miércoles, 1 de marzo de 2017

La gravedad: ¿concepto del psicoanálisis?


Apuntes de la conferencia dictada por Isidoro Vegh, el 12/04/2016

¿Qué puede llegar a significar gravedad en psicoanálisis? ¿Es un concepto de  psicoanálisis? Comencemos con una cuestión: Freud, el creador del psicoanálisis, era un médico que gustaba de leer sobre investigación médica y se inscribía en una línea que intentaba llevar a la cientificidad el campo de la medicina. Investigó sobre la cocaína, su efecto anestésico. Pagó un precio por eso, porque en su tiempo fue tomado como adicción. También investigó sobre la estructura del sistema nervioso central. Freud vivió en un tiempo donde estaba instalada la polémica entre 2 grandes investigadores, que eran Ramón y Cajal y por otro lado Golgi, donde Ramón y Cajal defendía que el SNC estaba constituido por unidades llamadas neuronas, cosa que hoy todos decimos, pero en aquellos tiempos de fines del S. XIX eso no era obvio. Para Golgi, era una red. Era muy difícil poder observar en el microscopio a una neurona. No sé si ustedes tienen idea qué cantidad de neuronas tiene en promedio el ser humano: cien mil millones. Por si fuera poco, cada neurona tiene alrededor de 700 a 1000 conexiones con otras neuronas. No se si advierten la complejidad. Aún aquellos que se ubican en otra perspectiva que no sea el psicoanálisis, posiciones conductistas que dicen basarse en la neurociencia... Digo “dicen” porque el gran salto que hacen puede ser bastante cuestionable. Yo puedo investigar a la neurona de un molusco, cómo un molusco se atrae con otro. Si a eso lo llamo amor y encima después pretendo sacar conclusiones sobre el amor entre seres humanos, yo digo que de lo único que pueden hablar es del amor de un molusco. Pero bueno, aún lo que están en esa perspectiva reconocen que llegar a tener una computadora con la complejidad del cerebro humano apenas se puede pensar que se alcance en el 2060, si el aumento es geométrico, pero aún así se cree que no va a ser posible porque el SNC no solo se maneja por potenciales eléctricos sino también por influencias químicas. Es decir, que esto multiplica enormemente la complejidad.

Digo esto de entrada para que ustedes no tengan pudor cuando uno de sus pacientes le pone tal nombre a su hijo, qué cosa inconsciente está detrás de ese día que se sienten un poco down, y que cuando ustedes le interpretan y le muestran como “Signorelli, Botticelli, Boltraffio, Traffoi, Herzegovina, etc”, los pacientes de ustedes les dicen, para hacerlos llorar, “¿será verdad, le parece, licenciado?”. Para ser más tiernos con nuestros analizantes, tienen que recordar que el inconsciente es rectalmente inconsciente.

Freud investigó, en aquellos tiempos, y se puso del lado de sostener que la unidad del SNC era la neurona. Era muy difícil y había que tener técnicas de impregnación especial para poder aislar una neurona de esa rea abigarrada que significa las conexiones entre cien mil millones de neuronas. Freud llegó a hacerlo con impregnaciones de oro. El que llegó más lejos, por poco, fue Ramón y Cajal con impregnaciones de sales de plata, con lo que determinó que las unidades del SNC es la neurona.

Freud empieza como un médico e investigador. El tema era que él era un joven de origen judío de condición modesta, casado, le gustaba llenar a su mujer de hijos y había que mantenerlos. Durante años, consiguió que el médico eminente de Viena, su amigo Josef Breuer, le prestara dinero hasta que le dijo “se acabó, rebuscatelas”. Entonces su jefe le dijo, con buen criterio, “Su situación económica no da para esto, mejor que se dedique a la clínica”. Gracias a que era un joven con medios escasos, empezó a trabajar en la clínica. En ese tiempo su amigo, Josef Breuer le cuenta de un extraño caso, que ustedes conocen en la literatura analítica como Ana O. El caso consistía en que una paciente, que había estado acompañando al padre en tiempos de agonía, repite, a lo largo de un año, síntomas y entra en un estado de autohipnosis, que por suerte este médico tuvo la gentileza de no abortar, y empezó a escuchar lo que ella decía, que era casi como una filmación de los episodios que había vivido en sus últimos momentos con su padre. ¡Y gran sorpresa! Porque a medida que hablaba, los síntomas disminuían o desaparecían. Breuer se lo cuenta a Freud y Freud distingue que ahí había algo importante. Nosotros los psicoanalistas recordamos este historial como la primera cura por la palabra, al menos reconocida como tal.

