por Silvia Elena Tendlarz
La perspectiva lacaniana se contrapone a toda psicologización de la anorexia. Más que de un cuadro clínico independiente se trata de un síntoma articulado en una estructura.
Lacan aborda la cuestión de la anorexia en distintos momentos de su enseñanza relacionándola con diferentes conceptos:
- la agresividad del narcisismo (1938);
- la dialéctica entre la necesidad, la demanda y el deseo (1958-60);
- la operación lógica de "separación" y el objeto oral como "nada" (1964-67); y
- el saber y el goce (1973).
Estas articulaciones no son arbitrarias, corresponden a distintas prevalencias de los registros en la enseñanza de Lacan: lo imaginario antes del inicio de su enseñanza en 1953; lo simbólico en la década del 50; lo real en los 60; y la equivalencia de los tres registros en relación con la primacía del goce en los 70.
1.- Agresividad del narcisismo
En "Los Complejos familiares" (1938), Lacan se ocupa del "complejo de destete" y de la "imago materna" puesta en juego en la forma oral de este complejo. Indica ciertas formas de suicidios no violentos que se manifiestan en "la huelga de hambre de la anorexia mental, envenenamiento de ciertas toxicomanías a través de la boca, y régimen de hambre en neurosis gástricas"[1]. Y concluye que "el análisis de estos casos muestra que en su abandono a la muerte el sujeto busca volver a encontrar la imago de la madre". La tendencia suicida invocada aquí se enlaza más bien con la vertiente mortífera del narcisismo que Lacan trata en "Acerca de la causalidad psíquica" (1945).
2.- La oralidad no es la nutrición: Necesidad, demanda y deseo
Lacan aborda esta cuestión en "La dirección de la cura" (1958) a partir del caso de Kris de los "sesos frescos"[2]. Se trata de un joven intelectual de treinta años que presenta como síntoma una inhibición para publicar sus trabajos. Se quejaba de ser plagiario: le sacaba las ideas a un amigo. En el momento en que estaba por publicar un trabajo importante, dice en la sesión que descubrió en la biblioteca un tratado, publicado unos años antes, que contenía sus propias ideas. Kris lee el trabajo mencionado y le indica al paciente que el plagio no era tal. En un primer análisis anterior-con Melitta Schmideberg- se había puesto de relieve su tendencia a robar, con un desplazamiento de los objetos a las ideas. La respuesta a la interpretación de Kris -usted no plagia- es un acting out: cada vez que sale de la sesión, dice el paciente, va a comer un plato de sesos frescos.
Vicente Palomera se ocupa del análisis de este caso en su trabajo sobre la anorexia[3]. Señala que, según Kris, si el análisis anterior se ocupaba de interpretar la pulsión, ese análisis se ocupa de la acción de la defensa. Con esta interpretación, Kris hace surgir la "pulsión oral" en el paciente.
Lacan señala que "no es su defensa contra la idea de robar lo que le hace creer que roba. Es de que pueda tener una idea propia, de lo que no tiene la menor idea, o apenas"[4]. No se trata de un sujeto que roba, sino que roba "nada". La nada como objeto abre una nueva perspectiva en la clínica de la oralidad: puede distinguirse del registro de la nutrición. Lacan diagnostica a este paciente como "anorexia, en este caso, en cuanto a lo mental, en cuanto al deseo del que vive la idea..."[5].
En el Seminario "La transferencia" (1960-61) Lacan retoma el esquema necesidad-demanda-deseo, planteado en "La dirección de la cura", para explicar la anorexia mental[6]. El deseo surge por la diferencia que se instaura entre la necesidad y la demanda. El rechazo del dejarse alimentar protege al sujeto de la desaparición de su deseo, a causa de su aplastamiento por la satisfacción de la demanda. En este punto Lacan cita los "Tres ensayos" de Freud para indicar la relación entre demanda oral y canibalismo, por lo que la oralidad queda recubierta de un tinte sexual.
