martes, 14 de mayo de 2019

Yo, ego, si mismo: consecuencias clínicas.


Notas de la conferencia dictada por Isidoro Vegh, el 10/04/2018.

El tema del título comenzó con un seminario y luego derivó en un libro. El tema para este año es el narcisismo. 

En la historia del psicoanálisis, Jaques Lacan se animó a decir que los psicoanalistas habían desviado el camino que Freud había iniciado. Él se propuso, entonces, a hacer un retorno a él. ¿Pero qué pasó? Esto se venía gestando desde mucho antes, con su texto llamado “La cosa Freudiana”, cerca de los ‘70, pero había comenzado antes. En 1936, en la Alemania nazi, se hace el Congreso Internacional de Psicoanálisis. Allí concurre un joven Lacan y presenta la primera versión de lo que luego se convirtió en un clásico: el estadío del espejo y la constitución del yo. En ese mismo congreso, Heinz Hartmann presentó las primeras tesis de lo que fue el libro “La psicología del yo y el problema de la adaptación”, junto a otros analistas de la psicología del yo, que inauguró lo que en la historia del psicoanálisis se conoce como ego-psychology. 

¿Por qué Lacan  planteó el retorno a Freud y cuál era la diferencia de que ya se estaba dando en 1936, con todavía Freud vivo? ¿Qué planteaba la ego-psychology y en qué se basaban? Ciertamente, si nos dijeran que se basaron en unas frases de Freud se algunos de sus textos, no podemos negar que algo de verdad hay. Voy a leer del clásico de Freud El yo y el ello esta frase:
Es fácil inteligir que el yo es la parte del ello alterada por la influencia directa del mundo exterior, con mediación de P-Cc: por así decir, es una continuación de la diferenciación de superficies.
Es decir, un yo que tendría como función acercarnos a lo que todos conocemos como principio de realidad. Dice también Freud:
Además, se empeña en hacer valer sobre el ello el influjo del mundo exterior, así como sus propósitos propios; se afana por remplazar el principio de placer, que rige irrestrictamente en el ello, por el principio de realidad.
Es curioso que se tradujera la frase pre-socrática de Freud “Donde ello estaba, que el yo advenga”. ¿Y para qué? Sigo con Freud todavía, que dice:
Para el yo, la percepción cumple el papel que en el ello corresponde a la pulsión. El yo es el representante [reprásentieren] de lo que puede llamarse razón y prudencia, por oposición al ello, que contiene las pasiones.
Con lo que les acabo de leer, Heinz Hartmann se autorizó a proponer en su libro “La psicología del yo y el problema de la adaptación”, que
No toda adaptación al ambiente, no todo proceso de aprendizaje y maduración implica un conflicto. Me refiero al desarrollo libre sin conflictos de la percepción, la intención, la comprensión del objeto, el pensamiento, el lenguaje, los fenómenos del recuerdo, la productividad, hasta las bien conocidas fases del desarrollo motor, la precisión, el gateo, la marcha, y hasta los procesos de maduración y aprendizaje implícitos en todos esos aspectos y muchos otros.
Todo esto, él lo resume diciendo que se trata de reconocer que hay un yo libre de conflictos. Libre de conflictos quiere decir que está libre de influencias sin control. Dice que tenemos que aclarar esto si suponemos que la adaptación, refiriéndonos principalmente al hombre, están analizadas tanto en sus aspectos amplios como en sus aspectos sutiles, por un lado por --- del hombre y su maduración de sus órganos. Pone el ojo sobre aquellas acciones controladas por el yo que se oponen a los trastornos en forma activa y mejoran las relaciones de la persona con ella misma.

Suelo decir que estos psicoanalistas como Hartmann, Lowenstein (que fue analista de Lacan por 6 años), cuando tuvieron que huir del nacismo y se fueron a Estados Unidos, es evidente que encontraron el ámbito adecuado para estas teorías. En un lugar donde el capitalismo llegó al extremo de su desarrollo, son bienvenidos quienes puedan proponer algo diferente a ese psicoanálisis que dice que si cometemos un lapsus no sabemos por qué lo decimos porque tiene una determinación inconsciente, o que cuando elegimos una pareja en el amor es como dice nuestra tía: “es una lotería”. En cambio, es mejor poder decir que cuando alguien firma una escritura, sabe lo que está haciendo. O que cuando firman un cheque, saben lo que están haciendo. Lacan no solamente se la tuvo que ver con la ego-psychology, también con los seguidores de Melanie Klein, psicoanalista que él valoraba. 

