miércoles, 22 de marzo de 2017

Locuras infantiles.

Apuntes de la conferencia dictada por Liliana Donzis el 07/06/2016.


Me mandaron un dibujo de una nena que dibujó a su abuela. La dibujó con unos ojos grandes y una boca con rouge bien roja y unas cosas atrás que eran sus pensamientos. Entre los pensamientos estaban las iniciales de los hijos de esta señora abuela y también estaba pensando en perritos y gatitos.

Hace ya un tiempo, no poco,me encontré varias veces con presentaciones de casos que concurrían al consultorio, a quienes se les diagnosticaba, en aquel momento, psicosis, pre-psicosis, futuros psicóticos, etc. Era tan profusa la mención a la psicosis que realmente me pareció que habìa que hacer un alto en el camino y reflexionar de qué es y si hay o no hay, si podemos suscribir la idea y concepción teórica y clínica de la psicosis en la niñez e incluso en las primeras vueltas de la niñez.

Con el tiempo y más cercano en la actualidad, nos encontramos con ciertos diagnósticos que vienen del cognitivismo y de la psicología conductista, se asoman ciertas expresiones “neurocientíficas”, porque no siempre es neurocientífica. Algunas experiencias son psiquiátricas, las menos les diría, que también se ha vuelto a etiquetar a la infancia con nuevos rótulos que tampoco son necesarios. Entonces, lo que muchas veces podemos preguntarnos por la psicosis, que de todos modos me parece una pregunta más legítima y genuina, es preguntarnos por la estructura. Mientras que, en estas modalidades de etiqueta, hay niños llamados TOC, TGD, TEA (Trastorno del espectro autista), el síndrome de Asperger (que ya no está en el DSM V). Hay toda una serie de nomenclaturas, algunas más genuinas que las otras, pero que siempre aluden a dificultades severas en la infancia.

