El corte que nomina funda lo propio del inconsciente en la medida de su inaccesibilidad para el sujeto.
Sus efectos se inscriben en la cadena que Lacan denominó enunciación, sin por ello dejar de producir ecos en el enunciado.
En la estructura del grafo del deseo, este corte define la relación entre la pulsión y la falta significante en el Otro.
Respecto de la pulsión, Lacan formula una articulación decisiva: la pulsión es inseparable del efecto del significante. Se trata de significancia, pero no de significación; es un efecto del significante en el cuerpo, desprendido de todo efecto de sentido.
Por eso la define como “tesoro del significante”: allí donde el Otro —el del piso inferior del grafo— falla en su completud, la pulsión sostiene el resto.
En el punto en que el significante vacila en el Otro, la pulsión deviene depósito de significancia, condensando la insistencia del deseo sin mediación de sentido.
Este efecto se hace visible en el matema del piso de la enunciación, donde la fórmula de la pulsión comparte su nivel estructural.
En él se revela que la completud del Otro es imposible, porque el sujeto se constituye a partir de una sustracción, de la falta del significante que podría darle identidad.
Este desplazamiento implica un cambio de acento respecto de la función del Otro.
La falta significante que afecta su estructura introduce una falta de garantía que pone en crisis la verdad.
En Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, el Otro todavía se concebía como garante de la verdad del sujeto, en tanto se suponía completo y capaz de reconocimiento.
A partir de su barradura, este Otro ya no puede sostener esa función de garantía: la verdad se torna problemática, y el campo de orientación se desplaza hacia el saber.
Este saber, sin embargo, no viene a reemplazar a la verdad, sino a situar su falta: un saber afectado por la misma inconsistencia y no-todo que atraviesa al Otro.
Así, el corte nominante no sólo funda el inconsciente, sino que abre el campo donde el psicoanálisis puede operar, entre el tesoro del significante y la incompletud estructural del Otro.

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