¿Qué hizo Lacan con esta frase de Freud que antes leímos? Porque esa frase está. Hizo lo que yo llamo la práctica del pliegue: se fue al texto primigenio donde Freud presentó el narcisismo, que en castellano lo conocemos como “Introducción al narcisismo”, cuya traducción exacta sería “Para introducir al narcisismo”. En este texto anterior, encontró frases distintas. Por un lado, con su honestidad habitual, Freud dice:

El término narcisismo proviene de la descripción clínica y fue escogido por P. Näcke en 1899 para designar aquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual;

Supongo que acá todos se analizan… Díganme, cuando ustedes están en el acto sexual, ¿cómo les va con la adaptación? Porque si lo piensan bien desde el principio de realidad, darse un beso es intercambiar gérmenes. ¿Ustedes se relacionan con su pareja desde el principio de la adaptación? Además, ¿cómo lo hacen? ¿Sin jueguitos, sin un chiche? Acá Freud nos está diciendo que tiene que ver con el propio cuerpo como uno trata al partenaire. Vamos a ir más adelante:

Manifiestamente se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tipo de elección de objeto que ha de llamarse narcisista.

Volvamos otra vez a lo que dicen nuestras tías… ¿El amor se establece como en el Tinder, con listas de coincidencias? ¿O nos dice que el amor es ciego? Esto es lo que dicen las tías. ¿Por qué vamos a creer que es menos ciego cuando tenemos por objeto de amor al propio yo? Esto le ayuda a Lacan a proponer, en el estadío del espejo en su segunda versión después de la guerra (1949) en Zurich, que la función del yo es una función de desconocimiento. Recuerden que para Hartmann el yo accede al principio de realidad. Mientras Hartmann habla de la adaptación del yo, Lacan habla de la subversión del sujeto. Ya Descartes, algunos siglos antes, en su Discurso del Método y en lo que se llama la duda hiperbólica, había cuestionado la certeza del saber consciente. Había cuestionado el saber que había recibidos de los jesuitas de su tiempo, había cuestionado la certeza sensible. El buscaba una verdad y hasta intentó con las matemáticas y se le ocurrió la idea del genio maligno, que le haría creer que 2 más 2 es 4, cuando podría ser 5 y ahí llegó a una conclusión, el cogito famoso: la única certeza que tengo es que todo este tiempo estuve dudando, y a eso lo llamó pensar. Es decir, que la única certeza es que todo el tiempo el sujeto estuvo pensando. Es decir, que ya desde Descartes se cuestionaba este yo del principio de realidad. Es decir, volvía a hacer entrar por la ventana lo que Freud sacó por la puerta: la psicología de la consciencia.

Ahora bien, ¿qué hacemos con esta frase de Freud? ¿Elegimos unas y desechamos otras? Por otro lado, cuando uno cruza la calle, ¿no está atento al semáforo para prevenir un accidente? ¿No podemos decir que eso es un principio de realidad? Tiene razón. ¿Cómo resolver esta contradicción entre este yo de la adaptación y este yo que se ama a sí mismo con la misma forma que cualquier amor?

¿Han tenido ustedes la oportunidad de atender niños que no se pueden mantener erguidos? ¿Qué les pasa a esos niños? Cuando el análisis avanza, porque hay un lugar donde se los puede acoger, y mediante las intervenciones a los padres algo cambia y el niño empieza a erguirse. Hay un yo que se gesta a partir del amor y del deseo del Otro. Se trata de un yo que yo llamo un yo pasional, que va a ser es condición de eso que describe Hartmann, lo que llamamos un yo instrumental. Cuando uno no es correspondido por ese otro que nos gusta, ¿no sucede que nos resulta difícil levantarnos de la cama? No tenemos ganas de bañarnos, las damas no quieren maquillarse, los caballeros no quieren afeitarse, ¿qué pasa? Estamos bajo el sentimiento de que el Otro no nos ama. Al revés, cuando surge un nuevo amor, ¿vieron cómo se les nota al amigo o amiga que está en eso? Por más que lo quiera ocultar, se nota. 

