miércoles, 1 de febrero de 2017

Fobia: ¿Estructura o síntoma?


Apuntes de la conferencia dictada por Isidoro Vegh el 07/04/2015

El tema para el cual hoy estoy invitado tiene un título, que es “Fobia: ¿síntoma o estructura?”. A veces uno puede creer que se le ocurrió una pregunta porque se le ocurrió a uno, pero si aceptamos eso que descubrió nuestro maestro Sigmund Freud, que se llama la hipótesis del inconsciente, suele ocurrir que la pregunta se formula por nuestra boca, pero es una pregunta que se gesta en otro lugar. Con lo cual ya estoy anticipando que esa disyunción de síntoma o estructura quizás es un efecto de la misma estructura de la fobia.

Se me ocurrió que para hacerlo más animado, parto de la base que la mayoría de los aquí presentes son analistas, o como decía mi maestro Pichon Riviere, aprendices de analistas. La palabra aprendiz a mi me resultaba muy grata cuando comenzaba mi formación, porque me alivianaba de cualquier exigencia superyoica, no tenía obligación de demostrar sapiencia, sino más bien me sentía que estaba autorizado a formar mis preguntas.


Voy a comenzar con un relato que en la historia del psicoanálisis tiene más de 100 años, que es un clásico, aunque no es de los más conocidos. Lo conocen mejor quienes trabajan con niños y quienes tienen el hábito de recorrer la bibliografía psicoanalítica. Es un texto de Sandor Ferenczi, uno de los primeros discípulos de Freud, quien sostuvo el psicoanálisis en los tiempos heroicos. El Caso del pequeño Arpad lo escribió antes de que Freud diera a conocer “Tótem y Tabú”.

Se trata de una fobia a un gallo. Las fobias más comunes suelen darse a animales, como Juanito al caballo; a espacios, como la ágorafobia o la claustrofobia, a objetos. Acá se trata de la fobia a un animal, en este caso a un gallo.

UN PEQUEÑO HOMBRE­GALLO (1913)
Un antiguo paciente, que debido a ello participaba en las investigaciones psicoanalíticas, me señaló el caso de un niño
susceptible de interesarnos.

Ya aquí tenemos una cuestión importante: en el decir de un analista se filtra algo más de lo que conscientemente intenta relatar. Entonces, ya nos está diciendo en este primer párrafo de que se trata de un niñito, no que él atiende en su consultorio, sino uno en el cual le llamó la atención una vecina. No es casual, vamos a ver por qué.


Se trataba de un niño que tenía entonces cinco años, el pequeño Arpad, que según el sentir unánime de sus vecinos había tenido hasta los tres años y medio un desarrollo mental y físico regular y había sido un niño completamente normal; hablaba corrientemente y daba muestras de gran inteligencia en sus palabras.

Bruscamente sobrevino un cambio. Durante el verano de 1910, la familia acudió a un balneario austríaco donde ya había estado el verano precedente, y alquiló una habitación en la misma residencia.

La familia era de Budapest. La familia ya había estado ahí un año atrás, es decir, llegan a los 3 años y medio del niño.


Desde la llegada, el comportamiento del niño cambió de manera singular. Antes se interesaba por todos los sucesos que atraen la atención de un niño tanto en el interior como en el exterior de una casa; pero a partir de aquel momento su interés se centró en una sola cosa: el gallinero que había en el patio de la granja. Al amanecer acudía junto a las aves, las contemplaba con un interés infatigable e imitaba sus ruidos y sus andares, llorando y gritando cuando se le obligaba a alejarse del corral. Incluso lejos del gallinero, no hacía más que lanzar kikirikis y cacarear. Se comportaba de este modo durante horas, respondiendo a las preguntas que se le hacían mediante estos gritos animales, y su madre comenzó a temer seriamente que el niño olvidara hablar.

Esta rareza del pequeño Arpad persistió durante todas las vacaciones. Cuando la familia regresó a Budapest, él volvió a utilizar el lenguaje humano, pero su conversación versaba casi exclusivamente sobre los gallos, las gallinas y los pollos, y a lo sumo sobre las ocas y los patos. Su juego habitual, que repetía muchas veces por día, era el siguiente: hacía gallinas y gallos doblando papel de periódico y los ponía a la venta, después cogía un objeto cualquiera (en general una escobilla lisa) a la que llama cuchillo y ponía su “ave” bajo el grifo (donde la cocinera tenía la costumbre de matar los pollos) y cortaba el cuello de su pollo de papel. Mostraba cómo sangraba el gallo e imitaba perfectamente con el gesto y con la voz su agonía.

Cuando se vendía pollos en el patio, el pequeño Arpad no podía estarse quieto: corría a la puerta, entraba y salía, y no cejaba hasta que su madre no compraba uno. Deseaba claramente asistir a su degüello. Sin embargo, tenía mucho miedo a los pollos vivos.


Se instaló la fobia. Es decir, de vuelta del viaje del balneario, sólo hablaba de esa escena del gallinero, de las aves, se instala un juego donde él le corta la cabeza al gallo o a la gallina, en el relato de Ferenczi por momentos dice gallo, por momentos dice gallina, por lo que es interesante también porque es una pregunta ¿Gallo o gallina? No es lo mismo, vamos a ver. Ahora vamos a tomar la pregunta por la cual fui invitado. ¿Síntoma o estructura?


