Fuente: conferencia dictada por Héctor Rúpolo, en Fundación Triempo, el 08/01/2017
Clase del 8/1/2018
En principio yo puse acá 2 matemas de Lacan, son muy importantes porque hay una transmisión muy errónea basado en algo que dijo Lacan: “El Otro no existe”. Lo dijo en varios seminarios y a partir de allí se pensó de que el Otro no existía en el sentido del inconsciente y no es así. El Otro que no existe es el Otro absoluto, ese que no tiene falta.
S(Ⱥ) A
En cambio, el primer matema, que es el significante de la falta en el Otro, es decir que el Otro es incompleto, es el inconsciente. Ese es el matema del inconsciente, ¿cómo Lacan va a decir que el inconsciente no existe?
Cuando preparaba las clases, me di cuenta que en realidad tenía que hablar de topologías de la perversión, por lo menos 2:
- Hoy veremos la topología del deseo, ¿Cómo podemos pensar la estructura del deseo en la perversión? (Basada en el texto de Freud “El feticihismo” de 1927 y del seminario IV de Lacan, “Las relaciones de objeto”, del cual uno de los capítulos está dedicado a la perversión).
- La próxima clase veremos la topología que tiene que ver con el Otro en el caso de la perversión. Esta clase estará basada en el seminario de la Ética del Psicoanálisis, donde lacan da un acercamiento a la perversión muy claro. Y también en el texto que está basado el seminario, que es Kant con Sade.
Con respecto a la perversión, una de las primeras cosas que yo pude pensar es esta relación con el deseo. Voy a citarles de El fetichismo de Freud algunas clases que nos van a venir muy bien para pensar aquello que quiero decirles hoy respecto a la perversión.
Sin duda despertaré decepción si anuncio ahora que considero el fetiche como un sustituto del pene, de modo que me apresuro a agregar que no es el sustituto de un pene cualquiera, sino de uno determinado y muy particular, que tuvo suma importancia en los primeros años de la niñez, pero que luego fue perdido. En otros términos: normalmente ese pene hubo de ser abandonado, pero precisamente el fetiche está destinado a preservarlo de la desaparición. Para decirlo con mayor claridad todavía: el fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre), en cuya existencia el niño pequeño creyó otrora y al cual -bien sabemos por qué- no quiere renunciar.
El proceso transcurrido consiste, pues, en que el niño rehúsa tomar conocimiento del hecho percibido por él de que la mujer no tiene pene. No; eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de un pene corre peligro, y contra ello se rebela esa porción de narcisismo con que la previsora Naturaleza ha dotado justamente a dicho órgano.
Más adelante dice:
Si no me equivoco, Laforgue diría en este caso que el niño «escotomiza» la percepción de la falta de pene en la mujer. Un nuevo término sólo está justificado cuando describe o resalta un hecho nuevo. Nada de esto, sin embargo, existe aquí: la pieza más antigua de nuestra terminología psicoanalítica, la palabra «represión», se refiere ya a este proceso patológico. Si en dicho concepto queremos diferenciar más agudamente el destino que sufre la idea de la vicisitud que sigue el afecto, bien podemos reservar para este último el término «represión», [...]
Esto nos trae un poco de dudas, porque Freud había dicho en La Metapsicología que el afecto no se reprime. Había dicho que el afecto se puede suprimir o desplazar, o transformarse en angustia. Los destinos para el afecto eran esos, no la represión. Pero acá habla de represión. Vamos a ver si le podemos dar alguna interpretación a esto. En cambio, la representación tiene otro destino, que ahora vamos a ver cuál es.
[...] y en tal caso la palabra que más cuadra al destino de la idea o representación sería «denegación» o «repudiación».
Este sería el mecanismo que va a caracterizar a la perversión. Tenemos represión para las neurosis, rechazo o forclusión para la psicosis y desmentida o renegación para la perversión.
El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre), en cuya existencia el niño pequeño creyó otrora y al cual -bien sabemos por qué- no quiere renunciar.
No sabemos por qué no quiere renunciar… Porque se trata de la castración. Estas son palabras muy importantes, y lo digo porque ustedes ya se habrán dado cuenta que se refiere a la castración. La cuestión del fetiche, ese objeto sobre el cual se desplaza el falo de la madre, solo se puede dar en el hombre. Solo importa para el hombre; en la mujer no hay fetichismo. La mujer puede ser perversa, pero no con fetiche. La mujer tiene una relación a la falta distinta que la que tiene el hombre. “No; eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de un pene corre peligro, y contra ello se rebela”. Con este texto, se empieza a hablar de la constitución de un objeto que va a venir a tapar, a poner un manto de olvido sobre aquella evidencia de que la madre no tiene falo.