Entonces, vimos este yo pasional y este yo instrumental. Yo le diría a Hartman “Mire, lo que escribe usted está bien, pero lee mal a Freud, porque en ‘El Yo y el Ello’ no dice ‘el señorío del yo’, sino ‘los vasallajes del yo’. La función de síntesis no quiere decir que el yo la logre, sino que aspira a ella, pero no la logra porque está tironeado por el ello, por el superyó, por lo que irrumpe de lo real... ¿por qué jamás 2 personas se van a poder poner totalmente de acuerdo? Porque no hay una sola que esté de acuerdo consigo misma en todo, salvo que sea decididamente paranoico. 

Entonces, no es que desechemos esta descripción de la realidad, pero es una realidad que está marcada desde el amor y entonces decimos con Lacan que la realidad, esa que nos hace adaptarnos al mundo, es una realidad que se sostiene del fantasma de cada uno. ¿Cómo puede ser que vivamos en el mismo país en donde haya versiones tan contrarias de lo que sucede? Eso es porque nuestra relación con la realidad no funciona mediante una percepción acética, única y no marcada por el amor, por el deseo, por el fantasma. 

EGO. Lacan, en los últimos seminarios, en Le Sinthome, que no debe confundirse con el síntoma, trabaja sobre la vida y la obra de Joyce. Jung dijo una frase que estaba bastante bien: su arte le permitió a Joyce nadar allí donde su hija se ahogó en la esquizofrenia. 

En Retrato del Artista Adolescente, Joyce cuenta cosas que si las comparamos con su biografía, vemos que es una novela bastante autobiográfica. Cuenta la profunda tristeza con la que regresó de la ciudad de Cork, donde había ido con su padre para que él se desprendiera de una de las últimas propiedades que había heredado, para pagar las deudas. Él asistió a ver con tristeza ver a su padre en ese momento tan trágico, donde la familia tenía que mudarse sistemáticamente a barrios cada vez más humildes porque el padre no pagaba el alquiler. Venía el alguacil y los desalojaban por la fuerza. Él lo dice en la novela, “mi padre es un monigote, es un quebrado”. Joyce intenta ir por el camino de la culpa que su madre cristiana le había inculcado, que era el camino del seminario. Él decide que eso no era para él y después concluye. Y dice que será “el artista”, cosa que a Lacan no se le escapó, porque no dijo “seré un artista”. ¿Qué significó para él dedicarse al arte? Les voy a leer algo que a Lacan le sirvió para hacer el diagnóstico. Lacan trabajó la psicosis 3 veces con intervalo de 20 años. 

La primera vez fue cuando presentó su tesis sobre la paranoia en el caso Aimée, donde hizo su diagnóstico a partir del episodio de pasaje al acto donde acuchilla a la actriz famosa, que ocupaba el lugar del ideal. 

La segunda vez es cuando él trabaja el caso Schreber, con ese cuerpo leproso que Schreber escribe en sus memorias, mucho de lo que Lacan describe en el Estadío del Espejo como la fragmentación yoica, la pérdida de unidad. 

En cuanto a Joyce, nunca dijo que era psicótico, no iba a decir eso del gran novelista del S. XX, pero para los que conocen la teoría lacaniana, hay una frase que nos dice bastante: Joyce sufría de una verwerfung de hecho del Nombre del Padre.

