Por Lucas Topssian
Sería una generalización incorrecta afirmar algo sostenible acerca de la conducta de toda la población de todos hombres, de todas partes. Incluso hablando de categorías más particulares como los "hombres narcisistas", "hombres perversos" y aún "hombres locos", a las que muchas notas se refieren, llegan a conclusiones bastante cuestionables.
Ahora, lo cierto es que la pregunta insiste entre algunas analizantes, y si bien su formulación es incorrecta a fines de una investigación, es lícito alojarla... al menos para hacer un síntoma de ella. Lo cierto que es que nadie nunca llegó al consultorio para saber qué le pasa a los hombres, sino que se refieren a ese hombre o a aquel otro que importan en la vida de la paciente. La idea en un análisis sería pasar, supongamos, del "me dejan" al "me hago dejar y algo obtengo de eso", en lo que será esa carta de amor al Otro de la que Diana Rabinovich decía que era un análisis.
Pero volvamos a los hombres que huyen del compromiso. Otro término curioso es esta idea de El Compromiso, como si fuera algo único, prefijado, eterno e inmutable. El diccionario define al compromiso en términos de una obligación contraída; más específicamente, al acuerdo formal al que llegan dos o más partes tras hacer ciertas concesiones cada una de ellas. Entonces, no podemos decir que alguien huya del compromiso, que existe únicamente en la esfera simbólica: de lo que se huye, en todo caso, es del otro miembro del posible compromiso.
Vemos, por otro lado, que el compromiso implica "con-cesiones", una cesión de ambas partes. Qué se cede en cada acuerdo suele eclipsarse más fácilmente por que aquello que se pretende ganar. En otras palabras, nadie celebra un compromiso persiguiendo una pérdida, sino una ganancia. Aún así, supuestamente, algunos hombres huyen de la ganancia que implicaría ese compromiso. La cuestión es si estos hombres huidizos tienen, más allá de los diagnósticos de fobia, personalidades narcisistas o la que fuera, algo tentador que ganar. No es que esa ganancia no esté, bien podrían no haberla notado y aún habiéndolo hecho, no hay garantías de que el ser humano elija lo que más le conviene.
A la queja de que "Los hombres le huyen al compromiso", suelo preguntar de qué compromiso se trata. Es sabido que hay malos compromisos si la promesa de retormo (o el retorno efectivo) no compensa lo invertido, ¿Es realmente condenable que el hombre huya? Antes de pensar en hombres inmaduros esquivos, me gusta pensar en hombres de negocios (neg-goce) que no quieren pagar el precio por alguien que no valoran.
El compromiso requiere de dos voluntades, de lo contrario sería una imposición. Para mucha gente, según parece, cuando Pappo escribió "Juntos a la par", le hubiera gustado más que fuera "vamos juntos a la par... mía".
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