miércoles, 15 de enero de 2020

Identidad, identificación y lazo social. La enseñanza de Lacan (7)


Por Enric Berenguer

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Capitalismo y el Otro que no existe
Nos resta una cuestión antes de dar nuestro recorrido por finalizado.
Se trata de considerar si el estado de la cultura que, más o menos convencionalmente, pero respondiendo a una serie de hechos indiscutibles, se suele llamar posmodernidad, implica alguna modificación o particularidad respecto a lo que hasta aquí hemos planteado en términos generales.

El psicoanálisis, desde Lacan, ha sido muy sensible a estos cambios. De hecho, ya el paradigma de los cuatro discursos fue una elaboración que recogía muchas de las cuestiones que rodearon a la crisis de Mayo de 1968.

El propio Lacan, en los años setenta, planteó una modificación del discurso del amo para dar cuenta de las particularidades del discurso dominante debidas al auge, podemos decir que al imperio del capitalismo.

Entre estas modificaciones se encuentra una que nos concierne muy directamente, pues afecta a la cuestión de la identificación.

Así, para distinguir dos subórdenes de discurso, Lacan habla del discurso del amo antiguo y del discurso capitalista.

Con esto quiere destacar que la introducción y el desarrollo del capitalismo implican una profunda reorganización de los valores y modos de funcionamiento en la sociedad, lo cual genera un cambio también en todo aquello que servirá de referente al sujeto individual.

Como ya hemos visto en el apartado anterior, el discurso del amo incluía la fórmula de la identificación:
S1/$

Para explicar toda una serie de fenómenos que él había observado, Lacan propuso la inversión de estos elementos, dejando la fórmula así:
$/S1

Con esto se trata de escribir un sujeto desorientado, que ha perdido en gran medida algunos de los puntos de referencia que antes tenía a su alcance. Esto es una modificación del discurso del amo, no su desaparición.

Es fácil de entender a qué refiere esta modificación si comparamos el funcionamiento de una sociedad tradicional con lo que ocurre bajo el régimen capitalista desarrollado.


En la sociedad tradicional, el poder está en manos de una serie de patricios, que acumulan todos los signos del prestigio. Existe una estabilidad en la composición de esa clase aristocrática, que se reproduce a sí misma y a la que no se puede acceder salvo excepcionalmente. Pero esta estabilidad se encuentra reflejada igualmente en la estructura de la familia y un orden que, también convencionalmente, se llama patriarcal.

El capitalismo irrumpe en este orden y lo trastorna profundamente. En efecto, el dinero es fuente de poder, pero a diferencia de los títulos aristocráticos, además de heredarse se puede ganar, lo cual supone una movilidad antes impensable. Por otra parte, el efecto disolvente del mercado se traslada a todos los aspectos de la sociedad, empezando por sus ideales y valores de todo tipo.

Idea clave 26
Este efecto de conmoción de las referencias es una de las cosas que Lacan describe con esa modificación en la parte de la estructura del discurso que se refiere a la identificación. Así, en el capitalismo, el significante amo cae de su lugar. Por decirlo de otra manera, alegórica, ve corrompida su función. Como siempre, se trata de pensar en los efectos que esta modificación en el funcionamiento del discurso universal tiene en cada sujeto: Lacan destaca los de desorientación.

Pero en las dos décadas que han transcurrido desde entonces, las transformaciones inducidas por el desarrollo del capitalismo se han acelerado, y el término “posmodernidad” refleja aquello que en esta transformación se puede considerar no ya un cambio cuantitativo, sino cualitativo. Los psicoanalistas no han dejado de dar cuenta de esos cambios. En este sentido es una referencia importante el curso que dieron Jacques-Alain Millery Eric Laurent, bajo el título “El Otro que no existe y sus comités de ética”.

En aquel curso, en el que mencionan a una cantidad considerable de pensadores contemporáneos, Miller y Laurent hablan de lo que autores como Lyotard han llamado “el fin de las grandes narrativas”, es decir, la desaparición o pérdida de peso de una serie de referentes ideales e ideologías que antes habían tenido mucha importancia y que habían funcionado como una orientación, tanto desde el punto de vista colectivo como para cada sujeto.