Voy a leer del Retrato de un Artista Adolescente donde Joyce cuenta de un modo maravilloso esa pérdida de lo imaginario. Dice:
Y ahora, mientras recitaba el Confiteor entre las risas indulgentes de los otros dos y mientras las escenas de este ultrajante episodio pasaban incisivas y rápidas por su imaginación, se preguntaba por qué no guardaba mala voluntad a aquellos que le habían atormentado.
Resulta que en la clase él había dicho algunas frases donde se desprendía que no era católico, aunque el colegio lo era. Los compañeros lo burlaban cuando salía de la clase y le preguntan quién es el mejor literato y él dice lord Byron. Ellos le responden que es otro. Y este personaje, que sería lo que encarna la vida real de Joyce, insiste que es lord Byron. Los compañeros le empiezan a pegar, lo acorralan contra un alambre de púas hasta que consigue liberarse y escucha como los otros se van riendo y él se queda con la bronca y el dolor de esa escena, pero no habiendo transado ni desdicho de lo que él pensaba. Entonces, recordando aquella escena, dice:
No había olvidado en lo más mínimo su cobardía y su crueldad, pero la evocación del cuadro no le excitaba al enojo. A causa de esto, todas las descripciones de amores y de odios violentos que había encontrado en los libros le habían parecido fantásticas. Y aun aquella noche, al regresar vacilante hacia casa a lo largo del camino de Jone, había sentido que había una fuerza oculta que le iba quitando la capa de odio acumulado en un momento con la misma facilidad con la que se desprende la suave piel de un fruto maduro.
Me parece una maravillosa descripción del desprendimiento del anillo imaginario. Ustedes saben que Lacan utilizó diversas formas matemáticas para intentar crear una formalización de lo que su experiencia clínica le presentaba. Básicamente esas fórmulas son 3:

  • La de los grafos.
  • La topología de superficie.
  • La topología nodal.
En esta estructura nodal, conocida como Nudo Borromeo, que en realidad es una cadena, se trata de 3 anillos anudados de tal modo que ninguno penetra al otro, sin embargo, hacen una sola cadena. Si se corta uno, los otros 2 también se liberan. A esos anillos les puso letras y nombres: real, simbólico e imaginario. Ese es el paradigma de Lacan y el horizonte al que hasta ahora hemos llegado en el psicoanálisis. Lo que nos dice es que cuando hay psicosis, el diagnóstico Lacan lo hace -con Schreber, con Joyce- por la pérdida del anillo imaginario. 

Esa pérdida del anillo imaginario, de haber persistido, lo hubiera dejado a Joyce nadando en la psicosis. Joyce armó un cuarto anillo que se llama sinthome. Ese sinthome fue su escritura. Nora, su mujer, contaba que cuando Joyce escribió su última novela, que la hizo durar 17 años. La escribió de noche y era el único momento en que reía. ¿Qué es lo que le permitió ese 4to anillo llamado sinthome? Ustedes se darán cuenta que a diferencia del síntoma, no hay que quitarlo, porque el sinthome es un remedio para la estructura. Esto le permitió a Joyce una dimensión imaginaria que Lacan llamó ego.

¿Qué caracteriza a este ego? Es una restitución imaginaria, pero con la característica propia de lo que es una restitución. Se presenta en la clínica como es, no acepta ser interrogado. Sus amigos literatos, que le abrieron el camino en París, contaban que él podía seguir consejos de cómo difundir sus libros, pero si le llegaban a proponer cambiar un renglón de su libro, se enardecía. ¿Por qué? Porque es como si se estuviera por caer el techo o a derrumbar la casa y apresuradamente construimos una columna que la sostenga. Se imaginarán que no vamos a dejar que nadie se acerque a esa columna, tocarla puede significar un derrumbe. ¿Se entiende por qué se llama a sí mismo EL artista? No acepta otra cosa, eso no quita crédito a su talento en la literatura y a que innovó la escritura del S. XX. 

Ego quiere decir algo de la dimensión imaginaria, pero que es una restitución. Tenemos una versión menor de eso que se llama rasgo de carácter. Esto puede estar en cualquier  neurótico. Es una reparación de algún lugar con una defensa rígida que trata de controlar donde no hay un yo bien anudado. Se suele decir que son egosintónicos, y en un análisis solo conviene abordarlas cuando está muy avanzado. Porque si un sujeto responde con un rasgo de carácter, es porque no tiene letra mejor para responder al apremio de la pulsión, a la afrenta del superyó o a la afrenta de la realidad. Entonces, no se puede tocar antes de tiempo.

