jueves, 9 de marzo de 2023

El aislamiento en púberes y adolescentes: ¿A qué de debe? Intervenciones clínicas.

Notas del Taller Clínico Virtual «El aislamiento en púberes y adolescentes ¿Qué-hacer en la clínica?» Miriam Britez (28 de enero de 2023) ver "la previa"

El aislamiento es un fenómeno que se da entre personas jóvenes y la consulta no suele darse sino hasta que la misma se encuentra avanzada. La idea es pensar que si alguien está aislado, es porque hay un sufrimiento. Jóvenes que se encierran en su habitación y evitan el contacto con el mundo exterior. Pueden evitar cualquier encuentro que no sea de forma virtual, lo que reduce el contacto humano al mínimo.

La clínica con púberes y adolescentes presenta ciertos desafíos y flexibilidad, pues por momentos escuchamos a un niño, mientras que por otro nos la vemos con las posibilidades de un adulto. 

Especificidades de la clínica con púberes

  • Es una clínica que tiene la presencia de los padres, que aún están presentes de manera real en la constitución del sujeto. En la conferencia 34, Freud habla de esta variante, en términos del influjo analítico.
  • El juego no está disponible como manera de intervención, pero tampoco hay una palabra lograda.
  • En general, el púber es traído a la consulta por sus padres. Hay implicancias transferenciales con los padres.

La presencia de los padres puede ser excesiva o insuficiente. Ante padres excesivos, la inhibición resta como una contracara a este exceso. En la inhibición el sujeto muestra algo de su sufrimiento, pero es un sufrimiento sin decir. La inhibición es una limitación del movimiento que impone la parte inconsciente del yo para no despertar la angustia. Lacan lo trabaja en el seminario X, en relación con la angustia.

La angustia aparece como un peligro ante lo desconocido. Si la angustia es una señal en el yo ante lo pulsional, que puede ser desbordante. Mientras el miedo está nombrado y se repite ante el mismo objeto, en la angustia no sucede lo mismo.

La inhibición es un parapeto yoico. De aquí provienen la mayoría de las conductas de fracaso. En la inhibición, el sujeto da a ver algo de su verdad. Es un decir que "no", pero no de modo articulado al lenguaje, sino un no sostenido en acto: no estudio, no como, no salgo, no hablo. Algunos de los efectos del atrapamiento tienen que ver con el mal humor, la ansiedad, los autorreproches, la pereza y el desgano.

Muriel Barbery, en su libro La elegancia del erizo, hace decir a la protagonista Paloma su sensación de vacío. Ella dice, sin dramatismo:

He tomado pues una decisión. Pronto dejaré atrás la infancia y, pese a mi certeza de que la vida es una farsa, no creo que pueda resistir hasta el final. En el fondo, estamos programados para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no quieren sufrir. (...) ¿seré todavía capaz de hacer frente al sentimiendo de lo absurdo? No lo creo. Por eso he tomado una decisión: al final de este curso, el día en que cumpla 13 años, el próximo 16 de junio, me suicidaré."...

Paloma, como muchos púberes, ante la caída del sentido producto de la irrupción de lo real de la pubertad, no encuentra salida y por eso fantasea con un pasaje al acto, hasta que logre encontrar otra salida.

Relacionado: Conferencia de la misma autora:  No a cualquier precio se alcanza la adolescencia. Intervenciones del analista

La adolescencia es un tiempo de pasaje desde la niñez hacia la adultez. es un tiempo de desasimiento de la autoridad parental. Los lazos libidinales que lo ligan al otro parental se debilitan. Es lo que Freud describe en La novela familiar del neurótico. Un proceso de reescritura de las marcas fundantes, donde se inscribe un origen del sufrimiento.

En El malestar en la cultura, Freud plantea tres fuentes del sufrimiento: desde el mundo exterior, desde el propio cuerpo y del vínculo con los otros.  Este último es el más difícil y doloroso. Estas tres fuentes de sufrimiento tienen en el adolescente un gran protagonismo y muchas veces suceden simultáneamente. El adolescente lleva a cabo un intenso trabajo psíquico para lograr la metamorfosis de la pubertad. Algunos de estos trabajos son:

- La reconfiguración de la imagen narcisista.