Uno de los aspectos que consideran es el efecto que esto tiene sobre las identificaciones. En la posmodernidad resulta más difícil proponer identificaciones socialmente sostenibles, y ello tiende a producir fragmentación e inestabilidad. Incluso la promoción (a veces reivindicativa) de ciertas identificaciones alternativas, que con frecuencia se asocian a las “comunidades” cuya formación ha favorecido Internet, identificaciones definidas en términos tales como “estilos de vida”, puede considerarse un fenómeno sintomático, puesto que estas identificaciones, a diferencia de las “clásicas”, tienden a agrupar a los individuos en colectivos en función de “modos de gozar”.

Idea clave 27
A diferencia de lo que veíamos en el funcionamiento típico del discurso del amo, donde las cuestiones relativas a la satisfacción (goce) aparecían, por muy importantes que fuesen, como secundarias respecto de la relación con las identificaciones fundamentales que agrupaban a los individuos, ahora la relación con una forma de goce puede aparecer en primer plano.

Tal es el caso, por ejemplo, del auge que han alcanzado comunidades como la comunidad gay, aunque en este caso se puede considerar como un fenómeno intermedio, porque a pesar de todo en su aglutinación cumplen un papel importante ciertos ideales de justicia semejantes a los que en otros momentos eran comunes en la militancia política.

Pero existe una tendencia a la fragmentación social y a la reagrupación de acuerdo con criterios en los que la inmediatez de una experiencia particular predomina sobre ideales universalistas de todo tipo.

Miller y Laurent no se limitan a hacer estas constataciones, sino que plantean que la situación actual funciona como un revelador de la estructura profunda, que antes quedaba velada por el funcionamiento del orden discursivo que conocemos como “discurso del amo”.
Este punto de vista, radical, se basa en la última parte de la enseñanza de Lacan, que supone una revisión crítica de los conceptos forjados en etapas anteriores.

Así, en una rápida perspectiva de las distintas etapas de su enseñanza, diremos que hasta cierto momento Lacan había descrito el eje fundamental de la subjetividad como la relación del sujeto con el Otro (S y A). En un segundo momento pasa a escribir el Sujeto como tachado ($), pero al poco tiempo es el mismo símbolo del Otro el que es objeto de esta misma operación ().

Y, finalmente, es la propia existencia del Otro la que es radicalmente puesta en cuestión. Se puede decir que es el sujeto, a través de su fantasma, el que hace existir al Otro, que no deja de ser una ficción. De ahí la expresión de Miller y Lacan: “El Otro que no existe”, para describir una época en la cual las formas que siempre ha habido de hacerlo existir empiezan a mostrar claramente su carácter de… construcciones.

La posmodernidad, pues, según Miller y Laurent, sería el régimen cultural y societario en el que esta inexistencia del Otro se pone de manifiesto, una vez que las ficciones reguladoras que acompañan al discurso del amo pierden eficacia.

Por lo que se refiere al auge de las cuestiones relativas a la identidad, hay que interpretarlas en el marco de este nuevo funcionamiento de las identificaciones, que tienden a fragmentarse, articulándose de una forma mucho más directa con modalidades de goce y experiencias inmediatas y alejándose de las referencias más universales en boga en otros tiempos.

Por lo que se refiere al impacto que este fenómeno tiene en el individuo, hay que tener en cuenta, en primer lugar, que la descomposición del discurso de amo, ya iniciada por el capitalismo avanzado pero profundizada por la posmodernidad, se acompaña de una serie de modificaciones que afectan tanto a la familia como a los discursos y prácticas que regulan la relación entre los sexos.

De un modo u otro, la tendencia a la fragmentación se refleja en una fragilidad generalizada del vínculo social. Por otra parte, las personas dan testimonio de su desorientación, quejándose a veces de una falta de “guión”. Desde luego, no se trata de decir que esto sea peor que una época en que “todo estaba escrito”, porque entonces la gente se quejaba muy a menudo de su falta de libertad.

