El marco teórico del psicoanálisis arroja luz sobre dos cuestiones centrales en la determinación del daño psíquico:
Si la peritación psicológica se realiza después de mucho tiempo de ocurrido el hecho de autos (en ocasiones hasta 10 años después), ¿es posible hallar en el tiempo presente signos claros que evidencien el impacto de dicho suceso en el aparato psíquico, a pesar del tiempo transcurrido?
¿Qué respuesta produce el sujeto frente al impacto de un hecho disruptivo o potencialmente traumático?
La conservación en lo psíquico: Freud análoga la labor del psicoanalista con la del arqueólogo, ya que la reconstrucción que realiza el analista dice, se funda en el hallazgo de restos conservados en esa dimensión particular que es el psiquismo, en donde todo lo que una vez fue formado jamás desaparece y puede retornar en circunstancias favorables. Afirma que todo lo esencial está conservado. Si el hecho que se investiga en autos ha tenido para el sujeto entidad suficiente como para ser significado como traumático, hallaremos sus huellas en el aparato psíquico.
La concepción freudiana de trauma: “Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica. En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad de controlas y elaborar psíquicamente dichas excitaciones”. Llamamos TRAUMATISMO a “una experiencia vivida que aporta, en poco tiempo, un aumento tan grande de excitación a la vida psíquica, que fracasa su liquidación o su elaboración por los medios normales y habituales, lo que inevitablemente da lugar a trastornos duraderos en el funcionamiento energético”.
Trauma se refiere a una herida, un corte que se produce como consecuencia de una acción externa violenta y sorpresiva. Un trauma psíquico es una herida producida por un suceso externo que aparece en forma sorpresiva y que rompe el equilibrio que hasta ese momento una persona mantenía, para adaptarse a sus necesidades internas y externas. Cuando un sujeto se ve sometido a una cantidad de estímulos que sobrepasan la tolerancia habitual, se produce una ruptura de la capacidad de respuesta, se agotan los recursos defensivos y aparece el daño o lesión. Éste dependerá de la susceptibilidad específica y de la significación que el suceso asuma para cada sujeto conforme al concepto de realidad psíquica, según el momento vital por el que está pasando el sujeto, según los recursos que posea en el momento del hecho y de acuerdo a sus antecedentes biológicos y familiares.
Entonces llamaremos traumáticas a las excitaciones externas que poseen fuerza suficiente para perforar la protección antiestímulo. Un suceso como el trauma externo provocará, sin ninguna duda, una perturbación enorme en la economía energética del organismo y pondrá en acción todos los mecanismos de defensa. Freud establece la barrera de protección antiestímulos como formando parte del sistema Percepción Conciencia, y su función es hacer que las energías más potentes del mundo exterior se propaguen en forma atenuada a los estratos contiguos, para que el aparato psíquico pueda recibir los volúmenes de intensidad filtrados.
La neurosis traumática en Freud: generó una teoría a la que denominó “descarga por reacción”: el aparato psíquico, dado un estímulo, tiende a descargarlo, reaccionando, aclarando que no es el único medio que dispone el aparato psíquico normal del individuo sano para anular los efectos de un trauma psíquico. Luego agregó que el recuerdo del trauma psíquico, aunque no haya sido descargado por reacción, entra por las funciones de asociación, y se yuxtapone a otros sucesos, opuestos a él quizás, pero desprovisto del afecto, concomitante al trauma. Nos dice Freud que aparecen los síntomas como intentos de descargar esa energía y de esa forma restarle su eficacia psíquica; explica que todo suceso, toda impresión psíquica, se halla provista de cierto valor afectivo, del cual el Yo debe liberarse, bien por reacción motriz, bien mediante una labor psíquica asociativa. Si el individuo no puede poner en práctica estos medios, el recuerdo de la impresión de que se trate adquirirá la importancia de un trauma.
Freud atribuye en la causación de las neurosis traumáticas un rol esencial al factor sorpresa, que es el que hace que el sujeto entre en un estado de terror, por no hallarse en modo alguno preparado para la ocurrencia del suceso que conlleva un peligro.
Las patologías psíquicas reactivas al impacto de un suceso sorpresivo, violento y accidental más comunes son: los trastornos adaptativos y los trastornos de ansiedad. En los casos más graves donde se produce un importante derrumbe yoico podemos encontrarnos ante un cuadro psicótico de tipo melancólico o disgregativo.
Nuevos conceptos en el campo de lo traumático. Desarrollos de Moty Benyakar: propone que una situación nunca es traumática per se. Benyakar propone llamar a los eventos fácticos externos desestabilizantes como situaciones disruptivas y no necesariamente traumatogénicas. Por lo tanto una situación disruptiva habrá sido traumatogénica en la medida que produzca en el sujeto que la vivió, una reacción psíquica del orden de lo traumático impidiendo la normal articulación entre afecto-representación. Por lo tanto lo que es esencialmente traumático es la vivencia del sujeto y no el hecho en sí.
La vivencia es subjetiva y tiene cuatro formas patológicas: vivencia traumática, de estrés, siniestra, y de ansiedad. En la vivencia traumática se desarticula el afecto y la representación y por lo tanto el evento disruptivo permanece en el psiquismo como no elaborado.
La vivencia será postulada como la unidad funcional compleja con la cual el aparato psíquico opera, configuración subjetiva resultante de la relación mundo interno-mundo externo, la relación intersubjetiva, el afecto resultante y el resto permanente de un prototipo vivencial “huella mnémica” que cualificará futuras experiencias análogas. Será la vivencia la que dotará de sentido personal a la experiencia, siendo ésta última una conjugación entre la vivencia (mundo interno) y el evento fáctico (mundo externo).
Concepto de introducto: en circunstancias normales el psiquismo transforma en representación psíquica lo que se le presenta, en un proceso llamado internalización, diferenciando sus tipos como introyección e incorporación. Como un evento disruptivo no se presenta, sino que irrumpe, atropella, se incrusta con violencia en el psiquismo, impide este proceso y lo que ocurre es que el aparato psíquico se ve forzado a darle alguna inscripción a la realidad arrolladora pero sin poder otorgarle las características de una representación procesable. Al producto de esta internalización forzada Benyakar propone denominarlo INTRODUCTO. La internalización forzada refiere a la imposibilidad de la incorporación de lo externo sobre el psiquismo, caracterizándose por su efecto desubjetivante: el sujeto se convierte en objeto pasivo de una realidad que lo avasalla.
El introducto se mantiene en el aparato como presentación, manteniendo su condición de actualidad perceptual; hay una repetición permanente de la percepción. El registro mnémico de lo no articulado evocará en forma permanente la vivencia traumática.
El complejo traumático: ante un elemento fáctico disruptivo que impacta y perdura como introducto se desencadena una experiencia traumática. El núcleo de la misma será la vivencia traumática que a modo de cascada activará otras vivencias del complejo traumático, a saber:
Vivencia de vacío traumático: es la percepción endopsíquica de la falla que corre entre el afecto y la representación; hay algo que el aparato no puede incluir en el entramado vivencial y que por lo tanto no podrá significar.
Vivencia de desvalimiento: es la percepción de la propia incapacidad psíquica para procesar la experiencia, hay un registro de que se han perdido los recursos para articular y producir una vivencia. Es una afrenta narcisista ante la ilusión de omnipotencia psíquica.
Vivencia de desamparo: el mundo externo no ampara donde debiera haber amparado al sujeto.
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