Podemos leer “locuras infantiles” con cierto deslizamiento. Hay locuras que verdaderamente son infantiles, estaría bien dicho. Así como también hablamos de las locuras histéricas, que no están en las psicosis, da bastante bien cuenta de una lectura freudiana de la histeria en su màximo estado de gravedad o en su màximo estado de excitación. Posiblemente, en conjunción por la pregunta por la locura histérica de los adultos, o por ese deslizamiento que advierto sobre locuras que son infantiles, de cosas de chicos, pero que no son en los niños, fue surgiendo para mi esta idea de locuras en la infancia allí en niño en los cuales no podríamos afirmar que se trata de una estructura psicótica. O, por supuesto, extiendo aún más todas las debilidades que tiene la nomenclatura que se está usando en la actualidad del DSM, que son nomenclaturas dèbiles, con argumentaciones lógicamente dèbiles, donde uno puede preguntarse qué quiere decir trastorno generalizado del desarrollo, a quiénes le decimos eso, qué es un trastorno, que implica que esté generalizado o que esté en el desarrollo. Hay trastornos del espectro autista muy amplios, que por supuesto son fenoménicos, que aluden al fenómeno, a lo conductual, a lo que se ve. Entonces todos podemos marcar una serie de ítems y el que durante 6 meses mantiene por lo menos 3 de esos ítems, puede ser considerado dentro de esos diagnósticos. Ahora, como psicoanalista me puedo formular -y me formulo- la pregunta por la estructura y no por el fenómeno. Porque no hay nada màs pràctico que pensar en la estructura, aunque sea muy difícil situarla.
Muchos diagnósticos de niños son situacionales. En cierta situación del tiempo de sus operaciones. No digo edad, digo operaciones constituyentes del sujeto. Algunas operaciones se producen, otras pueden producirse de otro modo y en muchas otras, la consulta al analista será fundamental para determinar el futuro de ese niño. Un ejemplo, que ya no es de la gravedad, pero que podría ser muy claro, serìa que hay muchos niños y niñas que presentan lo que Freud llamó el tiempo de la latencia, es decir, post-edìpico, en tiempos que se han producido las operaciones de articulaciòn falo, castraciòn, complejo de castraciòn, complejo de Edipo, interdicciòn del incesto, diciéndolo de una manera muy simple, Freud dice que esto abre a un tiempo lògico diferente que él llamó fase de la latencia y con el que estamos de acuerdo. Es un tiempo muy interesante, son los niños que van a la escuela primaria y que pueden presentar bloqueos del aprendizaje, ciertas inhibiciones para ser exactos, que a veces pueden ser muy fuertes. Ahora, no estamos autorizados a suponer que una inhibición muy exacerbada en la niñez de una niña, esa inhibición conducirá necesariamente a la frigidez. ¿Qué nos autoriza, entonces, a suponer que un niño que está gravemente perturbado y desorganizado, que no está a la altura de lo esperado – con la intervención necesaria- podría no implicar un futuro de desorganización o excitaciones psicomotrices o incluso una psicosis? Es así como respecto a los niños graves, vengo formulándome una pregunta, que puede ser pensada desde la estructura, desde los fundamentos, desde las operaciones instituyentes del sujeto, como pueden surgir diferentes problemáticas que en su momento de emergencia nos indicará que un niño, realmente, están muy perturbados. No estamos trabajando con Juanito de Freud, sino casos como el de Dick, que trabajó Melanie Klein y no tuvo dudas en llamarlo psicosis, en los términos de su tiempo y con los conceptos que ella en su teoría manejaba. En la primera sesión, Melanie Klein le dice a Dick, que jugaba con unos trenes, "Dick entra en mamita". A los 40 años, Dick cuando fue entrevistado hablaba como un hombre común, que trabajaba, se comunicaba, se acordaba de Melanie Klein y de sus hijos, con el que él decía que jugaba. También se acordaba muy poco de las intervenciones de su analista de la niñez y no manifestaba en su discurso adulto ninguna de las cuestiones que podría implicar un diagnóstico de psicosis en tan temprana edad. Con lo cual, no es que hay un milagro y se pasa de una estructura a la otra. La estructura del sujeto es en acto del decir y hay decires que podrían situarse – y por eso digo que la niñez es situacional- es decir, puede haber variantes.
La estructura es un invariante, pero puede haber variantes que anudan, reanudan, encadenan de cierto modo los invariantes del lenguaje con los que hacemos nuestros diagnósticos, o por lo menos, nuestras impresiones estructurales de la constitución del sujeto: sujeto, Otro, objeto y falo como organizador. Ahí tenemos los cuatro elementos de la estructura. También podemos hablar de la estructura desde las 3 dimensiones del lenguaje, cómo se articulan lo real, lo imaginario y lo simbólico. También podemos leer la estructura desde las identificaciones instituyentes. Estas son diferentes modalidades de acercamiento a la estructura y cada uno de ustedes piénselo como mejor pueda y con los elementos que hoy tenga a mano. Como decía Sacristán, "lo que no se entiende hoy, se entenderá mejor mañana". Con lo que contemos, pensemos la cuestión de la estructura, es decir, lo instituyente del sujeto. El sujeto se instituye en un acto del decir, no es sin decir, pero, de múltiples modos. No es que un análisis va a permitir que una psicosis devenga en neurosis, la verdad que no. Por lo menos, yo no lo veo así, pero puede trabajarse – Lacan decía que no debíamos retroceder ante la psicosis, y no retrocedemos - porque hay diferentes maneras que esa estructura, ese apilamiento de los registros del lenguaje, pueda anudarse o reanudarse, o ser trabajada, de manera tal que se remiende. Hay estructuras que pueden estar mal soldadas en la infancia y sin embargo pueden remendarse, con lo cual hay cierta posibilidad de equilibrio en la vida. Sin entrar en ese tema, mi pregunta sigue siendo válida: Muchas veces se sigue diciendo psicosis, TDG, trastorno del espectro autista, se apela a estos términos que no son necesarios, aunque sean muy frecuentes. Se apela a estos términos, se los llama así en los niños, se parte de estos términos cuando hay niños muy graves. La nena que dibujaba a la abuela imaginándose los gatitos, a la madre no se le ocurriría decir que tiene un TGD, porque la verdad que no. Ya solo con ver un dibujo a veces apreciamos la situación en la que está un niño. No pienso en esta niña, que además si uno le pregunta qué va a ser cuando sea grande, ella contestó que iba a ser madre y maestra. Seguro, que va a andar por la histeria. Encontrará un príncipe azul, llorará por los rincones porque el amor nos toca a todos...
Ahora, cuando estamos en la gravedad no estamos ante "madre y maestra", porque seguramente estamos con niños cuyos padres no están del lado de poder transmitir el nombre del padre o la lengua materna. La lengua materna transmite el nombre del padre. Un padre sostiene también el nombre del padre, pero estos niños en los que consultan por gravedad, lo tengo muy presente, difícilmente puedan responder a esa pregunta de qué querés ser cuando seas grande. Uno los ve espectrales, voyando en el lenguaje sin amarre en él, con excitaciones psicomotrices, con manierismos, con estereotipias, con babeos, en algunos casos hay niños que no se pueden sostener de pie. Otros que simplemente deambulan con su cuerpo sin que las paredes impliquen un contorno y sin que el contorno de su cuerpo se vea afectado por algún contorno. Es como si se desdibujaran. Jamás podrían hacer el dibujo del árbol, de la abuela, de la casita ni el de nada. A lo sumo rayas, si es que pueden dibujar. Entonces, ante esta multiplicidad de presentaciones, la pregunta es: ¿Siempre estamos en la psicosis en el TGD o en el autismo? La respuesta, se las anticipo: creo que no.
Por lo tanto, cualquier generalización diagnóstica, simplemente nos tranquiliza ante la gravedad de lo que estamos viendo y lo que estamos presenciando. E incluso, de toda nuestra impotencia: estos chicos nos dejan en impotencia, incluso al mejor de los analistas. Incluso hay veces que tenemos dificultades del tipo neurológicas, que es otro rango y otras chances. También hay otros niños que consultan en nuestro consultorio, pero no por eso son menos graves: están en la misma situación de gravedad. Entonces, ¿a qué llamamos gravedad?
Lacan en el '56 pregunta qué es el comienzo de una psicosis, de la estructura de la psicosis. ¿Acaso una psicosis tiene prehistoria como una neurosis? Porque Freud hablaba de la prehistoria del complejo de Edipo. Dice lacan que no dice que responderá a esa pregunta, pero al menos lo intentará. El niño puede hacer algo, incluso en medio de estas estereotipias, manierismos, deambulación en el lenguaje, dificultades de expresión simbólica, escasez de recursos simbólicos. Sobretodo, escasez o dificultades en lo instituyente del cuerpo, de la imagen del cuerpo. Dice "El niño puede hacer algo", todo esto que les dije, también los síntomas de Juanito y los dibujos de la abuela, el árbol y el pajarito. El niño puede hacer algo para que el Otro del lenguaje, para la ocasión los padres, lo reconozca. Y parte de esa "hacer algo" para ser reconocido, a veces es la enfermedad. Ese algo, para ser reconocido como sujeto, lo digo en el sentido fuerte de sujeto del psicoanálisis, para instituirse como sujeto, hace algo, aún estas cuestiones de enorme gravedad como son las desorganizaciones yoicas, la falta de lenguaje, la ausencia de motivaciones, las distracciones varias, la hiperactividad. Son modalidades, los chicos tiene un repertorio enorme para decir que están mal, que no están bien, que están maltratados. A veces no están maltratados por el acoso o la paliza, sino por el discurso: no están en el lugar que corresponde a un hijo que pueda acceder a la transmisión del falo, que pueda acceder a la transmisión del nombre del padre. Entonces, estas locuras en los niños, para no hablar de psicosis ni autismo, dan para pensar si alguna de estas presentaciones difíciles podrían estar asentadas en una estructura no psicótica. Y podría estar asentada en una estructura en camino a la neurosis. Y podrían estar asentadas a veces en cuestiones neurológicas, también lo hay y por ahí la presentación es muy parecida: no hablan, deambulan, no se reconocen en el cuerpo, son hiperactivos, se golpean contra las paredes, no porque quieran golpearse, sino porque la pared es el último límite para tener un contorno en el cuerpo y sentir que ahí hay un cuerpo... Y decir "este soy yo". El rebote contra los otros es una manera de tener contorno, ahí donde un abrazo da contorno. Ese contorno es el que Lacan llamó estadío del espejo: institución de un cuerpo.
En la niñez podríamos decir que en estas presentaciones donde aparecen severas desorganizaciones yoicas, desorganizaciones en lo instituyente de la imagen corporal, en las cuales la imagen especular está trastocada o no está constituida, muchos de estos niños presentan excitaciones psicomotrices, o hiperactividad, o distracción, o deambulan o no hablan, son derivadas por un exceso o un defecto de ereotización que la madre o el padre ejercen sobre el niño. Y hablo de erotización no en sentido de abuso sexual, sino en el sentido de goce sobre el niño. El exceso de excitación, de erotización del Otro en el cuerpo del niño también desvirtúa su propio cuerpo. Entonces, el niño enredado en los goces del Otro y de los otros, está enredado en un Otro que goza de su cuerpo. El otro día en un seminario lo explicaba así: cuando el Otro materno produce una demanda en el cuerpo de un niño, hay niño, pero no es directa. La demanda del Otro instituye un borde cuando hay un bebé o un niño pequeño. Instituye un borde en el cuerpo que Freud, con muchísima lucidez, denominó pulsión. Escribe en los bordes del cuerpo la demanda del Otro , cuando el bebé tiene frío, tiene hambre, está sucio, hay que cambiarle los pañales... Escribe en los bordes del cuerpo, que será pulsión del lado del niño. Y esto instituye una consistencia a ese cuerpo. No es solamente un dibujo, es también un cuerpo consistente. Cuando esa demanda no está, se produce que no hay lugar a un cuerpo. Cuando esta demanda del Otro es en exceso, el cuerpo está hiper excedido, no de un erotismo, sino de erotización que lo lleva a moverse todo el tiempo o a estar completamente desorganizado. Esto también va de la mano con la mirada y el sonido, porque así como somos mirados, también somos hablados por el Otro y hay un sonido que entra en el cuerpo, que entra en el niño, y ese sonido le da un lugar en el mundo. Esa mirada, como lacan nos explica en el estadío del espejo, le da al niño pequeño (Lacan dice que al año, año y medio)  la primera precipitación de la imagen, que es la mirada en el espejo, según fue libidinizado por el Otro materno o paterno, según fuera libidinizado más o menos. Entonces, hay una imagen que se articula al ideal, hay una identificación en el espejo, se articula al ideal de los padres. Entonces cuando una madre ve que el nene tiene dedos largos, dice  "va a ser pianista". Todo esto ubica al chico en el deseo de los padres y esto también formatea, en el sentido de dar forma, esa imagen que un niño se ver reflejado en la imagen del Otro y que llamamos espejo.
Hay 3 tiempos del espejo. Al que le interese seguirlo, la clase 8, 9 y 10 del seminario de la angustia de Lacan, lo tiene ahí. Hay 3 pasos, más que tiempos, en esta imagen. Esta es una evocación del modelo óptico que Lacan usa para hablar del estadío del espejo. Yo lo voy a explicar de una manera elemental, pues no tenemos tiempo suficiente como para hacer una explicación larga, pero si lo esencial.

