martes, 9 de noviembre de 2021

Intervenciones en la clínica con niños y adolescentes (2)

Ver Intervenciones en la clínica con niños y adolescentes (1)

Interpretación:

En la "Interpretación de los sueños" Freud (1900a), sostiene que la posición del sujeto que sueña es similar a la del sujeto que pinta (y dibuja), podemos agregar, también a la del sujeto que juega.

En la interpretación la verdad que se procura, no necesariamente tiene que ver con el orden de la vivencia, es decir, con lo contingente o casual.

La interpretación debe tener un cierto carácter enigmático, de manera que el sujeto al mejor estilo de Edipo elabore una respuesta frente al enigma que propone la Esfinge del ciclo tebano y que precede la tragedia}

Interpretación de los sueños: Recordemos que un sujeto, puede tener un sueño psicótico y viceversa, un paciente psicótico, un sueño más o menos normal. En este último caso, el sujeto tiene una particular manera de asociar y de jugar, es decir, de "dejarse hablar". En las psicosis se pueden tomar los diferentes sueños, compararlos, y descomponerlos en sus elementos: objetos, escenas, acciones, nombres y frases; luego se los puede interpretar a partir de una construcción.

Interpretación del juego: Suele ser el instrumento más adecuado cuando se trata del juego de un niño neurótico.

Interpretación de la transformación pasivo-activa: El sujeto se ubica en la posición de un yo narcisista, y pretende repetir con el analista identificado con su yo real definitivo, la injuria recibida. En las psicosis, se aniquila el yo real definitivo por parte del paciente, para que el yo narcisista proyectado al exterior goce a costa del paciente. Esta intervención sobre la venganza, puede abarcar la relación con el terapeuta, con alguien del mundo exterior y el pasado del sujeto.

Interpretación a partir de una construcción: Una vez efectuada la construcción se pueden interpretar segmentos de la operación defensiva, de tal manera que se integren en la conjetura.

Concluyo retomando a Lacan: una intervención sólo si corta se constituye en interpretación.

Anticipación: 
El esfuerzo defensivo del sujeto impone necesariamente el reencuentro con lo inasimilable (el trauma). Esta intervención le permite al analista rescatarse como un sujeto lúcido, cuando se desencadenen los hechos preanunciados.

Señalamiento:
Descripción de la defensa: Se pone en evidencia el mecanismo estructurante y las actividades defensivas en sus dos movimientos de fuga y sustitución.

Descripción del destino dado a los juicios: Se pone de manifiesto como el paciente se esfuerza por adecuar sus vivencias (pasadas y presentes) en su sistema defensivo.

Descripción de lo escuchado del analista y su posterior destino: Se pone en evidencia como el paciente se defiende de los ataques supuestos en el analista, vía desafío o desestructuración de su palabra.

Detención de una producción verbal: Cuando se interrumpe un juicio lúcido y se lo sustituye por frases propias de otra posición anímica. En tal situación se puede frenar la producción y preguntar al paciente por los fundamentos de la interferencia previa y desde luego por el sustituto.

Evaluación del destino de los elementos "actuales", psicóticos o narcisistas cuando domina un posicionamiento neurótico.

Construcción o conjetura:
Es un instrumento que implica las diversas modalidades trabajadas por Freud [1914g], a saber: 

a] la correspondiente al orden de las vivencias, que se puede diferenciar en aquellas conjeturas ligadas a un vivenciar que cobró eficacia a posteriori, y otras, en las que el vivenciar se desplegó cuando aconteció. 

b] la vinculada con los procesos internos, que incluye: por una parte, elaboraciones que enlazan la actividad pulsional con disposiciones como son las defensas o diversas aptitudes, y por otra, construcciones que ligan la excitación con el fantema, es decir, con las fantasías primordiales. 

Preguntas: ¿Una clínica de la pregunta? 

El niño o el adolescente introduce con su neurosis una diversidad de preguntas, que se expresan en diferentes maneras del dejarse hablar: el juego, las asociaciones, el modelado y el dibujo. Estas producciones son textos cuya lectura implica reabrir dichas preguntas. Aquí el interrogante del analista debe procurar sostener las preguntas del sujeto.

Al respecto, Lacan nos dice que: "El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa, un sarcasmo, una patada.

Así procede, en la técnica zen, el maestro budista en la búsqueda del sentido. A los alumnos les toca buscar la respuesta a sus propias preguntas. El maestro no enseña ex cathedra una ciencia ya constituida, da la respuesta cuando los alumnos están a punto de encontrarla".

Escansiones:
Se trata de un corte temporal que posibilita la inserción de aquello que puede tener un sentido para el sujeto. Supone una interrogación implícita. Lacan (Posición del inconsciente) considera que "la transferencia es una relación esencialmente ligada al tiempo y a su manejo". En el Seminario del 1 de julio de 1959, afirma que la sesión escandida implica «el modo más eficaz de la intervención y de la interpretación analítica». 

