domingo, 23 de agosto de 2020

Problemáticas clínicas del acto

En esta ocasión, veremos las problemáticas clínicas del acto. Para ello, nos apoyaremos en Inhibición, síntoma y angustia, para luego pasar a las problemáticas del acto. Inhibición, síntoma y angustia (1926), Frud dice al comienzo:

En la descripción de fenómenos patológicos, nuestra terminología nos permite diferenciar entre síntomas e inhibiciones, pero no atribuye gran valor a ese distingo. 

Cuando Freud habla de inhibición, síntoma y angustia, Freud se refiere a fenómenos que conciernen a la clínica. Si de estos tres se trata, lo que está en juego allí es el deseo inconsciente. Cuando pensamos en el síntoma, el deseo inconsciente está allí comprometido. Fernando Ulloa decí que la única subversión que el psicoanálisis propone es la del sujeto cuando asume su deseo. Podemos decir que inhibición, síntoma y angustia aparecen ante un deseo que no se asume. La angustia es el mayor testimonio de la proximidad y la realización del deseo. Señala tanto el punto de encierro para avanzar en la dirección del deseo que causa al sujeto, como también es la señal de que se va en ese camino.

Podríamos extraer de ese texto la noción de síntoma y pensarla como una de las formaciones del inconsciente. Junto al síntoma podmos pensar en el sueño, el acto fallido, etc. y se puede aseguear que en tanto formaciones del inconsciente, se sustentan en las leyes del proceso primario: desplazamiento y condensación. En tanto formaciones del inconsciente, se sustentan en la palabra y su articulación. Por ejemplo, el relato del sueño y de lo que se habla en el síntoma. Se soporta en la palabra y en la articulación significante. De las formaciones del inconsciente se habla con el analista, por eso Freud hace su trabajo en relación al chiste para mostrar cómo funciona el inconsciente y sus leyes. Las formaciones del inconsciente siguen la lógica de las representaciones. Lo que en ellas opera es la lógica representacional: el sujeto queda representado en significantes y de manera enigmática, como vemos en el relato del sueño. El sujeto no sabe qué significa, lo mismo que en el síntoma, que se repite y hace padecer al paciente a pesar de su intención y su voluntad. El paciente lleva ese enigma a su análisis, compartiendo la ignorancia sobre eso e intentándole encontrar su sentido, que es descifrable. Acá entra la importancia de la interpretación en análisis.

La clínica psicoanalítica, ¿solamente se sustenta en las formaciones del inconsciente? ¿Es lo único que acontece en la clínica? No, no todo en la clínica aparece por la vía de la representación. Eso que no aparece por la vía de la representación, aparecen por la vía de las presentaciones. Esta última lógica es la que tiene que ver con el acto, la acción y la actuación. No es algo que se representa entre los significantes, en el discurso o en lo que se hable, sino que es algo que se presenta. Eso que se muestra se pone en escena, se hace. No todo lo que tiene que ver con el acto es problemático, aunque en esta ocasión nos centraremos en lo que sí podría serlo. 

El término que usó Freud agieren fue traducido como "actuar". En el caso Dora, Fragmento de un análisis de un caso de histeria (1905). Allí, Freud dice:
yo le recordaba al señor K., ella se vengó de mí como se vengara de él, y me abandonó, tal como se había creído engañada y abandonada por él. De tal modo, actuó {agieren} un fragmento esencial de sus recuerdos y fantasías, en lugar de reproducirlo en la cura.

En 1914, en el texto Recordar, repetir, relaborar, Freud toma nuevamente  este verbo agieren 
Si nos atenemos al signo distintivo de esta técnica respecto del tipo anterior, podemos decir que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúan. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace.

Está haciendo una distinción entre lo que es recordar, enfatizando las instancias donde el paciente no recuerda y ahí donde no recuerda, repite. Este es el carozo del asunto, que tiene consecuencias en la clínica. Hay una diferencia entre las representaciones de las que se habla (que invita a la palabra), en oposición a lo que se actúa.