El espejo es el Otro (A). Hay un ojo que mira. En el modelo de los ópticos, en física, hay un ramillete de flores debajo de una mesa y un florero arriba de la mesa. Esto de acá abajo es la imagen real. Esta se refleja en el espejo cóncavo y vuelve en el espejo plano, que es la formación de la imagen. Hay un percepto que aparece virtual, no se sabe si lo que veo es exactamente lo que es, así como la palabra tiene cierta diferencia con la cosa. En lo que es la imagen de lo imaginario, del lado  del espejo aparece completa: las flores quedan dentro del florero.
En la niñez, este tiempo estoy hablando del estadío del espejo, para lo cual es menester que el niño ya haya entrado en el lenguaje, aunque no tenga función de la palabra. En el lenguaje, quiere decir que si a un niño uno le pregunta dónde está algo, aunque no hable, el niño lo señalará. Esto ya implica una entrada en lo simbólico, al lenguaje y cierto acceso a la palabra, pero no mucho más. Se articula a este momento, que a mi me parece absolutamente fundamental, que es la formación de la imagen. A esto los ópticos lo llaman la imagen real y a la que aparece toda unida, donde se precipita una imagen (yo diría que se precipita una primer gestalt que es la imagen corporal de mi cuerpo. Francois Doltó decía que esa imagen es inconsciente, podemos tomarlo). Es una imagen entera del cuerpo, este fenómeno, esta producción, se da en un momento muy particular y fundamental en la vida de un niño, que es la producción de "tiene cuerpo". Freud a esto lo llamó "nuevo acto psíquico" y dijo que esto era la formación del yo. Entonces, cuando uno dice "Agustín, acá está Agustín, ahí viene Agustín", Agustín empieza a tener cuerpo. Pero es un cuerpo virtual.
Y Agustín, y esto está bastante de moda, puede venir y decirle a la mamá "No, yo soy Agustina". Esto, ojo que está pasando.  Y esto no es que nació en el cuerpo equivocado, sino que hay que entender que no es Agustín o Agustina, sino que se abre a una problemática importante. A esto nosotros lo llamamos declaración de sexo, todavía no es asunción. ¿Quién viene ahí? Martín. Martín no, Martina. ¿Quien viene? Martina. Es declaración de sexo, veremos a qué corresponde. A veces pueden haber atipias. Esta imagen virtual explica la constitución del cuerpo y de la imagen del cuerpo. Su cumplimanción no solo es que haya cuerpo, sino una mirada al Otro. El nene en vez de darse vuelta, mira a la mamá o al padre esperando un asentimiento. Ahí se termina de constituir la imagen y el yo.  Acá nos encontramos con todo el problema de la desorganización yoica. Hay muchos niños que son denominados TGD, etc y sin embargo su problemática radica en la constitución del yo y de la imagen corporal, pero están en el lenguaje y están en relación a lo simbólico. Como decíamos recién, no toda gravedad es psicosis y no toda gravedad en un niño que no habla es autismo. Con lo cual, muchas de las desorganizaciones están aquí, en estos 3 pasos.
Lacan lo dice: cuando hay una fijación o una detención en este tiempo de la imagen, que queda en la imagen real, que no pasa esta imagen virtual (Uno podría decir "no hay autopercepción"), dice que nos vamos a encontrar con fenómenos de despersonalización.

