ejemplos y el paciente va a decir: ”SOY alérgico”, SOY asmático”, “SOY hipertenso”.

En el hospital, el paciente se presenta y dice “soy asmático”, entonces la primera intervención del analista va a ser preguntarle por el nombre. Porque si yo le sigo la corriente, lo único que estoy haciendo es vivificando algo que tiene que estar mortificado. Estas presentaciones guardan relación con algo demasiado vivo dentro del organismo. Las células del cáncer, que es el que más nos asusta, aunque hay otras dentro del fenómeno psicosomático que matan más rápido, pero las células del cáncer se reproducen de manera indiscriminada, hace multiplicaciones por todos lados, su núcleo es mucho más grande que la célula común y no muere. Las células sanas todo el tiempo entran y salen, hay entropía, entrada y salida en el organismo. Lo que hace posible el exterior, el pasaje de endo a exo, va a ser la entrada del lenguaje, va a ser justamente la primera identificación. En estas presentaciones o en el fenómeno psicosomático, vamos a encontrar algo que está demasiado vivo. Cuando digo “demasiado vivo”, estoy diciendo que hay lesión y que no está abrazada de manera interesante por lo simbólico. Como les expliqué la vez pasada, si estamos hablando de un sujeto neurótico, nunca tenemos que pensar que del todo está desamarrado el simbólico, porque siempre hay nudo. En el nudo plano es más difícil verlo.

En la cuestión del cáncer, fíjense que el cáncer es anti-castración. Se multiplica, se multiplica y se multiplica. Va en contra de lo que nosotros conocemos como la represión, la castración, como la falta. Ahí falta una falta.

Lacan sigue a Freud y dice que las instancias psíquicas fundamentales se pueden concebir, en su mayoría, como representantes de lo que sucede en un aparato fotográfico. Si nosotros vemos el esquema óptico, (vamos a hacer un paneo porque no tenemos tiempo).

Vamos a encontrar 2 espejos, el espejo cóncavo y el espejo plano. Pueden buscar esquema óptico en Google y ahi explica bien el despliegue del esquema óptico. También se puede verlo en una cuchara y su reflejo interior. A la izquierda van a encontrar el espejo cóncavo y en el medio, el espejo plano. Arriba a la izquierda está el ojo, que es fundamental, porque todo esto no es posible sin la mirada del portador. Portador de la mirada, de la imagen, del simbólico y del real, es decir, quien nos recibe en el lenguaje. La vez pasada habíamos hablado del trauma. El trauma es, para Lacan, el acceso al lenguaje. Nosotros después podemos pensar cuáles son el estrés postraumático, y otras modalidades para la ley. Estos son tejidos que se arman sobre el cráter del verdadero trauma. La guerra también es un episodio de trauma, pero remite siempre al trauma de entrada.
En el espejo cóncavo, lo que se va a reproducir en el mismo plano, es decir, la imagen queda reflejada “en la cuchara”, invirtiéndose arriba y abajo, y lo que vamos a tener es la imagen real.
En el espejo plano, pensemos cuando nos miramos en el espejo, se invierte el plano, es decir, el plano es exterior. Es muy interesante, porque ahí tenemos cómo justificar lo que empezamos en “Introducción al narcisismo”, que es que en el espejo plano lo que propicia es el exterior, el objeto exterior, el mundo exterior. Se produce en un plano exterior y se invierte de derecha a izquierda. Ahí están las imágenes virtuales, que son a las que nosotros vamos a acceder. A las imágenes reales ¿quienes acceden? Los que no acceden a la tercera identificación: las psicosis.