Luego tenemos otro párrafo de Freud:
No es cierto que el niño, después de la observación que hace en la mujer, mantenga incólume la creencia en el falo femenino. La conserva, pero también la abandona; en el conflicto entre el peso de la percepción ingrata y el poderío del deseo opuesto llega a una transacción tal como sólo es posible bajo el dominio de las leyes del pensamiento inconsciente, o sea, de los procesos primarios. En el mundo de la realidad psíquica la mujer conserva, en efecto, un pene, a pesar de todo, pero este pene ya no es el mismo que era antes. Otra cosa ha venido a ocupar su plaza, ha sido declarada, en cierto modo, su sucedánea, y es ahora heredera del interés que antes había estado dedicado al pene. Este interés, empero, experimenta todavía un extraordinario reforzamiento, porque el horror a la castración se erige a sí mismo una especie de monumento al crear dicho sustituto.
Fíjense lo que dice Freud acá. Se crea el fetiche, que es un desplazamiento del pene de la madre para poder taponar la falta en ella. Pero al mismo tiempo, ese objeto representa el horror de la castración. Y acá tenemos que plantear la siguiente cuestión: si la neurosis reprime la castración y la psicosis la rechaza… El perverso, ¿en qué lugar está la cuestión de la castración? El perverso no es psicótico, o se que la castración ha sido afirmada. Pero al mismo tiempo que es afirmada, es renegada. Entonces, yo encontré una fórmula para esto: “Si, pero no”. Y si le damos una vueltita más, podemos decir “No hay un sí sin un pero”. El “pero” es la fórmula renegatoria y el “si” es la afirmación de la castración, porque en la perversión hay castración, pero a condición de ser renegada. Esta fórmula me pareció adecuada para la perversión, que está a caballo entre la neurosis y la psicosis. Por un lado está renegando, pero por el otro lado está aceptándola. Esto me dio a pensar algo que es muy importante: hay algo del orden del deseo en la perversión. La perversión no es puramente renegación, porque la estructura está basada en la castración, entonces en algún lugar, en algún momento, hubo una aceptación y eso nos da la posibilidad de pensar en un cierto deseo en la perversión.
Todos los psicoanalistas conocemos el caso de la joven homosexual. Se acuerdan que la joven homosexual, una paciente de Freud, le lleva un sueño, donde ella le dice que le gustaría casarse y tener hijos. Freud dice “me quiere engañar, me quiere mentir. Me dice que quiere casarse y tener hijos y en realidad lo que quiere es ser lesbiana”. Y Freud se equivoca, porque si lo interpretamos como dice Lacan, que la mentira dice siempre la verdad, también había en ella una verdad de que quería casarse y tener hijos. Hay algo del orden del deseo, que ni la homosexualidad altera, ni el travestismo ni ninguna de estas cosas nuevas que ahora se han puesto de manifiesto y que me parece muy bien que sea así. La orientación sexual no se elige. Hasta en los homosexuales mujeres o varones, van a ver que uno se comporta como el hombre y el otro como la mujer, porque no hay más de 2 sexos. Lo sexos son dos y Freud y Lacan lo dijeron claramente. No se trata de que tenga o no un pito, eso es un cuentito que se armó en el post-freudismo. Lacan da en la tecla en la manera de definir el sexo: es en función del falo. Un sexo se define por tenerlo y otro por serlo. La mujer por ser el falo y el hombre por tener el falo… Cosa que ni el hombre lo tiene ni la mujer lo es. Pero digamos que en función del falo es que se define un hombre y una mujer.
En la perversión, cuando se produce el objeto fetiche, va a tener que ver con algún elemento usado por la madre, por ejemplo las medias. Entonces ese hombre no se va a calentar con un mujer si no tiene medias. O el zapato. Va a necesitar esa presencia para calentarse, ára tener goce sexual.
Voy a escribirles acá 2 posiciones que son muy importantes que surgen de lo que sería el falo simbólico (𝚽). De ahí va a surgir el 𝛗 positivizado y el -𝛗.
Destaco estos 3 elementos porque ahora tenemos que avanzar un poquito más y vamos a tener que decir que el falo simbólico, que es un significante, es el significante más valioso, porque todos los demás significantes valen en función de ese significante que está por fuera. Ese significante que está por fuera es el S(Ⱥ), es un elemento que no está dentro del Otro, sino que está por fuera. Como tal, circula y nunca sabemos dónde está. De hecho, está en las ecuaciones simbólicas que hizo Freud: heces, regalo, dinero, niño… Todos esos elementos están en función del falo simbólico. Ninguno lo es y todos están en función de eso.
