miércoles, 15 de marzo de 2017

Los fracasos del fantasma: sobre una forma singular de neurosis.

Apuntes de la conferencia dictada por Silvia Amigo el 05/07/2016

El ciclo anual está dedicado a la gravedad. No hay un concepto metapsicológico de gravedad, uno podría decir transferencialmente, porque los diagnósticos se hacen en transferencia, que hay gravedad cuando no fluye rápidamente una transferencia, lo que Freud llamo amor positivo sublimado. Es decir, una atribuciòn de saber al analista y una transferencia del objeto del cual vamos a hablar, que es el objeto del fantasma. En esa dificultad de “tratar con”, hay gravedad, porque la dificultad del trato con el analista, si el analista se comporta como debe hacerlo, vamos a encontrar gravedades de distinta índole.

La primer cosa importante, es recordar que los cuadros clìnicos, que son en sí mismos proteiformes, es decir, tienen formas infinitamente variables y que pueden repertoriar en sus listas a la Borges. ¿Se acuerdan? Borges se burlaba de las clasificaciones haciendo listas, por ejemplo, de los animales del emperador. Entonces ponìa los que vuelan, los que de lejos parecen moscas, los que rompen el jarrón. Si uno va a describir, puede describir desde cualquier ángulo. Ya Freud había definido que había una diferencia entre las neurosis de transferencia y las neurosis narcisistas. Vamos a ver que él va a cambiar su propia clasificación. Y Lacan, que va a reconocer a Freud como maestro (Él decía “yo soy freudiano, si ustedes quieren sean lacanianos”), dijo que iba a hacer jardín a la francesa de las vías abiertas por Freud. El jardín a la francesa es el jardín cartesiano, ese el jardín prolijo, ordenado y simétrico. 

Una de las primeras cosas que hace, cuando empieza a dictar sus seminarios (el primero lo dictó en su propio consultorio) es hacer una tripartición entre neurosis, psicosis y perversión para marcar 3 estructuras clínicas. Vamos a ver que luego va a debilitar esa tripartición, pero sin esa tripartición ordenadora, no hubiera podido armar una especie de clasificación que no sea absurda de los sujetos que acuden a análisis. En esta primera tripartición - neurosis psicosis y perversión- Lacan repartió las estructuras clínicas, diciendo que:

Para la psicosis, se necesita la forclusión del nombre del padre más -y esto no se tiene muy en cuenta- el desencadenamiento. Un desencadenamiento ocurre cuando el sujeto es enfrentado a un padre en lo real.

Las perversiones implican la renegación de fondo estructural del nombre del padre y no cualquier primera renegación, que en cualquier neurosis puede suceder, más la oferta de una víctima en sacrificio al goce del Otro, que es el propio sujeto en el masoquismo, o en general el partenaire. La vìctima del perverso se ofrenda en el altar al goce del Otro.

Las neurosis, que es la estructura que transferencialmente es menos grave, puesto que hacen rápidamente lazo transferencial, dependen del funcionamiento del nombre del padre y sus refuerzos sintomáticos. Inhibición, síntoma y angustia vienen a suplir los fallos inexorables de un nombre del padre que así lo anota. 

Esto es realmente útil porque ordena las descripciones muy útiles de la psiquiatría clásica, que lamento que ya no se enseñen. También ordena el horrible criterio clasificatorio del DSM IV, donde si se ponen a leerlo, resulta que tenemos todo porque nos pasan cosas que entran en el cuadro. Està hecho para adosarle un psicofármaco a un cuadro. Yo no tengo nada contra los psicofármacos, si el paciente los necesita y si se acompaña del cuadro dialógico de la transferencia, me parece que hay que usarlos, pero no crear cuadros para adosar psicofármacos. Entonces, la tripartición fue muy útil, dio un ordenamiento muy importante y comenzó a dar el jardín a la francesa, sobretodo contra la teoría post-freudiana del borderline como un sujeto con núcleos psicóticos, comportamientos perversos, alteraciones psicopáticas y restos neuróticos. O sea, no se podían diagnosticar. ¿Cuál es la cuestión del diagnóstico en transferencia? Que según lo que diagnostique, voy a dirigir la cura. El tema de cualquier analista, cuando establece el diagnóstico, es que va a ejercer algo que se ha enunciado muchas veces como violencia: es violento diagnosticar, porque es etiquetar. En realidad, es mucho más violento no diagnosticar y dirigir de cualquier manera la cura, porque si no se tiene, en el horizonte y sin certeza un diagnóstico en mente, no se va a poder elegir un dispositivo, puesto que el dispositivo clásico solo funciona en las neurosis de transferencia. Vamos a poner un ejemplo: ustedes reciben a un niño de 3 años. Si aún no ha terminado de estructurar, no lo van a pedir que asocie. A la estructura del niño, le corresponde el dispositivo creado con la caja de juegos, hablar con los padres, porque no llega el nene. 

Hay muchas texturas de gravedad y Lacan va a hacer siempre una reflexión que la hace Freud, como la hace cualquier clínico, que es que antes que el apego a la teoría, está el respeto por lo real de la clínica. Lo real de la clínica nunca se deja encuadrar en una teorización rígida. Siempre excede los marcos teóricos, que justamente son muy útiles porque ponen un límite, borde y hacen un enmarcamiento a lo real, pero no lo puede agotar. Entonces, así como Freud modificó su bipartición de las neurosis de transferencia y neurosis narcisista, les voy a contar lo que me pasó a mí y cómo fui encontrando eco en los maestros.

Hace mucho tiempo, en el hospital donde me formé y junto a la lectura de Freud, donde yo había hecho en paralelo a mi carrera de medicina, en el hospital los médicos recibían a los pacientes y luego los derivábamos. Podíamos quedarnos con algunos de los que recibíamos y los derivábamos. Era muy fácil derivar pacientes neuróticos, de hecho nos pedían “derivame una histeria agradable”, o a veces nos pedían un psicótico para investigar. Pero había una clase de pacientes que no quería tomar nadie, lo cual era un dolor de cabeza porque había que derivarlos. ¿Cuáles eran estos pacientes? Aquí viene lo que la clínica viene a romper el esquema de la tripartición, pero no porque la tripartición no valga. Voy a comentar una noción de matemática que se llama debilitación: en matemática, debilitar una fórmula o un axioma es decir que no es válido en todos los casos, sin que sea falso. En psicoanálisis, como en la vida en general, hay una especie de amor por el binarismo. Si uno está con A, no está con B. La tripartición sigue siendo ordenadora, por eso el título que elegí para esta conferencia es “Fracaso del fantasma, una forma particular de neurosis”, o sea que estoy acercándome a ese borde de tripartición, pero voy a ver que hay algunos problemas.