También sostiene que el deseo del analista debe acotarse al corte, al vacío, a un lugar que se le otorga al deseo para que allí se sitúe. En este contexto la escansión de sesión opera como un acto fallido que libera significantes.

Silencio:
Es indiscernible de la función misma de la verbalización. En el Seminario XII, Lacan afirma: "El silencio forma un ... nudo formado entre algo que es un instante y algo que es hablante o no, el otro. Es ese nudo cerrado que puede resonar cuando lo atraviesa y hasta lo agujerea el grito.

En alguna parte en Freud, está la percepción del carácter primordial de ese agujero del grito".

Humor:
Apelar al beneficio que el intenso placer que genera el humor puede proveer al sujeto, y desde luego, como freno y redistribución de la pulsión de muerte (del campo del gozo).

Lacan (1953/54) en el Seminario 1, comenta como Freud se interroga por los motivos por los que el hombre se sustrae del narcisismo: ¿Por qué el hombre está insatisfecho? En ese momento verdaderamente crucial de su demostración científica, Freud nos ofrece los versos de Heine. Es Dios quien habla, y dice: "la enfermedad es el fundamento último del conjunto del empuje creador. Creando me he curado".

Nos es consabido que para Freud lo decisivo de un acto del habla, de un relato, de una palabra, no es lo que se dice, sino como se dice. Así, el humor es ubicado por el autor del psicoanálisis como una de las especies de lo cómico. En el Chiste y su relación con lo inconsciente, Freud 

(1905c) trata el humor desde el registro de lo económico. Y en El Humor de 1927, considera que "la ganancia de placer humorístico proviene del ahorro de un gasto de sentimiento". 

De manera, que "el humor sería la contribución a lo cómico por la mediación del superyó." 

La ilustración típica es el relato del delincuente citado por Freud (1927) que es llevado al cadalso un día lunes: «¡Vaya, empieza bien la semana!». El proceso de humor se despliega en el sujeto y le genera placer. A nosotros, que escuchamos nos llega cierto efecto a distancia, cierta ganancia de placer en el humor.

Es notorio que el otro no presenta desprendimiento de afecto, por el contrario, hace una broma. De ese gasto ahorrado en la desinvestidura deriva el placer humorístico del que escucha. 

Freud desde 1905, propone el humor como la más elaborada operación defensiva ante el sufrimiento

El humor freudiano presenta tres rasgos fundamentales: es liberador, grandioso y patético. Liberador porque posibilita cierta desinvestidura al igual que la agudeza y lo cómico. Grandioso, por una sobreinvestidura del narcisismo, de un yo invencible, al menos por un momento, ante la afrenta de la realidad. Es un breve y pasajero instante maníaco. Y esta brevedad garantiza la salud anímica, y una sustracción de la manía. Se trata de un triunfo del principio del placer. Lo patético implica lo grotesco, un reírse gozosamente del sufrimiento que atormenta. 

Para Aristóteles, en Poética, el género humorístico pretende imitar aquello que es defectuoso.
Para Oscar Wilde, "-El humor es la gentileza de la  desesperación." 

Nominación:
Se trata de una operación propuesta por Lacan (1974), que enlaza el nudo de tres fallido mediante un cuarto denominado sínthome. El deseo sólo es reintegrado en forma verbal, mediante la nominación simbólica que lo liga a la ley. La nominación, el poder de nombrar, de otorgar cierta consistencia a los objetos.

Hacia 1953, Lacan al referirse a el caso del Hombre de las Ratas -Ernst Lanzer-, recurre al sintagma Nombre del Padre, presente en Freud. Recurrió a Las estructuras elementales del parentesco de Lévi-Strauss (1949), y sostuvo que el Edipo freudiano implica un pasaje de la naturaleza a la cultura. Así, el padre cumple una función simbólica, en la medida que nombra, da su nombre, y de esta manera encarna la ley. Aquí, cobra primacía el lenguaje. La función paterna incluye la nominación lo que posibilita al pequeño la identificación.

Presentificación: 
La muerte se encuentra en el fundamento de los símbolos (sepultura). El símbolo ocupa el lugar de la cosa, un equivalente de su muerte. Lacan propone que la función del analisis, es presentificar la muerte para. el analizante. La posibilidad de muerte sostiene el deseo y otorga el sentido de la existencia.

Posibilidades: 
a) Los componentes neuróticos pueden ser fachadas protectoras ante lo "actual", la psicosis o la estructura narcisista, en cuyo caso el paciente escenifica una cierta "normalidad" ante el terapeuta constituido como sujeto lúcido y, sobre todo como superyó crítico. 

b) Si el fundamento neurótico cobra hegemonía, la posición psíquica de la desestima o de la desmentida puede pasar a acechar desde el exterior, desde el inconsciente, o bien desde otras personas.

