sábado, 5 de junio de 2021

El concepto de defensa en Freud

El concepto de defensa ha sido fruto de una elaboración freudiana compleja. También es una de las primeras muestras de lo fiel que se mantiene  Freud a la clínica pese a que ella se opone a sus expectativas. Las primeras referencias las encontra mos en los primeros textos referidos a trauma ya sea en el modo de uno singular, una serie de traumas parciales, o circunstancias indiferentes que debido a su articulación devienen traumáticas (Freud, 1893; p. 32). Hacia el final del  texto avanza hacia el concepto de trauma psíquico, pero poco después de plantear la etiología  traumática plantea la existencia de estados hipnoides como condición de producción de los traumas

“Base y condición de la histeria es la existencia de estados hipnoides. Estos últimos, a pesar  de su diversidad, coinciden entre sí y con la hipnosis en un punto: las representaciones que en ellos  afloran son muy intensas, pero tienen bloqueado el comercio asociativo con el restante contenido  de la conciencia. Estos estados hipnoides son asociables entre sí, y en su contenido de representa 

ción puede alcanzar por este camino grados más o menos elevados de organización psíquica.”  (Freud, 1893; p. 38). 

Esto plantea el hecho de que una persona, por la existencia de estados hipnoides, puede  tener un grupo de representaciones que no participan de los vínculos asociativos con otras representaciones. En un primer tiempo Freud sostiene esta hipótesis de Breuer pero dado que la  representación o grupo de ellas se oponen significativamente al conjunto de representaciones  que una persona se puede atribuir como propias, Freud comienza a postular que la persona se ha defendido de dichas representaciones. Que la persona realizó una defensa sobre la representación o grupo de representaciones que quedaron excluidas del comercio asociativo. Esta diferencia teórica queda claramente plasmada en Estudios sobre la histeria 

“Por nuestras observaciones hemos llegado a conocer dos formas de excluir así de la asociación unas representaciones afectivas. 

La primera es la defensa, la sofocación voluntaria de representaciones penosas por las cua les el ser humano se siente amenazado en su alegría de vivir o en su respeto hacia sí mismo. En su  primera comunicación sobre Las neuropsicosis de defensa 1894a, así como en sus historiales clí nicos del presente volumen, Freud se ha explayado sobre este proceso, que posee ciertamente una  elevada significación patológica. 

No se entiende bien cómo una representación puede ser reprimida voluntariamente de la  conciencia; sin embargo, tenemos noticias del proceso positivo que le corresponde: el de la aten ción que se concentra sobre una representación; lo conocemos con exactitud, pero tampoco pode mos decir cómo lo consumamos. 

Ahora bien: unas representaciones de que la conciencia se extraña, sobre las que no se  piensa, permanecen también sustraídas del desgaste y conserva intacto su monto de afecto. Hemos hallado, además, que otra variedad de representaciones permanece a salvo del des gaste por el pensar, no porque uno no quiera recordarlas, sino porque no puede; a saber: porque  originariamente surgieron y fueron investidas de afecto dentro de unos estados, hipnóticos o se mejantes a la hipnosis, para los cuales en la conciencia despierta subsiste amnesia. Estos estados  parecen poseer la mayor significatividad para la doctrina de la histeria, razón por la cual merecen  que se los considere con algún detalle.” (Freud, 1894; p. 225). 

Anteriormente Freud había planteado algo similar, en el Bosquejos de la "Comunicación  preliminar" 

“Por eso ya nos resultaba imposible elucidar la condición para el advenimiento de fenóme nos histéricos sin entrar a examinar aquel supuesto que intenta establecer las características de  la predisposición histérica, a saber, que en la histeria se llega con facilidad a la disociación tem poraria del contenido de conciencia y a la separación de ciertos complejos de representación que  no mantienen comercio asociativo." (Freud, 1893; p. 185)” 

"A continuación formularemos nuestra tesis sobre el ataque histérico, pero antes de enun ciarlas hacemos notar que, para la explicación de fenómenos histéricos, consideramos indispen sable el supuesto de una disociación -escisión del contenido de conciencia-." (Freud, 1893; p. 188) 

Es importante destacar que en el tiempo en que plantea los estados hipnoides y la escisión  de conciencia aquello que forma la conciencia escindida y entra en conflicto en el campo representacional de la persona recae sobre lo biológico. Los estados hipnoides en la línea que Breuer plantea, y al menos durante algún tiempo considera Freud, son un rasgo hereditario que se reduce a cierta configuración o funcionamiento neurológico. El peso del estado hipnoide recae  sobre lo biológico, la situación etc. pero no sobre el sujeto. El arribo al concepto de defensa hace  recaer la misma sobre el sujeto.  