En todo caso, no hay fenómeno que no implique alguna respuesta.
El régimen posmoderno, que es inseparable de lo que desde hace un tiempo viene llamándose globalización, incluye también respuestas individuales y colectivas de todo tipo: por un lado, ya hemos mencionado la búsqueda de referencias identificatorias más cercanas; por otro lado, el sujeto, entre la falta de referentes, se ve empujado a inventar, a ser más creativo en su vida, y aunque esto puede ser vivido como una dificultad, también puede dar lugar a nuevas soluciones (en cuanto a formas de vida, relaciones sexuales y de pareja, formas de pensar).

Para complicar más las cosas, existe ya toda una serie de movimientos que, a modo de respuesta a ese estado de civilización llamado globalización, buscan alternativas a los referentes ideológicos clásicos. En todo caso, el mundo moderno se vuelve más complejo.

Para concluir, diremos que el fin de las “grandes narrativas” nos remite a lo que anteriormente hemos dicho cuando comentábamos las teorías de Rorty.

En efecto, el sujeto necesita referentes, tanto identificatorios como ideológicos (correspondientes respectivamente a S1 y S2 en el discurso del amo); y efectivamente, cuando los relatos clásicos no funcionan, adquieren mucho relieve las posibilidades de cada cual para llevar a cabo un trabajo subjetivo y personal que le permita encontrar soluciones, construirse sus “propios relatos”.

Otra cuestión es la dimensión política que consiste en compartirlos con otros. En este sentido, hay que tener muy en cuenta la necesidad de inventar a la que se encuentra enfrentado el sujeto posmoderno y la gama de posibilidades que se le abren, impensables hace dos décadas.

Pero, a pesar de que la debilidad generalizada de las identificaciones no debe ser entendida como una catástrofe, hay que tener en cuenta los inconvenientes que algunas de las respuestas posmodernas pueden comportar.

En efecto, quizás no sea lo mejor pasar, como a veces ocurre, de los viejos ideales a la relación más inmediata de cada cual con una forma de goce “autista (tendencia que en su forma extrema encontramos en las adiciones de todo tipo y en diversas formas actuales del síntoma).

Y, por otra parte, el sujeto no dispone de una libertad total para inventar.
El psicoanálisis se sitúa en ese punto: ayudar a cada cual a inventar su solución, teniendo en cuenta su historia, sus condicionantes y, sobre todo, esa seña de identidad que acompaña siempre al sujeto, que es su síntoma. En última instancia, se trata de inventar lo mejor que se pueda teniéndolo en cuenta.

Recapitulación final
Consideramos haber llevado a cabo un recorrido relativamente amplio de aquellos elementos de la teoría lacaniana que pueden intervenir en un debate sobre la cuestión de la identidad.

En este recorrido, hemos repasado elementos que corresponden a diversas épocas de la enseñanza de Lacan.

Como hemos visto, el elemento inicial era una conceptualización de la identificación, tanto en términos imaginarios como en términos simbólicos.

Más adelante hemos considerado distintos aspectos de la identificación que Lacan puso de relieve al estudiar su mecanismo significante, tanto en una perspectiva sincrónica (elementos del lenguaje implicados en la operación de la identificación) como en una perspectiva diacrónica (que nos permite ver la identificación como un proceso sometido a un tiempo lógico).

Luego hemos dedicado un apartado a estudiar aquellos aspectos de la identidad que no pueden quedar subsumidos en una teoría de la identificación, puesto que ponen en juego elementos que no pueden reducirse ni a lo imaginario ni a lo simbólico, sino que implican un elemento de satisfacción pulsional que participa de lo real (goce, de acuerdo con el término que usa Lacan).

La primera manera de concebirlo es a partir de la teoría de los cuatro discursos, que abre una nueva etapa en la teoría lacaniana.

Finalmente, hemos dado un repaso rápido a la perspectiva del síntoma, que aparece como la conclusión final sobre toda una serie de cuestiones que la propia teoría del discurso ya había puesto de relieve pero que, por decirlo así, los anuda de otra manera.

