Si algo nos separa de la clínica en este blog, son precisamente las estafas y la corrupción del mundo. Ya revelamos aspectos polémicos sobre las ONG captadoras de fondos y tambien sobre las estafas piramidales. En esta ocasión, veremos una discutible maniobra que se hizo en plena cuarentena, utilizando la buena fe de psicólogos que se propusieron a brindar contención de manera gratuita.
La historia
A comienzos del mes de mayo de 2020, apareció una publicación en Instagram, donde un grupo de psicólogos voluntarios aseguraban trabajar de manera gratuita, por el tiempo que dure la cuarentena.
Una psicóloga dice:
Rápidamente comencé por convicción y con gran entusiasmo, a asistir personas de manera gratuita y remota. He llegado a trabajar 12 horas por día para cubrir las demandas. Se armó una red hermosa y muy interesante de intercambio entre pares, completamente enriquecedora. Mi entusiasmo no dejaba de crecer. Desde la red, siempre se hizo foco en que solo se brindaba contención emocional, dado que pensar en tratamiento implicaría un intercambio económico, lo que no estaba permitido como parte del proyecto.
La inintencionada red de psicologos comenzó a salir por varios medios, con entrevistas radiales y televisivas, en las que constantemente se remarcó que el proyecto era sin fines de lucro.
Según parece, el 22 de mayo ocurrió una reunión virtual en la que le se informó a la red de profesionales que este era el fin del voluntariado y que a partir de lunes 25 (tres días después de la reunión), migraría a ser una plataforma de psicólogos, lanzada mediante la visibilidad que se obtuvo gracias al extenso trabajo ad honorem de los casi cien profesionales que trabajaron en la pandemia.
Se dispuso la venta de dos planes para los profesionales que quisieran ser parte (seguir perteneciendo) a la red y que se encuentran detallados a continuación:
Es decir, un plan en el que además de la pertenencia a la red, "aspiran" (no garantizan) derivar dos pacientes por profesional por mes por $1500 y otro en el que lo aspiracional es derivar "tres o cuatro", a tan solo $2000 por mes. Todo esto teniendo en cuenta lo imposible que es garantizar la continuidad y estabilidad de los pacientes.
¿Qué pasó con la contención gratuita y el amor desinteresado? Retroactivamente podemos suponer que los psicólogos del proyecto inicial fueron utilizados como beta testers de un sistema que posteriormente se volvió de pago. La falta de ética fue no haber avisado la extensión y los planes de la prueba, aún sabiendo bien de qué se trataba. Hoy en día, tienen un acaudalado Instaram forjado con el esfuerzo ajeno:
Quien se inscriba a esta red tiene que saber, que no tendrá una ganancia mínima asegurada, ya que ésta podría llegar a ser de $0 por mes. Esto es porque hay que pagarle a la empresa el 100% de la primera sesión y es fácil que un paciente no siga su cita on-line.
El paciente que contacte una red como esta debe saber que la idoneidad y la capactación del profesional tampoco está garantizada, pues el requisito para que profesional pertenezca allí es un pago. Un pago para participar en una repartición de pacientes, que pueden ser "tres o cuatro", como si se tratara de cabezas de ganado.
Lo cierto es que esta organización ha demostrado ser extraña desde el comienzo y esto no es nada deseable para el ámbito de la salud mental. La crisis y la pandemia hace que muchos colegas se tienten con estas propuestas de inserción en la clínica.
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