LA SERIE DE LAS NEUROPSICOSIS DE DEFENSA 

En 1894 Freud publica Las neuropsicosis de defensa donde aparece por primera vez en su  obra el término defensa calificando un modo de histeria. Como se ha señalado el concepto tiene  una serie de antecedentes que confluyen en los textos que le permitirá organizar su primera  nosografía. 

Comienza manteniendo la idea de que el complejo sintomático de la histeria “… justifica el  supuesto de una escisión de conciencia con formación de grupos psíquicos separados.” (Freud,  1894; p. 48) En esto mantiene los desarrollos que vienen desde Estudios sobre la histeria y lo  planteado por Pierre Janet y Breuer. Marca la diferencia respecto del origen de la escisión de  conciencia y el desempeño que tendrá en la formación de síntoma. Diferencia importante dado  que no solo ubica aquello que se sustrae, sino que aún sustraído tendrá una eficacia en la formación de síntoma. Lo que implica que aquello sustraído no solo posee una lógica que causó su  sustracción, sino que participa en tanto sustraído de lo que vendrá a ser un modo de restitución  y por lo cual participa de alguna lógica. 

Respecto del origen de la escisión de conciencia se diferencia del planteo de Janet y su  planteo del estigma psíquico de la histeria referido a “… una endeblez innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del campo de la conciencia …” (Freud, 1894; p. 48). Breuer  había avanzado respecto de lo innato refiriendo la causa a unos “… estados de conciencia peculiarmente oníricos, con una aptitud limitada para la asociación, a los que propone denominar  estados hipnoides.” (Freud, 1894; p. 48). Es decir, ya no se trata de estados innatos sino de estados  que se pueden presentar. 

Frente a esto Freud plantea casos clínicos en que claramente no responden a estas dos hipótesis. En unos casos pudo demostrar “… repetidas veces que la escisión del contenido de con ciencia es la consecuencia de un acto voluntario del enfermo.” (Freud, 1894; p. 48) Nada seme jante a alguna tara o rasgo innato. En otros “… la escisión de conciencia desempeña un papel  

mínimo, quizá ninguno.” (Freud, 1894; p. 48). 

En un primer movimiento separa del grupo de las histerias la histeria de retención y la  hipnoide1 pudiendo con esto establecer una articulación entre la histeria de defensa, las fobias y  las representaciones obsesivas (Freud, 1894; p. 49). De este grupo plantea que

“… gozaron de salud psíquica hasta el momento en que sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones, es decir, hasta que se presentó a su yo una vivencia, una representación, una sensación que despertó un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla,  no confiando en poder solucionar con su yo, mediante un trabajo de pensamiento, la contradicción  que esa representación inconciliable le oponía.” (Freud, 1894; p. 49) 

Agrega un rasgo de dichas representaciones que se articulará con la premisa de ubicar la  eficacia sintomática de dichas representaciones. 

“En personas del sexo femenino, tales representaciones inconciliables nacen las más de las  veces sobre el suelo del vivenciar y el sentir sexuales, y las afectadas se acuerdan con toda la pre cisión deseable de sus empeños defensivos, de su propósito de ahuyentar la cosa, de no pensar en  ella, de sofocarla.” (Freud, 1894; p. 49) 

No pudiendo precisar el posible devenir de dicha conjunción de hechos en personas que  pudieron permanecer sanas, sí puede ubicar que tales condiciones determinaron en algunas personas “… reacciones patológicas que provocaron una histeria, o una representación obsesiva, o  una psicosis alucinatoria.” (Freud, 1894; p. 50). Además, puede articular la aptitud de producir  tales condiciones en una predisposición patológica que no corresponde a una degeneración he reditaria o personal. Referencia a los desarrollos de las denominadas series complementarias

 Propone para la génesis del síntoma neurótico una secuencia que consiste en tratar como  no acontecida la representación inconciliable. Esta tarea es insoluble para la persona en tanto  huella mnémica y el afecto adherido a la representación no son susceptibles de anular en el sentido de no acontecidas. Propone que un resultado equivalente puede corresponder en “… con vertir dicha representación en débil arrancarle el afecto, la suma de excitación que sobre ella  gravita” (Freud, 1894; p. 50) De este modo se logra que la representación dejará de plantear problemas al trabajo asociativo. Pero, “…la suma de excitación ligada a ella deberá de ser aplicada  a otro empleo.” (Freud, 1894; p. 50). En el tratamiento que reciba este afecto consistirá los modos  diferentes del retorno de las representaciones reprimidas para expresarlo en los términos del  Manuscrito K dos años posterior y contemporáneo de Nuevas puntualizaciones sobre las neuro psicosis de defensa