Eran pacientes que traían, desde ya, un problema a veces desde la sala de espera, porque en la sala de espera podían tener una crisis, no delirante ni perversa, sino de ansiedad, de pedir que no podían esperar, o de verlos llorar demasiado. En general, eran disruptivos. Esto es lo que los analistas no querían tomar, la disrupción. Tenían problemas con una presentación muy extraña para alguien que se hubiera atenido estrictamente a la tripartición.

El discurso no manifestaba ningún fenómeno elemental ni delirante. Eso es lo que les decía de que el simbólico no desencadene. Todos conocemos la última teorización de Lacan del nudo, luminosa, donde reconocemos que hay un nudo entre real, simbólico e imaginario, que si es neurótica la estructura, en una cadena borromea. Que algo desencadene, quiere decir que lo simbólico, en vez de aparecer en la cadena unido a lo imaginario y a lo real, cuando desencadena aparece en lo real. Aparece en lo real como alucinación auditiva. Aparece en lo real como avance de lo simbólico sin cuidado por lo real, que es el punto de capitón. Estos pacientes no tenían un desencadenamiento simbólico, con lo cual el diagnóstico de psicosis queda excluído. Porque el diagnóstico de psicosis requiere de un desencadenamiento de lo simbólico, lo imaginario y lo real. 

En lo imaginario, se presentaban todo tipo de problemas. Tenían una problemática con el cuerpo muy notoria, por ejemplo, los problemas que hoy están de moda como bulimia y anorexia, en aquel entonces hace 40 años, eran pacientes que podían variar de peso corporal en un rango de 40 o 50 kg. Hoy hablaríamos de bulimias, anorexias, trastornos alimentarios. O bien, necesitaban para sentir vivo el cuerpo, consumir permanentemente sustancias, legales o ilegales: alcohol, psicofàrmacos de forma descontrolada, o fármacos. Se puede tener un shock químico tomando cantidades de fármacos de cualquier tipo, como la buscapina. También están todas las drogas ilegales que ahora están de moda y antes no existían. También podían tener reiteradas tentativas de suicidio, patologías del acto a repetición o acting-out a repetición, que no dependían de la cuestión transferencial sino de la no-escucha del Otro, de la historia y no del analista. Eran pacientes lieros, para no decir quilomberos. 

Estos pacientes tenían, también, una tonalidad tímica gris, melancólica, a veces con pasajes hipomaníacos que incluían patologías del acto. La hipomanía podía incluir los acting out o pasajes al acto, que no son siempre suicidas. Los pasajes al acto son aquellas ocasiones que el sujeto rompe la trama que lo sostiene. Por ejemplo, mandar a la mierda al jefe. Si uno quiere renunciar, renuncia. Mandar a la mierda al jefe es patear el tablero si uno está trabajando y necesita el trabajo.

Esto imaginario era muy notorio, o sea que había algo en el cuerpo que no estaba bien, sin que haya un desencadenamiento, porque el desencadenamiento imaginario, en la psicosis, es la pérdida del cuerpo. Ya sea en el fenómeno de no reconocimiento, el psicótico que no se reconoce en el espejo, o los niños que jamás se reconocieron en el espejo. Los que trabajan con niños graves saben que hay niños que ven la imagen, pero no saben que son ellos. El espejo tiene, para el niño que no ha logrado acceder al estadío del espejo plano, ve una imagen que no sabe que es él, como nuestro perro doméstico. Perdón por la comparación, pero es así. 

Entonces, el discurso estaba ordenado, el imaginario muy desordenado pero no desencadenado, y lo real, el goce, también puede desencadenarse. En la psicosis los 3 anillos pueden desencadenarse. En lo real, el desencadenamiento es lo que en psiquiatría se llama pousse-à-la-femme, empuje a La -sin tachar- mujer. Esto es en la psiquiatría clásica, que Lacan retoma. Es decir, empuja a un goce infinito que resulta, finalmente, predador. Por ejemplo, Schreber pensando que es la mujer de Dios. Primero resistiéndose y luego cuando se estabiliza, aceptando. En este caso, lo real del goce estaba alterado por lo mismo que dije antes, por los consumos desenfrenados desenfrenados de comida, de nada (como en la anorexia), de sustancias, o por las acciones corporales del acto. Es decir, había una dificultad de parar o de encuadrar el goce bajo algún vector. Todos tratamos de gozar, me parece normal, pero con algún vector: nos gusta jugar al tenis, venir acá, ver un programa de televisión, casarnos… Tenemos un vector, sino agarramos lo que venga y cualquier bondi nos deja bien. Entonces, había algo en estos pacientes que no permitía un desencadenamiento, pero sí una especie de alocamiento que hacía que nadie los pudiera tomar en análisis. Como les traía muchos problemas a los analistas, porque eran pacientes molestos, no aliados de la transferencia… Es decir, no hacen lazo transferencial rápido y si lo hacen es un lazo pasional, es un lazo que no tiene esa cosa medida que tiene la neurosis de transferencia, donde hay momentos resistenciales (no hay análisis sin momento resistencial, si no hubiera resistencia, como si fuera una planicie, es muy sospechoso). Un análisis inicia la partida y juegue toda esa partida en la pasión, lo que Freud llamaba resistencia de la transferencia, es el amor no sublimado y la transferencia hostil. Que eso esté de movida, permanentemente y que amenace permanentemente el marco transferencial, es para añadir a esta descripción. Lo cual hacía que, vengativamente, los analistas decretaran que eran inanalizables.Era una venganza contra la conmoción que causaba a su comodidad y a su enmarcaciones teóricas, porque realmente eran inabordables. 