- La reedición de la dramática edípica.

- La construcción de la intimidad. Allí se verifica el desasimiento de la autoridad de los padres, que deben quedar afuera.

Todos estos movimientos avanzan, retroceden o se detienen. El aislamiento puede pensarse como un momento de detenimiento de este movimiento de separación. La construcción de la intimidad del adolescente no solo lo implica a él mismo, sino también a los padres. Si los padres están demasiado presentes o ausentes, el analista deberá intervenir por ahí, señalando o trabajando con ellos estos puntos que obstaculizan este proceso de construcción de la intimidad. 

Muchas veces los padres no logran reconocer el espacio -físico o no- que necesita el sujeto para reconfigurar su narcisismo. Por ejemplo, en cierto momento los padres deberían tocar la puerta antes de entrar o pedir permiso. Los padres suelen ponerse ansiosos ante los tiempos que requiere la metamorfosis.

Hay una prohibición básica, producto de la intervención de la metáfora paterna, que debería operar para que ella no reintegre su producto. Hay madres que piden que se les cuente todo. 

Caso clínico:

Joven en quinto año del secundario es atendida por ataques de pánico. Aparece un tartamudeo pertinaz, que le impedía pasar al frente. La madre aparece como alguien comprensiva. La joven relata estar insegura con su sexualidad, pues a los 13 años ella había tenido un acercamiento con una chica. La madre significó eso como que no podía ser. La joven retoma esta pregunta, tiene encuentros con una amiga y finalmente conoce a otro chico en la escuela y comienza una relación. Esta relación coincide con el fin de los ataques de pánico.

Un día ella concurre diciendo que se mandó una cagada. Dice que se quedó a dormir en lo del novio y la madre le armó una escena donde ella la increpó por tener relaciones sexuales. La chica no quiso decirle a su madre más información de cuándo fue, a lo que la analista responde "Eso forma parte de tu intimidad", convalidando la posibilidad de apropiarse de sus espacios y tiempos para terminar de consolidar su intimidad. La analista decide no recibir más a los padres, siendo que está en un punto de salida de la pubertad y la adolescencia.

Con la pandemia de COVID 19, la población sufrió la proscripción sanitaria, por parte de las autoridades, para preservarnos a todos. La virtualidad pasó a ser el único medio de estar en contactos con otros por fuera de la familia. La gente quedó viviendo con su grupo familiar, aislados de los otros. Hoy nos preguntamos qué efectos tuvo esta cuestión del aislamiento impuesto. ¿Qué respuestas y efectos tuvo? Los lazos de miles de adolescentes se vieron afectados por esa intrusión de la pandemia. ¿Qué pasó con los adolescentes que tramitaron su tiempo en la pandemia? El tiempo de simbolización de ese pasaje se vio dificultado. Ej. los viajes de egresados, la fiesta, etc.

En la pandemia, el semejante era temido, portador potencial de la muerte, que en muchos casos se concretó. Hoy muchos adolescentes tramitan el duelo por seres queridos, además de los duelos propios de su tiempo. Hoy, en la salida, ¿Qué lugar tiene el semejante? En la clínica aparecen búsquedas urgentes en un intento de construir o reconstruir el lazo con los otros. Aparecen sujetos con pocos recursos para relacionarse con otros. Aparecen desbordes de angustia, sensación de vacío, la falta de deseo, el desgano, el desinterés generalizado: "Me da paja". El par presencia-ausencia se vio seriamente obstaculizado en la pandemia. Aquí, el aislarse es un intento fallido de separación: un aislamiento dentro de lo familiar.

Los proyectos identificatorios también están dificultados, cosa que hay que construir en las consultas ante la pregunta de quién soy.

El aislamiento y la evitación social son respuestas subjetivas. El púber se defiende a asumir una posición subjetiva en relación a la sexualidad, al deseo y al goce. También en acceder a las responsabilidades que implican habitar un sistema simbólico organizado, como la escuela, la secundaria, elegir una carrera, oficio o simplemente trabajar. Son dificultades para incluírse en un sistema simbólico.