En la histeria “…el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a lo  corporal la suma de excitación …” (Freud, 1894; p. 50). La potencia del modelo freudiano frente  al de Janet y el de Breuer consiste en que todo lo postulado encuentra una articulación lógica  que posibilita una vía de abordaje. Así, la conversión podrá ser total o parcial, pero “… en aquella  inervación motriz o sensorial que mantenga un nexo, más íntimo o más laxo, con la vivencia  traumática.” (Freud, 1894; p. 51) más adelante agrega 

“Una vez formado en un momento traumático ese núcleo para la escición psíquica, su en grosamiento se produce en otros momentos que se podrían llamar traumáticos auxiliares, toda  vez que una impresión de la misma clase, recién advenida, consiga perforar la barrera que la vo luntad había establecido, aportar nuevo afecto a la representación debilitada e imponer por un  momento el enlace asociativo de ambos grupos psíquicos, hasta que una nueva conversión ofrezca  defensa.” (Freud, 1894; p. 51). 

Luego de la descripción realizada de la histeria, define como lo propio de este cuadro no la  posibilidad de la escisión de la conciencia sino “… la aptitud para la conversión …” (Freud, 1894;  p. 52) 

En el siguiente apartado aborda otro de los destinos posibles del afecto cuando se debe  emprender la defensa contra una representación inconciliable. En primer lugar, parte de la misma premisa. Hay una representación inconciliable. Cabe notar que esto es una homologación  a otro cuadro de las premisas que se habían mostrado fecundas en la histeria. Para la construcción teórica de la histeria como neuropsicosis de defensa el punto de partida había sido el estado hipnoide. A él se arribó a partir del relato de lo que las personas aquejadas de histeria expresaban  que les sucedía. Y se atribuyó a dicho estado por las referencias dadas el hecho de tener alguna  imposibilidad para ser tomado por la persona dentro del campo representacional conciente. La  extensión de estas premisas al campo de lo que empezarán a ser las demás neuropsicosis de  defensas es una construcción teórica que se verificó en la clínica. 

Plantea que si la persona no posee 

“… la capacidad convertidora y, no obstante, para defenderse de una representación inconciliable se emprende el divorcio entre ella y su afecto, es fuerza que ese afecto permanezca en el  ámbito psíquico. La representación ahora debilitada queda segregada de toda asociación dentro  de la conciencia, pero su afecto, liberado, se adhiere a otras representaciones, en sí no inconciliables, que en virtud de este enlace falso devienen representaciones obsesivas.” (Freud, 1894; p. 53) 

Postula que el territorio de la sexualidad es el que proporciona “… las más abundantes ocasiones para la emergencia de representaciones inconciliables..” (Freud, 1894; p. 54) Sin embargo  este temprano texto aún no ha alcanzado el grado de formalización en su génesis y del desarrollo  de los conceptos que aquí se esbozan y que adquirirán unos años más tarde en 1896. 

En este texto se plantean algunas consideraciones, para el caso, a la altura del desarrollo  del modelo para la neurosis obsesiva, ya por segunda vez, hace una referencia a la intención o  voluntad del sujeto respecto de la producción sintomática. Así planteado parecería una inconsistencia con los posteriores desarrollos donde lo traumático simplemente acontece. Pero no se trata de inconsistencias sino de las primeras conceptualizaciones que ha comenzado a desarrollar y con el progreso de su obra se irán precisando. Así, la referencia a lo demostrable al 

“… empeño voluntario, el intento defensivo a que la teoría atribuye gravitación; y al menos  en una serie de casos los enfermos mismos anotician que la fobia o la representación obsesiva sólo  aparecieron después que el empeño voluntario hubo alcanzado en apariencia su propósito.”  (Freud, 1894; p. 54) 

le corresponde al período de la defensa lograda que ubicaremos en textos posteriores. De  no ser así, de mediar la voluntad del sujeto respecto de lo traumático, nada impediría que por el  mismo acto voluntario, a partir de alguna consideración respecto de lo traumático, se pudiera  liberar de la producción sintomática. Un poco más adelante en el texto aparece el material que  dará lugar a las futuras precisiones que se incorporarán al modelo. Pero Freud no solo es conciente de estas limitaciones sino que anticipa futuros logros.  