Adelanto que detesto el término de psicosis ordinaria. Es una forma de despachar una cuestión sin haber definido cuál es la estructura del paciente. No es lo mismo una neurosis con la falla que voy a intentar describir o una forclusión sin desencadenamiento, que hablar en masa de psicosis ordinaria para cualquier caso que no lo puedan encuadrar, porque me quedé de nuevo sin el diagnóstico de estructura, y me quedé de nuevo sin brújula para la cura. No es una cuestión de discutir por discutir, porque es demasiado complicado lo real e la clínica como para que uno se ponga a defender tonterías de partido. Entonces, no tenía más remedio que ver cómo me la arreglaba con algunos valientes que me acompañaran en la empresa y ponernos a investigar.

En esa época, yo había leído mucho a Freud, por supuesto que luego tuve que releerlo muchas más veces, pero en ese momento ya habían llegado a Argentina los 4 conceptos en francés. El azar hizo que por suerte yo fuera bilingüe de chiquita y me sirvió el francés. Los primeros escritos llegaron en francés, muy a cuentagotas porque no las largaban quienes los tenían. ¿Qué me guió? Algunos puntos que yo ya tenía leídos. Uno era la cuestión que Freud nombra en “Duelo y Melancolía”, cuando habla de la sombra del objeto cayendo sobre el yo. Él decía que estos pacientes parecen preñados, infectados por un objeto que no han podido sacarse de encima, para hacerlo causa de deseo. Aclaro algo importante: cuando en el medio lacaniano se habla de hacer caer al objeto, al objeto no se lo va a hacer caer para evaporarlo. Todos necesitamos un objeto de goce. El objeto de goce viene en lugar de la cosa perdida, pero ahora voy a hablar de eso. El tema es que el análisis logre pasar un objeto que nos tortura, que nos depreda, como causa de deseo hacia adelante, es decir, no es hacer evaporar un objeto, sino mandarlo hacia el lugar de la causa del deseo. nadie vive sin un objeto que le dé un poco de goce. Entonces, si la sombra del objeto cae sobre el yo, Freud en “Duelo y melancolía” define la melancolía y el duelo patológico, dejando al sujeto preñado de un objeto que lo martiriza, porque no está puedo fuera de él para que se motorice a buscarlo, sino que la pulsión se va a dirigir a el objeto que es el propio yo. Mientras eso no se corrija, se va a alterar la dinámica de la pulsión y vamos a ver el fantasma. Yo me preguntaba: ¿habrá neurosis en que el yo estuviera bajo el objeto cuya sombra cae sobre él? Porque estaba tratando de acercarme a qué era esto que pasaba clínicamente, porque yo tengo respeto por lo real de la clínica. Si algo aparece, yo no puedo decir “no existís” porque no está repertoriado o no está en la lista.

Otra de las briznas de aquel momento para poder teorizar algo, fue algo que dijo Freud en una de las nuevas conferencias, no me acuerdo el número, que es que la pulsión debe elaborarse en fantasía para que logre una dirección. La fuerza pulsional, la fuerza constante pulsional, debe elaborarse en fantasía. Si el objeto está en el yo, la función de la fantasía está desatada de las redes del fantasma. Otra cosa que les digo: que al final del análisis haya que atravesar el fantasma, no implica que el fantasma sea una porquería. Implica que si no lo tenemos, no lo vamos a poder atravesar. Yo puedo atravesar el umbral de mi casa, pero si yo no tengo casa, no tengo de dónde salir. O sea que para poder atravesar el fantasma, que no es disolverlo ni pulverizarlo, hay que haberlo formado.

Otra cosa que me ayudó muchísimo fue la torsión que hace Freud sobre su propia teorización. Esto me ayudó a entender las 2 cosas anteriores. Freud, en 1919, forma parte de la enorme cantidad de psiquiatras germanos, alemanes y austríacos, que asisten a los traumatizados de la Primera Guerra Mundial. La situación de los traumatizados de guerra eran aquellos soldados u oficiales que no habían sido heridos en su cuerpo orgánico y que estaban traumatizados por la situación de la guerra: el estallido, la bomba, la sangre, los cuerpos mutilados y todo lo que se pudieran imaginar en una guerra de trincheras. Freud atiende, porque es obligatorio para todos los psiquiatras germanoparlantes atender como los demàs médicos. A Freud se le hace claro que el paciente con traumatismos de guerra tiene un cuadro muy parecido a ciertas neurosis. Él va a llamar neurosis traumática en tiempos de paz a lo que él va a corregir: las neurosis narcisistas ya no son la esquizofrenia y la paranoia, sino que las neurosis narcisistas son una clase especial de neurosis que tiene un trauma específico. El trauma específico de tiempos de paz es la liebe versagung (que se traduce: liebe es amor y versagung es rehusamiento, frustración). La frustración o rehusamiento de amor lo pone como causa de las neurosis que va a llamar narcisistas, que a partir de 1919, dejan de ser las psicosis.

Entonces, va a decir que la etiología específica es la liebe versagung y que la complicación en el campo de la pulsión es que el objeto al que inviste la pulsión está en el yo. ¡Otra vez! La sombra del objeto cae sobre el yo. Entonces vamos a ver qué tiene que ver el amor con que uno pueda enviar el objeto hacia adelante. ¿Qué es el amor? Porque obviamente el amor no es las caricias, el decir te quiero… Eso es muy agradable, pero eso no es amor, meta psicológicamente hablando. Es muy importante que veamos qué significa amor. Voy a comentar unas cuestiones de estructura.

Con estas 3 tesis freudianas, yo me orientaba a que algo pasaba, pero donde no había forclusión del nombre del padre. Eso yo ya lo había leído, en “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en los escritos, pero algo en la dialéctica del objeto no se manifestaba bien y algo del objeto estaba preñado en el cuerpo. Y estas 3 teorizaciones de Freud me dan una pista, sobre todo la de las neurosis narcisista traumáticas en tiempos de paz. Efectivamente, los pacientes que yo no podía “colocar”, eran pacientes que parecían traumatizados y que actuaban parecido a los traumatizados. Están dando una película de Almodovar que se llama Julieta, que está basada en un libro de Alice Munro. En esa lógica binaria de los psicoanalistas, Alice Munro escribe novelas que tienen que ver con traumas o acaecidos reales. Y esto remite, sobre todo en Francia, a una pelea que hay entre los traumatólogos psicoanalíticos, que piensan que las cosas son por traumas reales y los fantasmólogos, los que piensan que las cosas son fantasmáticas. Y yo diría que hay traumas reales. La liebe versagung es uno de los tantos traumas que pueden existir, pero luego uno lo elabora en el fantasma. No se excluyen. Pero efectivamente, hay traumas tan pesados que son difíciles de elaborar. Por ejemplo, la falta de amor, siguiendo a Freud.