Aparecen también fallas en el ideal, que se instala a partir de la eficacia de la función paterna. Es uno de los productor por el paso del Complejo de Edipo. La caída de la eficacia del Nombre-del-padre genera sujetos que no reconocen la falta o la castración y aparecen sujetos orientados por el más allá del principio del placer (goce). 

El adolescente, confrontado a los duelos de su tiempo (cuerpo infantil, padres de la infancia, la identidad), realiza un repliegue narcisista. No obstante, también necesita de un Otro que lo acompañe y sostenga. Eso implica delimitar su territorio desde el respeto. La mirada del semejante también se vuelve importante. 

En definitiva, las coordenadas para leer el aislamiento deben estar dadas por el malestar de la época y las lo subjetivo de cada caso. El lo contemporáneo asistimos a la vigencia del discurso capitalista, que privilegia a los objetos de consumo, donde los adolescentes son consumidores... o consumidos. También tenemos lo actual, que para el psicoanálisis es lo no historizado y que no entra inscripto en un sistema simbólico. Ambas dimensiones, lo contemporáneo y lo actual, se encuentran superpuestos de una manera compleja. Los analistas tenemos que pensar cuestiones teóricas que nos ayuden a orientarnos mejor en los tratamientos.

Hikikumori. Hikikomori (Hiki= retroceder / kumoi=vuelto hacia adentro) es un término japonés que se utiliza para describir a personas que se aíslan de la sociedad y se mantienen en sus hogares durante períodos prolongados, a veces incluso años. Se estima que hay cientos de miles de hikikomoris en Japón, y el fenómeno también se ha observado en otros países.

Las causas subyacentes del hikikomori pueden variar, pero a menudo se asocia con problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad, y una sensación de fracaso en la vida. La presión social y el estrés de la sociedad japonesa también se citan como factores contribuyentes.

El hikikomori puede tener efectos perjudiciales en la vida de una persona, incluyendo la pérdida de habilidades sociales, el aislamiento y la falta de conexión con la comunidad. Es importante que se aborden las causas subyacentes del hikikomori y que se brinde apoyo a las personas que lo experimentan para ayudarles a reintegrarse en la sociedad y recuperar su bienestar emocional.

Freud marca, en El malestar en la cultura, que el sujeto está en conflicto por las renuncias pulsionales que le impone la vida en cultura. Va en conytra de ciertos lemas al estilo "Todo se puede", que desconoce la castración. cada sujeto tiene que encontrar la forma de estar dentro de la cultura, atravesando el malestar. En sujetos donde la limitación de lo pulsional no es tan efectiva, esto se dificulta.

Freud nombró algunas modalidades para enfrentar este malestar, por ejemplo la intoxicación, la sublimación y destaca aquellas soluciones tendientes a evitar el displacer, nombrando a la soledad buscada

Una soledad buscada, mantenerse alejado de los otros, es la protección más inmediata que uno puede procurarse contra las penas que depare la sociedad de los hombres. Bien se comprende: la dicha que puede alcanzarse por este camino es la del sosiego. Del temido mundo exterior no es posible protegerse excepto extrañándose de él de algún modo, si es que uno quiere solucionar por sí solo esta tarea. 

La figura del ermita es alguien que le ha dado la espalda y no quiere saber más nada de él. Esto es interesante tener en cuenta en relación a la transferencia, porque no van a ser pacientes que nos dirijan una pregunta. La soledad moderna implica un encierro acompañado por los distintos objetos que ofrece la tecnología, los gadgets. Se trata de una modalidad de satisfacción sin otro, donde el lazo social está complicado. Goce autoerótico, del autista, goce del idiota, que evita la evitación del peligro con el otro, siempre sin garantías y contingente.

El adolescente aislado no se remite a otro (al padre, al profesor o al analista), de manera que en los tratamientos el analista deberá propiciar e inventar la forma de alojar el malestar. Quizá la tecnología les de el saber en el bolsillo, pero definitivamente no tienen los títulos. 

¿Qué hacemos los analistas hoy, ante esta falta de pregunta? Lo primero es ofrecer un espacio de conversación, desde el lugar del partenaire para que se instale algo del orden del sufrimiento. El analista está fuera de la familia. De a poco, el analista debe ir conmoviendo las certezas que trae el sujeto aislado.

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