“Entre el empeño voluntario del paciente, que logra reprimir la representación sexual des agradable, y la emergencia de la representación obsesiva, que, poco intensa en sí misma, está do tada ahora con un afecto inconciliable intenso, se abre la laguna que la teoría aquí desarrollada  no puede llenar.  

El divorcio entre la representación sexual y su afecto, y el enlace de este último con una  representación, adecuada pero no inconciliable: he ahí unos procesos que acontecen sin concien cia, que sólo es posible suponer, y ningún análisis clínico-psicológico es capaz de demostrar.”  (Freud, 1894; p. 54) 

En este sentido precisa un estado de manifestación sintomática donde el trabajo de la defensa aún no ha culminado y se presenta simultáneamente la representación sexual inconciliable y la representación obsesiva. Ubica en ello que se trata de una  

“… defensa continua frente a representaciones sexuales que llegaban en forma permanente,  vale decir, de un trabajo que aún no ha alcanzado su acabamiento.” (Freud, 1894; p. 54)

Así, el afecto de la representación sexual aparecerá dislocado en la representación obsesiva,  siendo la labor del médico ensayar su retraducción a lo sexual. Es interesante que Freud lo plantee como retraducción y no traducción. Y efectivamente es así. Son dos movimientos lo que ha  sucedido. La representación obsesiva ya es una traducción de la representación sexual que debe  ser vuelta a su expresión original.  

Respecto de la representación obsesiva el afecto puede aprovechar cualquier representación que al igual que en el caso de la histeria 

“… por su naturaleza sea compatible con un afecto de esa cualidad, o bien tenga con la representación inconciliable ciertos vínculos a raíz de los cuales parezca utilizable como su su brogado.” (Freud, 1894; p. 55) 

Finalizando el apartado dedicado a la neurosis obsesiva brinda una serie de precisiones  clínicas y el correlato teórico que le supone. 

“Opino, sin embargo, que el mecanismo del trasporte del afecto es demostrable en la gran  mayoría de las fobias y representaciones obsesivas, y sostendría que estas neurosis, a las que con  igual frecuencia hallamos aisladas o combinadas con una histeria o neurastenia, no pueden si tuarse en un mismo grupo con la neurastenia común, para cuyos síntomas básicos no cabe supo ner un mecanismo psíquico.” (Freud, 1894; p. 55) 

Aborda ahora la confusión alucinatoria 

“En los dos casos considerados hasta ahora, la defensa frente a la representación inconci liable acontecía mediante el divorcio entre ella y su afecto. Pero la representación, si bien debili tada y aislada, permanecía dentro de la conciencia. Ahora bien, existe una modalidad defensiva  mucho más enérgica y exitosa, que consiste en que el yo desestima la representación insoportable  junto con su afecto y se comporta como si la representación nunca hubiera comparecido. Solo que  en el momento en que se ha conseguido esto, la persona se encuentra en una psicosis que no ad mite otra clasificación que confusión alucinatoria.” (Freud, 1894; p. 59) 

A tales consecuencias clínicas le supone una predisposición patológica que necesita diferenciarla de las anteriores descripciones de la histeria y la neurosis obsesiva, por ello recurre a  una diferenciación cuantitativa. “… una predisposición patológica de grado más alto …” (Freud,  1894; p. 60). Pero manteniéndola dentro del campo de la defensa. Aún no ha arribado a los conceptos que posibilitarán ordenar este campo no desde lo cuantitativo sino cualitativo, a partir de  diferencias operatorias en el campo de la defensa. Origen de los posteriores desarrollos de su  nosografía y nosología. 

Al finaliza el texto presenta su representación auxiliar para el desarrollo de la tesis de la  defensa. 

“En las funciones psíquica cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que  tiene todas las propiedades de una cantidad -aunque no poseamos medio alguno para medirla-;  algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y se difunde por las  huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de  los cuerpos. (Freud, 1894; p. 61) 

Hacia finales de 1896 le envía en un anexo a una carta lo que se conoce como Manuscrito  K. Las neurosis de defensa. Este texto anticipa con leves variaciones el texto dado a la imprenta  para dicha fecha Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa. 