Voy a ejercitar con ustedes un modo de trabajar los textos, tal como Lacan nos enseñó. Cuando Lacan vino a Caracas, al final de su vida, dijo “Yo soy freudiano, ustedes si quieren sean lacanianos”. Eso me hace pensar que si Lacan dice que es freudiano, debe ser que ser freudiano no está tan mal. Ustedes dirán ¿y esto a qué viene? Bueno, hoy en día en el mundo lacaniano, hay quienes dicen con desprecio “hablar de transferencia es freudiano” como algo superado. “Hablar del inconsciente es freudiano”. Ah la pucha, si no hablamos del inconsciente y de la transferencia, ¿todavía estamos en el campo del psicoanálisis? Esto no lo dice cualquiera, lo dice gente de renombre. Lo que Lacan dice que es freudiano, yo lo entiendo de este modo: para mí Lacan tiene el valor de un maestro y está diciendo lo que él dijo explícitamente en los años ‘50, cuando escribió “La Cosa Freudiana”. Él propuso ahí el retorno a Freud, porque discípulos de Freud creyeron que la segunda tópica, yo­ ello ­superyó, eliminaba el valor de la primera. El texto fundante, “El yo y los mecanismos de adaptación”, dice que se trata en un análisis de reforzar a un yo libre de conflictos, es decir, libre de la influencia del inconsciente. Esto es un retorno a una psicología de la consciencia. Lacan se opuso a esa lectura equivocada de la segunda tópica y no desdeñó en hacer lo que yo llamo la estrategia del pliegue​: hacer trabajar la primera tópica y la segunda conjuntamente. Somos un grafo, todos los que conocen la obra de Lacan conocen la riqueza de ¿....? Entonces, para mi ser lacaniano es tomar esa enseñanza del maestro y quitar cualquier ilusión de ideal hegeliano de lo que viene después es siempre mejor de lo que estuvo antes. Es eliminar el ideal del progreso. Hay progresión, pero eso no es lo mismo que progreso. Hay cosas que Lacan dijo mejor al comienzo, cosas que dijo mejor al final, algunas las dijo mejor en el medio. Algunas fueron chispazos geniales pero que los dejó en el camino, otras que fueron reformulaciones, es decir, hay que dejar de lado el prejuicio de que lo que viene antes es menos de lo que viene luego.


Voy a comenzar por una escritura de las últimas, de la época en que Lacan trabajó lo que se llamó la escritura nodal. Hay 3 tipos de escrituras grandes que Lacan propuso.

1) La escritura de los grafos y los matemas.
2) La topología de superficies, que básicamente Lacan utilizó 4: el toro, la banda de
moebius, la botella de Klein y el toro.
3) La escritura nodal.


En la escritura nodal, a Lacan le interesó el nudo borromeo. El nudo borromeo está constituido en su forma mínima por 3 anillos. Yo estoy representando la estructura de 2 dimensiones en el pizarrón, porque en realidad se hace con cuerdas, es decir, es tridimensional. Entonces hago un anillo (real), cubierto parcialmente por un segundo anillo (imaginario), por lo cual es una convención acorde a lo imaginario. La línea llena está por detrás por la línea quebrada. Es una convención, pero como es homóloga con nuestro imaginario, la aceptamos como natural. Y el tercer anillo (simbólico) , con una fórmula que dice “por arriba del de arriba, y por debajo del de abajo.



Esto es un nudo borromeo,​que cumple 2 cláusulas:


Cláusula restrictiva: ningún anillo penetra al otro. Nuestro imaginario no lo percibe de inmediato, pero si uno se fija bien, el anillo R de real está por debajo y pasa 2 veces por debajo de uno. Y pasa las 2 veces por arriba del otro. En el anillo de lo imaginario, en anillo real le pasa 2 veces por arriba. Y en el anillo simbólico, el real le pasa 2 veces por abajo. Quiere decir que en ningún momento un anillo penetra al otro. Esto produce un efecto: da bronca. Pero es una bronca estructural, porque contradice nuestro imaginario. Hiere nuestro narcisismo. Lacan lo usa a propósito, para obligarnos a detenernos en que existen estructuras que no son aprehensibles en la evidencia inmediata.

Cláusula prescriptiva: ​Cualquiera de los 3 que corte, hace que los otros 2 se desanuden. Lacan con esto quiere significar que el horizonte del psicoanálisis lacaniano es la tripartición de los registros real, simbólico e imaginario. 3 registros que constituyen nuestra estructura. Ahora, al escribirlo de esta forma y con este nudo, nos está diciendo que los 3 registros son indispensables para hacer uno. Este no es el “uno” del narcisismo, es el uno de la estructura de la que estamos constituidos: real simbólico e imaginario.


En el seminario R­S­I, que es de la época última, en el año ‘74, Lacan dice “El nudo es de lo real”. También dice “El nudo es la estructura”. Lacan sigue hablando de estructura. Y entonces poniendo en acto efectivamente que toda su vida mantuvo un diálogo con Freud, utiliza el nudo para exponer lo que Freud escribió como síntoma, inhibición y angustia.