EL SÍ MISMO. Hace años escribí un libro que lo titulé El prójimo, enlaces y desenlaces del goce. Tomando la historia de Joyce, me atrevo a decir que es verdad que su escritura fue esencial para que su él no se ahogara como su hija en la esquizofrenia. Pero también fue esencial aquellos que lo acompañaron, como Elliot, su mujer, la secretaria, la directora de París… Todos aquellos que valoraron su escritura y lo sostuvieron en tiempos difíciles. Es decir, también le funcionaron de sinthome todos ellos. Y también le funcionó de sinthome su mujer Nora. Con solo leer las cartas que él intercambiaba con Nora, descubrimos que ella era lo contrario de ese ascetismo extremo que representaba. Nora era la pelirroja irlandesa desfachatada que en plena reunión le toca el pene. 

Es decir que ese sinthome, ese cuarto anillo, que yo digo que cuarto, quinto y sexto, van al mismo lugar y se alternan, aparecen como necesarios cuando hay estructura psicótica. ¿Y en la neurosis? Lacan nunca termina de cortar el bacalao. En el seminario del sinthome, él dice que el sinthome es la relación entre el hombre y la mujer. No podemos pensar que Lacan piensa que todo hombre que se acuesta con una mujer y toda mujer que se acuesta con un hombre es un psicótico. Es decir, a mi entender, el sinthome también puede funcionar en la relación de un neurótico. Por ejemplo, para muchos de ustedes y para mi, la práctica de psicoanálisis nos funciona como sinthome. Esto quiere decir que es un cuarto anillo que va por la cuerda simbólica. ¿Y cómo la remedia? 

Hago un pequeño desvío: Freud se enojaba con la máxima cristiana que dice amarás a tu prójimo como a tí mismo. En realidad esta máxima estaba mucho antes que el cristianismo, en el judaísmo. Freud se preguntaba ¿cómo voy a amar al prójimo como a mí mismo si es indiferente a mis pesares, no festeja mis alegrías, si puede trata de utilizarme…? Lacan le responde que Freud confundió el sí mismo con el yo y que no son lo mismo. Lacan deja este tema ahí, pero no del todo, porque una de las razones por la que lo expulsan de la IPA es cuando se anima a romper con la estructura corporativa de esta institución. Aún hoy, si uno quiere pertenecer a ella, tiene que analizarse con un analista de la IPA. Lacan dijo “El analista no se autoriza sino de sí mismo”. ¿Podemos creer que Lacan propuso que el yo fuera el que autorice a alguien a sostener una práctica analítica? Sería absurdo, después de lo que escribió en el Estadío del Espejo. ¿No será entonces que ese “sí mismo” alude a algo diferente? Entonces lo propongo: Lacan dice que el autoriza no se autoriza sino de sí mismo y agregó, para que nadie creyera que era una postura yoica, “y algunos otros”. Ahí es donde yo coloco el acento. Amarás a tu prójimo como a ti mismo no quiere decir que vamos a seguir la propuesta cristiana del sacrificio. No voy a hacer caridad sacrificándome: busco al prójimo porque necesito de él. Es exactamente al revés. 

¿Y para qué sirve el prójimo como sinthome? Sirve para remediar una falla y para reencontrarme con la falta. Lacan a veces da como sinónimo falta y falla, pero yo me animo a decirle a Lacan que ahí se equivoca. Para nosotros la falla en la estructura es cuando falta la falta. ¿Por qué? Porque lo que el psicoanálisis nos enseña es que lo que le da gusto a la vida es el deseo. La ética del psicoanálisis es una ética del deseo. Por supuesto, que el deseo cuando avanza implica goces. No es un deseo para quedarse solo en el deseo. Entonces, cuando decimos que el sinthome, el prójimo, una mujer para un hombre.