Entonces, empecé por ahí a formalizar algo. También, por esa época yo también había leído el primer discurso de Roma sobre el campo de la palabra y conocía los términos de simbólico, imaginario y real. Obviamente, no estaba todavía el nudo, pero estaban los 3 registros. Entonces empecé a sospechar que podía haber alguna dificultad en un registro, especificidades de problemas en un registro. Recordemos algo, que entonces ya la lectura de Lacan nos va a hacer ordenar, en el jardín a la francesa de él. En la tripartición que les hablé al inicio, que yo voy a decir que quedan debilitadas, por ejemplo por la existencia de las neurosis narcisistas o fracaso del fantasma, que hace que el campo de la neurosis ya tenga una zona que no sean neurosis de transferencia, sin ser psicosis ni perversiones. Va a haber otra debilitación, a la que Lacan le dedica un seminario entero, que es el seminario de Joyce del Sinthome. Casos como el de Joyce presentan forclusiones que nunca desencadenan. Y entonces, Lacan dice que eso no se puede llamar psicosis, porque nunca desencadenó. A esa estructura, Lacan la pone también debilitando, pero por el lado de la forclusión en la tripartición. O sea, que Lacan está haciendo una debilitación sin abolición. 




Entonces, ¿para qué sirve el nombre del padre, del cual somos subsidiarios los que habitamos la neurosis? ¿Para qué sirve el nombre del padre, si Lacan dijo en el seminario de la Ética que el mero hecho del lenguaje hace que perdamos la cosa incestuosa? La cosa, en todos lo que hablan, falta. Entonces ¿para qué se añade el nombre del padre se añade? La única a-estructura o no-estructura que nunca habla es el autismo, que no manifiesta esa pérdida. Con lo cual, el sujeto no entra en la humanidad. Hay mucho que podemos hacer con ellos, pero no hablan. El lenguaje nos habita pero hay que incorporarlo. Entonces, ¿para qué sirve el nombre del padre? Yo les doy una metáfora arquitectónica: lo primero que hay que hacer para construir una casa es hacer un agujero en la tierra que se llama fundamento. El fundamento, es cavar un agujero. Si hago un edificio de 30 pisos, va a ser más grande. Eso es el lenguaje, saca de la naturaleza. La frontera entre naturaleza y cultura está en el lenguaje cuyo origen nunca se va a saber, porque el origen está perdido. ¿cuál homínido hablaba? Yo tengo una idea, que es que hablaban los homínidos que tenían rito fúnebre, antes que los homo sapiens. No importa, el género homo hablaba. Entonces, el lenguaje nos hace perder la cosa. 

El ingeniero cava el fundamento, ¿pero cómo se transforma un fundamento en cimiento? ¿qué pasa si nosotros no ponemos cemento armado alrededor de un agujero para construir un edificio o una casa? El agujero se colapsa. La fuerza de la tierra circundante hace que se colapse y se abre una grieta en otro lado. No es que el agujero desaparece, hay grietas inestables. Entonces, el mero lenguaje hace perder la cosa. El nombre del padre le pone cemento armado a la falta de la cosa para que no colapse de forma random, de forma casual y no sepamos nunca dónde está situado el agujero. Lacan - hago un pin pon porque esto está en el seminario “de un otro a Otro”- va a decir que el lenguaje crea lo que él va a llamar vacuola. Vacuola es un agujero vacío, un vacío de goce. Es decir, que porque hablamos estamos privados del das-ding, que es la cosa incestuosa, o lo que Aristóteles llamaba el bien supremo: lo bello, lo bueno, que es la madre, esa con LA sin tachar, que es la que perdemos por el hecho de hablar. Esta vacuola solamente se mantiene no colapsada si acá viene el nombre del padre. 



El primer nombre del padre que Lacan ubica es Φ, el falo. Más tarde, cae en mis manos las fotocopias, todas borrosas, de los seminarios donde Lacan habla de los nombres del padre. Ahí dije “esta es la mía”, porque quiere decir que pueden haber fallas en algún lado y en otro no. Y efectivamente: en el seminario R-S-I, el cual me gusta mucho, Lacan va a llamar al falo nombre real del padre. Es el que aparece en la metáfora paterna haciendo el primer cementado para que no colapse el agujero de la vacuola y aparezca de forma imposible para localizar en el sujeto, tal como pasa en la psicosis, en cualquier lado. El sujeto se cae ahí adentro, no sabe dónde está. 

La segunda capa de cemento armado que Lacan va a colocar acá es el S1, el rasgo unario como nombre simbólico del padre, y que a diferencia del padre de la metáfora, que es nombrado por la madre y es muy importante que para cada hijo en el Otro materno haya un nombre del padre disponible para ese hijo (puede haberlo para un hijo y para otro no). La estructura de la madre no asegura la estructura del hijo. La espera del nombre del padre en la función materna está o no está en el inconsciente, no es lo que uno se proponga hacer. En cambio, el “existe uno que dice no” de la fórmula de la sexuación, el uno que es el nombre simbólico del padre, ya no es el padre nombrado por la madre, sino el padre que él tiene algo para decir: el decir que no. El decir que no, que es nombre del padre, a la circulación de goce de la madre y su retoño. 

Y va a haber un tercer nombre que cemente aún más el agujero de la cosa, que es el - φ, que es el nombre imaginario del padre. Todo esto que yo digo puede ser releído, que por supuesto yo estoy diciendo con mi enunciación. Está en los seminarios de los nombres del padre en adelante, del S. XX, donde empiezan a aparecer, Ancore, pasando por R-S-I y el sinthome. Esta vacuola de goce, cuando está cementada, Lacan la llama -y ahí vamos acercándonos al tema del amor- don de amor. Estoy citando a Lacan sin cambiar una letra, solamente hago la traducción, pero no agrego nada. Está así debajo del esquema, “Vacuola de goce don de amor”. En esta vacuola de goce, en este vacío de goce al que nos promete una estructura que tuviera las 3 funciones, aquí se va a alojar el objeto a, que no es la falta de la cosa. El objeto a es una sustancia gozante, citando literalmente a Lacan, que nos consuela de la pérdida de la cosa. Es la parte real de goce que no logró negativizar el Nombre del Padre y que nos da una alegría. A este objeto a Lacan lo llama “otolito”. Ustedes saben que en el oído interno hay 2 funciones, una es el nervio acústico que se usa para escuchar, el que transmite las ondas sonoras transformadas en impulso nervioso y otro es el sistema laberíntico, que es un sistema que tiene un líquido donde hay otolitos, que son piezas calcáreas que hacen que aún con los ojos cerrados sepamos dónde estamos: parados, acostados, cabeza abajo, etc. Cuando los otolitos se enloquecen, tenemos vértigo. Está el vértigo normal o el síndrome vertiginoso, donde todo nos da vueltas. Lacan va a decir que la presencia del objeto verifica la cavidad y va a comentar que cuando el objeto se sitúa dentro de la vacuola cementada por el Nombre del Padre, el objeto está en la dicho-mansión del decir. El goce, entonces, aparece de una forma tolerable, no depredadora. 

