Resumen del texto:
La escuela es un invento relativamente nuevo, aunque forma parte de nuestra vida cotidina. Pero si miramos en la historia, resulta ser nueva, sobretodo en cuanto a ambiciones y logros.
Cómo usar lo que sabemos.
Hoy somos más ambiciosos sobre lo que esperamos de las escuelas. Queremos que ellas brinden conocimiento y comprensión a mucha gente, con capacidades e intereses diferentes, de familias distintas.
Se suele decir que no se sabe lo suficiente sobre cómo funciona el aprendizaje, pero es una postura equivocada.
Los psicólogos han comprendido el proceso de aprendizaje y sus motivaciones.
Los sociólogos estudiaron el funcionamiento de las escuelas públicas y saben por qué se resisten al cambio y cómo se puede lograr.
La comparación con otros países nos deja ver otras experiencias de otros ambientes culturales.
El problema es que no aplicamos nuestros conocimientos. Los tiempos cambiaron (tecnología) y la educación permanece con prácticas tradicionales. Lo que nos falta no es el conocimiento, sino el uso del conocimiento.
Llamamos escuelas inteligentes a las que se mantienen atentas al progreso en el campo del aprendizaje. La escuela inteligente tiene 3 características:
Estar informada: Los directores, docentes y alumnos saben mucho sobre el pensamiento y aprendizaje humano.
Ser dinámica: Hace referencia al espíritu enérgico.
Ser reflexiva: Prestan atención y cuidado. Son sensibles a las necesidades del otro, que se lo trata con deferencia y respeto. Las enseñanza y el aprendizaje giran en torno al pensamiento.
Estas características no son revolucionarias, sino del sentido común.
Las metas: hacia un conocimiento generador.
¿Qué esperamos de la educación? Hay como mínimo 3 metas:
Hay una expresión que las engloba a todas: el conocimiento generador. Es un conocimiento que no se acumula sino que actúa, enriqueciendo la vida de las personas, ayudándolas a comprender el mundo y a desenvolverse en él. La función de la educación es trasmitir el conocimiento a través de las generaciones. Si la escuela no cumple estos objetivos, no merecerá el nombre de escuela.
Los medios: el aprendizaje reflexivo:
Las metas que nos proponemos son sencillas, pero exigen amplia experiencia pedagógica y si se ponen en práctica, crean escuelas inteligentes.
Hoy los alumnos egresan de la escuela con lagunas en los conocimientos básicos del mundo en el que viven. Lo que es peor, no usan lo que saben. El problema clave es que no podemos retener, comprender ni utilizar activamente el conocimiento.
La experiencia de distintos profesionales (psicólogos, educadores, sociólogos) han creado una nueva ciencia del aprendizaje. La concepción contemporánea del pensamiento y el aprendizaje se sustenta en hechos verificados, lo que dificulta refutar sus conclusiones.
Necesitamos un aprendizaje reflexivo, que en las escuelas predomine el pensamiento y no solo la memoria. El aprendizaje debe girar en torno al pensamiento y que el alumno aprenda reflexionando sobre lo que aprende. El aprendizaje es una consecuencia del pensamiento, as{i que solo se logra retener, comprender y usar activamente a través de la reflexión.
Este hecho trastoca la norma fundamental de la enseñanza: el niño adquiere primero el conocimiento y luego piensa sobre él. Ocurre justamente lo contrario: si se reflexiona sobre lo que se está aprendiendo, lo aprenderemos cabalmente. Se aprende mejor cuando se analiza lo que se aprende, cuando reflexionamos.
En consecuencia, necesitamos escuelas que giren alrededor del pensamiento, no en torno al conocimiento.
Los antecedentes: las oscilaciones del péndulo.
Durante la historia de EEUU, en diferentes períodos, se privilegió la enseñanza reflexiva (centrada en el niño, sus intereses, habilidades) versus la enseñanza de materias básicas (adaptada a la vida). Esto se fue dando como un péndulo, yendo de una postura a la otra.
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