miércoles, 18 de junio de 2025

El lapsus nodal y la escritura del "No hay"

Uno de los aspectos fundamentales en la elaboración de Lacan respecto del campo de lo que denomina “lo escrito” radica en la distancia que introduce entre la concepción freudiana del Edipo y su propia reformulación. A esto se suma, como un paso más allá, la centralidad que otorga a la castración, ya presente desde su texto “La significación del falo”.

Este desplazamiento implica una reconsideración de la falta como causa en el sujeto hablante. En términos breves: no es lo mismo que algo falte a que simplemente no haya. Esta distinción cobra un peso decisivo en el plano de la lógica nodal, en tanto que el lapsus del nudo, en el seno de la estructura, inscribe ese “No hay” como una localización específica.

Es sugestivo e interesante que Lacan utilice el término “lapsus”, cargado de resonancias freudianas. No obstante, la diferencia entre ambos usos es notable. Mientras que el lapsus en Freud aparece en el encadenamiento significante como un efecto del discurso, el lapsus nodal en Lacan se sitúa como una falla estructural, previa a cualquier articulación discursiva. Se trata de una inconsistencia en el anudamiento de los tres registros —Real, Simbólico e Imaginario—, lo que le confiere un estatuto lógico anterior al discurso.

Este lapsus, tal como lo trabaja Lacan, señala el punto preciso donde el lazo falla, donde no hay relación. De esta manera, inscribe la imposibilidad formulada por el axioma lacaniano: “No hay relación sexual”. Ese “No hay”, más allá de la noción de falta, se transforma en el sostén del concepto de héteros, según la orientación lacaniana.

Este héteros puede ser escrito en términos proposicionales como un no-todo, y desde una lógica modal, como contingente. Desde esta perspectiva, se justifica la inclusión de esa letra fundamental en el campo del no-todo: el significante de una falta en el Otro.

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