Estrategia: La dirección de la cura

En la Dirección de la cura y los principios de su poder” Lacan (1966), en la sección II, al preguntarse por ¿Cuál es el lugar de la interpretación?, establece que esta dirección se ordena de acuerdo a una secuencia lógica:

a) La rectificación de las relaciones del sujeto con lo real (como realidad-fantasma).

Entrevistas Preliminares, para considerar la Entrada en Análisis.

b) El despliegue de la trasferencia.
c) La interpretación.

La Dirección de la Cura apunta a cambios en la posición del sujeto, con relación al gozo. Implica aplicar la regla de asociación libre y enlazar el trabajo de la cura, de manera de llevar al Sujeto, por su elaboración, a experimentarse dividido por causa de su deseo. 

En este texto constituye a la contratrasferencia en la implicación necesaria del analista en la experiencia, por lo cual se plantea la cuestión de su deseo.

Para Lacan en "Notas del Seminario I" sobre el Hombre de los Lobos, la trasferencia en el caso "Dora", está relacionada con "anticipaciones subjetivas" en el analista, y la contratrasferencia vinculada a la suma de los prejuicios que él mismo puede tener. Aquí, las anticipaciones se conforman, en el contexto de la dialéctica del tratamiento, como un tiempo lógico que posibilita una dirección de la cura, mientras que la intervención del yo del analista introduce la trasferencia como resistencia.

La trasferencia es uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, propuestos por Lacan en el Seminario 11, junto con el de repetición, inconsciente y pulsión. 

Este fenómeno tiene un doble aspecto: es condición para que haya análisis, y a la vez opera como obstáculo. Este último, el obstáculo, tiene una vertiente singular, el amor que no es otra cosa que una ilusión.

Al respecto, Lacan [1960/61] en el "Seminario VIII," La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas", traducción de Ricardo Rodríguez  Ponte. El maestro francés accede al estudio de la transferencia a partir de una obra filosófica: “El Banquete” de Platón. 

Se ocupa fundamentalmente de cuatro personajes: Sócrates, Alcibíades, Diótima y Agatón. En el texto se asiste al despliegue del amor de Alcibíades, de treinta y seis años, por su maestro Sócrates, de cincuenta y tres. En verdad, Alcibíades, el amante, el Erasto, ama algo que supone que Sócrates, el amado, el Erómenos, posee. Así, cuando se reúnen en casa de Agatón, un joven de treinta años, Alcibíades le habla de su amor, y le pide el saber. Sócrates le contesta que él nada sabe, ubicándose en la posición de sujeto y remitiendo el amor a su origen (a su causa). No es a él a quien ama Alcibíades, sino a Agatón.

Ahora bien, ¿a qué se enlaza el amor? a algo que se supone que el otro tiene, ya sea, belleza, dinero, saber, inteligencia, u otra cuestión. Lacan conjeturó este objeto singular y lo llamó “agalma”. En el amor de Alcibíades se trata del saber que supone en Sócrates. 

Es llamativo que Lacan analice el amor entre hombres, aunque nos aclara que lo hace por razones técnicas de simplificación para evitar “lo que hay de demasiado complicado en el amor con las mujeres”. En "El Banquete" Sócrates, que en su nombre dice muy poco, “hace hablar en su lugar a una mujer, Diótima. Así, el discurso, la palabra de una mujer, que en todo momento deja hiancias, cobra valor, constituyéndose en el testimonio del homenaje que en la boca de Sócrates retorna a ella. 

El agalma, que se puede enlazar a la condición fetiche de Freud (Tres Ensayos), es el objeto al cual el sujeto supone que su deseo apunta. Precisamente, la búsqueda del "agalma" en el campo del otro, constituye al análisis en "una aventura única". (Lacan, Seminario X bis [Los nombres del padre], Seminario X, La Angustia])

Aquí el analista debe como en el teatro representar su papel, sin pasar a la actuación. Hace de semblante de ese objeto que, al mejor estilo de Sócrates, supuestamente tiene. Si bien, el amor no se satisface, la configuración del análisis permite que se despliegue en palabras. La condición necesaria para este despliegue es el deseo del analista, y no su persona, de tal manera que el deseo del analizante se constituye en protagonista. 

En el Seminario XV, el acto psicoanalítico, Lacan afirma que cuando el analista se interroga sobre un caso que busque "en la historia del sujeto, de la misma forma que Velásquez está en el cuadro de las Meninas, donde estaba él, el analista, en tal momento y tal punto de la historia del sujeto; en ese drama lamentable, él sabrá lo que pasa con la transferencia. A saber, que como todos saben el pivote de la transferencia no pasa forzosamente por su persona. Hay alguien que ya está allí". 

Finalmente, al ocuparse de Dora, en "Intervención sobre la transferencia", Lacan hace referencia a que la intervención del analista es precisamente sobre la transferencia y no sobre el paciente o analizante.

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Fuente: Diego Moreira (2018) "Intervenciones en la clínica con niños y adolescentes"

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