Son chicos que deambulan en el lenguaje porque están en el lenguaje, y esto marca una marca enorme entre el autismo primario y el secundario, entre el autismo que cualquiera de ustedes pueda ver en cualquier centro educativo terapéutico, que trabajan con niños llamados dentro del espectro autista, que los niños que tienen un cuerpo fragmentado y que podrían pasar del otro lado, que podría haber imagen. Porque si ya se llegó a este momento de constitución de imagen, es porque hay algún recurso simbólico, aunque sea pobre o lábil, que llamamos identificación simbólica. Aquí ya hay simbólico, mientras que en casos mucho más profundos, que ya no son locura sino una no entrada en el lenguaje. Yo no he tenido experiencias con chicos que no hayan entrado en el lenguaje, aunque si me ha pasado de niños considerados por los médicos como autistas, que al cabo de un tiempo hablan. Yo tengo un caso publicado donde a un niño que deambulaba y deambulaba, en un momento le digo "tenés miedo", y el niño me responde "yo no, el gato". Una sola frase alcanza para que uno pueda situar un diagnóstico presuntivo. Además tenemos una herramienta para trabajar y que haya un soplo de sentido en esta salvedad, un nuevo sentido. "Quiero eso", me decía un niño al cual yo se lo negaba, hasta que me lo dijo. Por lo tanto, hay una articulación discursiva, lo cual es una posibilidad de seguir trabajando. Eso nos interesa, que haya algo en esa situación que empiece a responder. Si empieza a responder, es porque hay estructura. Están esas operaciones primeras que, con labilidad, están constituidas. Y esto cambia la mirada clínica.
Pero podría ocurrir que estuviéramos solo en la virtualidad, que la imagen virtual esté constituida, que haya pasado por la experiencia del espejo, la mirada del Otro que libidiniza y que además es espejo visual y sonoro. Podría no mirarlo, pero está bueno que diga "que lindo bebé, que lindo mi nene". Esto marca una diferencia enorme con el que pudo decir "quiero eso". Entonces, si estamos acá en este tiempo, vamos a encontrarnos con algunas dificultad en torno a la constitución de la imagen del cuerpo. Algunas dificultades, como los niños hiperactivos, por ejemplo, los niños llamados desatentos en la escuela, los niños que tienen desorganizaciones yoicas que no pueden pasar de al lado de la mamá al lazo social, a estar con otros, porque hay algo del cuerpo que se desfallece. ¿Por qué? Porque hay imagen, pero no está el asentimiento del Otro a esa imagen, constituyendo este enlace entre imagen y trazo, entre imagen y simbólico, entre imagen y símbolo. Recién ahí estamos con el nietito de Freud que decía "Ohh Ahh" y que Freud dijo que eso era presencia – ausencia de la mamá. Ahí Freud hace el asentimiento a su nieto, pero no por ser Freud, sino por ser un otro. Freud le da un lugar a ese nieto y como todos sabemos, fue psicoanalista. Acá tenemos lo que yo llamo el punto en relación a esta operación instituyente donde puedo ubicar las desorganizaciones yoicas, de la constitución del yo, en diferentes planos según el paso en que ha quedado fijado o detenido, sin posibilidad de avance, y estos son los chicos que podrían tener presentaciones diversas como desorganizaciones del lenguaje, deambulaciones, que pueden fenoménicamente parecer, pero no son. Podrían tener características atípicas, cercanas a un TGD, sin embargo advertimos luego de un tiempo de trabajo, que acceden a algunos recursos. Winnicott sitúa en este paso, en todo lo que es el estadío del espejo, la formación del yo, de la imagen y de lo imaginario, estoy hablando de la constitución de lo imaginario, fueron temas de los que conversaron bastante Lacan  Winnicott. Hay cartas entre ellos hablando de estos temas y en estos pasajes Winnicott hablaba del pasaje yo – no yo y del objeto transicional, donde Freud habló de la creación del objeto transicional. Él dice que es una zona de transición entre el niño y la madre, nosotros podemos decir el Otro. Y Lacan le contesta, en un congreso que se hizo en el 68 en París, que estuvieron los popes de ese tiempo, Lacan dice que un niño que se tapa los oídos a la voz del Otro, es que tiene incorporada la voz, porque tiene incorporado el significante. En ese congreso, Lacan le contesta a Winnicott, que decía que el objeto transicional es para que el niño pueda salir del entorno materno y poder irse con la pelusita que representa a la mamá y salir al mundo. Y Lacan le responde “esa pelusita, sabanita, cosita que se lleva no es para el niño, es para la mamá”. El objeto transicional es para la mamá, aunque lo vemos del lado del niño. El que va con el osito a todos lados es el nene. Pero Lacan dice que es para la mamá, para que lo deje partir.

