La palabra latina imago fue introducida, en la teoría psicoanalítica, primeramente por Carl Gustav Jung (uno de los discípulos predilectos de Freud), en 1911.
Esta palabra, obviamente relacionada con “imagen”, sin embargo, intenta destacar la determinación subjetiva de la imagen; es decir que pretende incluir tanto los sentimientos como las representaciones visuales propiamente dichas.
Las imagos son imágenes de otras personas; de hecho, Jung habla de las imagos materna, paterna y fraterna. Pero estas no son el resultado de experiencias puramente personales, sino que constituyen una suerte de prototipos universales que se actualizan en la psiquis de cada individuo. Actuarían allí como estereotipos que influyen en la forma en que el sujeto se relaciona con los otros, que son percibidos a través de la óptica de esas diversas imagos.
La noción ya se había convertido en convencional, en la terminología psicoanalítica, cuando Lacan se estaba formando, en la década del treinta. Y va a desempeñar un papel nuclear en sus escritos anteriores a 1950; en estos, aparece estrechamente relacionada con la palabra “complejo”. Lacan relaciona cada uno de los tres complejos familiares con una imago específica: complejo de destete/imago del pecho materno; complejo de intrusión/imago del semejante; complejo de Edipo/imago del padre.
En 1946, Lacan llega a decir que, al formular el concepto de imago, el psicoanálisis le ha dado a la psicología un objeto propio de estudio, ayudándola a fundarse en una base realmente científica.
Mientras que para Jung (y para Melanie Klein) las imagos tienen tanto efectos positivos como negativos, en Lacan más bien derivan siempre hacia lo negativo: son elementos fundamentalmente engañosos y destructores (lo que se va a ver también en su noción posterior del orden imaginario).
Lacan habla incluso de la imago del cuerpo fragmentado; y de que la imagen especular es una mera ilusión de totalidad que se relaciona con una agresividad subyacente. “El primer efecto de la imago que aparece en el ser humano es un efecto de alienación subjetiva”.
A partir de 1950, el concepto de imago (y la palabra misma) desaparecen casi totalmente de la obra de Lacan. Pero las ideas básicas que giraban en torno a ese concepto en los textos anteriores continuaron influyendo en el pensamiento lacaniano; sobre todo, en lo que se articuló a otros términos, como “imagen”, “imaginario”, etc.
Fuente: Grippo, Jorge (2012) "Imago" Psiconotas.com
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