La imagen virtual es la que corresponde al segundo narcisismo, fíjense que se habla de 2 narcisismos.
El primer narcisismo está a nivel del yo primitivo. Ese yo primitivo es “Ella me mira”, podríamos decir. “Miro mi cuerpo como un objeto exterior a mi”. Invento, esto es un mito, nadie tiene recuerdo de ese momento. El primer narcisismo, que lo vamos a ubicar en el espejo cóncavo, es el tiempo del yo ideal, del yo primitivo, en la retracción de la libido sobre el yo. Entonces, se ama al cuerpo como un objeto exterior, siempre a condición de que esté ese ojo, donde se halla la mirada de este Otro que aloja. También lo podemos llamar “La parentalidad”. Ese Otro (u “otro”, si lo pensamos en tanto semejante), es el que anticipa la imagen unitaria que cautiva, tal como se percibe en el espejo, o bien en la realidad, es la realidad toda del semejante. Lo que se está empezando a armar allí, lo necesario para que se arme, es el yo - no yo.
El narcisismo secundario puede situarse con precisión en su relación imaginaria y libidinal con el mundo exterior, con los objetos exteriores. Esta operación le va a permitir al individuo ver su lugar y estructurar su ser en función de su lugar y de su mundo.

El yo tiene 2 funciones: estructurar la realidad y sí o sí pasa, como dice Lacan en el S. I, por la alienación. Alienación fundamental y constitutiva de la imagen reflejada de si mismo, que es del yo primitivo o primera representación de sí. Insisto mucho en la cuestión imaginaria, porque es a partir de ahí que nosotros vamos a pensar muchísimas cuestiones clínicas. Hoy vamos a diferenciar la hipocondría, del síntoma neurótico, del fenómeno psicosomático y el caso de las neurosis actuales, mal llamadas ataques de pánico.

Cuando yo decía “yo ideal” e “ideal del yo”, el ideal del yo lo ubicamos en el narcisismo secundario, lo ubicamos gracias al espejo plano. El sujeto anticipa la mirada, que es lo que dice Lacan en el estadío del espejo. Pero gracias a esa anticipación de la unidad, es que el cuerpo puede aparecer despedazado. En la imagen real, en el florero invertido, del lado izquierdo, vemos el florero invertido, que serían los cachos de cuerpo despedazados y que solamente van a venir a nuestras formaciones del inconsciente a partir de las fantasías o a partir de los sueños. Muchas mujeres, cuando están embarazadas, tienen sueños de que le falten dedos al nene, o cuando uno sueña que le faltan los dientes. El papá también sueña que su hijo va a nacer sin un brazo… Bueno, esto aparece en las fantasías. Pero es posible pensar en el cuerpo despedazado a partir de la unidad.

Cuando hablé del plasma germinal, como lo inmortal de la especie, diferente al plasma somático, lo que tenemos que pensar gracias a introducción al narcisismo, es en esta distribución económica de la libido. También es importante, si bien Freud no habla más que de enfermedades orgánicas, ubicando también la implicancia de la libido en las enfermedades orgánicas. Freud va a plantear el ejemplo de la muela: cuando hay un cuerpo afectado, sea cuerpo o sea organismo, el yo era capturado por ese recorte del cuerpo. En otros términos, podríamos decir que la libido del yo está puesta sobre ese recorte. Cuando el sujeto está en reposo también, la libido se retracciona del mundo exterior y pasa al sueño.

Me interesa que recalquemos el concepto de erogeneidad. Porque lo que vamos a pensar en relación de esta acumulación de libido (en los años ‘50). En el seminario XI, creo que después ya no lo repite más, Lacan va a hablar de la libido como órgano y va a hablar del mito de la laminilla.

Es Freud el que plantea puntos semejantes entre la hipocondría y las enfermedades orgánicas. La diferencia entre ambas es la existencia de “una aparente lesión orgánica”. Si bien en el hipocondríaco se presentan cambios orgánicos, postulando una similitud entre el estado de excitación de una zona cualquiera del cuerpo y la excitación sexual. Nosotros nos encontramos con esto de las zonas erógenas, que dice Freud que pueden reemplazar lo genital y comportarse como tal. Hay ciertos recortes del cuerpo que pueden ser sede de carga y descarga y que en la carga y descarga, la erogeneidad en un órgano puede ser análoga a un cambio de carga de libido en el yo. Recalco, entonces, que para Freud hay un recorte del soma que puede estar erogeneizado y que puede responder a un cambio de carga de la libido del yo.