O sea, que nosotros nos encontramos, generalmente, en la gravedad, con ese Otro que por exceso o por defecto no deja partir y no parte aguas. Cuando estamos en este terreno, es que este niño objeto del Otro, objeto del fantasma materno, es soporte con su cuerpo de ese objeto. Està capturado como objeto sin posibilidad de salir. Cuando está capturado por el Otro como objeto, que Lacan dice que son los niños más graves y habla de la psicosomática y la psicosis en estos casos, y los menos permeables a nuestras intervenciones. En ese punto, el niño es tomado por su cuerpo, como que su cuerpo es el objeto. No es lo mismo que el cuerpo del niño sea el soporte, que soporte el objeto, porque hay ahì una distancia, que la voy a escribir entre...
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...Lo real, una imagen real y una imagen virtual. Si el niño representa con su cuerpo ese objeto, por supuesto que està en una situaciòn completamente diferente que cuando es acaparado como objeto real, por supuesto fagocitado. No es “es tan lindo que me lo voy a comer”, es “me lo como”. Estoy recordando el caso de una nena, que la llevaron a un fonoaudiòlogo especialista en deglución. Este profesional le enseñaba a leer y a escribir, cosa que no entendí. ¡Iba a un especialista en deglución, se la tragó! Las mamás somos especialistas en degluciones. Entonces toda esta cuestión imaginaria en donde no se instituye un cuerpo en el espacio y entonces, no puede decir “yo” ante la pregunta “¿quièn viene?”. No puede decir Agustìn o Agustina, no se le ocurre. No va a haber tampoco la transmisión del Nombre del Padre que hace de sostén y permite que haya un vacío que anime al cuerpo y que no sea todo durito, cosa que tambièn observamos en la gravedad de los niños con patologìas graves. La mayor parte de la problemática de los niños con patología grave están en este terreno de la constitución del cuerpo y la imagen corporal. Hay algunos otros, no muchos menos, donde advertimos que la dificultad está en la entrada al lenguaje.