3.- La "separación" y el objeto oral como "nada"
En el Seminario XI Lacan retoma en dos oportunidades la cuestión de la anorexia. Plantea a la "nada" como paradigma del objeto oral. "El objeto a es algo de lo cual el sujeto, para constituirse, se separó como órgano. Vale como símbolo de la falta... A nivel oral, es la nada, por cuanto el sujeto se destetó de algo que ya no es nada para él. En la anorexia mental, el niño come esa nada"[7]. El objeto a se constituye por acción de la operación lógica de separación que inscribe una falta, que, a nivel oral, se inscribe como nada.
Una segunda indicación articula a la anorexia con la contingencia de la respuesta del Otro, con la inscripción de su falta. No se trata ya sólo de la dialéctica entre la demanda y el deseo sino de la posición del sujeto en relación al deseo del Otro. El niño como objeto pone en juego su propia desaparición en la operación de separación, tal como se presenta en el caso de la anorexia mental.
En el "Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el niño" (1967) Lacan evoca a la anorexia mental como el ejemplo contrapuesto al mito de la complementariedad armónica entre la madre y el hijo[8]. Esta concepción, ampliamente difundida entre los analistas de niños, que lleva al maternaje, desconoce que la dialéctica entre la alienación y la separación inscribe una falta que va en contra de la armonía del "hábitat materno" -la anorexia es demostrativa al respecto.
4.- Saber y goce
La última referencia de Lacan que repertoriaré en esta serie pertenece al Seminario "Les non-dupes errènt" (Los desengañados se engañan) (1973-74). Lacan señala el caso de una paciente que estaba tan preocupada por saber si comía, que para desalentar ese saber estaba dispuesta a dejarse morir de hambre[9].
En esta época Lacan define al inconsciente como un "saber que trabaja" y que aloja al goce de sentido (jouis-sens)[10]. Esta orientación introduce la vertiente de goce involucrada en la anorexia. La voluntad de no-comer resulta en muchos de estos casos solidaria de su horror al saber, del rechazo neurótico frente al saber acerca de la castración. Su no-querer saber nada traduce la posición del sujeto frente a su goce.
Esta secuencia nos permite visualizar distintos aspectos tratados por Lacan a través de su enseñanza: la agresividad narcisista; la dialéctica entre la necesidad, el deseo y el goce; la nada como objeto oral (que se distingue de la nutrición); la posición del sujeto frente al enigmático deseo del Otro; y su relación al goce. Todas estas cuestiones están presentes en el tratamiento de un sujeto que llega a la consulta con su anorexia. Sin duda, la relación entre estos términos varían en la psicosis y en la neurosis. De allí la necesidad de un diagnóstico diferencial que permita visualizar cómo se modula la nada como objeto en cada uno de estos casos.
Publicado en: Arte y Oficio 1, Buenos Aires, 1995. | El Caldero 47, Buenos Aires, 1995.
NOTAS
J. Lacan, Les Complexes familiaux (1938), Navarin, Paris, 1984, p. 33-34.
E. Kris, "Ego psychology and interpretation in psychoanalytic therapy", The Psychoanalytic Quarterly XX, Nº1, enero 1951, p. 21-25.
V. Palomera, "Consideraciones sobre la anorexia mental: el hombre de los sesos frescos", El analiticón Nº1, Paradiso, Barcelona, 1986.
J. Lacan, "La dirección de la cura" (1958), Escritos, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 1986, p. 580.
Idem.
J. Lacan, Le Séminaire, Livre VIII, "Le transfert" (1960-61), Seuil, Paris, 1991, p. 238-240.
J. Lacan, Seminario XI, "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" (1964), Paidós, Buenos Aires, 1993, p. 110.
J. Lacan, "Discurso de clausura de las Jornadas sobre las psicosis en el niño" (1967), El analiticón Nº3, Paradiso, Barcelona, 1987, p. 11.
J. Lacan, Seminario XXI, "Les non-dupes errènt" (1973-74), inédito, clase del 9 de abril de 1974.
J. Lacan, "Televisión" (1973), Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, Barcelona, 1977, p. 96 y 94.
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