Hoy vamos a continuar con el tema del deseo y fantasma. Retomemos algunos puntos para luego ir colocando lo nuevo que toma Lacan respecto al texto Pegan a un niño. La vez pasada partimos de que el deseo, desde su aparición y su origen, se va a manifestar en ese intervalo, en esa hiancia que separa la articulación de la palabra. Es en ese intervalo, en esa hiancia, que la experiencia del deseo primero se aprehende como deseo del gran Otro, deseo materno. Y desde allí el sujeto tiene que ubicar su propio deseo.
Entonces, el deseo, en primer lugar, es deseo del gran Otro. La presencia primitiva de ese deseo del gran Otro es el fundamento de lo que el análisis ha situado como una experiencia traumática. Recuerden que es en el seminario de El deseo y su interpretación del año '58-'59 donde Lacan dice que: El sujeto se defiende de su desamparo y, con ese medio que le brinda la experiencia imaginaria de la relación con el otro, construye algo que, a diferencia de la experiencia especular, es flexible con el otro.
En efecto - continúa Lacan- lo que el sujeto refleja no son simplemente juegos de prestancia, no es simplemente su aparición ante el otro con el prestigio y la finta, sino que se refleja a si mismo como sujeto hablante. Por eso, lo que les designo aquí como el lugar de salida, como lugar de referencia a través del cual el deseo va a aprender a situarse, es el fantasma.
Entonces, el fantasma es articulable entre el sujeto como hablante al otro imaginario, o sea que el fantasma es una estructura simbólico-imaginaria en este momento de la enseñanza de Lacan.
La función del fantasma es dar al deseo del sujeto su nivel de acomodación de situación. Por eso el deseo humano tiene esa propiedad de estar fijado, adapatado, asociado, no a un objeto, sino siempre a un fantasma. El deseo es siempre deseo de otra cosa. En el acto de hablar, Freud nos dice que el sujeto no sabe lo que hace. El sujeto, va mucho más lejos que simplemente su palabra. Lacan toma el texto freudiano Pegan a un niño para mostrarnos mediante los pasos de esta fantasía, la estructura del fantasma.
En ese texto freudiano, Lacan ubica la representación de la fantasía "pegan a un niño", que suele aparecer en pacientes neuróticos: histeria y neurosis obsesiva. Es una frase descolgada en relación a lo trabajado en el análisis. Las primeras fantasías de este contenido, las fantasías de paliza, suelen ubicarse antes de la edad escolar. Freud, en este texto, va a hacer una construcción de esta fantasía. Este es un punto importante: para que se arme una fantasía, no debe haber sufrido maltrato durante su infancia. En relación a la fantasía, no se trata de lo que sucedió, se trata de lo que nunca sucedió. Si hubo maltrato en la infancia, no se arma este fantasma.
Pegan a un niño es una fantasía en relación a un lugar de sometimiento y se construye en la singularidad y con los significantes de cada cura. Freud quiso averiguar más sobre estas fantasías tempranas. Las fantasías de paliza tienen una historia: se constituye finalmente al cierre del Edipo, antes de la latencia. Al cierre del Edipo se va a constituir, por un lado el fantasma: por el otro, el síntoma. Entonces, en los tiempos de constitución de esta fantasía se dan cambios en relación a quiénes son los que pegan, a quiénes son pegados y si el placer del que se trata es sádico o masoquista. Y va a describir 3 momentos de construcción de esta fantasía, que se da entre los 2 y los 4 o 5 años, al cierre del Edipo. Freud toma 3 fases, que serían así:
1) Muy tempranamente en la infancia, Freud coloca la frase "El padre pega al niño". Freud dice que quizá se trate de algún recuerdo, que la verdad no tiene importancia. Ahí él duda si pasó o no pasó. De ahí surge un modo de satisfacción sádico: el padre pega al niño. Incluso, puede ser "El padre pega al niño que yo odio".
2) La segunda fase de la fantasía es "Yo soy azotado por el padre". Esto tiene un contenido masquista y tiene consecuencias: nunca tuvo existencia real, no es recordado para nada en el sujeto, nunca estuvo consciente y solo es construcción del análisis.
3) La tercera frase es el texto que comunica un paciente adulto en el análisis: "Se pega a un niño". Con esto el adulto va al análisis. La persona que pega, en esta frase, nunca es el padre. La persona propia tampoco aparece en la fantasía. Se pega a un niño, una frase impersonal y la fantasía es probablemente fuente de mucha excitación, intensa y sexual, que procura satisfacción masturbatoria.