Lo que me interesa destacar es que el falo simbólico se pone en juego de 2 maneras distintas, sería lo imaginarizado del falo. El 𝛗 y el -𝛗. El 𝛗, que yo lo llamo 𝛗 positivizado, es el fetiche. El 𝛗 es con lo que se tapa la falta en la madre. Y el -𝛗 es la castración, es la falta en la madre.
Ahora, todo esto es para decirles algo muy importante: ¿qué es aquello que está entre el sujeto y el fetiche? El veil. Es una cortina transparente, es el velo. Esa cortina, ese velo, es sobre el cual se va a representar el fetiche. ¿Por qué es importante esto? Porque Lacan comenta esto y dice que representa la manera en que se trataba, en la antigüedad de Grecia, la relación con el falo. Había una serie de fiestas agrícolas que tenían que ver con las cosechas, donde el falo era el elemento que iba a fecundar a la tierra. Habían estatuas con falos, falos directamente armados como si fuera un objeto. No había contacto directo con ese falo, porque hay un problema. Ustedes hoy en día pueden ir a Internet y pueden ver pijas de hombres, pero eso no es el falo. Esas son pijas de hombres, pornográficas. El falo es aquello que está velado. No está directo, tiene un velo. por eso Lacan destaca la importancia del velo, que por ejemplo está en la travesti. La travesti, atrás de su vestido, tiene lo que produce el efecto, que es el falo de la madre. Pero necesita el velo.
Entonces, el objeto fetiche, que es el sustituto del falo, va proyectado en el velo. Y ese fetiche proyectado en el veil va ser el 𝛗 positivo, el objeto que tapona. El -𝛗 es la castración y es la neurosis. El 𝛗 positivizado es la perversión. Pero no podemos olvidarnos de lo que les dije antes, de que la perversión no es una psicosis, es decir, hay una aceptación de la castración. Por lo tanto, la perversión está hecha del -𝛗 y del 𝛗. Aparece lo que falta a condición de ser negado. Por eso esa fórmula, “Si, pero...”. Lo que nos importa de lo que dice Lacan respecto al velo y por eso traigo esta cuestión, es que Lacan dice que supongamos que este sea el velo sobre el cual es proyecta el objeto:
Sujeto //veil// obj → más allá.
El sujeto está a la izquierda y Lacan va a decir que lo que el sujeto ve proyectado en el velo es el sustituto del pene de la madre, pero sin embargo hay un más allá. Y este más allá es la castración. Entonces, lo que hoy les quería decir es que hay un más allá del fetiche, un más allá del taponamiento del perverso, con lo cual nosotros podemos trabajar. Por eso, el perverso es analizable. No cualquiera, obviamente, pero esto también pasa con la neurosis y la psicosis. No todos los neuróticos son analizables, ni todos los psicóticos.
Este fetiche, que está representando el falo de la madre, ¿qué es? Es el mismo sujeto puesto en lugar de ese objeto. Eso nos va a dar idea de lo que yo voy a trabajar la próxima vez, que es lo que Lacan inventó más allá de Freud y que nos permite realmente hacer un posible trabajo con la perversión.
Yo una vez tuve entrevistas con un psiquiatra del Borda. Lo primero que me pasó con ese paciente es que cometió un fallido y le pregunté qué se le ocurría con eso que dijo. Él dice “No, nada, es una pavada…”. Yo le dije que esto era un análisis y que tratara de ver qué se le ocurría con eso. “No, yo no vengo acá a hablar de eso”, me responde. ¡Inanalizable! Ya se los planteo: el perverso que no quiere saber nada con lo que tiene que ver con las formaciones del inconsciente, es inanalizable. Lo cual no quiere decir que les van a venir a contar los sueños, los fallidos… Hay perversos que tienen una porosidad con el inconsciente que les permite plantearse preguntas. Hay, pero no todos. El perverso que no es analizable, no quiere someterse a la regla fundamental.
Lo que les quería decir como finalización de esta charla, es que la perversión, a nivel del deseo, tiene una verdad reprimida, así como hay una verdad reprimida en la joven homosexual. Ella quería tener hijos y esa verdad reprimida tiene que ver con el deseo. Esto nos da una posibilidad de trabajo con la perversión.
Pregunta: Usted plantea que no está totalmente desestimado el tratamiento. ¿Cómo podrían aprovecharse esos momentos?