Y entonces escribe al síntoma ​de este modo:




El síntoma, dice Lacan, Freud lo explicita en los mismos términos y quién fue el primero que lo describe con una lógica adecuada: Marx, que no fue un psicoanalista. ¿Qué dice Marx que es un síntoma de la formación económico­ - social del capitalismo? Ejemplo clásico de la Argentina: En el Valle del Rio Negro se producen frutas. Pequeños chacareros y propietarios tienen sus plantaciones de peras, manzanas, etc. Obviamente, como estamos en la formación económico - ­social capitalista, hacen todo esto porque necesitan esa ganancia, en primera instancia, para poder vivir. Ahora, de repente hay una sobreproducción de frutas y solo se puede vender esas frutas a menos precio de lo que cuesta sacarlas. Entonces se dejan pudrir, porque no tiene sentido recogerlas. Ahora, en un mundo donde dicen que hay más de mil millones de personas que no comen, dejar que eso se pudra, ¿no es un síntoma social que compartimos? Bien, es un síntoma por la inmisión, es decir algo que se metesin ser llamado, de lo simbólico en lo real. Las plantas de manzanas son generosas, no son ladronas, sino que dan todas las manzanas que pueden. Si tienen las condiciones adecuadas de agua, de fertilizantes, la naturaleza por sí misma, como real, produce lo que produce. ¿Qué es lo que determina que se dejen pudrir las frutas que podrían servirle a gente que no tiene para comer? El orden simbólico capitalista. Es una inmisión de lo simbólico que produce que algo pase a andar mal en lo real.


Lacan nos dice que el síntoma que Freud nos enseña en “Inhibición, síntoma y angustia” es el producto de una inmicción del orden simbólico que hace que algo comience a andar mal en lo real. Es decir que el síntoma es un efecto de la estructura.


Avancemos en la fobia. En su comienzo en el lugar de la fobia se hablaba de histeria de angustia. Hubo un discípulo de Freud, un personaje muy especial que participaba en las reuniones de los miércoles y se descubrió que muchos de los casos que él presentaba y que eran brillantes, él los inventaba. Pero tuvo cosas intreresantes y entre ellas, el hecho de proponer como estructura la llamada “histeria de angustia”. La histeria de angustia nominó así en 1908 por sugerencia de Freud, se llama así porque tiene un parecido con la histeria de conversión. Freud clásico, se planta como un efecto de represión que hace que la libido, energía sexual, no tenga la descarga adecuada. En la histeria de conversión se transforma en los llamados síntomas de conversión. En la histeria de angustia, en cambio, solo se descarga como angustia. La angustia como un afecto. Freud, cuando publica el historial del pequeño Hans, nos habla de una fobia. Una fobia que por supuesto, como toda primera fobia, en su inicio comienza con una crisis de angustia. No me voy a extender en el caso Juanito, supongo que la mayoría de ustedes lo conocen, pero podemos recordar con Lacan cuándo comienza la angustia de Juanito. Un error que atrapó a muchos psicoanalistas, en una lectura un poco apresurada del historial, les hizo decir que a Juanito la fobia al caballo y que lo mordiera se la produjo el nacimiento de su hermanita. Sería algo así como la angustia por quedar desplazado en el amor de la madre. Sin embargo, con su agudeza clínica habitual, Freud no deja de señalar que a pesar de estar con la madre e incluso con una buena dosis de caricias maternas, la angustia y la fobia, una vez instaladas, no disminuyen.


Nosotros con Lacan hacemos otra lectura. Y es que la angustia de Juanito, que luego se convierte en una fobia a los caballos, comienza cuando Juanito advierte cierta cosquillita en su cosita de hacer pipí (wiwimacher). Es interesante ver el diálogo que el padre recoge, que fue quien llevó adelante el análisis de Juanito, dirigido por Freud. En ese diálogo Juanito le dice a la mamá “Mirá, tengo esta cosita de hacer pipí” y la mamá le dice “Dejá eso, es una porquería”. ¿Por qué a la mamá le parece una porquería la cosita de hacer pipí de Juanito? ¿Por qué la aparición de cosquillitas en la cosita de hacer pipí de Juanito desencadena la angustia? Dije que vamos a hacer pliegue: voy a ir a una escritura que una vez llegué en este espacio a exponerla, que es del seminario X de la angustia de Lacan. Me atrevo a decir que este es uno de los seminarios más ricos de Lacan.