Contenidos Complementarios
Contenido complementario 1 Aunque el uso de los términos imaginario, simbólico y real se puede encontrar en una relativa diversidad de autores, es notable (que nosotros sepamos) que ninguno defina cada uno de ellos como conceptos, sino que por lo general se limitan a usarlos de un modo aproximado, a veces incluso metafórico. La categoría de lo imaginario, en particular, ha sido objeto de un uso bastante intensivo, no necesariamente incorrecto, pero se echa de menos su definición como concepto, única forma de delimitar su empleo y darle una fundamentación adecuada.

Contenido complementario 2 Nótese que para Freud no existe una diferencia esencial entre el “interior del cuerpo” y el exterior, porque ambos son formas de exterior para el aparato psíquico. De hecho, “interior del cuerpo” es una expresión metafórica, pero no tiene ningún referente efectivo.

Contenido complementario 3 Este esquema se puede encontrar en diversos lugares de la enseñanza de Lacan, de los que destacaremos: Jacques Lacan, El Seminario, libro IV, La Relación de objeto, Paidós, Barcelona; Jacques Lacan, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos, México, Siglo XXI.

Contenido complementario 4 De hecho, eso que se opone al cuerpo unificado, o sea el cuerpo fragmentado, es una de las formas en que lo real es percibido en términos de una amenaza (en este caso, amenaza de la integridad del cuerpo, unificado a través de la imagen de sí mismo, o sea, el cuerpo imaginario).

Contenido complementario 5 A lo largo de toda nuestra vida tenemos tendencia a conservar algo de esta impresión de que los demás están “mejor que nosotros”. Esto se debe en parte al contraste entre los estímulos propioceptivos y la imagen.

Contenido complementario 6 En “De una cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis”, Lacan llama a esto “regresión tópica al estadio del espejo”.

Contenido complementario 7 Este tipo de comportamientos “homosexuales” aumentan proporcionalmente al grado de machismo de una sociedad. En este sentido, cuanto más machista es un grupo, más homosexual es y, paradójicamente, sus miembros tienden a ser menos capaces de reconocerlo. Por otra parte, es difícil encontrar un culto al macho más exacerbado que en algunos ambientes gay. Es de suponer que si hoy día la sociedad es menos machista que hace treinta años, esta clase de comportamientos deben de haber perdido algo de su importancia, que antes llegaba a ser bastante obsesiva para quienes participaban de ellos y realmente insoportable para quienes por el motivo que sea los rechazaban.

Contenido complementario 8 Lamentablemente, la costumbre más arraigada en la política actual consiste casi exclusivamente en denunciar los mitos fundacionales de los demás como patrañas, como mitos, y en dedicarse a maltratar los significantes ideales de uno mismo como “reales”, “lógicos”, “evidentes”. El resultado está a la vista: radicalización.

Contenido complementario 9 Esta teoría está distribuida en un conjunto de textos y seminarios, entre los cuales mencionaremos sólo algunas referencias: Jacques Lacan, “Subversión del sujeto y dialéctica del inconsciente freudiano”, “Posición del inconsciente”, “Kant con Sade”, en Escritos.

Contenido complementario 10 El objeto a se escribe con la misma letra a que antes se había usado para designar al otro imaginario. Pero en tanto que objeto a cambia, por así decir, de naturaleza, pues aunque el objeto aparece ciertamente imaginarizado en el fantasma, es un objeto cuya base es la pulsión freudiana, o sea, implica un apoyo en lo real del cuerpo. En este sentido, aunque no vamos a desarrollarlo, vemos cómo el registro de lo real participa a través del fantasma en la producción de eso que se llama identidad.

Contenido complementario 11 Que sea masculino no implica que sólo concierna a los hombres, sino que muchas mujeres han participado de una posición masculina en algún momento de su vida, en la medida en que no han alcanzado (quizás todavía) una solución por el lado de una posición femenina. Existe, por otra parte, la participación indirecta que supone prestarse como objetos al fantasma de sus partenairesmasculinos, siguiendo la fórmula del fantasma, pero para situarse en lugar de objeto y no como sujeto.