H.R: Yo te diría que la próxima vez voy a hablar por qué lugar específicamente se puede entrar. Hay posibilidades, pero Lacan aporta algo crucial para poder pensar el análisis en una perversión.
Pregunta: Con respecto a la aceptación de la castración y negación en la fórmula, ¿Cómo se da?
H.R: Vos vas a ver que siempre hay una aceptación de algo, pero a condición de después decir que no. “Si, el coche lo tenía mal estacionado, pero todo el mundo lo estaciona mal”. es muy común. El policía le quiere hacer una multa porque tiene el coche mal estacionado. Ocurre que la perversión está como estructura, pero también como discurso social culturalizado.
Pregunta: En el texto de la negación de 1925, Freud habla de la bejahung. Quizás eso lo clarifique.
H.R: La bejahung es la afirmación de la castración. El perverso la tiene inscripta; en la psicosis no está.
Pregunta: ¿Cómo podemos pensar la perversión en la mujer, teniendo en cuenta que no se da en el orden del fetichismo?
H.R: Tengo 2 respuestas posibles. Una es que está poco estudiado la perversión en la mujer. Otra, lo que sería la clínica, donde yo he tratado pacientes perversas y se han conseguido resultados. No se trata de modificar la estructura, en este punto hay que ser bien claro de que la estructura clínica se mantiene, aunque se analice. La estructura no cambia, ya está hecha. Pero hay cambios que se pueden hacer, muy importantes, sobre todo para las personas que sufren, para que esa persona pueda vivir mejor. Esa creo que es nuestra tarea, poder ayudar a alguien que tiene sus problemas y que pueda vivir mejor. Por eso me parece que el análisis de la perversión es importante.
Ahora, a nivel teórico hay analistas franceses que dicen que porque no hay fetichismo en la mujer, no hay perversión en la mujer. La clínica muestra otra cosa.
Pregunta: (inaudible)
H.R: El perverso, por lo general, tiene un partenaire neurótico. Por ejemplo, pueden encontrar 2 lesbianas donde una sea perversa y la otra neurótica. Se llevan bien, pero no es que se complementen. La relación entre 2 perversos es bastante difícil.
Pregunta: ¿Cómo escuchar a un perverso desde la clínica?
H.R: Esa pregunta que vos hacés es importante, porque hay toda una historia en Argentina con respecto a la perversión. Antes de Lacan no se entendía bien la perversión, se creó una nomenclatura nueva que era la psicopatía. La psicopatía era el perverso que nosotros estábamos hablando ahora, pero se había creado la entidad porque con Melanie Klein no se entendía lo que era la perversión. El psicópata era un ser maligno que quería joder a los otros. Pero eso no es así: malos podemos ser todos, hay psicóticos, perversos y neuróticos malos. La estructura no determina la bondad.
Pregunta: La psicopatía está vista como un loco moral.
H.R: El problema está en cómo definir lo moral, para lo cual yo te recomendaría el seminario VII de Lacan. Él ahí va a definir claramente lo que es la ética, la moral y todo el resto de definiciones de la moral son cosas que no se sostienen.
Pregunta: ¿Se puede pensar la perversión en la mujer como sadomasoquismo?
H.R: No necesariamente, porque hay homosexuales femeninas que no son sádicas. Yo tengo casos donde están más determinadas por una cuestión identificatoria., según avatares que produjeron la identificación con un hombre. Con eso, ya tenés una perversión femenina.
Pregunta: Me queda una duda en relación a la elección de objeto en relación a la perversión o si estamos hablando más bien de la castración. ¿Cuál es la relación entre una elección amorosa homosexual o heterosexual en relación a la castración?
H.R: Siempre es en relación a la castración. No hay una elección consciente del sexo.
Pregunta: Pareciera que proponés que solamente una mujer lesbiana puede ser perversa.
H.R: No, porque una madre que le pega a los hijos y los lastima, también. Hay todo tipo de cosas, no podemos abarcar todos los casos en una definición. No es seguro que una mujer a la que le guste otra mujer sea una perversa. Una podría serlo, la otra no. En general una lo es, una está identificada con un hombre.
Se habrán fijado que yo no hablé de ley, pese a que esta sea una charla sobre la perversión. Es que en realidad lo más importante no es la ley del padre, que el padre prohiba a la madre… Lo más importante es que haya un significante falo que esté por fuera del Otro. Eso es la castración, no que el padre diga “tu madre está prohibida”, porque el padre quizá lo puede decir sin decirlo. Y como se han dicho tantas pavadas con el autoritarismo, lleva a cosas complicadas.
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