martes, 18 de agosto de 2020

La transferencia y sus diversas manifestaciones


Ver entrada anterior: La deformación del concepto de género

Hay un fenómeno que fue observado por el psicoanálisis y con el que nos topamos a menudo con la práctica clínica: la transferencia, un mecanismo inherente al psiquismo humano. 

La transferencia es uno de los tipos de repetición, que obviamente supone a las fijaciones. Transferencia es cuando se repite un cliché vincular cognitivo-afectivo que se traslada desde el paciente a otra persona. Es decir, el vínculo fijado y antiguo es un cliché vincular infantil que se traslada y se vive como actual con otra persona. Desde luego, es privilegiadamente la aparición de la transferencia en psicoanálisis, vivida con el psicoanalista. 

Tiene un poder de convicción impresionante poder decirle al paciente "Fíjese que ahora usted ahora, conmigo, está viviendo tal conducta/afecto como habíamos visto que los tenía con su papá, con su mamá o con su hermano". Freud decía que era una excelente manera de destruir en presencia y no in efigie un nudo problemático del inconsciente en la vida del enfermo. Ese fue un descubrimiento muy importante en la vida del psicoanálisis, un descubrimiento teórico, clínico y técnico.

Las transferencias son importantísimas como clínico técnicas, cuando se dan con el psicoanalista. No se dan únicamente con él y también es importante detectarlas cuando se dan con otros personajes de la vida del paciente. Es decir, vemos que una paciente toma al marido como a su papá y visceversa, un hombre que tome a su esposa como a su madre. La transferencia, sobre todo con el psicoanalista, puede ser erótica u hostil. Ambas son resistenciales. La transferencia erótica no es amorosa, sino una resistencia y la transferencia hostil es manifiestamente una resistencia.

Hay otra transferencia, que es la transferencia positiva sublimada, que debe ser destacada de las otras dos (resistenciales). La transferencia positiva sublimada es el afecto sublimado necesario para que se establezca la alianza terapéutica, es decir, ese afecto benevolente entre paciente y analista. Lo que no tiene que haber son transferencias ni contratransferencias eróticas o agresivas. Todos los pacientes nos suscitan un afecto sublimado y el paciente igual: no se puede analizar un paciente que se siente empaticamente incómodo con su analista. Esa es la transferencia positiva sublimada, lo mismo por parte del analista. No se puede analizar a un paciente que nos resulta antipático o desagradable. Tiene que haber un afecto básico sublimado. Esa es la transferencia-contratransferencia positiva sublimada.

La contratransferencia. Algunos analistas le dan una expansión muy amplia, casi confundiéndola con toda la conexión empática que tiene que tener el analista. La contratransferencia debe considerarse, dentro de la conexión empática del analista, cuando el analista detecta que está teniendo respuesta emocionales cognitivas a transferencias del paciente, lo cual le permite construir la interpretación diagnóstica de la transferencia del paciente. Si no es a lo transferido del paciente, es a la general respuesta de la conexión empática. El analista tiene que estar en conexión de inconsciente a inconsciente o conexión empática. Otros analistas tienen una idea de contratransferencia más general y la hacen coincidir con la conexión empática. La conexión empaica de inconsciente a inconsciente no siempre responde a una transferencia del paciente.

El factor de lo cognitivo no siempre se incluye en los textos sobre la transferencia, más bien se habla de los sentimientos y afectos del analista. Los analistas son enemigos de lo cognitivo, pero los afectos no pueden existir sin el componente de la representación. La tesis de Hugo Lerner, premiada con el premio Konex y por la IPA, es el descubrimiento de que el afecto es intersubjetivo. ¡Todo es intersubjetivo! En ese congreso de Chile, ya hace unos años, el término "intersubjetivo" estaba de moda. El afecto siempre es afecto a alguien, que nos suscita el afecto. Siempre es intersubjetivo de base, siempre está en juego un objeto.

