sábado, 30 de agosto de 2025

El sujeto en el corte: de la sorpresa a la lógica del significante

Afirmar que no hay sujeto sin corte implica reconocer que la sorpresa le es inherente. Pasmo, desconcierto, extrañeza o incluso confusión no son accidentes, sino testimonios de ese corte que lo constituye, tornándolo solidario de lo inesperado y de lo incalculable.

Situar al sujeto en el corte equivale a desplazarlo desde el estatuto de mero efecto hacia el de discontinuidad en lo real. Y este desplazamiento exige, necesariamente, una reformulación del lugar del significante.

Mientras que la lingüística considera al significante como el término decisivo para la producción de significación, el psicoanálisis se orienta de otro modo: revela la verdad de la relación entre significante y sujeto, porque muestra cómo las vacilaciones del sentido constituyen el punto axial sobre el que se sostiene el discurso. En esta perspectiva, el discurso se apoya menos en lo que transmite como sentido, y más en las discontinuidades que delinean el lugar del sujeto.

Con este gesto, Lacan inaugura una teoría del significante distinta a la de la lingüística. Para esta última, el discurso se ordena en función de la producción de sentido, es decir, bajo un sesgo semántico. Para el psicoanálisis, en cambio, el discurso se organiza por la función lógica del significante, situada más allá de la semántica: primero en relación con la sintaxis, más tarde con la escritura.

Estos dos estatutos del significante, sin los cuales el concepto de sujeto resulta inabordable, conllevan también dos modos divergentes de pensar la significancia. Una vía entiende su horizonte como efecto de sentido; la otra, en cambio, como la implicación de un cuerpo en una economía política del goce.

No obstante, ambas dimensiones pueden anudarse. Al carecer de un significante que lo nombre, el sujeto se aloja en la significación, lo cual queda formalizado en el esquema Rho. Aunque conviene señalar que, en ese momento de la enseñanza, el pasaje del sujeto como efecto a la discontinuidad todavía no se había consumado.

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