jueves, 3 de noviembre de 2022

La pulsión en Freud y Lacan

Entrada anterior: ¿Qué es el inconsciente? El inconsciente como ruptura del discurso racional 

A partir de Tres ensayos, la pulsión, los fenómenos del asco, vergüenza, moral, dolor y compasión podrán ser puestos en serie y adquirir el valor de diques pulsionales. El concepto que adquiere la pulsión permite resignificar desarrollos tempranos que abordaban a estos fenómenos en términos de mecanismos de defensa frente a la noción de fuente independiente de displacer (que luego será el superyó).

Esta nueva conceptualización adquiere valor en función de un cuerpo pulsional y que conduce a las formaciones del inconsciente.

Así, Freud es llevado a revisar conceptos como la represión y la pulsión.

En La represión (1915) se establece una diferenciación entre el destino del representante psíquico de la pulsión y el del monto de afecto. El representante le permite ubicar el punto de inscripción de la pulsión en un aparato psíquico previamente formalizado.

Al mismo tiempo, el destino del monto de afecto da cuenta de una dimensión heterogénea al mecanismo psíquico y al dispositivo analítico. Ubicamos como referentes la compulsión del síntoma y la angustia. 

Con Pulsiones y sus destinos de pulsión esos elementos comienzan a tener un lugar más estructural y definido. El desdoblamiento antes referido entre el representante psíquico y el monto de afecto se continúa, de algún modo, en la mudanza en lo contrario y en la vuelta sobre la propia persona. Estos dos destinos "previos" figurados a través de los pares opuestos "sadismo/masoquismo" y "placer de ver/placer de mostrar" remiten a pulsiones que no se organizan en relación con el apuntalamiento.

"Pulsión" es una traducción impropia de trieb (fuerza, empuje), se trata de un concepto fundamental adoptado por convención. Se trata de una ficción, de un límite entre lo anímico y lo somático. "Un montaje", dice Lacan, de 4 elementos: la fuente, la meta, el objeto y la fuerza, cosa que Freud había dicho y que Lacan acepta. El término montaje en el seminario 11 de  Lacan es como construcción. El método de Heidegger es de desmontaje ó deconstrucción. de manera que Lacan propone, siguiendo esta lectura, desmontar a la pulsión.

Para Freud, la pulsión tiene un recorrido que incluso vuelve hacia la propia persona. Sin embargo, Freud va a decir que hay una forma de la satisfacción de la pulsión muy rara, que es la sublimación, es decir, sin que la pulsión tome un objeto en particular. Por ejemplo el arte, donde indirectamente se satisfacen pulsiones sexuales. Quiere decir que la pulsión puede realizarse sin alcanzar el objeto, al contrario del instinto, que invariablemente necesita del objeto. Esto va a ser muy aprovechado por Lacan.

En cuanto a la fuerza (drang), es una fuerza constante que parece instantánea. Siempre está ese empuje. Cuando habla del objeto, Lacan toma siguiendo a Freud que puede ser cualquiera, que no es específico. La fuente es de donde parte la pulsión y en cuanto a la meta, Lacan dice que se trata de rodear al objeto y no de alcanzarlo.

Por ejemplo, tomemos el sadismo:

En Freud, el masoquismo en Pulsiones y destinos de pulsión aparece de forma secundaria, haciendo el recorrido pegar, ser pegado y hacerse pegar. Cuando Freud escribió posteriormente El problema económico del masoquismo, establece que hay un masoquismo primordial, una fuente constante de displacer.

Freud hablaba de las pulsiones parciales, como la oral, la anal. Lacan agrega la mirada y dice que en el sadismo, lo que impera es la voz. Para Lacan, vociferar se homologa a pegar.

Para lacan hay una sola pulsión: la de muerte. Dice Lacan (1964):

La discusión sobre las pulsiones sexuales resulta un embrollo porque no se repara en que la pulsión aunque representa la curva de la realización de la sexualidad en el ser vivo, sólo la representa y, además, parcialmente. ¿Por qué asombrarse de que su término último sea la muerte cuando la presencia del sexo en el ser vivo está ligada a ella?

El sentido de todo es volver a lo inerte, pero por el desvío que realiza el deseo sobre el cuerpo, aparece la vida. De esta manera, para Lacan todas las pulsiones son parciales. No hay una pulsión total que nos lleve a esa meta, que es la satisfacción.


Lacan utiliza un esquema que la saca de una frase, que Lacan la pone en griego, que es de Heráclito: La vida es como un arco, cuya realización es la muerte:

Heráclito juega con dos palabras: Una es dios, que quiere decir "Arco" y otra es "bios", que es vida. Es una traducción incorrecta, pero lacan la toma para explicar que si todo fuera pulsión de muerte, se trataría de una línea recta. Es lo que vemos en los casos de marasmo: si un niño es entregado a un cuidador que no lo sostiene desde el amor, el chico muere. Es el deseo del Otro lo que erotiza al chico, lo que le da vida y sentido. Un sentido sostenido en el deseo del Otro, en el deseo de la madre.