Entonces, decíamos que el sinthome remedia la falla para hacer que el sujeto se reencuentre con la falta. Hoy nos encontramos con algunos que se dicen deudores de Lacan que nos dicen en versión “Ultimísimo Lacan” que como el deseo nunca se satisface totalmente, lo único que puede hacer es provocar tristeza. ¿Qué es de lo que se está escapando? De que si hay algo que nos enseña la Bella Carnicera, el clásico historial freudiano que Lacan retoma, es que lo que más teme el neurótico es quedarse sin deseo. El buen gourmet no come como un bulímico, sino que se dice que se levantan de la mesa con apetito. Y si uno tiene una relación sexual, al rato tiene ganas de tener otra relación. ¿Esto es una prueba del fracaso de la relación sexual, o es el hecho de que la falta sigue existiendo? ¿Qué es lo que rechazan los que no aceptan esta ética del deseo? Es lo que Freud nombraba castración. La aceptación de la falta es lo que nos permite no quedar identificados a un narcisismo extremo, enfrentar y soportar de mejor modo lo real y también aceptar que nadie tiene todo el saber. Cuesta entender la magnitud de lo que Freud nos propone cuando toma justo antes de su muerte la idea del monoteísmo. Freud dice que el monoteísmo, que se inicia con el pueblo judío, fue un escándalo en la historia de la civilización. En Egipto, por ejemplo, se encuentra la división entre la ciudad de los vivos y la ciudad de los muertos. Esto es porque el Faraón era un dios. Con los judíos, se les ofreció una negociación muy sencilla: dejarlos vivir a cambio de poner una estatua del faraón en su sinagoga porque él era un dios. Para los judíos, Dios es único. Si solo hay un dios -monoteísmo- nadie en la Tierra puede decir “yo soy Dios”. Es otro modo de introducir en la cultura y en la civilización esa dimensión de la falta. Un fin de análisis, entre otras cosas, implica llevar al analizante a sostener como verdad ese encuentro con el vacío de sí mismo, que es un vacío creador. 

Quisiera leer 2 poemas que dicen a su manera esta dimensión del vacío del sí mismo, que no es ni del yo ni el ego. 
A QUIEN LEYERESi las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios, y yo su redactor.
Fuente: Jorge Luis Borges, “Fervor de Buenos Aires”.

Él se reconoce como un pasavoz del poema, esto es una prueba de la importancia que tiene. Vamos a otro texto, fragmentos de una poesía que está en la tapa del seminario Encore de la edición francesa, que es de Santa Teresa, la mística católica. También está la escultura de David.
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El poema de Santa Teresa dice:
Vivo sin vivir en míy tan alta vida esperoque muero porque no muero.
En la escultura de David se ve bien que está Eros apuntándole con la flecha. Ella está en el goce místico del encuentro con Dios.
Aquella vida de arriba,que es la vida verdadera,hasta que esta vida muera,no se goza estando viva:muerte, no me seas esquiva;viva muriendo primero,que muero porque no muero. 
Vida, ¿qué puedo yo darlea mi Dios que vive en mí,si no es el perderte a ti,para merecer ganarle?Quiero muriendo alcanzarle,pues tanto a mi Amado quiero,que muero porque no muero.
Todo esto marca lo contrario a una exacerbación yoica. Lacan hablará de lo que se llamará la segunda muerte, que es otro modo de marcar que lo esencial de la estructura que nos constituye es ese vacío, esa falta que llamamos signo. 

Pregunta: En relación a la falla de la estructura, ¿se trata de una falla simbólica?
I.V.: Puede haber distintas fallas. Dijimos que puede haber fallas en la constitución yoica, por ejemplo, a veces tenemos pacientes neuróticos y pueden sufrir de eso que ahora es la enfermedad más común del planeta que es la depresión. Dice la OMS que es la enfermedad más abundante del planeta y es una mezcla de fatiga, aburrimiento y ausencia de deseo. Y a veces descubrimos que en el tiempo de la constitución pasional del yo, por ejemplo, la mamá justo tuvo que sufrir la pérdida de su propia madre: estaba en duelo, estaba triste, y entonces no podía hacerse cargo de su bebé en cosas como cantarle una canción de cuna, hablarle, etc. Es decir, ante el fallecimiento del otro, eso deja una marca y una falla en esa constitución imaginaria. 

