En los relatos de los pacientes, cuando no es en la vida general, escuchamos hablar de diversas prácticas tales como:
- Exposición al frío, como el método Wim Hof.
- Ayunos intermitentes y prácticas restrictivas de la alimentación, que implican dejar de lado algún alimento, en particular carnes y harinas, aún no tratándose de personas con celiaquía.
- "Detox de tecnología", en particular de aquellas tecnologías de la información y comunicación.
- Abstinencia sexual, en movimientos conocidos como "no fap".
Lo que notamos es que en todas estas prácticas están recreadas la falta en algún punto: que falte el abrigo, que falte tal comida, que falte el celular o la actividad sexual. Hay algo del ascetismo involucrado en todo aquello, en la medida que en estas renuncias en general se persigue el bienestar físico, moral y espiritual.
Reconocemos que en algunas de estas prácticas, como la exposición al frío, se genera una exuberante explosión de adrenalina. Pero más allá de eso, podemos pensar que estas prácticas brindan algún tipo de orden allí donde no lo hay.
En la sociedad, casi todo está reglado: desde cómo, cuánto y dónde comer. La estrechez de margen que se tiene para actuar en base a estos lineamientos (S1) lo que termina produciendo es un S2, un saber.
S1→ S2
S1→ S2
S1→ S2
S1→ S2
S1→ S2
Ahora, ¿Qué pasa si el abanico ante un S1 -sea la normativa que sea- fuera infinito?
S1→ S2 (u opción a, b, c...)
Esta no es otra cosa que el capitalismo salvaje, donde las reglas del juego son reescritas permanentemente. Se trata de una relación distinta con la castración. En los sistemas más codificados o modelos más rígidos cualquiera sabe mejor a qué atenerse y eso hace un mundo más estable. Es lo que se ve en cualquier grupo de Alcohólicos Anónimos, por ejemplo: las reuniones empiezan de una determinada manera, se habla con cierta forma estereotipada, hay una determinada bibliografía y no otra.
La contracara a la estabilidad es el capitalismo salvaje, que es lo que por lo menos impera en la sociedad argentina: cada uno hace lo que quiere. Lamentablemente, el orden viene de la mano de la normatividad y lo que las sociedades más estables demuestran es que eso se ha logrado con una gran adherencia a las normas.
No debemos extrañarnos que estas prácticas fueran la manera de ordenar algo, que de otra manera se volvería caótico, en el sentido de que estas prácticas sitúan una referencia: esto falta, esto no se puede, esto se hace a tal hora o de determinada manera. En la sociedad de la abundancia, las personas buscan la manera de recrear la falta.
Más allá del tema social, tenemos estructuras clínicas que pueden beneficiarse de este tipo de ordenadores, a falta de otros que debieron ocurrir en tiempos primordiales. Por eso, cuando aparecen relatadas en el consultorio, uno no debería desarticularlas ni cuestionarlas inmediatamente sino hasta poder determinar qué función cumplen para ese sujeto, cuándo aparecieron, entre otras coordenadas.
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