En el lapso transcurrido entre 1894 y 1896 Freud ha podido arribar a una serie de precisiones  clínicas y teóricas. En primer lugar, señala que las neuropsicosis de defensa son la expresión  patológica de estados afectivos normales “… del conflicto (histeria), del reproche (neurosis obsesiva), de la mortificación (paranoia), del duelo (amentia alucinatoria). La diferencia consistirá en  que la tramitación es imperfecta y conlleva un daño permanente al yo. Pone de manifiesto lo que ha venido desarrollando en otros textos respecto del complejo entramado que determina las  condiciones etiológicas y que hacen a las denominadas series complementarias. Y establece el  territorio donde se articulará la teoría 

Existe una tendencia defensiva normal, o sea, la repugnancia a guiar la energía psíquica de  suerte que genere displacer. Esa tendencia, que se entrama con las constelaciones más fundamen tales del mecanismo psíquico (ley de constancia), no puede ser vuelta contra percepciones, pues  estas saben conquistarse la atención (atestiguada por la conciencia); sólo cuenta contra recuerdo  y representaciones que en su tiempo estuvieron enlazadas con displacer, pero son incapaces de  cobrar un displacer actual diverso del recordado); y en este caso, por otra parte, puede ser supe rada por un interés psíquico. 

En cambio, la inclinación de la defensa se vuelve nociva cuando se dirige contra represen taciones que pueden desprender un displacer nuevo también siendo recuerdos, como es el caso de  las representaciones sexuales. Es que aquí se realiza la única posibilidad de que, con efecto retar dado, un recuerdo produzca un desprendimiento más intenso que a su turno la vivencia corres pondiente Para ello sólo hace falta una cosa: que entre la vivencia y su repetición en el recuerdo  se interpole la pubertad, que tanto acrecienta el efecto del despertar. (Freud, 1896; p. 262) 

Luego de referenciar que vergüenza y moralidad son las fuerzas represoras y plantear que  donde ellas se ausenten (varones, clases inferiores del pueblo, o embotamiento por las condiciones de vida como el campo) no se presentará ninguna neurosis. (Freud, 1896; p. 262) Establece  lo que se denomina la formula canónica de las neuropsicosis de defensa 

“… 1) la vivencia sexual (o la serie de ellas) prematura, traumática, que ha de reprimirse. 2)  Su represión raíz de una ocasión posterior que despierta su recuerdo, y así lleva a la formación de  un síntoma primario. 3) Un estadio de defensa lograda, que se asemeja a la salud salvo en la exis tencia del síntoma primario. 4) El estadio en que las representaciones reprimidas retornan, y en  la lucha entre estas y el yo forman síntomas nuevos, los de la enfermedad propiamente dicha; o  sea, un estadio de nivelación, de avasallamiento o de curación deforme.” (Freud, 1896; p. 262) 

Esta estructuración respecto de la trayectoria de la enfermedad permitirá el ordenamiento  de aquello que en el texto de 1894 se esbozó. Los textos, tanto en el apartado dedicado a la histeria como en el de la neurosis obsesiva entra en una serie de precisiones respecto de las edades  cuya referencia entre otras es la carta 52 y si bien está impregnado de los trabajos respecto de la  reescritura de las huellas mnémicas en el aparato neuronal, presentará un modelo que podrá  homologarlo al sistema representacional y dará como resultado final lo que se denominará las  series complementarias en la etiología de las neurosis. 

Plantea que para la histeria los síntomas “… se vuelven inteligibles reconduciéndolos a unas  vivencias de eficacia traumática, y que estos traumas psíquicos se refieren a la vida sexual …”  (Freud, 1896; p. 164). Especifica para la causación de la histeria la naturaleza de los traumas sexuales y el período de vida en que acontecieron. Tienen que consistir en una efectiva irritación  de los genitales y debió acontecer antes de la pubertad (Freud, 1896; p. 164). Respecto de esto en el Manuscrtio K es más específico. Allí precisa que la tendencia de la defensa no puede volcarse  hacia percepciones pues ellas “… saben conquistarse atención (atestiguada por conciencia) …” (Freud, 1896; p. 261). No produce ninguna dificultad cuando tempranamente despertaron displa cer, pero sí cuando en tanto recuerdos sí pueden despertar un displacer actual (Freud, 1896; p.  261) y la condición para ello es que entre la vivencia y su repetición en tanto recuerdo se inter ponga la pubertad. 

Respecto de la histeria, su condición específica, la de la naturaleza del trauma sexual, es la pasividad sexual en períodos pre sexuales, entendiendo por ello aquella etapa de la vida previa a la pubertad. Esta caracterización del trauma sexual será abandonada paulatinamente. Los desarrollos en el apartado de la histeria referidos a los factores etiológicos serán abordados más ex haustivamente en otros textos y hará al progresivo desarrollo de lo que se denominará las series  complementarias. Simplemente señalo el corrimiento que ya se vislumbra entre la tara hereditaria, los estados oniroides, que apartándose de la herencia deja el sesgo del lado de lo biológico  y los “factores etiológicos accidentales” tal como los nombra en este texto (Freud, 1896; p. 164).  Hecho que empieza a establecer una correlación entre lo que le hace a la historia de un sujeto y  la respuesta que frente a ello produce. 