A veces se trata de otra falla. Por ejemplo, en estos tiempos se piensa que ejercer la autoridad es lo mismo que ser autoritario. A veces nos encontramos con padres que nos consultan porque no se autorizan a intervenir. No decir que si o que no cuando hay que hacerlo, produce fallas en lo simbólico. Por ejemplo, produce ciertas relaciones con el goce que no se van a lograr. Una vez yo recibí a un hombre que me dijo “Yo no creo en el psicoanálisis, mi mujer y mi hija me obligaron. Yo soy dueño de una empresa enorme y creía que podía con todo”. Se larga a llorar desconsoladamente a partir de que se le acababa de morir su hijo de 28 años en un accidente de tránsito. Después de una previa, el chico se le ocurrió manejar a 200 km/h por una avenida sin cinturón de seguridad. El padre, con más lágrimas todavía, dijo que nunca usaba cinturón de seguridad. ¿Es autoritario que el padre le diga al hijo que solo le da el auto si se pone el cinturón de seguridad? Vivimos en tiempos donde esta desorientación abunda.

En el 2001, todos estábamos en la misma sartén, con diferencias pero todos con gente cercana que la estaba pasando mal, sufriendo problemas económicos. Los psicoanalistas de aquella época vimos como hubo respuestas diferentes. Un paciente tuvo un infarto. Otro, que se quedó sin trabajo, le hizo un monumento a Cavallo, porque no tuvo más remedio que dejar su neurosis obsesiva y se decidió a poner su negocio. La vida le cambió. Es decir, distintos modos en que el sujeto puede responder ante la irrupción de lo real. 

Muchas veces vienen los pacientes y me dicen que lo que digo es difícil. Les respondo que a lo fácil no me dedico, solo a lo difícil. Es un chiste, pero quiere decir que como yo no leo la realidad desde donde él la lee, no veo la misma dificultad. Esto va en contra de esa lectura acética que Hartmann nos dice respecto de la realidad. 

Pregunta: ¿Dónde estaría posicionado el self winnicottiano?
I.V.: Es interesante, porque yo no dije que Hartmann es un pelotudo y se equivocó. Dije que él señalaba algo que tiene otra parte que también tenemos que reconocer. No alcanza con repetir como loros a Lacan diciendo “El yo es una función de desconocimiento”. Pero el yo utilitario es subsidiario del yo pasional. Con Winnicott encontramos intervenciones que son extraordinarias dirigidas hacia el sujeto. En cambio, hay otras donde apunta al yo. Heinz Kohut, en Los dos análisis del señor Z, tiene intervenciones que apuntan al sujeto. Con esto, trato de decir que los desarrollos de Lacan han llevado al psicoanálisis a lo más lejos posible. Pero esto no nos impide reconocer lo genial que hay en otros autores, como por ejemplo la teoría del self y del falso self, cómo lo que es el self verdadero se tiene que dar cuando el analista debe generar un espacio de confianza. Él se pregunta qué es la confianza. Para que el paciente tenga confianza de que el analista no lo va a intervenir desde su propio goce, que se va a atener a lo que se llama el deseo del analista, que va a poner en juego su propia castración. Entonces es posible que el analista se anime a decir eso que viene del inconsciente y será lo que llamamos el self verdadero, es decir que no oculte con sus angustias imaginarias lo que es verdaderamente la fuente de su padecimiento. En eso Winnicott es admirable.

Pregunta: [pregunta por el rasgo de carácter]
I.V.: Se suele llamar rasgo de carácter a las respuestas reiteradas del sujeto que obviamente, para lectura de todos los demás son sintomáticas pero que el sujeto nos las reconoce como tal. Por eso se suele decir que un progreso en el rasgo de carácter es conseguir que se convierta en síntoma. Cuando se convierte en síntoma quiere decir que el sujeto comienza a reconocer que él tiene algo que ver y que su respuesta es una respuesta equivocada, pero que fue necesaria en algún momento. Por ejemplo, una analizante cuenta que ella se separó y se hizo cargo de sus 3 hijos. El marido no se hacía cargo de nada y ella decía que se la arreglaba sola. Desde la primer entrevista era evidente que venía a pedir ayuda porque no podía más y ella estaba acostumbrada a “yo me las arreglo sola, no puedo esperar nada de nadie”. Sobre ese rasgo de carácter trabajamos y lógicamente, yo le dije que ese rasgo de carácter le sirvió para sobrevivir, ¿pero es capaz de hacer otra cosa? porque ese rasgo de carácter paga un precio, que es no poder estar con otro. 

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