Lacan, que de tanto en tanto se mandaba fórmulas petardistas, alguna vez dijo que su único invento fue el objeto a. Yo diría que si uno quisiera ver cómo se gesta ese objeto a, qué preguntas le inducen a él a producirlo, el seminario de la angustia es el seminario adecuado. En ese seminario, Lacan nos va a decir con 2 esquemas cómo se estructura el sujeto. Porque lo que yo di antes fue la estructura ya hecha, con los 3 registros real simbólico e imaginario anudados. ¿Cómo se constituye? Lacan nos propone un cociente:


Lacan dice que para que nazca un niño, lo primero que tiene que haber un Otro (A) que quiera tener un niño, que lo desee. En un principio intentamos trabajar con lo que son la mayoría de los casos, que mamá me deseó. En un comienzo hay un Otro que Lacan dice que se trata de un otro real, la madre, o quien cumpla esa función. Y su bebé va a funcionar (S) va a funcionar como un objeto por venir, por eso pone la S sin barrar. Es un sujeto por venir porque la palabra sujeto no es sinónimo de individuo. Es Lacan el que introduce el concepto de sujeto. Introducir el concepto de sujeto es para diferenciar del psicoanálisis de New York, donde estaba el refuerzo del yo, o de Londres, donde la teoría kleiniana, que en última instancia planteaba un instinto natural, biológicamente fundado, desplazado a París él hizo su enseñanza. Por eso hace años yo escribí un texto que se llamaba “El yo, el ello y el sujeto”. Hablar del sujeto es decir que no estamos obligados a quedarnos en la elección de reforzar el yo, como en la ego­psychology, haciendo un retorno a la psicología de la consciencia, o quedarnos en un instintivismo que en última instancia decide el destino, como en ciertas variantes del kleinismo. No es casual que se tradujera trieb por instinto, en lugar de pulsión. Si Freud eligió trieb y no instinct es justamente porque no quería que se biologizara el inconsciente. Entonces lo escribe a un colega en una carta en el año ‘35, que dice que está en contra de “todos ustedes”, por estar biologizando el psicoanálisis.

Lacan con la introducción del concepto de sujeto nos permite retomar el espíritu freudiano, porque es el sujeto del inconsciente, el sujeto del deseo. Este sujeto tiene una fórmula que ustedes seguramente conocen: es lo que un significante representa para otro significante. Obviamente cuando un bebé nace, nace con las neuronas preparadas para recibir los significantes, pero no los tiene incorporados. Eso le viene del Otro y para que se le instale adecuadamente ese software, tiene que producirse ciertas operaciones.


En el primer tiempo podemos decir, haciendo pliegue entre el lenguaje lacaniano y el lenguaje freudiano, que el bebé para una madre que desea a su hijo, pongámosle la mamá de Juanito, el bebé funciona como su falo. ¿Qué desea una madre? Freud clásico: una madre desea un hijo como sustituto del falo que el padre no le dio. Si todo va bien, se van a producir 2 fenómenos que responden a un invariante, porque no hay cultura donde esto no suceda. Se llama prohibición del incesto, que tiene doble fórmula: al hijo, no te acostarás con tu madre; a la madre, no reincorporarás el producto. Es decir, que acá se ha producido una operación por la cual el sujeto va a surgir como sujeto barrado, dividido entre un significante y otro, dividido entre inconsciente y consciente, entre goce y palabra. Y del otro lado, se va a incoporar a la batería significante la letra A, que no va a ser el otro real, sino como software incorporado. Pero es un software incorporado que lleva una barra, que quiere decir que porta un agujerito: el agujerito que dejó este bebé que antes era el falo imaginario del Otro y ahora ya no lo es. Esto se llama “inconsciente como lógica de incompletud”.


Y si me siguen hasta acá, en este movimiento de ser el falo del Otro a constituirse como sujeto, constituirse como sujeto quiere decir dejar de ser el falo del Otro y entonces les pregunto: ¿No es correcto que Lacan diga que el sujeto es una falta en ser? Es el precio que hay que pagar para constituirse como sujeto. Y dice Lacan que queda como premio consuelo este objeto a que representa algo así como una promesa de goce. Fíjense que si yo le pongo acá el rombito, para los que conocen los matemas lacanianos, es la fórmula el fantasma. Lo cual quiere decir que no se nace con un fantasma heredado, sino que se constituye gracias a operaciones. Porque esa prohibición del incesto además necesita de lo que Lacan llama la metáfora paterna. Ahora, el problema es si esto no se produce. Cuando a Juanito le aparecen las cosquillitas en su pene, ¿que quiere decir? Que le empieza a gustar y no solo le gusta, sino que a partir que tiene cosquillas en el pene empieza a mirar a las vecinitas. Quiere decir al Otro, “mamá, voy a dejar de ser el puro objeto de deseo y tu goce, porque ahora tengo yo un objeto de goce que es mío: mi pene, con el cual puedo salir a la búsqueda de otras relaciones más allá de vos”. Uno diría que una buena madre no podría aceptar eso, y yo diría “Señores, ¿de qué vivimos nosotros?”. Ella es una analista y yo le digo “¿Donde duerme el niño?” y ella me dice “En mi cama, porque pobrecito cómo llora”. “¿Como llora quién?” le digo yo. Esto no se resuelve con buena voluntad o promesas yoicas. Entonces, ¿entendemos por qué a Juanito le agarra la angustia? No, no entendemos, porque nos falta algo. Su pitito, le gusta la cosquillita, se la toca  como Arpad, está diciendo “Podés ganar algo que es salir de ese encierro con tu madre”. También le avisa, ahora que tiene la cosquillita en el pito, “¿Te das cuenta de que estás encerrado en tu madre?” y ahí viene la angustia. El neurótico la vive al revés, es importante que el analista no se confunda. El neurótico cree que la angustia es por perder el pito, de ahí viene lo de Freud y la amenaza de castración. Pero nosotros con Lacan decimos que ese miedo a perder el pito es la dimensión imaginaria de la castración. Porque lo que realmente está en juego es la castración del Otro. ¡Pobre mamá!, si hago este viaje a Europa, ¿la voy a dejar sola?