El primer objeto que entra en esa cavidad es uno mismo, como objeto del Otro. El don de amor de la madre, del Otro, el nombre real del padre, el que viene de la metáfora paterna, donde el padre es nombrado (voz pasiva) por la madre, de ahí que Lacan en su primera parte de su enseñanza donde solo tenía ese operador paterno, decía que las características del real del padre no importaban. Y efectivamente, para que la metáfora que opera desde el Otro ande, no importan mucho las características del padre. Ahora, vamos a ver que para el padre del uno sí importan. Pero en ese momento, Lacan estaba en la primacía de lo simbólico. Ustedes saben que Lacan, como Freud, tiene la honestidad de autocorregirse. Así como Freud cambió la denominación de neurosis narcisistas, Lacan va a decir que no hay primacía de lo simbólico: estamos en el lenguaje, pero lo simbólico, lo real y lo imaginario tienen el mismo poder subjetivante. No podemos vivir sin lo que él llama debilidad mental en lo imaginario y sin lo real del goce. El primer objeto que entra en la cavidad del Otro es uno mismo como objeto y el don de amor es dejar que no se colapse sobre uno las paredes de la vacuola. Vamos a tomar la metáfora del cocodrilo, que ya se hizo famosa. ¿Cómo haría un chico para ser apreciado si no hubiera entrado en la boca del cocodrilo? Normalmente, una madre aloja, como un cocodrilo en sus fauces, lo hace sentir apetecible y especial y el don de amor es no cerrar la boca. Es entrar en lo que yo llamo la paradoja de la función materna, que es apetecer a un niño pero no tragarlo. Si un niño no fuera apetecido, no tendría más que un destino trágico. Y si un niño es tragado, también. O sea que la función materna es mantener ella misma esa boca que anida al niño y a la vez no cerrar la boca. A la vez, que la función del uno, un padre en lo real - estamos también en “De una cuestión preliminar…”- un padre en lo real es el que dice no y retira al niño, una vez que lo ha dejado anidar en esas fauces. Él hace algo que permite la retirada del niño a buscar sus propios objetos a. Para esta vacuola, también va a valer la estructura del niño, quien va a formar su propia vacuola con su cementación y sus objetos. Entiendan que en un principio, el yo de uno era un objeto del Otro y luego hay que vaciar el yo, que a la sombra del objeto tuvo que haber estado en nuestro yo, para luego poder darnos un goce. 

Recuerden que ese es trauma específico que Freud define para la neurosis narcisista. Que falle el don de amor, del lado de la madre, sería que siendo una estructura neurótica, apriete mucho las fauces y complique la operación de un padre que lo tuviera que sacar. No digo que lo trague, sino no estaríamos en la neurosis. Pero que no lo deje salir. ¿Cuál sería la frustración de amor, el rehusamiento de amor de un padre en lo real, del uno, del que dice no? Que no se ocupe de sacarlo de ahí y ahí si ya vienen las características de aquel que tome el rol de padre, no estoy hablando del padre del ADN. Hablo de un personaje tercero que haga algo por el chico. 

Ahora voy a hablar un poco sobre cómo Lacan presenta, revisita su cuestión de alienación - separación del seminario XI. Él llama a revisitar la lógica del fantasma, así que voy llegando al fantasma. Él va a hacer una revisitación. Otra vez, que revisite un concepto no es quiere decir que demuela el concepto anterior. Son cosas que se articulan entre sí, no son cosas que hagan una batalla, entre el primer Lacan contra el segundo, etc. Ustedes recuerdan que en el seminario de los 4 conceptos, el seminario que da luego de la excomunión, Lacan había presentado la aparición o parición del sujeto en el campo del Otro como alienación necesaria e imprescindible al campo del Otro, seguida de una separación. La va a revisitar en el seminario de la lógica del fantasma. Vamos a ver las dificultades que puede haber, entonces, cuando el fantasma, que es el momento en el que el sujeto sale de ser el objeto del Otro y se da un objeto a si mismo, figurándolo en su fantasma, tal que haga que la pulsión se ocupe de ser la nafta del deseo. Sin auto no podríamos andar y sin nafta, tampoco. La pulsión debiera ser la nafta del deseo. La pulsión debiera ser el combustible, la fuerza motriz, la fuerza constante que mueve la dirección vectorial de nuestro deseo. Quiere decir que no hacemos cualquier cosa, hacemos cosas que deseamos. Esto no quiere decir que se cumpla todo el tiempo: todos tenemos derrapes pulsionales momentáneos, pero básicamente quien ha constituido un fantasma donde pasó esta estructura, que ya le es propia y no del Otro, es alguien que usa la fuerza la pulsión para darle motricidad al deseo. Es lo que Lacan llama deseo decidido. 