Las vivencias y excitaciones que posibilitan el desarrollo de la histeria solo pueden producir  su efecto no por sí mismas sino “… por el despertar la huella mnémica de esos traumas de la  infancia, huella que no deviene entonces conciente, sino que conduce al desprendimiento de  afecto y a la represión.” (Freud, 1896; p. 167) 

“Sólo consiguen reprimir el recuerdo de una vivencia sexual penosa de la edad madura aque llas personas en quienes esa vivencia es capaz e poner en vigor la huella mnémica de un trauma  infantil.” (Freud, 1896; p. 167) 

En el Manuscrito K se extiende más respecto de las características del síntoma. El efecto de la represión es un avasallamiento del yo (Freud, 1896; p. 268). 

“La elevación de tensión a raíz de la vivencia displacentera primaria es tan grande que el yo  no contradice a esta, no forma ningún síntoma psíquico, sino que se ve precisado a consentir una  exteriorización de descarga, las más de las veces una expresión hiperintensa de la excitación. Se  puede definir este primer estadio de la histeria como histeria de terror; su síntoma primario es la  exteriorización de terror con lagunas psíquicas.” (Freud, 1896; p. 268) 

Y precisa respecto al síntoma: 

“La represión no acontece por formación de una representación contraria hiperintensa,  sino por refuerzo de una representación-frontera, que desde entonces subroga al recuerdo repri mido dentro del decurso de pensar. 

 …  

Así, es en cierto modo el resultado de un compromiso, el cual, sin embargo, no se exterioriza  en la sustitución con arreglo a alguna categoría tópica, sino en el desplazamiento de la atención  a lo largo de la serie de representaciones conectada por simultaneidad. Toda vez que el suceso  traumático se desahoga en una exteriorización motora, esta misma pasa a ser la representación frontera y el primer símbolo de lo reprimido.” (Freud, 1896; p. 269). 

Plantea para la neurosis obsesiva que la vivencia primaria estuvo dotada de placer y ha sido  activa para el niño o pasiva en el caso de la niña. Plantea para las representaciones obsesivas una  fórmula simple. Son la expresión de reproches mudados que retornan de la represión. (Freud,  1896; p. 270) El contenido del reproche es una acción sexual realizada por placer. 

Ubica un tiempo anterior de seducción que es el antecedente que posibilita la acción de  agresión sexual contra el otro sexo que posteriormente retorna como acción-reproche (Freud,  1896; p. 270). La maduración sexual pondrá fin a este período iniciando la sustitución del repro che frente a la acción placentera por el síntoma defensivo primario que consisten en vergüenza,  desconfianza de sí mismo y escrupulosidad de la conciencia moral. Así se inaugura el período de  la salud aparente o defensa lograda. 

Para el siguiente período de la enfermedad puede especificar su característica. El retorno  de los recuerdos reprimidos. No puede precisar si su posibilidad se debe a algo casual y espontá neo o como consecuencia de alguna perturbación. Los recuerdos reanimados y los reproches  asociados a ellos no ingresan inalterados a la conciencia sino unas formaciones de compromiso  entre las representaciones reprimidas y las represoras. (Freud, 1896b; p. 170)

Lic. Marcelo Orandi 

“Existen dos formas de neurosis obsesiva, según que se conquiste el ingreso a la conciencia  sólo el contenido mnémico de la acción-reproche, o también el afecto-reproche a ella anudado. El  primer caso es el de las representaciones obsesivas típicas, en que el contenido atrae sobre sí la  atención del enfermo y como afecto se siente sólo un displacer impreciso, en tanto que al contenido  de la representación obsesiva sólo convendría el afecto del reproche. El contenido de la represen 

tación obsesiva está doblemente desfigurado respecto del que tuvo la acción obsesiva en la infan cia: en primer lugar, porque algo actual remplaza a lo pasado, y, en segundo lugar, porque lo se xual está sustituido por un análogo no sexual. Estas dos modificaciones son el efecto de la incli nación represiva que continúa vigente, y que atribuiremos al yo. El influjo del recuerdo patógeno  

reanimado se muestra en que el contenido de la representación obsesiva sigue siendo fragmenta riamente idéntico a lo reprimido o se deriva de esto por medio de una correcta secuencia de pen samiento. Si uno reconstruye con ayuda el método psicoanalítico, la génesis de cada representa ción obsesiva, halla que desde una impresión actual han sido incitadas dos diversas ilaciones de  

pensamiento; de ellas la que ha pasado por el recuerdo reprimido demuestra estar formada tan  correctamente desde el punto de vista lógico como la otra, no obstante ser insusceptible de con ciencia e incorregible.” (Freud, 1896b; p. 171) 

