martes, 19 de agosto de 2025

La nominación como operación de escritura

Que la nominación se sostenga en letras que diferencian lo simbólico de lo imaginario y de lo real, implica enlazar la letra —concepto complejo y extensamente trabajado— con la operación misma de dar nombre. De allí surge una espiral lógica: el síntoma, función de la letra en el inconsciente, se revela como uno de los Nombres del Padre.

Esta operación de nombrar no equivale a describir un objeto ya existente, como ocurre en el relato bíblico de la creación, donde se pretende encubrir que aquello nombrado ya estaba previamente nombrado. Nombrar, en el sentido que aquí interesa, se apoya más bien en la dimensión del concepto (Begriff, en alemán), que Freud tematizó en diversas oportunidades. Begriff no designa un simple acto de elaboración intelectual, sino que configura una forma de escritura. Recordemos que en Los cuatro conceptos fundamentales… Lacan se pregunta por su naturaleza y no vacila en situarlo del lado de lo que se escribe.

El falo condensa con particular fuerza lo que está en juego: en tanto concepto, un real le ex-siste, y a partir de ello se desprende una cierta modalidad de pensar el goce; al mismo tiempo, el falo da consistencia a ese goce.

El término inglés naming resulta útil para situar el alcance de esta operación: se trata de nombrar, no de comunicar. La nominación horada lo real a través de lo simbólico, pero siempre requiere del sostén imaginario como consistencia.

De ahí que Lacan recupere el realismo nominalista de la controversia medieval, pues subraya el efecto de un decir que introduce un menos, efecto que se representa en lo imaginario. Es allí donde Lacan puede ubicar la función paterna: dar nombre, un decir en acto, el Padre en su función de S1.

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