Caso clínico:
Consultan por Emiliano, cuando tiene 4 años, por recomendación de una maestra del jardín al que concurre. El padre, profesional, no coincide con la demanda escolar. Por el contrario, no encuentra perturbado al nene ni percibe nada preocupante. Fueron a ver a un neurólogo, que descarta enfermedad orgánica y recomienda que visite a una analista.
Emiliano no cumple consignas, es raro, hiperactivo, corre incesantemente, salta de un lugar a otro, se rehúsa a comer, grita sin motivos aparentes, no juega con otros niños, prefiere estar solo. A la madre le resulta muy difícil salir a la calle con él, pues Emiliano la desobedece, se tira al piso, patalea, grita. Al cuadro se suman problemas de dicción que impiden entenderlo cuando habla. Sus 2 hermanas mayores ofician de traductoras de Emiliano, quienes no presentaron ninguna problmàtica. También Emiliano, si puede, juega con sus excrementos y pinta las paredes con caca. La madre dice “esto es la gravedad”. Viene el neurólogo y dice “TDG”. Viene otro neuròlogo y dice “Esto es una psicosis”. Yo pienso que no.
La madre dice “yo buscaba nenas, pero me di cuenta que era un varòn cuando comenzaron a regalarme ropa celeste para el bebè”. El primer nombre, que no lo voy a mencionar, lo puso el padre, es el mismo que el abuelo, el tío. Es como si todos los hombres de esa familia tuvieran el nombre José. José Fernando, José Manuel. No es el nombre, pero digamos que este chico se llamaba José Emiliano. a madre dice “En cambio, yo elegí Emiliano. Las hermanas, se llaman Emilia Rosa y María Emilia. Yo al nene le agregué -ya lo escucharon- Emilia-NO”.
El padre, que sale de su estado de negación, manifiesta que él creía que los problemas empezaron a pasar en el primer año de vida, que fue muy difícil porque habían fallecido los 2 abuelos. Uno de ellos había fallecido a los pocos días del bautismo de Emiliano. Emiliano concurre un buen tiempo al consultorio, realiza una impresionante producción gráfica a lo largo de todo el tiempo de trabajo. Él decide trabajar con la imagen, aunque también juega con juguetes. Trata de inventar historias, realmente deambula en el lenguaje, deambula en el consultorio, entra, sale, pero en algún momento comienza a dibujar con muchísimo entusiasmo y el dibujo empieza a presentar las líneas del cuerpo. Los primeros dibujos de él, que es un obviedad, pone la mano y hace el contorno. Ese primer contorno para mi es de un valor enorme, porque este niñito que se desperdigaba por completo, busca un contorno que lo contornee. Y además habla, aunque complicado. Y aunque haga pataletas y rabietas, está en el lenguaje. Entonces, cualquier diagnóstico de estos para darle pastillas, resulta excesivo e inadecuado.
Los papás permiten que se trabaje analíticamente con el hijo y en entrevistas con ellos, colaborando más o menos. La mamá colabora mucho, pero como colabora ella, que estaba fascinada porque estaba haciendo un curso de tallado de frutas y verduras. Aún con sus limitaciones, ella decía que le cantaba a su hijo, pero miraba hacia otro lado y el chiquito no tenía nada que ver. Él dibuja, empieza a contornear muy leve, empieza a encontrar un nombre contingentemente para la cosa que estaba dibujando. En un momento redondea sus dibujos: por ejemplo, hacía un redondel con 4 palitos y decía “cucaracha”, medio redondel con palitos era el sol, y empieza a ubicar una adecuación entre la cosa y el nombre, y en un momento empieza a inventar historias breves con los dibujos. Yo tengo cuadernos y cuadernos en una metonimia infinita. Para èl era importante que yo le leyera el cuento que èl me relataba a partir de dibujar un montón de palitos. Entonces, èl se encontraba entre ese cuento, su relato y aquello que iba transcurriendo entre palabra y palabra. Emiliano se organizó muchísimo, hasta que una vez, vio un cuadro de Georges de La Tour que yo tenía en mi consultorio.
Georges de La Tour es un pintor del 1500, 1600, que ilumina maravillosamente bien a los personajes. El cuadro es un señor mayor vestido con una túnica, un niño menor con pelo largo, una vela que ilumina la cara del niño. Se llama “San José Carpintero”.