Pregunta: ¿Lacan dijo que aparte de esa identificación tiene que haber una alienación a esta imagen?
Nosotros pensamos la alienación al hablar de la psicosis. Pero cuando habla de alienación Lacan, se sirve de la dialéctica hegeliana. Entonces, Hegel planteó la dialéctica del amo y el esclavo. Lacan dice que si o si se trata de una elección forzada que si o si es necesaria para acceder a la subjetividad: pasar por el campo del Otro. Pasar por el campo del otro, porque en el Otro se sitúan los significantes de la cadena de los significantes. Entonces, en el 54 y 63-64, clase 16 y 17 del S. XI, Lacan va a hablar de la alienación a la imagen del Otro. Y después en el año ‘63 va a plantear que si o si es posible que se produzca sujeto, que haya anudamiento R-S-I, es posible acceder al lenguaje, que haya sujeto del inconsciente, por un pasaje forzoso por el campo del Otro. Después tiene que pasar por la separación.


En el seminario X, sobre todo cuando habla de las neurosis obsesiva, nosotros decimos que el objeto a es un objeto inaprensible. Es solamente un operador lógico, y solamente vamos a tener aprehensión de él a partir de los objetos pulsionales.




Estos cìrculos, que son los cìrculos de Euler, los toma Lacan en el S.X para trabajar cuestiones de la neurosis obsesiva y en esta clase, 16 y 17, para hablar de alienación y separación.

En el conjunto de la derecha vamos a poner la A. En el conjunto de la izquierda vamos a poner una S. Él va a hablar de una lúnula, que nosotros ubicamos como la intersección entre uno y otro conjunto, y va a hablar del veil de la alienación. El veil no es ni más ni menos que el corazón que nosotros ubicamos en la fórmula del fantasma, esos vectores de doble entrada, donde primero se pasa por el campo del Otro y después al campo del sujeto vía la separación. Y ese es todo el secreto del rombito ◊ que aparece con 2 flechas en el S. XI.
En el seminario de Paidós aparece “ser”.

La raya en el medio es un invento mío: la vez pasada dijimos que el nudo tiene ciertas propiedades, que cada registro es un toro. Un toro es como un salvavidas: tiene un agujero interior y un agujero central. La condición del toro es que se puede dar vuelta y pasar de endo a exo a partir de un agujero. Si uno agarra el salvavidas y le hace un agujero en cualquier lugar de su superficie, lo das vuelta. Un hecho del discurso es, cuando uno tomó demasiado, dice “me di vuelta como una media”. Pero eso es un hecho del discurso. Lo que pasa en este pasaje de endo a exo, a partir de estas identificaciones, es que se da vuelta la historia: empieza a funcionar un toro enlazado con 2 toros más, produciendo sujeto. Todo esto, muy por encima.

Nosotros tenemos que en el nudo tenemos que encontrar existencia, consistencia y agujero. Este esquema es un anticipo del nudo, la topología ya la viene presentando desde el seminario anterior. Este es un anticipo del nudo, del toro va a hablar en el S.X. Entonces, nosotros tenemos que pensar que lo que agujerea es lo simbólico. La consistencia es lo imaginario y la existencia es lo real. Toda esta introducción para decirles que por el esquema tiene que pasar algo que atraviese estos 2 redondeles, porque nosotros no estamos trabajando en un plano, sino que trabajamos en el espacio. Lo que tiene que pasar por acá es el sentido, el sentido que cada uno tuvo para ese Otro que nos trajo al lenguaje. Siendo que seamos en Tarzán de la selva, la muñeca más linda o la cucaracha más horrible, después construimos el fantasma en un análisis y pensaremos de qué manera la posición subjetiva se puede con-mover. Pero este sentido es lo que le da cocción a todo el conjunto de cuestiones que estamos hablando. Entonces, en el campo del Otro está el viel, esa flechita que va hacia el campo del Otro. Sí o sí yo dije “elección forzada”, es decir, si o si hay que pasar por el campo del Otro. Pero se tiene que producir una separación. Lo que produce una separación, al toque, es decir, en el preciso momento de la falta en el Otro, que produce y propicia la posibilidad de sujeto para el infans, o la posibilidad que se produzca, en algún momento para el ser hablante, un acto fallido, un olvido, un sueño, un síntoma o un lapsus.