Una castración del Otro que claro, el la medida que forma parte del inconsciente, me constituye. La castración para nosotros es entonces, desde la perspectiva lacaniana, deja de ser una amenza para ser una oportunidad. Oportunidad de constituirse como sujeto. Pero como dijo Kierkegaard, en el concepto de la angustia, la angustia surge cuando la libertad se anuncia pero nada la asegura. Supongamos que hay un grupo de presos condenados a cadena perpetua. El ser humano es capaz de acostumbrarse a las cosas más increíbles, ordenan su vida en la medida se esa perspectiva y así discurre. Supongamos que de repente viene el director de la cárcel y dice que la semana que viene y dice que uno de ustedes 5 quedará libre. Se anuncia una libertad posible pero que nada la asegura. Allí comienza la angustia. Es decir que la angustia surge cuando se abre la posibilidad de pasar un umbral, la angustia se calma cuando ese umbral se pasa. También se puede calmar con psicofármacos o con una dirección equivocada de la cura, retrocediendo. No va a impedir que en cualquier momento surja una nueva crisis de angustia. Voy a seguir con el relato del pequeño Arpad, a ver si podemos entender un poco más qué le pasa.


Sus padres le habían preguntado muchas veces por qué tenía miedo del gallo y Arpad contaba siempre la misma historia: cierto día había entrado en el gallinero y había orinado en su interior; un pollo o un capón de plumaje amarillo (a veces decía que marrón) le picó el pene, e llona, la criada, le curó la herida. A continuación se le cortó el cuello al gallo, que “reventó”.

Eso es lo que dice el pequeño.


Los padres del niño se acordaban efectivamente de este incidente que había ocurrido durante el verano primero que pasaron en el balneario, cuando Arpad tenía dos años y medio. Un día, la madre oyó al niño gritar fuertemente y supo por la criada que tenía mucho miedo de un gallo que había intentado picarle en el pene. Como llona ya no estaba al servicio de la familia, fue imposible averiguar si Arpad resultó herido en aquel momento o bien si llona le había puesto un apósito para tranquilizarle, tal como recordaba la madre.


La pregunta que se hace Sandor Ferenczi es ¿Por qué tardó un año en desencadenar la angustia primero y la fobia al gallo después? Porque este episodio pasó en el primer verano, a los 2 años y medio. Sandor Ferenczi, influenciado por la teoría freudiana, dice que seguramente fue porque en el interín le habrán llegado a Arpad la amenaza de castración, de si te tocás el pitito, te lo vamos a cortar.


Dice que él tuvo oportunidad de preguntarle a los padres, a través de su vecina, que tenía contacto con su familia, que los padres a veces le hacían esa amenaza porque él se seguía tocando el pitito. Aquí yo no coincido con Ferenczi, aunque debo admitir que este genial analista también dice que podría ser que no solo esa amenaza del segundo viaje desencadenara la angustia y la fobia, sino que también podía ser, lo dice textualmente, un aumento del hambre sexual. Yo creo que es el aumento del hambre sexual, donde la aparición del pene incomoda a la otra posición que es ser el falo de la madre. Es la dialéctica entre ser y tener. A Juanito le aparece la angustia cuando tiene el anuncio de que podría dejar de ser el falo de su mamá para tener su propio falo, su propio órgano de goce. Querría pensar que en el pequeño Arpad, por todos los juegos masturbatorios que se cuentan, la fantasía de lesión en el pene, que efectivamente se trataba de eso.


En el examen personal del niño no reveló nada sorprendente ni anormal. En cuanto entró en mi despacho, fue precisamente un pequeño gallo salvaje en bronce el que atrajo su atención, entre los muchos adornos que había; me lo trajo y me preguntó: “¿Me lo das?” Le di papel y lápiz con el que dibujó rápidamente (no sin arte) un gallo. Entonces le pedí que me contara el asunto del gallo. Pero estaba cansado y prefirió volver a jugar con sus cosas.

La investigación psicoanalítica directa no era posible y tuve que limitarme a anotar las frases y los comportamientos significativos del niño para la dama que se interesaba en el caso y que podía, por ser vecina y conocida de la familia, observarlo durante mucho tiempo.


Es decir, estamos en la prehistoria del psicoanálisis del niño. Ferenczi registra bien, le pregunta y Arpad le contesta, va a los juegos, que es la manera en que los chicos contestan. Es la manera en que construye su fantasma. Ferenczi, de igual agudeza, dice que seguramente en la visión del gallinero encontró los secretos de la familia.


Tras estas declaraciones hechas por el niño sin ninguna presión, podemos comprender un poco mejor la intensidad de su emoción cuando contemplaba incansablemente la actividad del corral. Todos los secretos de su propia familia, sobre los que no obtenía en casa ninguna información, podían contemplarlos entonces a gusto; los “animales caritativos” le mostraban sin dificultad todo lo que podía ver, sobre todo la actividad sexual incesante de gallos y gallinas, la puesta de los huevos y la eclosión de la pollada.