Una segunda plasmación de la neurosis obsesiva se produce si lo que se conquista una su brogación en la vida psíquica conciente no es el contenido mnémico reprimido, sino el reproche,  reprimido igualmente. El afecto de reproche puede mudarse, en virtud de un agregado psíquico, en  un afecto displacentero de cualquier otra índole: acontecido esto, el devenir-conciente del afecto  sustituyente ya no encuentra obstáculos en su camino. Entonces el reproche (por haber llevado a  cabo en la infancia la acción sexual) se muda fácilmente en vergüenza (de que otro se llegue a  enterar), en angustia hipocondríaca (por las consecuencias corporales nocivas de aquella acción  reproche), en angustia social (por la pena que impondrá la sociedad a aquel desaguisado), en an 

gustia religiosa, en delirio de ser notado (miedo de denunciar a otros aquella acción), en angustia  de tentación (justificada desconfianza en la propia capacidad de resistencia moral), etc. (Freud,  1896b; p. 172) 

Junto a estos síntomas la neurosis obsesiva forma una serie nueva de síntomas que son una  lucha defensiva frente a estos síntomas. Los de la defensa secundaria. (Freud, 1896b; p. 172) Res pecto de las representaciones obsesivas, estos síntomas constituyen medidas protectoras y si en  la lucha de la defensa estas medidas se tornan exitosas la compulsión se transfiere hacia las me didas protectoras dando lugar a la tercera plasmación de la neurosis obsesiva. Las acciones ob sesivas. Todas ellas plausibles de restituirse en su serie de transformaciones mediante su análisis.  Esta fase de la defensa puede tornarse exitosa produciendo un desvío hacia otros pensamientos  que tendrá como característica ser contrarios a los que lo originan. A esto responde la compul sión de cavilar, en general respecto de cuestiones suprasensibles, o ocupándose en términos ló gicos de cada idea obsesiva originando la compulsión de pensar y la duda obsesiva. Frente a los  afectos obsesivos la defensa secundaria puede producir una serie de síntomas que Freud agrupa  del siguiente modo. Medidas expiatorias (ceremoniales, observación de números), preventivas  (fobias, superstición, meticulosidad pedante), miedo a traicionarse (coleccionar papeles, misan tropía), aturdimiento (dipsomanía). La neurosis obsesiva puede presentar variaciones entre el  franco establecimiento de los síntomas de la defensa secundaria, u oscilar periódicamente entre  éstos y los síntomas del retorno. El rasgo compulsivo de los síntomas obsesivos no radica en la  creencia que se les preste ni en la fortaleza o intensidad de la representación. 

“Su carácter esencial es, antes bien, que no puede ser resuelta por la actividad psíquica sus ceptible de conciencia; y este carácter no experimenta cambio alguno porque la representación a  que la obsesión adhiere sea más fuerte o más más débil, esté más o menos intensamente ilumi nada, investida con energía, etc.” (Freud, 1896b; p. 174)

En el siguiente apartado del texto aborda la paranoia crónica2 que siguiendo al abordarlas  las hipótesis clínicas que sostiene para la histeria y neurosis obsesiva puede ubicar dentro del  grupo de las neuropsicosis de defensa. 

“Desde hace largo tiempo aliento la conjetura de que también la paranoia -o grupos de ca sos pertenecientes a ella- es una psicosis de defensa, es decir que proviene, lo mismo que la histeria  y las representaciones obsesivas, de la represión de recuerdos penosos, y que sus síntomas son  determinados en su forma por el contenido de lo reprimido.” (Freud, 1896b; p. 175) 

Luego de un relato pormenorizado de la producción sintomática que presentaba la señora  P. Freud plantea que lo que va a poder especificar es la etiología del caso y el mecanismo de las  alucinaciones. (Freud, 1896b; p. 177). Freud aborda el caso con el dispositivo de psicoanálisis de  la época y sus premisas. Supone una causa determinante para los síntomas que presenta, ésta es  inconscientes y es posible arribar a su contenido por la vía del análisis. Es decir, la paranoia es  causada por una representación reprimida. De allí su ubicación nosográfica como neuropsicosis  de defensa. Lo que encuentra a partir del análisis es homogéneo con lo que se presenta en el  análisis de las demás neuropsicosis de defensa: pensamientos que la persona no recuerda haber  tenido que le resultan extraños y contradicen sus propias expectativas. 