Esto quiere decir, que el Otro está atravesado por su falta: que algo le falte es el regalo más interesante, la donación de una falta. A partir del momento que se descompleta el Otro de esta cría humana, que se dirige nuevamente a su deseo… En la clase 17 del S.XI Lacan dice que el deseo de la madre tiene que ser desconocido. Eso quiere decir que aunque una madre esté soltera o se haya separado, el pibe puede enterarse que sale. El pibe puede ver a la madre llorando porque el novio la dejó y es necesario que el pibe sepa que se llora cuando te dejan. No hay que esconderse, porque eso es mostrar algo en relación al deseo desconocido también. Tampoco es que hay que avisarle todo al chico, pero el hijo de vez en cuando debe saber que de vez en cuando tenés cosas que hacer. Y eso es como el acertijo: siempre una madre, el padre debería tener un signo de pregunta en la espalda, algo que cause a la pregunta. En este tiempo, Lacan confunde y dice “¿Qué me quiere?”. Lo toma del cuento “El diablo enamorado”, y esa pregunta es una invitación al deseo, a partir de que el Otro, de quien esté apostado en este lugar, muestre su falta. Obviamente que no estoy de acuerdo con el colecho. Obviamente que estoy de acuerdo que los niños duerman en la cama de los padres. Imagínense qué lugar, si el medio no es un lugar. ¿Qué hace el pibe en el medio de los padres? Hay un artículo hermoso, “2 notas para un niño”, donde Lacan plantea que el mejor de los porvenires para un niño es ser producto del síntoma de la pareja parental. Podríamos decir que en las perturbaciones que tenemos los neuróticos. El peor de los destinos es quedar coagulados como objeto de goce, como objeto del fantasma materno. Es ahí donde falla la separación. Podemos pensar que en el autismo se llega a la segunda identificación. La primera identificación que no pasa por la segunda, muere. El autismo veras casi no se ve.

¿Entendieron lo que es el sentido? Es esto que agujerea, que pasa, que tiene que ver con las palabras que nos acompañaron cuando nosotros estábamos en el moisés, cuna tacho de basura algunos. Acá, en vez de ser, deberíamos poner des-ser.  Y esto lo vamos a pensar de otra manera.

Cuando se dice que el sujeto se produce entre significantes, comúnmente pensamos en S1 y S2. Para que el sujeto se produzca, lo que tiene que producirse un intervalo. Y lo que produce ese intervalo es una caída en la cadena significante, entre significantes, y ese es el objeto a.

S1 S2



a


Lacan, en este momento, lo va a llamar “como una nada”, como un rien, nada. Pero esa nada es testimonio de la división subjetiva. Entonces, entre alienación y separación, lo que tenemos que hacer es poner una flecha para abajo y poner un objeto a. Entonces, lo que divide al sujeto justamente es una caída que va a propiciar, en tanto caída, causa. Etimológicamente, una de las acepciones de la palabra causa es caída, por eso les decìa que Lacan toma bastante de Heidegger. Porque la caída del objeto a es causa de deseo, causa de que se siga… Dijimos que el sujeto es evanescente, se produce entre significantes, es una división. Y se accede al lenguaje a partir de un primer corte.