Hay afectos que se pueden extender a los aportes que hacen las neurociencias. Los afectos más básicos tienen clave de afecto somática y eso viene desde la teoría del afecto de Freud y esa clave somática, en la medida que vamos creciendo, tiene procesamiento representacional, o sea, cognitivo-ideativo. Desde el afecto apego o complacencia amorosa que el bebé tiene con la mamá hasta el amor romántico que tiene la elaboración de la poesía, hay toda una elaboración que es cognitivo-afectiva poética. El amor en todos sus tipos tine procesamiento representacional. Esto es lo que hay que estudiar con todos los afectos: el odio, la angustia... No es lo mismo la angustia de nacimiento, que la angustia de pérdida de las heces, que la angustia de castración, porque tienen diferente procesamiento representacional. El procesamiento representacional también depende en alto grado de la cultura en la cual surge esa representación. Sabemos que el amor no ha sido igual a lo largo de la historia.

En la ontogénesis del desarrollo del aparato, hay un auxiliar que regula el afecto del bebé, un objeto auxiliar que el bebé no percibe aún como una persona. La hominización es intersubjetiva, todo lo es y por eso está puesto en la sesión analítica.

En la contratransferencia, es muy importante el análisis del analista, para ver si no pone en juego algo emocional cognitivo. 

Frecuencia de las sesiones. La altra frecuencia de las sesiones es importante, porque ayuda a la asociación libre. La poca frecuencia semanal ayuda a que el paciente junte argumentos y tenga menos posibilidad de asociación libre. Actualmente, habiendo 90.000 psicólogos en Buenos Aires, ese encuadre de tres sesiones semanales se vi reducido a que la gente se acostumbró a hacer análisis de una sesión semanal. Si uno pide dos sesiones, el paciente cree que está enfermo. Eso es porque Lacan tiró abajo el encuadres de tres o cuatro sesiones semanales. Eso no impide que con una sola sesión semanal, si uno da la regla y pide que realmente diga lo primero que se le pasa por la cabeza se logre asociación libre, pero hay que reconocer que se logra menos que si fuera alta frecuencia, dos o tres sesiones. Por lo tanto, se da transferencia, pero probablemente no se den las neurosis de transferencia como podían darse si los psicoanálisis tenían 5 sesiones por semana. 

Ahora bien, explicar esto es distinto a definir el psicoanálisis por cuatro o cinco sesiones por semana, que hacen las instituciones psicoanalíticas, que tienen una ensalada teórica que no han saldado. No tienen un eje epistemológico, entonces cifran su disciplina en la cantidad de sesiones y no en la coherencia teórica. Una de las cosas que se les puede reprochar es que a Lacan no lo echaron por la teoría que tenía, sino por las sesiones fragmentadas sin ninguna explicación. Esa no es la sesión de la IPA y lo echaron. O sea, sostienen una técnica vacía, no fundada en una teoría coherente. ¿De qué sirve que lo echaran por las sesiones fragmentadas si pasados los años la teoría lacaniana entró a las asociaciones psicoanalíticas? 

Con la cantidad de psicólogos que hay, el encuadre peligra. "No tengo dinero para pagar tres sesiones", aparece otro que lo toma por dos o por una. También pasa que los mismos analistas no saben qué hacer con la información de los pacientes por no conocer el funcionamiento del psiquismo, pues el material que se produce a partir de la asociación libre es abundante. Salen al mercado psicólogos con formación mezclada, entonces no deciden la frecuencia de sesiones desde la teoría. Las facultades le enseñan a los psicólogos a salir con una caja de herramientas, cuestión que pueden atenderlos con un poquito de psicoanálisis, un poquito de conductismo, un poco de neurociencias. No hay un paradigma, sino un rejunte de teorías.

Fuente: Encuentro n° 31 de "Freud Desconocido", del 30/11/2018

No hay comentarios.:

Publicar un comentario