El término agieren se traduce como acting-out, que es una terminología inglesa. El tema es que ha tenido una derivación peyorativa todo aquello que implique actuar: se lo ha entendido como simulación. Se lo desacredita como si fuera una actuación. La indicación clínica es que hay que lugar a estas manifestaciones, porque aunque tengan otra lógica que la del significante, esas manifestaciones están diciendo algo, tienen un sentido aunque no sepamos cuál es. Tienen una dirección y si acontenecen en el transcurso de un análisis, bien podría estar implicado el analista como aquel a quien le va dirigida esa atuación. En el caso Dora, vemos que Freud dice que actuó con él: lo abandonó como ella se sintió abandonada.

Las modalidades del orden de la representación, por ejemplo el síntoma, es interpretable. El paciente nos ofrece el relato del síntoma o el sueño, que tienen una textura de la palabra y se puede trabajar con eso al modo del decifrado o la interpretación. La pregunta inquietante del acting-out es si algo que se muestra no es interpretable, pues al darlo a ver no es algo de lo que los pacientes hablen, sino que es algo que hacen y no lo refieren como problema. Podemos decir que la relación de los pacientes con estas actuaciones es de egosintonía y al yo no le molesta. Es algo que se da ver a alguien, con lo cual invita a que este alguien se entere e interprete, pero la dificultad justamente es que eso no es interpretable. ¿Qué se hace con eso en la clínica?

El síntoma y su comaparación con el acting out. Si bien el síntoma es interpretable, éste no va dirigido a un otro. El síntoma se autosatisface, en oposición al acting out, que se dirige a un otro y no es interpretable. 

Otro par opuesto que podemos establecer es el valor enigma que podría generar el síntoma, mientras que el acting out no le genera pregunta al sujeto, aunque pueda conllevarle un padecer. El síntoma en análisis es una pregunta que se le hace al analista y se lo hace partícipe. 

Las lagunas mnémicas. Originalmente, el análisis para Freud consistía en llenar las lagunas mnémicas. Los pacientes padecían de un recuerdo omitido que debía recuperarse. El enfermarse venía por olvidar; la cura, por el recuerdo. Freud termina advirtiendo que el llenado de las lagunas mnémicas es un imposible. Si es imposible recordar todo, entonces se actúa. Lo que llamamos acting out, tiene lugar en la clínica porque la propia estructura lo promueve. La imposibilidad del recuerdo y la puesta en representación, da lugar a que advengan las presentaciones.

En todo tratamiento, es factible que las modalidades de acting-out aparezcan y para determinados sujetos, pueden predominar más estas modalidades que las de la representación. Hay sujetos que viven instalados en la modalidad de las presentaciones y esto inquieta a la familia, a la pareja y al analista que lo atiende, porque lejos de ser pacientes que se sientan y hablan, estos pacientes están siempre presentes porque están siempre en una modalidad de actuación y puesta en escena.

El pasaje al acto
Hay una modalidad de las patologías del acto que no se puede ubicar en Freud. Así como agieren es un repetir en lugar de recordar, el pasaje al acto es ubicado por la psiquiatría francesa. Aquí entran todas las conductas que podemos calificar de impulsivas. El pasaje al acto englobaba actos bruscos, violentos, que implican el atentado contra actos o sí mismo, como suicidios, delitos, agresiones. Lo que a nosotros nos preocupa es cómo poder entender esto que la psiquiatría describe con un valor de estructuración y sus coordenadas subjetivas en juego. ¿Por qué un sujeto respondería así ante determinados hechos? ¿Qué determina que a un sujeto no le quede otra alternativa más que un suicidio o una atentado contra otra persona?