Es decir, todos los fantasmas originales: fantasmas de seducción, fantasma de la escena primaria, los llamados fantasmas clásicos.

Tenía sentido musical, pero no cantaba más que canciones en las que se hablaba de gallinas, de pollos y de otros volátiles. Le gustaba sobre todo esta canción popular:
“Debería ir a Debreczen,
para comprar un pavo.”
Y después: “Ven, ven, ven mi pollito”, y también:
“Bajo la ventana hay dos pollitos,
dos gallitos y una gallinita.”


Hasta ahí todo simpático, pero lo que no resultaba muy simpático era que se levantaba todas las mañanas y cacareaba como un gallo y despertaba a la familia. También menciona rasgos de carácter:

En general, Arpad era un hombrecito alegre, pero muy insolente si se le pegaba o se le reñía. Rara vez lloraba y jamás pedía perdón. Dejando aparte estos rasgos de su carácter, daba muestra indiscutibles de verdaderos síntomas neuróticos; era miedoso, soñaba mucho (naturalmente con aves) y tenía a menudo un sueño agitado (“¿Pavor nocturnus?”).


También aparecen todas las versiones, todas las cascadas fantasmáticas como Lacan dice que sucedía en Juanito.


Un día se precipitó sobre la cama de una niña gritando: “Te voy a cortar la cabeza, la pondré sobre tu vientre y me la comeré entera.”.
Otro día dijo repentinamente: “Quisiera comer mamá guisada (por analogía por el pollo guisado); mamá puesta a cocer en una cacerola, será mamá confitada y yo la podré comer.” (Gruño y danzó.) “Le cortaría la cabeza y la comería así” (y acompañaba sus palabras con gestos como si comiera algo con un cuchillo y un tenedor).


Todos los personajes se van distribuyendo en esa cuestión de gallo, gallina y pollito. La fantasía de cortarle la cabeza a mamá, ponérsela en la panza y comérsela es una fantasía canibalística, en donde cortarle la cabeza a mamá uno podría decir que en el fantasma de Arpad es un fantasma de liberación de otro. Pero es evidente que es un fantasma fallido de liberación, porque a continuación dice:

Tras tales deseos caníbales, tenía actitudes de arrepentimiento, en las que de manera masoquista deseaba ser cruelmente castigado. “Quisiera ser quemado”, gritaba. Y después: “Que me corten un pie y que lo echen al fuego.” “Quisiera abrirme la cabeza. Quisiera cortarme la boca para no tenerla más.”.


Aparece la culpa. Si aparece la culpa, ténganlo presente en la clínica, quiere decir que todavía la relación incestuosa persiste. No es lo mismo culpa que ser responsable de sus actos. La culpa siempre remite a un tiempo anterior, es insoluble. Hablar de la culpa solo produce más culpa, dice Lacan. Sentir culpa quiere decir que uno todavía sigue atado al Otro. Ser responsable de su acto, en cambio, apunta al futuro, a lo que sigue. Si cometí un error, puedo reparar. Son 2 cosas diferentes, una impide que el sujeto avance, la culpa. Ser responsable de los actos invita a que el sujeto avance en sus actos.


Dice Ferenczi que si de un adulto se tratara, se podría pensar como una pelea con el gallo padre, por la retaliación dado que están los deseos incestuosos y también la ambivalencia con el padre, donde el amor y el odio al padre se convierten también en el temor y el odio del padre hacia él. Pero dice que en este niño no se dieron las operaciones constituyentes, que no se han terminado de producir. Es decir que Ferenczi nos demuestra es un gran analista porque dice que todo ese conjunto de fantasmas del gallinero es un tiempo estructurante de Arpad. ¿Qué lugar entonces viene a ocupar el gallo desde nuestra perspectiva? El gallo, como el caballo de Juanito, viene a cumplir una función de suplencia de la figura paterna. El objeto fobígeno sirve para dividir el espacio en lo que está permitido y lo que está prohibido. El objeto fobígeno es en realidad un significante puesto en lo real. Y alguien podría preguntarme “¿Y el acompañante fóbico qué es? Hay circunstancias de la vida en que no se trata de una estructura fóbica, sino sólo de un síntoma fóbico. ¿Quién no necesitó alguna vez para rendir una materia de rendir con un compañero? Sabemos que en algunos casos eso se puede convertir en que no se puede salir a la calle sino es con alguien. Es la necesidad de sentir en lo real la presencia del otro especular, el otro que me devuelve mi ser. Porque no olviden que en este pasaje se trata de dejar de ser el falo del Otro y que el Otro también se muestre como inexistente, porque ahora es un Otro barrado. Suele traer 2 tipos de fantasías en la clínica​, que si uno está atento las puede registrar como buen indicio:


1) “Tuve unos sueños donde mi mamá se moría, pobre, está tan viejita”. Fantasías de muerte del otro. Porque efectivamente, simbólicamente, es su muerte. En la vida cotidiana, esto obviamente lo deja de lado. Por ejemplo, hay un casamiento. ¡Qué alegría, una fiesta! Pero atento que el maestro Freud sabía lo que decía al decir que si hay una fiesta, averigüen quién es el muerto. ¿Por qué llora la mamá de la novia? Todo dicen que de alegría, sí, llora de alegría si es una buena madre porque su hija se casó, pero tambien lloran porque la nena se va y se muere la mamá de la nena. Y se muere la nena, que es adulta. Y justo se fue a hacer un chequeo, porque despierta las fantasías hipocondríacas, las fantasías de muerte. Son indicios que efectivamente está pasando el umbral.