Emiliano comienza a mirar con insistencia al cuadro, a dirigir su mirada al anciano. Mientras lo contempla, empieza a mover las manos y empieza a hablarle al cuadro. Dirige su mirada al anciano, mueve las manos como si los personajes de la pintura cobraran vida, se salieran del cuadro y empezaran a hablar con èl. El viejo, conjeturo yo, sale de los límites del papel impreso y el cuerpo, que hasta ese momento guardaba una unidad de cuerpo,  una unidad pictórica, se empieza a descomponer y se desarticula, generàndole muchísima angustia al niño. Esto que se produjo, ¿es una ilusión óptica? ¿Es una alucinación visual? La constitución de lo imaginario, decía, en estos niños es lo que está en veremos. Uno dirìa que ante la aparición de una alucinación, de un fenómeno elemental, estamos en la psicosis. Es una alucinación, fíjense qué detalle. Una alucinación visual no es equiparable a una alucinación auditiva, fenómeno elemental propio de la psicosis. Una alucinación visual puede asustarnos, pero no necesariamente es un fenómeno psicótico.

¿Qué se desarticula en Emiliano? La imagen en el espejo. Se le desarticula el cuadro, porque en vez de él mirar el cuadro, el cuadro lo empieza a mirar a él. Y esto, es pesadillesco, pero en la pesadilla uno se levanta y se despierta, pero aquí el único que podía empezar a hacer, y lo hizo, fue empezar a hacer ocluir la mirada. Se empezaba a tapar los ojos porque el viejo se salía del lugar donde tenía que estar. Todos entendemos, en nuestro porteño, de qué viejo estábamos hablando. El padre se salía de su lugar porque la imagen no estaba bien sostenida. Recobrar la unidad del cuerpo no es fácil, es recobrar la unidad de tiempo y espacio, es decir, entrar en cierta posibilidad de reconstrucción de lo simbólico y de lo imaginario. Porque el cuadro que se movìa, como hubiera dicho lacan, era bien real. Era de lo real, parecìa alucinatorio. Yo pensé, en un momento, que iba a sacar el cuadro de la pared, lo iba a guardar y no lo iba a poner nunca más porque si lo ve se brota. Pero no, había que trabajar con eso, en vez de sacarlo. En este nene y en muchos otros, es en donde yo ubico las locuras infantiles, que no están dentro de las psicosis pero pueden parecerlo, que se llaman también desorganizaciones yoicas y estoy completamente de acuerdo. Lo llaman también trastornos narcisistas, estamos de acuerdo. Pero que son la gran mayoría de los niños que padecen gravedad y que muchas veces quedan confundidos, tanto para la educación como para el tratamiento, del lado de los TGD, de la psicosis en los diagnósticos estructurales, cuando en realidad estamos muchas veces, por lo menos uno de los hilos para seguir trabajando, que es el hilo de la unidad del cuerpo.

Pregunta: La estructura deviene a partir de lo que Freud llamaba el 2º despertar sexual, en la adolescencia…

L.D.: Yo voy a decir mi hipótesis: yo creo que la estructura  de los 3 registros (por eso tomé lo imaginario, la imagen y la constitución del cuerpo, el trazo simbólico y el anudamiento a lo real), esto lo advertimos ya en la niñez. Lo que advertimos en el segundo despertar, en la adolescencia, es la constitución neta, clara y definida en de subjetividad en el fantasma.