El historial analizado le permite ubicar a las alucinaciones de imágenes y sensaciones como  síntomas del retorno de lo reprimido. Y aquello que retorna son las vivencias infantiles reprimi das. El historial presentado permite ubicar a las alucinaciones auditivas como unos pensamien tos reprimidos, pero en último análisis unos reproches que se anudan al trauma infantil. Por lo  tanto, responden al retorno de lo reprimido, pero en tanto este retorno opera e influye en el  pensar de la persona (Freud, 1896; p. 182). Por ello plantea que “es un compromiso entre resistencia del yo y poder de lo retornante.” (Freud, 1896; p. 182). Estas consideraciones dejan toda la  temática alucinatoria por fuera del territorio de la deficiencia del órgano en la modalidad que  fuera para ubicar en primer plano la eficacia actual de lo traumático acaecido. 

La comparación entre la neurosis obsesiva y la paranoia lo lleva a plantear que así como en  la primera el síntoma defensivo primario es la desconfianza de sí mismo, en la paranoia el reproche es reprimido por un mecanismo que propone llamar proyección dado que se erige el síntoma  defensivo de la desconfianza hacia los otros. Y dado que la desconfianza hacia sí mismo dio lugar  al reconocimiento del reproche y compensarlo por la vía de la escrupulosidad de la conciencia  moral, en la paranoia al no haber reconocimiento del reproche por haber sido expulsado, no hay  protección respecto del retorno de los reproches que implican las ideas delirantes. Esto ubica a  las ideas delirantes como retorno de lo reprimido. 

En la particularidad del modo de respuesta que frente al trauma reprimido implica la paranoia Freud ubica una diferencia con la neurosis obsesiva. Como en esta se ha dado creencia al  reproche, el retorno de lo reprimido implica nuevos esfuerzos del aparato para defenderse del  retorno dando lugar a los síntomas de la defensa secundaria. En la paranoia no hay creencia en  el reproche y al retorno de lo reprimido en la forma de ideas delirantes le imprimen al aparato  psíquico una demanda de trabajo hasta que queden exentas de contradicción que conlleva al  delirio de interpretación3 que desemboca en la alteración del yo. (Freud, 1896b; p. 184). Así lo  señala en el apartado de la paranoia en el Manuscrito K 

“Aquí, con el retorno de lo reprimido en forma desfigurada, la defensa fracasa enseguida, y  el delirio de asimilación no puede ser interpretado como síntoma de la defensa secundaria, sino  como el comienzo de una alteración del yo, como expresión de su avasallamiento.” (Freud, 1896;  p. 267)

1 Aquellas causadas por la intercepción de la reacción frente al estímulo traumático y las ocasionadas por los  estados hipnoides.

2 En una nota posterior precisa que se trató de una “dementia paranoides”. Es decir no una paranoia como la  que describirá en su forma clásica Kraepelin sino la forma clínica paranoide de una demencia precoz de acuerdo a  la nosografía de este autor.  

3 Al que denomina “delirio de asimilación” en el Manuscrito K

BIBLIOGRAFIA 

Baumgart, Amalia; Ataque de pánico y subjetividad; Eudeba; 1°; Buenos Aires; 2001. 

Freud, Sigmund; Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Manuscrito K. Las neurosis de defensa; Obras Completas, Amorrortu, Bue nos Aires, 1996, vol. I. 

Freud, Sigmund; Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Manuscrito H. Paranoia; Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1996,  vol. I. 

Freud, Sigmund; Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Manuscrito G. Melancolía; Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires,  1996, vol. I. 

Freud, Sigmund; Obsesiones y fobias. Su mecanismo psíquico y su etiología; Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1996, vol. III.  Freud, Sigmund; Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Manuscrito E. ¿Cómo se genera la angustia?; Obras Com pletas, Amorrortu, Buenos Aires, 1996, vol. I. 

Freud, Sigmund; Sobre la psicoterapia de la histeria; Obras Completas; Amorrortu; Buenos Aires; 1996; vol. II. Freud, Sigmund; Las neuropsicosis de defensa; Obras Completas; Amorrortu, Buenos Aires, 1996, vol. III. Freud, Sigmund; Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa; Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1996, vol. III. Freud, Sigmund; Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia; Obras  Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1996, vol. III. 

Graves, Robert Los mitos griegos 1; Alianza editorial; 2 ed.; Madrid; 2001.

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