Bueno, les cuento el final hasta dónde llegó Arpad con el relato de Ferenczi: en el final él pregunta por Dios y pregunta dónde van los niños muertos.



Una mañana preguntó a la vecina: “Dime, ¿por qué muere la gente?” (Respuesta: “Porque se hacen viejos y se fatigan”). “¡Hum! ¿Entonces, mi abuela era vieja? ¡No!, no era vieja y sin embargo murió. ¡oh!, si hay un dios, ¿por qué me hace siempre caer? (pensaba: dar un mal paso; sufrir una caída, caer bajo). ¿Y por qué es preciso que muera la gente?” Después se interesó por los ángeles y por las almas y se le dijo que no eran más que cuentos. Se quedó helado y dijo: “¡No! ¡No es cierto! Hay ángeles. Yo he visto uno que llevaba los niños al cielo.” A continuación preguntó espantado: “¿Por qué mueren los niños?”, y: “¿Cuánto tiempo se puede vivir?”. Sólo consiguió calmarse con dificultades.


Evidentemente es un niño que necesita creer que más allá de un padre perverso que le mordería el pene y le impediría avanzar, hay un buen padre que si lo hace. Él va a acompañado de ese fantasma de muerte que yo les decía y le entran a gustar los viejos judíos barbudos y mendigos. Como para completar el cuadro, comenzó en los últimos tiempos a interesarse por los temas religiosos. Los viejos judíos barbudos le inspiraban un gran respeto mezclado con el temor. Pidió a su madre que hiciera entrar a aquellos mendigos en casa. Pero si uno de ellos venía, él se ocultaba y lo observaba a distancia; cuando se había alejado, Arpad bajaba la cabeza y decía: “He ahí un gallo mendigo.” Decía que le interesaban los judíos ancianos porque venían de “la casa de dios” (del templo).

No sé si vieron la concentración en la Basílica de San Pedro. Es decir que el buen Dios, para mucha gente, funciona como decía Freud, como una suplencia paterna. Freud decía que Dios es el padre idealizado de mi padre. Por supuesto, que nadie puede probar ni que Dios existe ni que Dios no existe, lo que estamos planteando es qué significa ese Dios acá en la Tierra en el fantasma de cada uno, es decir, no se ofendan los que son creyentes, no tengo nada para oponer o devaluar lo que uno cree. Para Arpad, ese Dios tenía un valor propiciatorio. ¿Y hasta dónde llega? Dice así:


Para concluir, añadiremos una última aclaración de Arpad, que demuestra que su observación de las actividades de las aves realizada durante mucho tiempo no fue en vano. Un día dijo a la vecina con la mayor seriedad: “Me casaré contigo, con tu hermana y con mis tres primas y además con la cocinera; no, mejor con mamá que con la cocinera.” Pretendía convertirse en un “gallo de pueblo”.


Si ahora yo quisiera, con estas letras, escribir para diferenciar las 3 estructuras... Voy a utilizar una mínima escritura que me sirve para distinguir el tiempo sintomático de lo que yo llamo la serie de las neurosis​. En la perspectiva que les voy a nombrar, decimos que hay 3 neurosis. La neurosis de histeria, la neurosis obsesiva y la neurosis fóbica.


Histeria:



Decimos que la estructura histérica hay un desprendimiento prematuro del Otro (A).​ Recuerden a Dora, que descubre prontamente en su madre jamás va a poder encontrar una respuesta a la pregunta por la femineidad. ¿Qué hace Dora, dónde busca una solución? En el deseo del amor paterno (d). El amor al padre es lo que constituye el corazón de la estructura histérica, que por momentos, si siente esa pérdida, puede melancolizarse,​ como le pasa a Dora, y producir una regresión a ese lugar de objeto (a).​

Obsesivo:



El neurótico obsesivo, recordemos el caso princeps del hombre de las ratas, se acuerdan que hasta se quería cortar la yugular porque estaba apresado en el mandato materno y también paterno, aunque había muerto el padre, “tienes que casarte con la prima rica y dejar de pretender a la prima pobre” y que repitiera la historia de sus propios padres. Es decir, que el sujeto está apresado en el Otro (A), intenta un avance hacia el deseo (d), pero tiende a retornar y ahí la duda lo mantiene sin poder hacer un corte.​

Fobia:





En la fobia decimos que se trata de un tiempo intermedio. Aquí es un tiempo donde hubo desprendimiento. En el obsesivo hay una regresión que lleva a un tiempo anterior. En la fobia en cambio lo que se destaca es este lugar de la barra.