Vamos a detenernos, siguiendo a Lacan, en este tercer tiempo y cómo es enunciado en la cura: se pega a un niño. ¿Quién pega? Se pega. Ese "se" es impersonal, es el sujeto. El sujeto es verdaderamente evasivo. Entonces, Lacan se interroga dónde está entonces el sujeto. En el "se". Es bajo ese significante que el sujeto queda suspendido, a decir de Lacan, el sujeto llegó a abolirse. Esta fantasía descubierta por Freud nos brinda la estructura del fantasma, donde el sujeto está desaparecido.
Para ubicar la relación entre sueño y fantasma, Lacan toma la aparición de un sueño en una paciente de una psicoanalista y toma algo previo que surge en el análisis previo a la aparición del sueño. Vamos a tomar solo esos puntos, hasta la aparición del sueño y ver cómo aparece esta dimensión fantasmática.
Se trata de un paciente que previo a la entrada del consultorio, tosía. No lo podía evitar. estaba molesto porque no quería toser. Le pasaba algo que no quería y pensaba que esto tenía que ver por alguna razón, que por algo le pasaba. Un paciente que estaba en análisis durante bastante tiempo y se lo dice a la analista. La analista lo interroga por las razones y él responde que podrían ser una de esas cosas que uno hace si entrara en una habitación donde do amantes estuvieran juntos y solos. En ese momento que le dice esto, le viene un recuerdo de cuando tenía 15 años: su hermano estaba en una habitación con la novia y para que se separaran, él tosió antes de entrar. Entonces analista le pregunta por qué él tose aquí. El paciente recuerda una fantasía: encontrarse en una habitación donde no debía estar. Entonces, decidió impedir que se dieran cuenta y ladró como un perro. Pensó que esto ocultaría su presencia. La analista le pregunta por el perro. Aparece otro recuerdo: un perro que se restregaba contra la pierna de una persona, se masturbaba. En ese momento en que lo relata, tose y cuenta un sueño.
Hasta aquí el recorte, porque el sueño es para tomarlo completo y es un análisis bastante importante. Me pareció que podía transmitir con este recorte como el paciente va asociando y como van apareciendo formaciones del inconsciente.
Entonces, atrapado en el dominio de la palabra, hacerse animal, hacerse perro, producirse ausente: ahí no hay nadie. La tos que el paciente juega en transferencia, puesta a trabajar en el análisis, hace surgir asociaciones. Hacerse perro nos anuncia al sujeto en su fantasma: en tanto que estoy en presencia de otro, yo no soy nadie. El fantasma es siempre enigmático. Interpretar el deseo es restituir aquello a lo cual el sujeto no puede acceder por si mismo. El deseo masoquista, el deseo suicida, el deseo ablativo, etc. Con el fantasma pegan a un niño, Freud nos transmite que el sujeto en el fantasma está desaparecido: hay afánisis del sujeto. Es decir, desaparición, pero no del deseo. Es el sujeto el que desaparece en el fantasma del perro que habla.
La tos, entonces, es un mensaje y el paciente se pregunta entnces por su finalidad. Fantasma de estar donde no debía estar y ladrar como un perro para despistar a la gente. O sea, que está donde no tiene que estar. Fantasma muy frecuente en el obsesivo: estar siempre en otro lugar.
Lacan toma de Freud el concepto de la unión de deseo y fantasma. En la carta n° 61 y 62 de 1897 nos dice Freud que la fantasía deriva de las cosas que han sido oídas y vistas, aunque no entendidas a posterioi. Son estructuras protectoras. Esto ya lo decía Freud en ese tiempo y su origen reside en las fantasías masturbatorias. Son ficciones protectoras. En la carta 63, Freud nos dice que las fantasías son predecesoras de los síntomas. Lacan segirá tomando estos puntos freudianos: deseo y fantasma son solidarios.
El fantasma o la fantasía en la constitución de la realidad psíquica en lugar de la ficción, el fantasma en relación con la mirada y la voz, con lo visto y lo oído. Con los restos, dice Lacan, de lo visto y lo oído, la noción de fantasma como defensa. La íntima relación del fantasma con el autoerotismo, por lo tanto con la masturbación. El mismo término de ganancia de placer que trae el fantasma, Lacan lo lee también como ganancia de goce. Entonces, el fantasma tiene también otra una articulación entre el placer y el goce.
Tenemos la oportunidad en un análisis de ir atravesando los fantasmas para la construcción de la neurosis infantil. Sin la neurosis infantil, no podemos decir que haya psicoanálisis.
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