viernes, 27 de junio de 2025

De la neurosis de angustia al ataque de pánico... ¿Cómo ocurrió?

La definición de la neurosis de angustia aparece en 1895 en Freud, cuando las aborda en "Las neuropsicosis de defensa". Notablemente, este cuadro es casi idéntico a lo que hoy se llama ataque de pánico, ¿Pero cómo se llegó a ese nombre?

La conceptualización del ataque de pánico ha evolucionado significativamente a lo largo de las distintas ediciones del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), reflejando los cambios en la psiquiatría contemporánea y su relación con la psicología, la farmacología y los modelos médicos hegemónicos. A continuación te presento un recorrido histórico por su teorización en las distintas versiones del DSM:

En el DSM-I (1952) no aparece la categoría “ataque de pánico” como tal. Los síntomas que hoy asociaríamos con el ataque de pánico se encontraban en categorías generales como “reacciones de ansiedad” dentro de los trastornos neuróticos. Se entendía desde un enfoque más psicodinámico, con referencia a conflictos intrapsíquicos.

En la edición del DSM-II (1968) tampoco aparece explícitamente el “ataque de pánico”. Se conservan las categorías de neurosis de ansiedad, donde se describen síntomas como palpitaciones, disnea, mareos, etc., aunque sin constituir una entidad clínica independiente. Predomina todavía una mirada influenciada por la psiquiatría dinámica. 

Es recién en el DSM-III (1980) que aparece por primera vez el Trastorno de Pánico (Panic Disorder) como entidad diagnóstica separada de la neurosis de ansiedad. El ataque de pánico aquí se definió como un episodio súbito de miedo intenso acompañado de síntomas físicos y cognitivos (palpitaciones, sudoración, miedo a morir, etc.). En esta edición, se rompe con la tradición psicodinámica y se promueve una nosología más categorial y biologicista. Además, se diferencia por primera vez el trastorno de pánico del trastorno de ansiedad generalizada (TAG), antes englobados en la neurosis de ansiedad.

En la edición DSM-III-R (1987) se afinaron los criterios diagnósticos del Trastorno de Pánico, incluyendo una definición más clara del “ataque de pánico inesperado”. Se introdujo la noción de ataques de pánico con o sin agorafobia, destacando la relación entre ambos cuadros. Además, se acentuó la idea de que el ataque de pánico podía ser un evento “espontáneo”, lo cual tiene implicancias en la conceptualización médica-biológica del trastorno. 

Los DSM-IV (1994) y DSM-IV-TR (2000) formalizaron el concepto de “ataque de pánico” como un especificador que puede aparecer en diferentes trastornos, no sólo en el trastorno de pánico. de esta manera, podía haber ataque de pánico inesperado (sin desencadenante claro), situacionales ( ocurren frente a un estímulo específico), ó situacionalmente predispuestos (no siempre, pero más probables ante ciertos estímulos). En estas ediciones se mantuvo la estructura diagnóstica del trastorno de pánico con o sin agorafobia. Además, se vinculó el ataque de pánico con trastornos de ansiedad, fobias, y también con trastornos depresivos. 

La última edición, el DSM-5 (2013), se realizó un cambio significativo: el “ataque de pánico” ya no es un diagnóstico en sí, sino un especificador transversal que puede aplicarse a cualquier diagnóstico (por ejemplo: trastorno depresivo mayor con ataques de pánico). Por otra parte, se ceró una categoría separada: Trastorno de Pánico, diferenciada de la Agorafobia, que ya no se diagnostica sólo en comorbilidad. Y en contraste con su versión anterior, se eliminaron los subtipos de ataque de pánico (inesperado, situacional, etc.), pero se mantuvo su descripción clínica.

Actualmente, siguiendo la línea del DSM III, el enfoque sigue siendo cognitivo-conductual y biomédico, aunque se da cierto espacio al malestar subjetivo en distintos contextos culturales.

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