La cuenta comienza en cero: Para hablar del 1 contable, que hagamos progresión uno, y uno, y uno, y uno, tenemos que pensar que la cuenta comienza a partir de un corte. Ese corte es la primer pérdida, o sea que es una primer pérdida lo que nos hace entrar a nosotros en el lenguaje. Es una pérdida que constituye, a su vez, sujeto. Es un vacío que instituye la posibilidad de “se sigue”. A veces un analista puede decirle a un analizante que se separó, que se quedó sin trabajo, que lo echaron, bueno, “se sigue”. Este “se sigue” quiere decir de qué manera el trabajo de análisis puede hacer borde de ese vacío, constituyéndolo en agujero, para que propicie causa de la cadena. La progresión de los números reales empieza gracias a un primer conjunto, que es el primer conjunto, un conjunto vacío, que cuenta como uno.

Otro modo que van a encontrar en el seminario X, de hablar de lo mismo, de alienación y separación, es el cuadro de división subjetiva:
Lacan pone al campo del Otro y del sujeto como predeterminado. A partir que el Otro presenta su falta (A/), el sujeto se constituye barrándose ($), a condición de una caída, el objeto a. Y si somos pícaros, metemos en el medio el losange y tenemos la fórmula del fantasma. Y fìjense que el fantasma se constituye en el campo del Otro. El sujeto se constituye en el campo del Otro y el fantasma también.

Diferenciaciones:
Al pensar la hipocondría, nosotros vamos a decir, recordando a la libido del yo y a la libido sexual, que la libido sexual es la que está en comercio. Ahì ya está instalado el mundo exterior: entra y sale. Hay una transacción entre el mundo exterior y el interior de cada quién. En la hipocondría nosotros vamos a pensar que lo que está en juego es la libido del yo. Puede excitarse, como decíamos con Freud, cualquier zona del organismo pero sin lesión.
En el fenómeno psicosomático, en el caso de la neurosis, también depende de la libido del yo. Puede excitarse un órgano o una parte del organismo, como pasa en la hipocondría, pero la diferencia es que la excitación produce lesión y alteración de los tejidos.
En ambos casos, estamos pensando en cierta precariedad simbólica. Estamos hablando de libido del yo, no de la sexual. Estoy retrayéndome a eso primitivo.
Entonces, en el fenómeno psicosomático, como decía Lacan, la carne está mordida.
En las neurosis actuales, en los mal llamados ataques de pánico, ahí si, la libido es objetal, es libido de objeto, libido sexual. La libido está puesta sobre el objeto. Si bien Freud dice que las neurosis actuales son inanalizables, lo que tiene el síntoma es que es actual. En ese caso, aunque no tenga historia, no deja de ser un síntoma. A este caso lo ubicamos entre las formaciones del inconsciente, aunque es medio difícil porque no tiene historia.

Recomendación: Si o si y cada vez que se presente algo en relación al cuerpo, en el trabajo con nuestro paciente, no nos arriesguemos a que solamente sea trabajado por medio del análisis. Si o si, hay que mandar al paciente al médico para despejar. Una paciente, hace muchos años, se había fumado su primer porro con su marido y empezó a tener alteraciones en la visión y ella se los adjudicaba a los efectos del porro, pero del porro habían pasado 3 semanas, 4. Entonces empecé a sugerirle que fuera al médico, pero no iba, pese a la insistencia. Ahí nosotros tenemos que pensar en cierto tipo de intervenciones. La intervención puede ser en lo real, intervención en lo simbólico o intervención en lo imaginario. Por eso, las intervenciones del analista fueron en lo real: “si no va al médico, no la puedo seguir recibiendo”. Esta paciente tenía, finalmente, un adenoma de hipófisis, no tenía nada que ver con el porro. Luego nosotros tenemos que pensar cuál fue el huevo y cuál la gallina, qué estuvo primero y que vino después. Muchas veces, cuando se presentan estos recortes en el consultorio, uno muchas veces trabaja con el médico. Entonces, si el médico se analizó, es un golazo. Porque, ¿qué fue lo que hizo que justo, entre 5 hermanos, uno tuviera asma, alergia? Hubo un disparador. Ese disparador es el exceso o la grosería de la demanda del Otro.