La pulsión, de esta manera, es una fuerza constante que recorre un trayecto alrededor del objeto y en ese recorrido encuentra satisfacción. De esta manera, el concepto de pulsión es diferente al que normalmente encontramos en Freud.

¿Es la pulsión autoerótica? Freud en algún momento habla de la boca que se besa a mi misma. Hay que distinguir si la satisfacción del puro y simple autoerotismo de la zona erógena: 
La pulsión es el contorneo de un objeto que falta. Y cuando hablamos de zonas erógenas, hablamos de esas fases que tienen que ver no con tiempos generativos del orden biológico, sino que son tiempos lógicos:
Para Lacan, no hay una cuestión evolutiva en relación a la pulsión.

Si tomamos, por ejemplo, la pulsión de la mirada, tenemos que en el voyeurismo nos puede parecer que en el mirar mismo hay satisfacción. El tema es que una cosa es mirar y otra cosa es el voyeurismo. En realidad, la culminación de la satisfacción en el voyeurismo es poder ser descubierto. Lo atractivo y lo temido por el voyeurista es poder ser descubierto, de manera que tiene que ver con el exhibicionismo. 

En el voyeurismo hay una introducción de otro. Uno mira al otro, pero está el peligro y la pretensión de que el otro lo mire a él. Mirada que representa el deseo del Otro.
Cuando uno mira algo, cualquier objeto, en realidad ese objeto lo mira a uno. Es algo que suena raro, pero muy escuchado en pacientes psicóticos, donde un parlante, un enchufe de luz o la televisión los puede mirar. Eso es porque cuando uno mira algo, lo que no ve es su propia mirada viéndose mirar. Si uno se mira en el espejo, no ve su propia mirada mirándose.

Lo mismo ocurre con la voz. Uno habla, pero el mensaje le viene del Otro. En el caso de la mirada, uno mira cuando algo le capturó la mirada. De manera que las pulsiones tienen que ver con ese juego con el Otro.

La pulsión de muerte es una línea recta que hace permanecer en lo inerte, ¿Pero qué hace que la pulsión dé un rodeo? El deseo del Otro, que hace que uno tenga un sentido en la vida, traccionándolo para que arme un circuito, que aunque sea ficcional, es lo que nos hace sentir vivos, comprometiendo al cuerpo.

En los síntomas, algo del cuerpo se compromete, sobre todo aquellos que tienen una base compulsiva. La satisfacción de la pulsión no es totalmente autoerótica, porque requiere del deseo del Otro.

El dolor tiene que ver con ese punto que en Freud queda poco discernido. El dolor que tiene que ver con la violencia y con el sadomasoquismo, pero también tiene que ver con esa fuente independiente de displacer. Dice Lacan:

El dolor habla de un sujeto que aparece ahí, cerrado, en función del dolor:

En el sadismo, todo tiene que ver con una vuelta pulsional:

El tema del dolor persiste. Cuando el dolor, cuando es displacer, tiene que ver con algo más allá del principio del placer y que el psicoanálisis excpila por el lado del inconsciente. Ahora, el goce se encuentra perdido en el neurótico. Lo que se va a reencontrar en el neurótico es la promesa de goce. El deseo, en definitiva, es un deseo de goce. En el recorrido de la pulsión, todo eso entra en un juego y de lo que se trata es de recuperar algo de goce.


En el masoquismo, la realización del placer es en dolor, en la humillación. Todos estamos inmersos en una escena teatral sin darnos cuenta. Elegimos las cosas a partir de algo que se nos ha inscripto y nuestros gustos tienen que ver con esto. Elegimos y exigimos una satisfacción que nos compromete en cuerpo, en función de las zonas privilegiadas por el erotismo y en función del deseo. Esto, en el punto de vista analítico es la fantasía y lacan lo llama fantasma.

El fantasma es la trama argumental, es la estrategia que uno utiliza para enfrentarse al deseo, pero articulado también al recorrido de la pulsión. es una formación de compromiso entre el recorrido de la pulsión y la imposibilidad de concreción del deseo.

cada uno va repitiendo historias que no le son propias, lo hace de tal manera que no se da cuenta. Los fracasados al triunfar lo demuestran: una cosa es moverse por el displacer y otra cosa es lo que tiene que ver con el deseo. A veces nos engañamos y pensamos que el placer es la realización de deseo, pero no es así. Hay una trama oscura en esa trama que está dentro de nosotros.

Freud plantea una curiosidad en muchos análisis, que es que en determinada situación llegan a "Pegan a un niño". En la fase inicial hay una construcción, que aparece con vergüenza y con pudor, pero con intenso goce masoquista. ya no es "Pegan a un niño", sino "Un niño es pegado". Hay una tercera instancia en donde es el niño quien se hace pegar. Esto es interesante porque reproduce el mismo circuito de la pulsión.

Freud no pudo articular el tema del dolor, siempre queda como un interrogante, aunque intenta darle una explicación en Duelo y melancolía

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