Estrés: Es la palabra con que se designa que el desgaste que se produce en las máquinas.
Selye, un neuroendocrinologo, la utiliza para designar la respuesta biológica ante situaciones que producen la ruptura del equilibrio en las personas.
La misma palabra designa tanto al agente estresor como a la reacción del cuerpo en el momento en que se pone en peligro los mecanismos homeostáticos.
Este mecanismo es esencial para la supervivencia, y solo se va convirtiendo en causa de trastornos cuando se activa continuamente y llega a dañar el sistema inmune, el corazón y el cerebro.
así hablaremos de agotamiento y de la sensación de “quemado” (burn out), produciendo cuadros depresivos y de ansiedad que limitan al ser humano en su capacidad de reflexión, de concentración, de organización, de memoria, de libertad y de rendimiento físico, mental y social.
Factores que producen estrés: Pueden ser de origen:
físico: traumatismo, frío.
Químico: veneno.
Infeccioso.
Emocional.
Sociocultural: informaciones amenazantes, el desempleo, la pobreza, la falta de prevención, un futuro incierto.
La falta de valores (honestidad, justicia, humor, etc) es lo mas distresante y nos lleva a la autodestrucción tanto en lo individual como en lo social.
Etapas del estrés:
Alarma (comparado psicoanaliticamente con la angustia señal)
Resistencia (se da plenamente el SGA)
Agotamiento (Distres)
A las respuestas ante el estrés se las llama síndrome general de adaptación, pero cuando los agentes estresores son recurrentes y continuos, el individuo se desadapta.
La alarma frente a un riesgo real o imaginario, desencadena una serie de respuestas neuroquimicas, que liberan recursos para lograr fuerza y velocidad:
Se reduce el sentido de dolor.
Las pupilas se dilatan.
Aumenta el consumo de oxigeno.
Se segrega adrenalina.
Se acelera el ritmo cardiaco.
(Se desencadena una catarata de respuestas biológicas, del cuerpo para adaptarse –Op. autoplásticas concretas- para adaptarse)
Cuando fallan las respuestas de adaptación, y la presión se hace permanente, se producen los siguientes efectos:
Se daña la elasticidad de los vasos sanguíneos
Se debilita la resistencia a las infecciones.
Se incrementa la fatiga.
Se dificulta la concentración.
Aparecen dolores musculares, cefaleas, colon irritable, dispepsias, insomnio (1° síntoma)
En el nivel de las funciones cognitivas y emocionales se deteriora:
La capacidad de manejar información.
La organización de los pensamientos y acciones.
La capacidad de almacenamiento de info., y de recuperación de la misma.
Aparece irritabilidad e inquietud.
Preocupación constante
Aumenta la agresividad.
Aumenta la angustia. (expresada en la disminución de la atención)
Se deteriora la capacidad de tomar decisiones.
Se incrementa la depresión y la ansiedad.
Aparece la sensación de quemado (burn out)
(Cuando aparece todo esto, disminuye el autoestima, sentimientos de inferioridad).
Se aconseja acudir a la vida sana: esparcimiento, actividad física, convertir los conflictos en situaciones de búsqueda de alternativas y tomarlos como un reto a superar (factores de resiliencia).
La psicoterapia favorece la remoción de los obstáculos que crearon trastornos.
La orientación y el asesoramiento, ayudan a modificar actitudes.
Ambos pueden coexistir o realizarse en diferentes momentos según el tipo de conflicto, las áreas que abarca y su intensidad.
Terapéutica: Es muy sencilla: se recomienda:
Esparcimiento
Actividad física
Convertir la queja en problema
Psicoterapia y Orientación.
Factores (actitudes y conocimientos) que ayudan a enseñantes y aprendientes a enfrentar situaciones de estrés (considerados también para las conductas resilientes):
Para prevenir y superar el estrés infantil, los expertos sugieren:
En la casa:
No abrumar a los chicos con demasiadas actividades pautadas (ingles, computación).
Darles tiempo para el juego y la recreación. Es fundamental que tengan un espacio para desarrollar su propia creatividad.
Es imposible mantener a los chicos alejados de los problemas de los adultos. Si hay un problema, decirles la verdad sin necesidad de exponerla en su forma más cruda. Los adultos tienen que metabolizar la situación primero para luego trasmitírselas a través de un lenguaje que los niños puedan comprender.
Bajarles el nivel de exigencia. Estas tienen que ser acordes a la etapa evolutiva del niño.
En el aula:
No sobreexigir a los chicos. Proponerles actividades que estén en condiciones de realizar.
Si un chico esta siempre cansado o le cuesta prestar atención, conversar con el sobre su vida extraescolar y reforzar la comunicación con los padres.
Fomentar la autoestima tanto individual como grupal.
Mantener la armonía interpersonal en el aula.
Fomentar una comunicación sincera y oportuna en el grupo de alumnos.
Promover la solución creativa de los problemas.
Posibilitar los espacios para descubrir y estimular las capacidades, habilidades y destrezas de los alumnos.
Trabajar junto con los alumnos en las soluciones para hacer mínimo el estrés.
Crear nuevas reglas respecto de las prioridades en la distribución de las responsabilidades en el aula.
Recomendaciones para prevenir el estrés docente:
Desarrollar las capacidades para influir positivamente en los alumnos, y así evitar la baja realización personal en el trabajo. Ej: entrenar en habilidades sociales (comunicación, resolución de conflictos) y en habilidades profesionales (motivación, trabajo cooperativo).
Entrenarse en habilidades que permitan el autocontrol emocional en situaciones de conflicto, el manejo del estrés, el desarrollo del pensamiento positivo, para así prevenir el agotamiento emocional.
Favorecer las practicas reflexivas de los docentes a través de grupos y seminarios de trabajo en torno a una problemática o interés común.
Promover el trabajo en equipo de los docentes.
Consejos para reducir o superar el estrés:
Observar cuales son las causas de aquello que lo viene perturbando y con qué posibilidades reales de acción se cuenta.
Si aparecen problemas médicos (trastornos digestivos, respiratorios, obesidad) atenderse de inmediato y no esperar a “que se resuelvan las cosas” para recién entonces buscar ayuda.
Reestructurar las prioridades y medir el gasto de energía que se dedica a cada cosa, persona o situación.
Practicar diferentes respuestas frente al conflicto que provoca la tensión.
Tratar de ser positivo y evitar los comentarios negativos.
Usar el sentido del humor.
Recuperar hábitos positivos, como el ejercicio, alimentarse bien, evitar la ingesta de excitantes o depresores (se incluye alcohol, etc.)
Conectarse con otras personas, hablar. No aislarse.
Darse alguna gratificación diaria.
Buscar ayuda profesional.
Los agentes estresores atraviesan el mundo de las significaciones del sujeto y siempre lo colocan ante una exigencia excesiva y una necesidad de adaptación.
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