Lacan incorporó el pasaje al acto al cuerpo psicoanalítico. Lacan dice que el sujeto se constituye en relacion a un Otro y esta es una de las coordenadas. Para esto, necesita que este Otro lo aloje en su deseo. Se requiere que ese Otro sea alguien castrado, para que ese infans pueda ocupar un lugar en esa falta. El infans, para devenir sujeto, debe decifrar el lugar que ocupa y a qué lugar es convocado por el Otro.

Cuando el sujeto queda confrontado a que ese Otro no lo aloja, no está en falta o no lo ubica como "su majestad el bebé" que le permita alojarse, entonces ese Otro se le transforma en alguien que lo desaloja y lo rechaza. El sujeto se queda así sin esa escena en la que él tiene un lugar garantizado. Frente a esa contingencia, el sujeto puede hacer un pasaje al acto: si el Otro no aloja al sujeto, ¿Qué lugar le queda en esta vida? Esta es la lógica de la melancolía, identificado al puro resto.

Cuando un paciente cuenta que tuvo uno o más intentos de suicidio, el analista debe preguntarse por las coordenadas en las que el sujeto se sostenía. Si eso aconteció en un momento, ¿Por qué no podría volver a acontecer nuevamente? Esto puede ser una modalidad del sujeto de habitar el campo del deseo del Otro. 

Caso "La joven Homosexual"
Es un texto de Freud de 1920. La joven homosexual era una adolescente cuyo padre la lleva a la consulta con Freud porque ella había intentado suicidarse. A los padres les preocupaba la relación que ella tenía con una mujer bastante mayor que ella, donde llamaba la atención el carácter mostrativo que tenían sus acciones. Por ejemplo, paseaban juntas del brazo por la sociedad vienesa de esa época. La familia era acomodada y esas acciones molestaban al padre, que era empresario. 

La joven no solo se paseaba con esta mujer, sino que en un momento tiene el impulso y se arroja a las vías del tren, aunque el tren no estaba pasando en ese momento. A Freud le llama la atención este tipo de acto, además del de paseare con la Cocot y se pregunta por su sentido. Freud interpreta que el acto de pasearse era una mosytración dirigida al padre. Los padres de la joven iban a tener otro hijo, entonces Freud dice que allí hay un reclamo edípico, en tanto el hombre no la eligió a ella cmo su mujer. Frente a esto, le muestra al padre cómo debe comportarse un caballero con una dama. La joven tenía conductas que la ubicaban en el lugar del caballero frente a la Cocot, dándole obsequios, siendo gentil con ella.

Ahora, ¿Por qué tuvo lugar la conducta de arrojarse a las vías del tren? En algún momento, la joven se cruza con el padre mientras se paseaba con la mujer. Él las mira con una actitud recusatoria respecto de la acción que está teniendo la joven. Ella queda anonadada por la mirada del padre, que en lugar de alojarla, la rechaza. Frente a este estado que entra esta joven, la Cocot interrumpe la relación porque no quería hacerse cargo del estado en que la joven estaba entrando. Es decir, ella también la rechaza. 

La primera parte implica la mostracióna ese Otro, que es su padre. No hay nada allí del orden del discurso. Lejos de eso, lo que hay es algo del orden de la acción y de la actuación, que Freud menciona como agieren. El padre capta que el mensaje es para él, porque lo inquieta de tal manera que lo hace consultar a Freud.

La segunda parte es una coincidencia de dos instancias: el encuentro con su padre que la rechaza y el desamparo de la mujer con quien ella se paseaba. Tanto el padre como la mujer representaban para la joven homosexual el campo del Otro. El Otro, que a al sujeto ya no alojaba. Al no poder convovar al padre ni a la Cocot en su deseo, ¿Qué sentido tiene su existencia? Ese intento de suicidio es un pasaje al acto porque es el intento de culminar con una escena que ya no la aloja.

Caso 2
Un muchacho con consumo problemático de sustancias. Él dice que tenía la habilidad de entrar a lugares donde era difícil salir de allí con vida y se jactaba que él se las ingeniaba para adquirir la sustancia que consumía, que era cocaína y que podía salir a los dos o tres días con vida tras haber estado dos o tres días en estado de inconsciencia. 

