En el acto de escuchar, y particularmente en el sostenimiento del Sujeto Supuesto al Saber como eje inicial de la transferencia, el analista se convierte en el receptor de múltiples pedidos o demandas dirigidas hacia él. Es importante destacar la diferencia entre ambos conceptos, ya que su confusión puede generar obstáculos significativos en el desarrollo de la transferencia durante el tratamiento.
Lacan establece una separación clara entre la demanda y el pedido. La demanda está intrínsecamente vinculada al encadenamiento significante, siendo una construcción del lenguaje mismo. Hablar implica, en sí, demandar. En este sentido, la demanda se dirige al Otro/otro sin depender de que exista o no una respuesta ni de la naturaleza de esa posible respuesta.
La demanda tiene como característica fundamental la incondicionalidad: lo que el sujeto reclama no es simplemente un objeto o una acción específica, sino la totalidad incondicional del Otro. Esto convierte a la demanda en una herramienta clave para el analista, ya que le permite identificar las características y las particularidades del Otro al cual el sujeto orienta su discurso.
El pedido, por otro lado, se relaciona más directamente con el objeto que se espera obtener, el objeto que el sujeto supone que el otro podría ofrecer. En este sentido, el pedido tiende a generar una ilusión de alcanzabilidad, en contraste con la demanda, que confronta al sujeto con una imposibilidad estructural.
El pedido podría interpretarse como un intento de encubrir lo irrespondible de la demanda, dado que la incondicionalidad reclamada por la demanda es imposible, en tanto el Otro también está atravesado por la barra significante. Es decir, el Otro no puede responder plenamente a la exigencia incondicional porque también está marcado por la falta.
En el marco de la cura analítica, la demanda ocupa un lugar central, ya que, a través de una torsión en la experiencia transferencial, permite al sujeto moverse desde la ilusión sostenida en el pedido hacia el reconocimiento de su soledad estructural. Es este pasaje el que posibilita un avance en el proceso analítico, ya que confronta al sujeto con su deseo más allá de las expectativas ilusorias dirigidas al Otro.
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