Voy a comentar, mientras lo escribo, cómo Lacan revisita este tema de alienación - separación en el seminario de la lógica del fantasma, que es donde él va a dar una respuesta articulada a lo que es el fantasma, cuya fórmula ya aparecía en el grafo, en el circuito imaginario del grafo, y del que Lacan había hablado sin dar su lógica. Él va a hablar, entonces, de gramática de la pulsión y lógica del fantasma. Vamos a ver entonces cómo presenta el semigrupo de Klein en el seminario de la lógica del fantasma, que lo va a retomar en el “acto analítico”. Él va a partir de una constatación que se las hago muy breve, pero que es muy interesante, que es una operación, que coincido con Lacan, que Freud ya la había hecho al cogito cartesiano. Si dijimos recién que el pensamiento -la palabra-, vacía la cosa, es el “pienso” de Descartes que crea el sujeto moderno, expropiándole el sujeto a Dios. Ustedes saben que en el mundo pre-moderno el ser era el ser de Dios, el ser supremo, que emanaba el ser a la criatura: nosotros, las plantas, todo, que tenía un ser divino, que estaba protegido por el ser de Dios, por eso no se puede investigar. El mundo moderno nace cuando Descartes dice “Pienso -hablo-, luego soy”, que crea el sujeto moderno, quitándole el ser a Dios. Entonces, el principal hijo de Descartes es el psicoanálisis, que le exige, como todo buen hijo a sus padres, una herida. Porque el psicoanálisis le dice “pero no, porque si vos pensás, justamente vaciás el ser de la cosa”. Entonces, Lacan va a plantear sobre el cogito, pero no sin el cogito, que uno piensa apoyado contra Otro. Si yo me apoyo contra la pared, no estoy oponiéndome a la pared. Mi fuerza vectorial va contra la fuerza de la pared, pero sin pared no me podría apoyar. O sea que Lacan se apoya contra Descartes y el psicoanálisis es el hijo de la modernidad que le inflige una interpretación. Entonces, él va a partir de un punto que se llama repetición, que está acá, en la que estamos todos: “O no pienso, o no soy




Y entonces va a hablar de la ALIENACIÓN como pasaje al acto normativo, porque todos nos caemos, como quien se cae de un balcón, en la vacuola que nos espera en el Otro. En esa vacuola que dibujé antes, en el agujero del Otro, somos esperados como objeto y en esa elección, o no pienso o no soy, el bebé no puede elegir porque no puede pensar (porque no habla). Entonces, tiene que elegir forzosamente “No pienso, soy el a”. Y aquí se constituye lo que Lacan va a llamar ELLO y que lo va a diferenciar, junto con Freud, del inconsciente (INC). 

Entonces, Lacan va a redefinir la alienación como un pasaje al acto normativo inaugural, donde uno se tiró de cabeza en el campo del Otro, como el objeto que Otro esperaba que uno fuera para reparar la falta en la madre. Va a ser crucial que en el ello, donde está alojado el sujeto por primera vez, lo espere una vacuola cementada con el nombre real del padre. Sino, va a caer en grietas irregulares, donde el sujeto nunca va a saber dónde cayó, que es el caso donde no hay cemento Φ de la vacuola. Si tiene suerte, va a caer en una vacuola cementada por el nombre real del padre, por el falo y va a ser el objeto del Otro de hecho. 

Al movimiento de separación, de salida de esto que se llama ello, donde de este agujero, de esta vacuola va a aparecer la fuerza constante de la pulsión como demanda del goce perdido. El ello es pulsional y aquí estamos en una zona a diferenciar del inconsciente, es decir, que no todo en el análisis es trabajo sobre las formaciones del inconsciente. Hay un montón de cosas en la clínica de cualquier neurosis, mucho más en los casos graves, que viene directamente del ello, que no pasaron nunca al inconsciente. Ahora vamos a ver cómo pasa algo al inconsciente.

Lacan va a decir, en el esquema que antes llamaba separación, acá lo llama VERDAD. La verdad que busca el niño al empezar a hablar, cuando empieza a jugar con el Otro, es qué objeto soy para el Otro. En el ello, el niño es un objeto, pero no sabe cuál es, mientras que cuando empieza a interrogar el campo del Otro, cuando ya tiene su pensamiento cartesiano (su palabra), produce lo que Lacan llama acting out estructural, no patológico, que son todas las maldades que nos hacen los chicos para averiguar qué son para nosotros. Desde el chiquito que se esconde y dice “No está, acá está”, a ver si lo buscamos o no lo buscamos, hasta los infinitos por qué de nuestros chicos, esconder los objetos, cosas que cualquier madre o padre vive.

En el acting out, que es transferencia salvaje al Otro, cosa que lo vemos muy bien en los niños, el niño en vez de ser el objeto del Otro -y acá viene la lógica del fantasma de Lacan- va a responderse fantasmáticamente en el inconsciente, donde va a poder decir “Pienso, no soy el a”. Como estoy pensando y usando lo simbólico, no soy el a, sino que lo represento en el fantasma. Tener un fantasma armado en el inconsciente implica haber podido responderse, darse una respuesta subjetiva y personal, de qué se era para el Otro y transformar ese objeto que se era en un vector hacia lo que uno quiere obtener como goce. hay objetos que se especializan, que se destacan en el menú de objetos, de lo que uno ha podido ser. En la respuesta del fantasma vemos la respuesta del sujeto a la pregunta por su ser. Y lo que se obtiene en el fantasma no es el objeto que él es, sino una representación. Lacan, al objeto del fantasma, lo va a llamar falso self, tomado el concepto de Winnicott. 

Cuando uno pudo escribir su fantasma, ha parcializado el objeto. Dejó de ser uno el objeto que fue esperado y lo ha pasao (al objeto) a un lugar donde organiza el deseo propio. En el seminario del acto analítico, va a dar la diagonal del acto.



En la diagonal del acto, es lo que el sujeto en tanto trabaje lo que queda del ello, como intente estar advertido en análisis de su fantasma. Pero hoy no voy a hablar de acto analítico. 

El tema es el siguiente: ¿Cómo se sale cuando el sujeto no puede hoyear al Otro, la madre o el padre no soportan la interrogación? hay chicos sobreadaptados y muchos de los pacientes que recibimos con fracasos del fantasma, son fracasos estables y han sido chicos sobreadaptados. Aguantaron cosas porque no había Otro que les aguantara el acting, que les aguantara la pregunta, que les aguantara que hagan lío, que se aguantaran que no se adaptaran rápido a la escuela o al club, que le cortaran el vestido a mamá. Y no es que uno les permita hacer estas cosas, pero intenta entender por qué lo hicieron. Aguantar el acting de los chicos es también don de amor. Y también la liebe versagung es dar lugar a la interrogación del sujeto al campo del Otro en tiempos fundantes.