En el consultorio había una ventana detrás del analista y el paciente comenta que esa ventana le hacía acordar a un ventanal que tenía en la casa paterna y que toda la familia estaba reunida en un espacio similar al consultorio cuando él tenía 13 años. Él salía por esa ventana hacia el patio y a la vista de todos prendía un cigarrillo de marihuana y que eso no conmovía a nadie. El padre podía seguir en la reunión sin acusar recibo y se la pasaba durmiendo. 

El paciente usaba el pelo muy corto y en el cuero cabelludo tenía distintas cicatrices que él va contando e historiza. Una de ellas era muy notoria y al preguntarle el analista por ella, el paciente dice que no se acuerda. Cuenta una instancia en donde fue a hacer un reclamo a un comercio al que llegó un minuto antes del horario de cierre y que el responsable de la tienda el impidió ingresar. Esto lo altera y empieza, en un estado de violencia, los gritos llaman la atención de la gente y él termina forzando la puerta de vidrio y estalla. Frente a esto, dice que dejó el tumulto y se fue. Al terminar la sesión, él se saluda con el analista y él hace una mención sobre la cicatriz que tiene en la cabeza: si se te ocurre algo, decilo. El paciente saluda y se va. A los 20 segundos que se va, vuelve y abre repentinamente la puerta del consultorio, mira al analista y dice "Vos sos un hijo de puta", pero en tono cómplice y gracioso. El analista se lo queda mirando. 
Vos no me dejás pasar una -dice - Si se te ocurre algo avisame...
El paciente se va.

El paciente había tomado el "Si se te ocurre algo avisame" por la ocurrencia que tuvo en el comercio, donde estalló la puerta y ocurrió el revuelo. En algún momento, esto marcó el eje de la transferencia. Él alojó al analista en un lugar opuesto a lo que él decía del padre. Lejos de ser un dormido, el analista es alguien que no le deja pasar una.

¿Qué hacer en la clínica con estas modalidades que no son están dentro del circuito de la palabra, sino que valen por su valor de mostración? ¿Cómo hacer para que estas actuaciones entren en el discurso y que el sujeto confíe en la puesta en palabra por sobre la acción? ¿Cómo hacer que esas actuaciones egosintónicas logren ser relatadas en el anñalisis? Cuando de eso se empieza a hablar, allí hay una oferta para que pueda ser interpretado.

El paciente llama ese fin de semana en el medio de una pelea complicada -una de tantas- con la pareja y dice "Me dijiste que si se me ocurría algo te avisara". El tema no quedó resuelto en esta instancia, porque habían muchas de estas instancias. Lo que hay que ubicar es cómo se va abriendo cierta brecha donde empiea a generarse una puesta en discurso y el analista podría ser alguien que ocupe el lugar donde valga la pena conversar algo.

En la clínica no sirve tratar de prohibir estos movimientos o este tipo de actos, no se puede pactar que el sujeto no haga determinadas acciones porque no depende de su voluntad. El analista debe soportar estos despliegues, lo que tampoco quiere decir consentirlos ni dejarlos pasar cuando el analista advierte algo de eso. Hay que hacer un trabajo artesanal para hacerlo entrar en el  trabajo discursivo.

Finalmente, Lacan, en el Seminario X de la angustia dice que hay que ingeniársela para que el caballo empiece a dar vueltas en el picadero. esto sería que antes de pensar que antes de dormar al caballo, tiene que dar vueltas en el picadero. este es un intento de domesticar a estas manifestaciones, en el sentido de hacerlo entrar en el circuito de la palabra. Lo que está en el registro de las manifestaciones puede pensarse como algo que está en estado salvaje y no está domesticado por el significante y sus leyes.

Fuente: Conferencia de Damián López "Problemáticas Clínicas del Acto " dictada el 16 de junio en la Institución Fernando Ulloa

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