Este lugar de la barra, lo que sujeto trata es de salir del lugar de objeto (a), tratando de constituir su deseo (d). Es el tiempo histérico de la fobia. Pero que tiende, cuando lo angustia lo toma, a retornar al encuentro con el Otro (A) que es el tiempo obsesivo de la fobia. Esta posición de vaivén del fóbico, que puede avanzar a la histeria o puede regresionar a la neurosis obsesiva, es lo que lo lleva tanto a Lacan como a Freud a tener por momentos 2 posiciones contrarias: a reconocer por momentos que la fobia es una estructura en sí misma, que es neurótico donde lo dominante es la angustia y la construcción del objeto fobígeno, y por momentos a decir que no es una neurosis, sino que es nada más que un movimiento continuo de vaivén entre las únicas 2 neurosis que es histeria y neurosis obsesiva.

Con esto, retomo entonces el comienzo. La pregunta “Fobia, ¿síntoma o estructura?” es una pregunta que nos la provoca la misma estructura.


¿Qué hacemos con un paciente fóbico en la dirección de la cura? Bueno, como siempre, lo que podemos. Lo primero que les diría con un paciente fóbico, es que puede constituirse un héroe de guerra. ¿Saben lo que es un héroe de guerra? alguien que huye para adelante. Se llama, en la jerga nuestra, contra­fobia. ​Entonces cuidado con mandar rápidamente a un fóbico al diván. Despacio, porque así como se tira en el diván, después sale corriendo. Entonces se dice “interrumpió prematuramente el análisis”. No, nunca lo comenzó. Primera cuestión, no prenderse en el apuro.


Segundo, cuando se llegue al carozo de la fobia, que será la angustia, allí en la técnica lacaniana tratamos de acompañar al sujeto. Si es imprescindible podemos llegar a dar, como decía mi maestro Pichon Riviere, alguna psico­droga, pero no para hacer como el psiquiatra clásico para que pierda la relación a la palabra, sino para que pueda seguir hablando. El mínimo e imprescindible para eso. Si podemos evitarlo mejor, entonces podemos ofrecerle al analizante que nos puede llamar cuando precise, puede mandarnos un mail, podemos darle 2 sesiones en un mismo día, es decir, no nos quedamos en un rígido encuadre o setting, porque para nosotros la castración del Otro, ayudar a que el sujeto se libere del deseo del Otro, es propiciatorio. Entonces la angustia de castración indica el momento de una oportunidad. Y se trata de ayudarlo a que el analizante la aproveche. Entonces, segunda cuestión es acompañar la angustia. A veces eso se traba porque el sujeto no ha conseguido una suplencia adecuada que le suministre la letra de la cual carece. Bueno, tenemos que acompañarlo también a que encuentre eso. Dicho de otro modo, a que encuentre la diferencia entre constituir un vacío y ese vacío va a ser causa de deseo, causa de creación, causa de tener ganas de vivir, a que diferencie un vacío de un abismo. Un vacío tiene borde, ese borde es letra.

[Pregunta inaudible]
Cuando se avanza en un análisis, podemos llegar en un momento a situar un punto de fijación. Cuando hablamos de un fantasma fundamental, estamos diciendo cuando en el fantasma se invierte la posición, o sea, el neurótico cuando viene al consultorio no viene en esta posición (gráfico de constitución del sujeto), viene en esta otra (invierte a por $), y se vuelve a ofrecer como objeto al Otro. Y se posterga como sujeto de deseo. Lograr encontrar el fantasma fundamental como axioma del cual se deriva todo lo demás, quiere decir que la tarea del análisis sigue también el inverso, yendo de fantasma en fantasma tratamos de llegar al punto principal de fijación. Fijación quiere decir fijación a un goce. Un goce del cual intentamos ayudar a que ese sujeto se libere porque es goce está en la base del síntoma. En el nudo, donde se recubren los 3 agujeros Lacan escribe el objeto a y Lacan dice en el seminario del sinthome, uno de los últimos, posteriores al R­S­I, que cuando se establece un empalme entre inconsciente e imaginario, de contragolpe se produce un empalme entre lo que es el síntoma y lo que es del síntoma y lo que hay del goce que lo parasita. Es decir, el sujeto puede descubrir cuál es el goce parasitario que hace que siga sufriendo ese síntoma.


Bueno, digamos que en un final de análisis se supone que el sujeto no solo atraviesa el fantasma, que un momento era un cliché que se decía en Buenos Aires. Atravesar un fantasma significa levantar la fijación a un goce. Cuando un análisis avanza, no hace falta que sea en el final, el analizante comienza a distribuir los goces. Se pueden ver en cosas simples, puede llegar a vestirse mejor, es decir, se ofrece mejor a la mirada del Otro. La mirada tiene que ver con un goce pulsional, goce escópico, puede llegar a querer cuidar su cuerpo, su figura, entonces modifica su relación con la pulsión oral. Pueden darse muchas cuestiones en alguien que está en un análisis que avanza y redistribuye los goces.


Sería un error considerar que Lacan propone un psicoanálsis ligado solo a la palabra. El psicoanálisis implica una conjunción de letra con cuerpo. La palabra letra en la jerga lacaniana quiere decir “litoral entre el saber significante y el goce de objeto”. Una análisis que efectivamente ha funcionado, provoca un sujeto que va a andar por el mundo con una nueva distribución del goce. Dentro de ciertos límites, por supuesto que no va a nacer de nuevo, pero va a haber una redistribución de goces.

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