Cuando Lacan se posiciona como antifilosófico, significa que rechaza la filosofía ontológica. A esa línea también pertenecen Nietzsche y Kierkegaard. En el seminario 12, Lacan va a decir que "El psicoanalista es la presencia del sofista en nuestra época pero con otro estatuto". Vamos a ver qué quiere decir eso.
En esta entrada, habíamos visto que Giorgias introdujo, mediante el juego del lenguaje, la retórica y a los sofistas.
A los Sofistas se les cuestionaba mucho, se los acusaba de engañar. Los sofistas solían ser extranjeros que hablaban muy bien; eran muy importantes porque en Grecia todas las cuestiones de retórica tenían que ver con la ley. Las polis griegas tenían sus propios estatutos y todo lo que tenía que ver con el Estado se dirimía en la plaza pública, el ágora. Lo que importaba era saber hablar bien: el buen retórico era bueno en leyes y política.
Los sofistas enseñaban el arte de hablar persuasivamente en público, mediante la práctica de la argumentación y el ejercicio continuado en debates sobre cuestiones éticas o políticas, algo absolutamente indispensable en Atenas, donde el ciudadano participaba directamente y le exigiía el dominio de la palabra.
Los sofistas se presentaban a sí mismos como maestros de la virtud y sabiduría política. Cobraban mucho por sus clases, y tenían un método que tenía dos partes:
La declamación de "epideixeis" ó discursos demostrativos. Por ejemplo, Encomio de Helena o la defensa de Palamedes.
Un elemento importante en la formación retórica del futuro orador era la ejercitación y aprendizaje de los topoi o loci communes. Es decir, los lugares comunes del discurso. Se enseñaba la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, etc.
La erística ("eris" es disputa, querella y "techne" arte, procedimiento) es el arte del conflicto y el debate.
Los sofistas generaban grandes discusiones, de las que ganaban muy bien, en lo que nos recuerda a la política actual.
Giorgias, en polémica con Parménides, acentuó la contradicción del verbo ser. El "ser" de Parménides puede ser el ser y la nada. En la primera parte de su argumentación, Giorgias muestra que no se puede utilizar el verbo ser sin suscitar graves contradicciones.
En la última parte desarrolla la idea del relativismo del individuo hace incomunicable cualquier conocimiento. Hace hincapié en la especial relación existente entre los logos y la realidad .
Al no coincidir el logos con la realidad, resulta un medio adecuado para comunicarla. Georgias demuestra ser un experto lingüista y consiguió, a lo largo de su argumentación, desacreditar la doctrina eleática del ser, defendida por Parménides, inaugurando la historia de la nada, cosa que en esa época no tuvo mucha trascendencia, sino que fue retomada por los idealistas alemanes.
Un discurso muy interesante que dio Gorgias fue el discurso en contra de Helena de Troya. Ese discurso se perdió, y al otro día dio un discurso a favor de ella. Helena, pasó de ser la. peor de todas a una semidiosa. Giorgias dice algo muy valioso:
"...los encantamientos inspirados, gracias a las palabras, aportan placer y apartan el dolor. Efectivamente, al confundirse el poder del encantamiento con la opinión del alma, la seduce, la persuade y transforma mediante la fascinación. De la fascinación y de la magia se han inventado dos artes, que inducen errores del alma y engaños de la opinión" (Helena, 10)
Giorgias denunció lo mismo que él hacía:
"¡Cuántos persuadieron –y aún siguen persuadiendo– a tantos y sobre tantas cuestiones, con sólo modelar un discurso falso!”. Y, continúa Gorgias, “si todos tuvieran un recuerdo de todos los acontecimientos pasados, conocimiento de los presentes y previsión de los futuros, la palabra, aun siendo igual, no podría engañar de igual modo. Lo cierto es que, por el contrario, no resulta fácil recordar el pasado ni analizar el presente ni adivinar el futuro, la palabra, aun siendo igual, no podría engañar de igual modo. Lo cierto es, por el contrario, que no resulta fácil recordar el pasado ni analizar el presente ni adivinar el futuro. De forma que, en la mayoría de las cuestiones, los más tienen a la opinión como consejera del alma. Pero la opinión, que es insegura y está falta de fundamento". (Helena, 11)
De esta manera, la palabra es algo persuasivo.
"La misma relación guarda el poder de la palabra con respecto a la disposición del alma que la prescripción de fármacos respecto a la naturaleza del cuerpo. Pues, al igual que unos fármacos extraen unos humores del cuerpo y otros, otros; y así como algunos de ellos ponen fin a la enfermedad y otros, en cambio, a la vida, así también las palabras producen unas, aflicción; otras, placer; otras, miedo; otras predisponen a la audacia a aquellos que las oyen, en tanto otras envenenan y embrujan sus almas por medio de una persuasión maligna". (Helena, 14)
El logos como pharmakon es propuesto por varios autores. El fármaco y las palabras, entonces, pueden producir un bien o un mal. El pharmakon tiene un amplio uso en Grecia, era un medicamento o un veneno. En Fedro, Platón propone al mismo como escritura como un pharmakon de la memoria. En la escuela de Cos, el pharmakon era usada para el tratamiento de las enfermedades, entre las cuales estaba la palabra.
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