En un tiempo, yo tenía la idea, compartida por muchos también, que hay sujeto del inconsciente en la adolescencia. Pero resulta que en los nenes, por ejemplo Juanito, existe desde antes. Lo que no hay es confrontación con el partenaire sexual, por eso decimos que los juegos son un fantasma tornado inofensivo, porque no entra con lo real del sexo, con el partenaire. Mientras que en el adolescente, que se pone a jugar con el amigo o la amiga, algo de lo sexual empieza a acontecer. Pero en los niños, cuando dicen “voy a ser madre y maestra”, estamos en un tiempo donde hay estructura de los registros y hay briznas del fantasma. Hay elementos fantasmáticos, en el mejor de los casos. Por ejemplo, en el caso de la nena que hace el dibujo de la abuela, el gato y la casita, hay en esos argumentos gràficos-lùdicos, son fantasmatizaciones que seguramente devendràn, en una segunda vuelta, en una posición sexuada. Por eso les hablaba de la declaración de sexo diferenciada de la asunción sexual. En la niñez es el compás de espera, para que la fantasmatización de la subjetividad esté realmente asentada, pero el niño juega, dibuja, fantasea, en el mejor de los casos. Y en el peor, tratamos que algo de esto entre como juego, como dibujo, como actividad lúdica, con lazo a los compañeros y a los otros. Es decir, que ahí hay una estructura donde opera la lengua materna, el lenguaje, el trazo. Por eso digo que puedo tomar en la infancia la estructura del decir, aún cuando no esté constituida, sino en el mejor de los casos, no en Emiliano en ese momento, pero que no està constituida la posición sexuada. Por eso digo que el juego hace al argumento fantasmático, pero algunos niños juegan… Dicho sea de paso, en algunos puntos donde encontramos la gravedad, es en los niños que no juegan: el juego se torna realización. No juegan a la pelota, son la pelota del juego, patean las paredes, el cuerpo del de al lado. Ahí tenemos la gravedad en la infancia, en la que tenemos mucho por hacer.

Pregunta: ¿Los niños que no pueden decir yo, pero pueden decir su nombre en tercera persona? Muchas veces están catalogados como TGD.
L.D.: Muchas veces es tomado ese dato de llamarse como lo llama el otro, en tercera persona, como un dato propio de la gravedad, cuando esperamos que tenga un lenguaje fluido. Si los dice a los 2 años es una cosa, porque está aprendiendo y se llama como lo llama el otro, pero esperamos que acontezca que a esa altura ya se llame de otra manera. Es un dato que a veces se toma, pero si estuviera trabajando analíticamente con juegos, con dibujos, si pudiera usar estas herramientas para que haga un salto, posiblemente pueda ser situado como ese objeto del otro y llamado como el otro lo llama para poder partir del otro y no ser la voz del Otro, sino usar la voz propia, esperarìamos una finalización en un tratamiento de pasaje de esa voz del Otro a una voz propia, por ejemplo. No digo que sean operaciones sencillas, pero son posibles, porque està enquistado ahí: es repetitivo, no es solo una posición para aprender a hablar, sino que es para reubicarse en un lugar diferente al lugar que le da el Otro.

Pregunta: Habías dicho algo del Asperger al principio.
L.D.: Hubo mucho ruido alrededor del trastorno de Asperger, aunque ahora un poco menos. Incluso hubo muchas pelìculas al respecto, sobre estos chicos y adultos que no tienen empatía, que no establecen relaciones con el Otro, que muchas veces son estereotipados en su palabra o en su manera de actuar, o en los juegos que hacen, en donde no hay relación al Otro. Nuevamente, voy a ponerlo en el campo del interés, donde uno puede ver que lo que fracasa o lo que no está bien situado es la relación entre palabra e imagen. Si uno entiende que el sentido es lo que se da entre la imagen y lo simbólico, entre la palabra y la imagen de la cosa en esa articulación que damos para que algo tenga sentido, incluso alguna significación imaginaria, lo que advertimos en los chicos llamados Asperger, es un disloque entre la palabra y la imagen. Y por ende, esta operación entre el niño y el Otro, que produce no sólo el yo sino también la relación virtual al semejante, con mis iguales, no se produce en el Asperger. No es que no haya nombre del padre, en muchos casos están situados en el lenguaje sin forclusión del nombre del padre y con transmisión del falo. En el Asperger no hay relaciòn entre la imagen y el sentido que le adjudica la imagen. Ahì, en ese disloque, se produce esa dispersión significativa de estos chicos, que pueden aprenderse la guía de teléfono de memoria, que además tienen una apreciación y un interés único y que cuando uno va analizandolos descubre que ese interés único no es un interés: es un único. No es que están interesados por la investigación, sino que es la repetición de un trazo. Yo tengo escrito un caso de un chiquito donde lo único que le interesaba era el nombre de los jugadores de fútbol y tenía un cuaderno entero con todos los jugadores de fútbol de todos los años, de todos los campeonatos y de todas las historias. Pero como los jugadores se renuevan, siempre le faltaba alguno y tenía que reempezarlo. Con lo cual, era al infinito. La falta no era falta, era a llenar con ese trazo, trazo, trazo. Como la guía telefónica: nombre, nombre, nombre, casi sin sentido en cada nombre. Por supuesto, cuando este nene se acerca a otro nene, el nene de al lado se aburre y se manda a mudar. Se quedan solos con su único interés, que no es un interés sino la repetición de un trazo.

Ahí, esta articulación del sentido del significado no se produce. En estos casos, me parece que retomo algo que plantea Winnicott, que  es la mirada de la madre que dice que èl dice que es pre-especular, que son las miradas tristes de la madre, la depresión materna. Es muy interesante cómo uno llega a advertir ese punto donde fue mirado desde un lugar muy particular.

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