Cuando decimos goce del Otro, nosotros vamos pensar que es un goce que no existe, como dice Lacan en el seminario “Aún”, pero sabemos de él por sus efectos. Entonces, yo no puedo decir “Es un goce del Otro” a la madre que estaba escuchando la entrevista del niño en el hospital, detrás de la puerta. En esa época yo era más joven y creía que sí. Lo que iba a confesar el chico, meses más tarde, es que lo golpeaba fuerte. Yo pensaba que lo de la puerta era goce del Otro y no, no lo es. El goce del Otro es la respuesta automática. Lacan habla de la respuesta automática y se sirve del ejemplo de la experiencia de Pavlov: suena una campana y el perro viene a comer. Esa es la respuesta automática, y hay que entenderla como que no hay espacio, no hay duda, no está el “che vuoi?” (¿qué me quieres?). Hay una certeza. Lean “Asma y embarazo, la  opresión de la estrechez”, donde hay una chica de 26 años super embarazada, tatuada, viene super abrigada y entonces en la entrevista le pregunto: “¿No tenés calor?”. Me responde que sí. “¿No te querés sacar algo?”. Ella empieza a sacarse campera, bufanda… “¿Por qué te abrigaste tanto?”. Ella responde “mi mamá me dijo que me abrigue”. Entonces, la madre le dice que se abrigue y ella no se pregunta si tiene calor o no.
Atiendo a un pibe que es fantástico. Tiene 13 o 14 años y vino con la madre. Y el pibe me dice “Juan Pablo, por favor, decile a mi mamá que la que tiene frío es ella y que yo no tengo frío”. En este recorte, no está el fenómeno psicosomático.
Entonces nosotros pensamos que en ese recorte del fenómeno psicosomático, cuando nosotros decimos “los significantes pegoteados”, fíjense cómo lo armamos desde la filosofía. Cuando decimos eso, cuando hablamos de la función de la apariencia, cuando hablamos de lo que parece que es y al final hay otra cosa, el mito “significantes pegoteados” lo que no es justamente, es el intervalo. Pero no solamente es lo que teoriza Lacan, sino la distancia entre uno y otro. Una señora con metástasis, después de varios cáncer de mama, sufriendo porque el hijo se había separado.

  • ¿Pero por qué sufrís?
  • Me duele, me duele, me duele que mi hijo se haya separado, porque mi hijo está mal, porque sus hijos no lo pueden ver...
  • ¿Pero cómo es posible que le duela a usted?
  • Pero los hijos son parte de uno.

Lo que nos autoriza a la intervención, a la interpretación o al acto analítico es el soporte de la transferencia. Y en transferencia le dije, “¿dónde está su hijo, que no lo veo, dónde lo tiene si es parte de usted?” Nosotros sabemos, porque Lacan lo ubica, que  por suerte siempre hubo algo que separó el cuerpo a cuerpo: la mamá de un pibe, que es la placenta. Cuando hay un caso de infidelidad, que ya sabemos que las infidelidades son del yo (no es al otro la infidelidad, porque si tenés un problema económico, son 2 o 3 además de tu marido), a veces es necesario ver si se cuidó al tener relaciones sexuales con el marido. ¿Hubo ese mínimo de telita de goma, que se llama profiláctico, que separa las carnes? Porque si su marido la puso en cualquier otro lado y trae un bicho, usted queda absolutamente expuesta. La queja no sirve para nada, después va y se la deja pasar, se la deja pasar, se verá si hay un pacto establecido entre 2… Porque en definitiva lo que tendríamos que pensar para esos casos es en el contrato que se arma entre 2.