¿Qué es entonces el amor? Volvemos al amor, más allá de las caricias, los besos y las expresiones. Es respetar la investigación del otro como sujeto, es dejar que el otro le manifieste su subjetividad y pueda formularnos las preguntas que lo lleven a su propia respuesta. No es que nosotros le vayamos a responder qué era, porque ni siquiera lo sabemos por ser inconsciente, pero podemos dar lugar al sujeto de la formulación. Pedirle a un chico que no moleste o que haga algo por nosotros, de que venga a la vida para que hacer algo por nosotros, es una obstrucción de amor, aunque se le esté encima dándole besos o cariño.

Si uno queda atrapado allí, en la vacuola del Otro, porque no ha lugar (como en los juicios) a la interrogación en el campo del Otro, el único proto-fantasma que se formula en el nivel del ello, donde está el campo de la pulsión, es aquel que describe Lacan como el primer paso de la conformación del fantasma. El primero es porque hay segundo, el ordinal. Entonces, el primer objeto que se ofrece, el sujeto como representación, cuando no puede interrogar el campo del Otro, porque ha habido liebe versagung, denegación de amor, es su propia desaparición, su propia pérdida. Lacan lo dice en el apartado 4 del seminario de los 4 conceptos, el XI. Dice que el primer objeto ofrecido para sustraerse al deseo del Otro, sustraerse a la vacuola, cuando el Otro no deja salir de la vacuola y no hay padre que auxilie para salir de ahí, es desaparecer, enfermar, morirse, ponerse en riesgo, desaparecer físicamente, en el sentido de la anorexia, por ejemplo. En la anorexia, lentamente desaparece a los ojos de la madre o del padre. Lentamente desaparece, en el sentido más literal. O los riesgos, cuando son continuos, que hacen que un sujeto para liberarse de ser el objeto atrapado, se ponga en riesgo de todo lo que les he hablado en estos casos. 

En el fracaso del fantasma como forma especial de neurosis, o neurosis narcisista, consiste en una detención del fantasma en el primer tiempo, en el tiempo narcisista de su constitución, porque el objeto está atrapado en el yo, que está enteramente metido en la vacuola del Otro. O sea, que hay un proto-fantasma, un esbozo de fantasma, pero no se llegó a constituir fantasma organizador. Entonces, tienen esa particularidad, no solo en su vida sino en la transferencia. Es decir, o son nuestro objeto, o nos detestan. ¿Vieron esa falta de matices, esa falta de gama de colores? Ergo, clínicamente, diagnosticar en transferencia, porque lo que uno primer siente es el clima de la transferencia. Uno no diagnostica según parámetros de libro, diagnostica según lo que sucede en el campo transferencial, va a hacer que lo que nos demos cuenta que si esto es así, si se trata de fracasos del fantasma, que debilitan la tripartición del costado de la neurosis, así como los casos a la Joyce, forclusiones no desencadenadas y no dije “psicosis no desencadenadas”, porque para que se diagnostique psicosis hay que tener un desencadenamiento. Las forclusiones no desencadenadas debilitan la tripartición por el lado de la psicosis. ¿Qué va a hacer un correcto diagnóstico en transferencia? Que nos demos cuenta que los dispositivos clásicos no funcionan. Así como no funcionarían para un niño de 3 años ni para un psicótico, tampoco funcionan. No quiere decir que estos pacientes no sean analizables. Son analizables con la dificultad que supone a la estructura a la que pertenecen. Que salga de la posición de entregar su entero a la vacuola del Otro, sea también la vacuola transferencial o bien de sustraerse desapareciendo de cualquier forma de desaparición (muerte, huida, lesión, lastimadura, riesgo) también en el campo transferencial, hace que no podamos disponer del mismo dispositivo, ni el diván o dejar que hable y si no habla dejarlo que se vaya. 

Entonces, hay que pensar: 

- Si pueden hacer diván o necesitan constatar que estamos allí. 

- Si se los puede dejar hablar en un silencio o si necesita un semblante de conversación, nunca una conversación, uno no habla de uno nunca, pero puede haber un semblante de comunicación. A veces hay que darle pie para hablar. 

A veces es una logorrea sin sentido y nuestras preguntas ordenan el material. Hay que ayudarlo a hablar o ayudarlo a ordenar lo que dice, porque en una logorrea infinita, un buen analista sabe preguntar. En el barrio dicen “Dios está en los detalles”. Muchas veces uno pregunta sobre un detalle donde se va a ver dónde se dañó la estructura. 

Desde luego, en este lugar clínico donde el ello es prevalente y el proto fantasma con el objeto rien que es el sujeto desapareciendo (el objeto se llama rien y está teorizado en otra conferencia) hace que la transferencia oscile entre el todo o nada y que tengamos que tratar de construir la historia infantil para ver si llegamos al momento donde el sujeto pueda advertir dónde fracasó el amor que esperaba y cómo puede hacer el duelo de lo que nunca tuvo, que son los duelos peores para hacer. Ustedes saben que al perder un ser querido es más fácil duelarlo si las cosas anduvieron que llevarlo a hacer el duelo por esa herida. Es el trauma que Freud propone para estos fracasos, para estas neurosis narcisistas que es por falta de amor. 

El fin de estos análisis es lograr que forme un fantasma del inconsciente, más que atravesarlo. Y luego, tampoco se espera en estos casos que el fantasma armado en transferencia tenga la misma solidez que la que hubiera tenido si se hubiera dado en tiempos fundamentales, con lo cual suele haber re-consultas. Estos pacientes suelen ir y volver, y está muy bien, porque logran tener una vida que no podían tener sin el auxilio analítico. No importa que vuelvan, porque mientras tanto tienen una vida que pueden vivir bien. 

Me faltó decir que así como Lacan pluraliza los nombres del padre, Lacan va a pluralizar los espejos. Va a hablar de espejo esférico y espejo plano. Y el problema de estos casos es que el problema del espejo plano, el Uno paterno no logra cortar el objeto de la imagen plana, de la imagen especular plana, y el sujeto queda preso en el fondo del espejo. Hay una falla específica del Uno. El Uno está, pero hay un problema con - φ, porque el Uno no cava el hueco de - φ. Con lo cual, también digo que hay alguna falla en la tercera identificación, en el nombre imaginario del padre, lo que deja a la estructura dentro de las neurosis con una falla específica, es como una neurosis no terminada de constituir, o como yo lo llamo, “inconstitución parcial”. 

