La psicopatología ocupacional estudia los trastornos mentales en lo concerniente a la descripción, la clasificación, los mecanismos de producción y la evolución de los estados mentales de los que se ocupa, referidos a cuestiones propias del trabajo.
Los trastornos psíquicos que se relacionan con el trabajo responden a la acción de las influencias patógenas o “noxas”, capaces de originar, revelar o agravar un cuadro clínico determinado, relacionado con la patología mental e influyendo sobre el trabajo o la seguridad de las personas o sus bien.
Las patologías más frecuentes en las demandas laborales son las psiconeurosis, cuadros intermedios entre la alienación plena y la normalidad psíquica. Se aplica esta denominación a las perturbaciones mentales poco acentuadas, es decir que no configuran alienación. Sin afecciones que se caracterizan por cursas con trastornos funcionales de origen psíquico.
La cuestión que contempla las alteraciones psíquicas en relación con el trabajo, debe evaluarse desde dos aspectos: el primero está referido a la influencia que puede ejercer la actividad en la agravación de síndromes latentes y el segundo es la peligrosidad potencial para el ámbito laboral o la sociedad de los portadores de determinadas perturbaciones mentales.
Estrés laboral:
Sostiene el DSM IV que la característica esencial del trastorno por estrés agudo es la aparición de ansiedad, síntomas disociativos y de otro tipo que tiene lugar durante el mes que sigue a la exposición a un acontecimiento traumático de carácter extremo. En el mismo momento del trastorno o con posterioridad a él, el individuo presenta al menos tres de los siguientes síntomas disociativos: sensación subjetiva de embotamiento, desapego o ausencia de la realidad que lo rodea; desrealización y amnesia disociativa.
La OMS describe al estrés como una epidemia global que compromete al hombre moderno y que no existen mecanismos preventivos para anularlo de manera definitiva.
El estrés es un estado en que se produce un desgaste anormal del cuerpo humano y/o una disminución de la capacidad de trabajo, ocasionadas por una prolongada incapacidad de la persona para tolerar, superar o adaptarse a determinadas exigencias de naturaleza psíquica, existentes en su ambiente de vida. el ser humano posee una capacidad adaptativa muy grande, evidenciada a través de la tolerancia, la adaptación y la superación. Este criterio pone de manifiesto que el estrés puede generar:
- En lo somático: un desgaste corporal, evidenciado por úlceras, hipertensión arterial, colitis, aspecto de envejecimiento temprano.
- En lo laboral: disminución de la producción laborativa individual.
El estrés debe considerarse como una respuesta o un cambio por parte del sujeto, debido a una agresión emocional, somática, social, económica, laboral o de cualquier otro tipo, que se pone de manifiesto clínicamente según los síntomas y signos del denominado síndrome general de adaptación. Este síndrome reconoce una etapa inicial de alarma, una intermedia de adaptación y una final de agotamiento. Sus manifestaciones funcionales se ponen de manifiesto a través de cambios significativos en los aparatos circulatorio, respiratorio, digestivo, urinario, en el sistema nervioso y en la constelación endocrina del individuo.
Las características de personalidad del individuo propenso a padecer estrés agudo o crónico reconocen entre los factores personales la vulnerabilidad. Una personalidad vulnerable es una expresión descriptiva de los rasgos psíquicos caracterizados por la insuficiencia defensiva del individuo y está vinculada a la mayor posibilidad de recibir lesiones físicas, psíquicas o morales en el curso de su existencia. Son personalidades vulnerables todas las de estructura o base neurótica y algunas psicopáticas, tales como las de los inseguros de sí mismos, los lábiles de estado de ánimo, los necesitados de estimación. Se incluyen también entre las personalidades vulnerables el síndrome borderline y el síndrome cerebral psicoorgánico o desorden mental orgánico postraumático, contemplados en los baremos nacionales. Pueden presentar impetuosidad verbal, movilidad persistente, impaciencia, intemperancia, conversación invasiva, incursionan en varias tareas simultáneamente, experimentan culpa por su inactividad o descanso, temen disminuir su ritmo de tareas, adquieren gestos nerviosos y son a menudo más competitivas.
Se reconoce el estrés por sobrecarga debido a un exceso de responsabilidad, a la falta de descanso y a crisis existenciales. También hay estrés por monotonía.
Principales síntomas de estrés: dolor de cabeza, malestar general, insomnio, apatía, ansiedad, depresión, irritabilidad y alteración de la performance sexual.
Todas las patologías orgánicas, somáticas o psicosomáticas a las que dieran lugar los estados de estrés, si se comprueba que se originaron por el hecho o en ocasión del trabajo, deberán ser indemnizadas como infortunio laboral.
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