Hoy haremos un recorrido por un texto de Francesco Tonucci: “Enseñanza – Aprendizaje: Una antigua relación que hoy tenemos que verificar”, que habla acerca de los contenidos para el alumno. La escuela surge de una elite y es para una elite. El proyecto es de que la escuela interactúe con otras instituciones. Critica el circulo vicioso del rol del profesor, es un proyecto orientado al futuro donde el profesor pueda tener otras experiencias afuera del colegio para tener otra visión más amplia. Enseñanza y aprendizaje: elección de la escuela.
Veamos qué dice el autor:
Hace unas décadas, la escuela era demandada por la élite. Pocos iban, la mayoría no iba nunca, o iban poco tiempo y después abandonaban.
Con el nacimiento de la democracia y el desarrollo industrial, la alfabetización y la formación elemental se masifica, porque la democracia así lo requiere. Por otra parte, era necesario comunicarse con miles de obreros.
Después de la 2ª Guerra Mundial, la escuela se vuelve obligatoria para todos los ciudadanos, pero la escuela no cambia. Aquella escuela de élite se extiende a toda la población. Los niños no entienden y la mayoría abandona antes de terminar los años obligatorios.
En los años ’60, aparecen denuncias contra la escuela, que aleja de vida a los estudiantes, que es selectiva. La escuela responde bajando los contenidos y su exigencia.
La escuela en sí no garantiza el aprendizaje, y por otra parte, se aprende fuera de la escuela también. Aparecen nuevas tecnologías como la calculadora, la televisión, etc.
Una escuela del siglo XXI, para la escuela pública, debe contemplar 3 aspectos.
1) Rol de la escuela y su relación con la realidad externa.
2) Relación enseñanza aprendizaje y cómo se trasmiten los conceptos.
3) El rol del profesor y su formación.
Rol de la escuela.
En las últimas décadas, la escuela ha ostentado el monopolio de la educación. Pero con los problemas actuales (droga, violencia, delincuencia, etc), las familias le piden a la escuela que den más y que suplan las carencias familiares y sociales. La función de la escuela cambia: ahora es un espacio de terapia, de recuperación, de educación física, etc. Queda en segundo plano la función del desarrollo de las capacidades cognitivas.
Por otra parte, los niños empiezan a contar con nueva información proveniente de otras fuentes que de los libros de la escuela. Éstas resultan más interesantes para ellos. La escuela se empobrece y avanza hacia su destrucción.
Las enseñanzas escolares producen conocimientos paralelos a los de la vida real, porque solo son útiles en la escuela y para ser repetidos si se preguntan. Son difícilmente generalizables y transformables en una habilidad o competencia.
¿Qué hacer ahora?
La escuela debe renunciar a un monopolio que no le pertenece. Debe reencontrar su función específica, desarrollar al máximo nivel la capacidad cognitiva de cada alumno. Debe darle a cada alumno los instrumentos para un conocimiento consciente y crítico de la realidad.
Pero la escuela podrá encontrar su rol si el tejido social se modifica adecuadamente. Las organizaciones destinan capitales a educación, la propuesta es utilizar estas energías coordinadamente en un proyecto educativo integrado. En la ciudad hay recursos culturales (museos, bibliotecas), pero son elitistas.
Los recursos culturales y los productivos de la escuela, si se relacionan dialécticamente, traerá al menos 3 beneficios:
1) No separarse de la realidad en la que viven los alumnos.
2) Romper el círculo vicioso del profesor, de que la escuela es también prisionera (lo explica más adelante)
3) Actualizar las técnicas de conocimientos. La escuela no puede hacerlo por sí misma, y sus instrumentos parecen válidos cuando ya son obsoletos. La escuela plantea una cultura detenida.
La elección de la escuela: ¿Enseñanza o aprendizaje?
Los niños tienen experiencias culturales previas que las escuelas generalmente omiten. La experiencia escolar surgirá siempre de la escucha. El profesor hará que los alumnos expliquen sus conocimiento sobre el área que trabajan. Deben propiciar el debate.
El docente debe fomentar la contradicción, lo que requerirá buscar material, buscar opiniones que harán a los niños ir a los libros, a visitas, etc. Fomentar que los niños hablen, se expresen, sepan escuchar, que no se frustren a la primera dificultad, etc.
El trabajo escolar termina cuando el grupo de trabajo estima que el problema se ha resuelto de forma satisfactoria. El profesor debe dar a los alumnos la relatividad del conocimiento: de nada se puede decir “lo sé” y sobre todo se puede seguir trabajando.
En síntesis, se trata de recrear en la escuela situaciones de auto aprendizaje, siendo el adulto el que crea y organiza esas condiciones.
El profesor: el círculo vicioso.
La elección de la profesión de profesor se hace por necesidad, porque no hay más remedio. Tiene un escaso reconocimiento económico. Al no ser apetecible, no es competitiva, aunque puede ser cómoda. Hay una fuerte feminización de la profesión: es una solución laboral para la mujer casada que quiera llevar también su casa. También se confía la profesión a personas escolarmente débiles de la sociedad, a veces también culturalmente. Tienen poco compromiso y no están dispuestas al cambio.
El círculo vicioso es más difícil aún de modificar. Significa pasar del estado de estudiante a enseñante permaneciendo en la escuela. Esto no pasa en otras profesiones (médico, secretaria, etc), que salen de la escuela para aprender cosas nuevas desde su puesto de trabajo, de acuerdo a las exigencias productivas o de servicio.
El círculo vicioso ocasiona que:
El profesor no tienen la necesidad de verificar, porque no tiene con qué comparar (siempre estuvo ahí)
La tendencia a repetir lo que el profesor ha estudiado. Es impermeable a las innovaciones.
Arraigos dogmáticos, seguridades defensivas (va bien porque siempre se hizo así), arraigos anticientíficos.
Se confíe la formación de los futuros ciudadanos a las personas que menos conocen.
La mayoría de los mejores profesores que conozco, ha dejado un tiempo la escuela para dedicarse a otros menesteres, sean los que sean.
¿Qué hacer entonces?
Para el primer caso (los docentes mal pagos), intervenir para invertir esa tendencia, para que se haga deseable y competitiva la profesión. Que la comunidad se convenza que vale la pena invertir en la escuela.
Para el último problema, romper con el círculo vicioso: requerir a las universidades que forman a los profesores experiencia profesional de algunos años en cualquier sector productivo. Es una propuesta utópica, es necesario, pues, pensar en propuestas más sencillas:
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