Pregunta: ¿Cómo diferenciar estas estructura de lo que se llama locuras?
S.A.: El término locura les cabe, por supuesto. El tema es saber cómo Lacan definió la locura. Lo voy a definir, que si quieren leerlo está en “Propósitos sobre la causalidad psíquica”, en los escritos. Es muy interesante lo que plantea como locura, que no creo que sea estos casos, si bien Maleval habló también, para estos casos, de locuras histéricas. Pero si yo me pongo estrictamente lacaniana en lo que él dijo, no para ser estricta, sino para ver que es muy interesante cómo él definió la locura. La define por 3 parámetros:

Infatuación: creer que uno es quien es, un personaje. Hoy hablábamos con una colega sobre la distanciación brechtiana. Brecht decía que el actor no debía sentir lo que sentía el personaje, que debía saber que era un actor. Entonces, podía hacer que el público pague por la función, porque si uno va a sentir al escenario, uno le tendría que pagar al que aguanta lo que siente uno. La emoción está bien, pero a veces según donde se esté, hay que tratar de enseñar algo. La infatuación es confundirse a uno con su personaje, es creer que uno es quien es. Por ejemplo, Lacan dice “Napoleón era Bonaparte, no se creía Napoleón”. Se separaba de su personaje. El que se la cree, entonces, está loco. 

La ley del corazón: La ley kantiana es la ley que está ahí escrita. la ley del corazón es decir “Ay, yo sentí que tenía que cruzar con el semáforo en rojo”. O “Yo sentí que el paciente necesitaba que yo le diera un abrazo”. Yo no digo que no haya que hacerlo, pero no puede ser por eso. Se viola la ley en nombre de la ley que me dicta el corazón a mi. 

El alma bella: El alma bella es “todos me odian, ¿Por qué? ¿Yo qué hice?” ó “Todos los hombres se me declaran, ¿por qué, yo qué hice?” El alma bella es no implicarse en las cosas que pasan alrededor de uno. 

En la locura estricta de Lacan, sería una infatuación narcisista extraordinaria, a la vez que él dice que es el límite de la libertad, porque si cumpliéramos todo el tiempo la ley kantiana, sin un poquito de ley del corazón… Pero es una gota de perfume francés, ¿eh?. Uno se llega a tirar el frasco encima y es un asco el perfume. Una gota de margen si, es el borde de la libertad. 

Estrictamente hablando, serían casos inversos, porque son cuadros más bien melancoloides, mientras que en la locura hay sujetos que se la creen. Eso no quiere decir que si quieren llamar locura a lo que no anda, pueden llamarlo. Pero yo les digo que Lacan hizo una muy buena definición de locura.

Pregunta: ¿Hay predominancia superyoica?
S.A.: En la locura, no, le falta. Al loco, el superyó no lo castiga nunca. ¿Pero por qué el superyó castiga al yo del que tiene el objeto caído sobre el yo? Porque le prohíbe lo mismo que lo comanda a hacer. El superyó comanda “¡goza, goza! “, es decir “Ponete en la vacuola y llená a tu mamá, colmala”. Una vez que estás en la vacuola, te dice “¿Cómo hacés eso? ¡Está prohibido, no se debe!”. O sea, que haga uno lo que haga, el superyo lo va a castigar. El antídoto para el superyo son 2: uno es mandar el objeto hacia adelante, sacarlo del yo y ponerlo dentro de una meta deseante. Cuanto más uno desea, menos lo joroba el superyo. Y otro es el humor. En los pacientes de mi práctica, yo me daba cuenta de que andaban mejor cuando podían reírse de sí mismos. Podían empezar a tener humor sobre sus padecimientos. Freud hace una corrección, y hago una mención sobre la honestidad de los grandes maestros, Freud corrige su teoría del humor en 1915, sin abolirla, era horro de afecto, diciendo que el humor es la herramienta para vencer al superyo. Por eso los chistes de Freud de humor son condenados a muerte. Por ejemplo, el condenado a muerte un lunes, que dice “Linda forma de comenzar la semana”. Es la forma de enfrentar algo inexorable. Pero en estos casos, a diferencia de la locura que no lo tiene, es claro el predominio del superyó, de los que son presa los que tienen el objeto clavado en el yo. Salvo, en el momento hipomaníaco, porque ustedes saben que Freud dijo que el triunfo de la hipomanía es vencer el objeto superyoico. Ahí hay, en el matiz melancólico, la diferencia crucial con la locura, que es al revés, es creerse más, creerse el personaje cualquiera sea. 

Pregunta: Ibas a comentar algo sobre la psicosis ordinaria.
S.A.: En estos casos, muchas veces me preguntan si no son psicosis ordinarias. Se está llamando psicosis ordinaria a cualquier caso inclasificable, o como me preguntaban antes, al loco. Y creo que escamotea la cuestión, como diría Freud, porque lo importante es que si no encuadra, ¿de qué lado no encuadra? ¿Del lado de la neurosis? Del lado de la neurosis tenemos estos cuadros. Del lado de la forclusión, tenemos los casos a la Joyce. Lacan le dedica un seminario entero para decir que cuando no hay Nombre del Padre, puede cementar la vacuola un sinthome no borromeo. O sea, que la escritura de Joyce, la mujer de Joyce, el alcohol de Joyce, le hicieron de cemento de una cualidad totalmente distinta que el cemento del Nombre del Padre, que hay subjetividad. Y aprovecho la pregunta para decir que pienso yo que en este momento hay un cambio de discurso en el mundo, este es un pensamiento personal, siguiendo obviamente algunas cosas, que Lacan lo percibió en el seminario de los 4 discursos, El reverso del psicoanálisis, cuando el busca desesperadamente otro discurso que los 4 que planteó. Y yo creo que la subjetividad de la época empieza a ser cada vez menos subsidiaria del Nombre del Padre. Y que va a haber cada vez más estructuras a la Joyce y cada vez más estructuras de fracaso del fantasma, porque la neurosis es un caso especial de cementación de la vacuola por el Nombre del Padre, no es lo único que hay, no es el único cemento. Hay otros cementos para la subjetividad. 

Entonces, llamar psicosis ordinaria sin tomarse el trabajo de ver de qué lado de la ecuación está el paciente, porque vamos a tomar otra elección de cura, hace que no adscriba al término psicosis ordinaria. Me parece que escamotea la cuestión y es una fiaca mental, que no puede tenerse trabajando como analistas.

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