Vuelvo al fenómeno psicosomático: cuando nosotros decimos “congelado”. A Lacan en la conferencia de Ginebra le dicen “¿Pero cómo, es del orden de un grito?” No, porque también en el seminario 11 vamos a ver que el grito, si es bien interpretado por este sentido que dibujábamos acá, se va a convertir en demanda. Y que  la demanda siempre es de amor y es de la madre, que lo que va a demandar es ser demandada. En ese juego de demanda y demanda, es donde la pulsión va a empezar a hacer su recorrido por los agujeros con los que vinimos al mundo. Y cada cual le pone una fijación pulsional que hubo, en su recorrido, y va a gozar con su cuerpo erógeno. Pero dice Lacan “No es un grito, es del orden del jeroglífico”. ¿Hay una estructura? Si, hay una escritura en su cuerpo, lo que no sabemos es leerla. Entonces, repetí desde la semana pasada: no es una formación del inconsciente, no es una formación del inconsciente, no es una formación del inconsciente. Si no es una formación del inconsciente, lo que nunca podemos, ni va a servir para nada, es interpretarlo. Porque no está bajo las leyes de la represión.

¿Qué es lo que tiene que hacer un analista? Prestarle historia, hacerle hablar sobre eso. Si ustedes escuchan y trabajan en el servicio de medicina de un hospital, el médico lo llama al otro y le dice “te mando un riñón”.

Participante: Se da de alta con hemorroides superada...
¡La fisura! Lo que no tenemos que hacer nunca es estandarizar. Pero la fisura es típica del obsesivo, no quiero decir con esto estándar. Digo, le cuesta tanto dejar caer al obsesivo y hace tanta fuerza por retener, que aparece en el cuerpo lo que tendría que haber aparecido en el orden de lo simbólico.

Diferencias entre el síntoma y el fenómeno psicosomático.

  • El síntoma, letra de goce legible.
En el fenómeno psicosomático, lo que vamos a pensar es una marca de goce específico. Lacan le dice “goce específico” porque es en la especificidad de ese significante y punto, porque ese significante no desliza. La vez pasada explicaba que justamente son presentaciones que le prestan un nombre a la persona y como dice Lacan en el S. XI, cuando habla de la laminilla del órgano, dice que este órgano, por ser irreal (que no significa que no esté en el registro de lo real), no le impide encarnarse. Libido encarnada, por ejemplo en el tatuaje. El tatuaje es una marca para el Otro, más allá que está de moda, tenemos que decir que es una insignia que le muestra al Otro, de que pertenece a un conjunto. Además, y por eso hicimos todo este recorrido de la erogenización, para que ustedes entiendan cuando lean la clase 16 del S. XI, dice que el [inaudible] pertenece a un conjunto, cuando el nombre propio está fallido, bueno, voy con los gordos, voy con los asmáticos, con los alérgicos, con los cardíacos”. ¿Quién de nosotros no es cardíaco acá? Todos tenemos corazón, por suerte. Pertenencia a un grupo, pero además, esa encarnadura tiene un costado erótico. El costado erótico lo respondimos con lo que vinimos hace un rato hablando, donde hay una carga, una masa, una acumulación de libido allí donde no debe estar.


  • Para el síntoma, dijimos, es interpretable, lo ubicamos entre real y simbólico, es una formación del inconsciente.
El fenómeno psicosomático, podríamos decir, es una formación (como diría Nassio), de objeto a en el cuerpo. Mejor dicho, en el organismo. La psoriasis es un ejemplo del fenómeno psicosomático. Fíjense que el órgano más extenso que tenemos es la piel y que justamente es la que sirve de contacto entre uno y otro. Y lo que separa, además, lo endo de lo exo. Entonces cuando aparece algo del interior tan a flor de piel, irrumpiendo en la piel, Lacan habla del detrito, del ditritus. En vez de caerse un objeto a, se cae un polvillo, es el exceso del eczema, los cachos de piel que se le caen, en vez de que se produzca una caída a nivel de lo simbólico.


  • En el síntoma, hay retorno de lo reprimido.
En el fenómeno psicosomático hay un retorno en el soma, en el organismo, de algo que no da paso a la represión. Es impune el fenómeno psicosomático, es obsceno.