Contenido complementario 12 En todo lo que sigue, no debe perderse de vista que el soporte último de la satisfacción es siempre la satisfacción de la pulsión. Pero, como el propio Freud mostró, la pulsión puede satisfacerse a través de medios muy elaborados y sofisticados (lo que él llamó sublimación). Todo universo cultural o discursivo canaliza la pulsión y la elabora de formas que tienen siempre alguna particularidad con respecto a otros universos culturales o discursivos.

Contenido complementario 13 Por supuesto, la lista podría ser infinita. Si elegimos algunos casos y no otros, es porque se trata de opciones que en un contexto cultural como el nuestro se presentan como la opción “marcada” dentro de una alternativa. Usamos el término “marcada” en referencia al uso que hace Lévi-Strauss de la diferencia entre carácter marcado / carácter no marcado en un sistema simbólico, o sea, un uso desprovisto de toda connotación peyorativa, estrictamente técnico.

Contenido complementario 14 Es un hecho significativo del horizonte de una época que el valor relativo de las formas de goce, con respecto al peso de los significantes amo que sirven para la identificación, tiende a aumentar claramente en las identidades o culturas modernas, incluso posmodernas. Así, es obvio que las restricciones alimentarias tuvieron un papel importante en el catolicismo, pero lo han ido perdiendo hasta casi desaparecer. Por el contrario, el uso de drogas como aglutinador social de grupos de jóvenes es algo que cumple un papel evidente. Y en las llamadas “tribus urbanas” de todo tipo, la referencia a modalidades de goce específicas es un dato común (por ejemplo, en los “cabezas rapadas”, una modalidad de goce que incluye a la violencia como una forma de satisfacción primordial).

Contenido complementario 15 Por decirlo de otra manera: igual que antes encontrábamos en el gusto por la violencia un plus de goce peculiar de los “cabezas rapadas”, ahora nos referimos a ese dolor melancólico, con su pasión vengativa aneja, como otra forma de plus de goce.

Contenido complementario 16 Para entender esta idea algo difícil, es interesante recordar uno de los mecanismos fundamentales que Freud encontraba en los procesos primarios y que, por supuesto, actúa en la formación de síntomas: nos referimos a la condensación, a la que Lacan le concede un gran relieve. En el síntoma, la condensación es llevada hasta el extremo, de ahí que resulte difícil y requiera tiempo desplegar todo lo que contiene, como si se tratara de una miniatura perfecta, pero donde muchos de sus elementos resultan casi invisibles por su tamaño.

Contenido complementario 17 A veces cumplen el papel de lo que Freud llamó racionalizaciones.

Contenido complementario 18 Desde los primeros análisis que Freud dedicó a la formación de síntomas en las neurosis, quedó claro que la constitución de un síntoma se produce a menudo como respuesta a un periodo de intensa angustia, y cuando el síntoma queda constituido, la angustia, o desaparece, o disminuye hasta niveles más soportables.

Contenido complementario 19 Para despejar toda duda, diremos que nuestra forma de referirnos a estas cuestiones está desprovista de toda connotación peyorativa. Términos como inestabilidad y síntoma, por ejemplo, son descripciones muy concretas de lo que observamos que ocurre. Entendemos por síntoma una respuesta significativa a un estado de cosas, que de hecho constituye tanto una consecuencia de dicho estado de cosas como un intento de solución que por un lado tendrá algo de logrado, por otra lado algo de fallido. Que un síntoma sea peligroso o perjudicial, no depende exclusivamente de su condición de síntoma, sino de muchas otras variables.

Contenido complementario 20 Esta revisión no anula la validez de dichos conceptos, pero los sitúa en un marco de referencia que los transforma considerablemente.

Contenido complementario 21 Por ejemplo, una de las formas tradicionales de hacer existir al Otro es como Dios, de lo cual se ha ocupado siempre la religión.

Contenido complementario 22 El uso de esta palabra es puramente analógico y expresivo, y no tiene nada que ver con el autismo como fenómeno clínico.

Fuente: Enric Berenguer, "Identidad, identificación y lazo social. La enseñanza de Lacan"

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