  • En la letra del síntoma, nosotros encontramos las leyes del inconsciente, condensación y desplazamiento, metáfora y metonimia.
En el fenómeno psicosomático, lo que encontramos es justamente esto, la respuesta automática, la huella, la marca, el signo para el Otro. Por eso les decía que si uno va a trabajar a un servicio de medicina, se escucha al paciente decir “míreme, doctor, míreme”. Acuérdense los casos que veíamos la semana pasada, uno el ojo ahí se lo tiene que meter en el bolsillo y solamente tiene que mirar con las orejas: “Cuénteme”.


Lacan, en el S. XXIII, dice que la pulsión es el eco del decir en el cuerpo y que entra en el cuerpo porque hay un agujero que no se cierra: la oreja. Porque en definitiva, por eso habla del yo par en el seminario X. El yo par, dice Lacan, es la voz de Dios, la voz del padre que hace agujero en la lengua materna y que es lo que hace posible que entre por ese agujero “agujereado”, valga la redundancia, todo lo otro que venimos hablando hace un rato.

  • En el síntoma, hay angustia, hay señal de angustia.
En el fenómeno psicosomático no hay angustia. Lacan, en el S. X, presenta un cuadro como los ejes cartesianos invertidos y hace 2 flechas: la de arriba es la dificultad y la vertical es la de movimiento. El punto de máxima dificultad, dice, es el embarazo. El embarazo, según el diccionario, es una situación embarazosa, metido en el lodo. Dice Lacan, es el punto de máxima dificultad dónde está absolutamente a la vista la barra, perque embarrado es “en barra”. Pero la barra no está al servicio de dividir, sino que abraza a lo que podría haber sido sujeto, que queda escondido detrás de esa barra, detrás de esa marca, de esa merkzeichezn, como decíamos hoy.

  • Lo que decìamos de las neurosis actuales, lo que decimos del síntoma, lo que decimos del síntoma conversivo, lo que está alterado es la función de un órgano o un recorte del cuerpo, pero no hay lesión orgánica, no hay marcas.
En cambio, en el fenómeno psicosomático, hay corrosión de la carne.

  • En el síntoma, lo que está en juego es la pulsión de muerte, porque es lo que va a mortificar ese ser viviente para darnos un regalo a partir del lenguaje, que es el cuerpo. Es la mortificación del significante.
En el fenómeno psicosomático, lo que vamos a encontrar es un desborde pulsional, un desamarre de la pulsión, una desmezcla de la pulsión.

  • El síntoma tiene historia.
El fenómeno psicosomático no lo vamos a encontrar historizado.

  • En el síntoma, hay intervalo entre los significantes.
En el fenómeno psicosomático vamos a hablar de la holofrase.

Pregunta: ¿Podrías aclarar algo sobre la identificación real al otro real? La vez pasada lo mencionaste en el caso Elías.

Cuando decimos identificación real del otro real, de lo que estamos hablando es de una transmisión que no se sabe que la hay, que viene per-se, in situ. Sobre todo a los papás les pasa esto, quieren tener una valija de herramientas simbólicas para que su hijo ande bien. Por más voluntad que le ponga, si no se analiza y no se las ve con su propia falta, es imposible transmitir esto de buena voluntad. No es vía la voluntad, se transmite vía las identificaciones de uno a otro. Y no es sanguínea la cosa. En un caso de adopción, pasa exactamente lo mismo, porque no es la sangre lo que se transmite, sino las identificaciones. Entonces, algo que no fue elaborado en alguna de las generaciones, por ejemplo en las cuestiones de guerra, el Holocausto, con la guerra de Bolivia, hace que el paciente porte marcas de algo que no se sabe. Cuando nosotros decimos que algo no tiene historia, es que pre-histórico y se trabaja en análisis. Si Elías se hubiere quedado en el consultorio a trabajar, se podría haber hecho un ensamble, un enganche en esto que precipita tan alocadamente, lastimando su organismo, y lo que le había pasado a su papá y a los hermanos de su papá, que se habían muerto en la cámara de gas.

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