Breuer era médico, él venía de la medicina. Breuer acepta lo de la autohipnosis y el caso de Ana O. porque la medicina no podía resolverle los síntomas. Las disneas no se curaban, las parálisis tampoco... Es decir, vamos a decirlo fuerte, el psicoanálisis es hijo de la indigencia médica. El psicoanálisis comienza donde la medicina fracasó. Digo esto, porque hoy estamos en tiempos de regresión y se nos quiere convencer que la cientificidad pasa por el discurso organicista y que el psicoanálisis debe ser tomado como pura palabra. Nuestra pregunta es sobre la gravedad. En medicina, el concepto de gravedad se usa. “Doctor, ¿es grave lo que tiene el paciente?”. Sin dudas que la medicina, que no es una ciencia sino una práctica obtenida a partir de algunas medicinas científicas, pero que tiene un criterio médico. El psicoanálisis también es una práctica. Cuando yo era niño, la medicina recomendaba quitarle a todos los niños las amígdalas. Y es más, lo hacían sin anestesia. Era, evidentemente, una práctica de iniciación o una venganza de los padres. Porque todo padre o madre que se precie, es normal, en algún momento dice “lo mataría”. No lo matan porque nosotros no tenemos amor de molusco, tenemos amor de madre o de padre. Algunos dicen que no matamos a nuestros hijos para disfrutar de nuestros nietos. Fue un avance cuando la medicina desculpabilizó al enfermo. Recuerdo 2 datos que tienen que ver con los pilares que sostienen nuestra cultura: judaismo y cristianismo. Si ustedes leen el libro judaico, por ejemplo el libro de Job​, se ve cómo Dios le envía enfermedades a Job, para ponerlo a prueba. Es decir, la enfermedad aparece como producto de una decisión divina, para poner a prueba o castigar. Si leemos la tragedia de Edipo en la versión de Sófocles, sabemos que Edipo cuando llega a las puertas de Tebas, se encuentra con 2 cuestiones: la esfinge y con el hecho de que en Tebas hay una epidemia. Hasta que no se vaya la esfinge, la epidemia no calmará. Otra vez, el origen divino de la epidemia, que retorna justamente porque hay algo que no está saldado y es el hecho de que Edipo mató a su padre y tiene relación con su madre. La enfermedad aparece como algo que porta, como una vergüenza, el testimonio de un desencuentro con el otro divino.


La práctica médica desculpabiliza al enfermo y piensa a la enfermedad como el desvío de un proceso biológico normal. Claude Bernard, un investigador francés, trató de introducir en la investigación de nuestro cuerpo los métodos propios de la ciencia, en este caso el objeto biológico, para mostrar que se trata de procesos fìsico­químicos, funcionamientos específicos del aparato circulatorio, respiratorio, etc. y que la enfermedad no es más que la alteración de esa normalidad. En la ciencia médica, podemos decir que en los extremos del abanico están la vida y la muerte. La gravedad es cuando el abanico, o si ustedes quieren la balanza, se corre hacia el lado de la muerte. ¿Qué es para nosotros la gravedad? ¿Coincidiremos en esto con la medicina? Ciertamente no.

En un diccionario que suele ayudarme mucho, que es el Diccionario Enciclopédico Espasa Calpe​, busqué la palabra gravedad y dice:

● Manifestación terrestre de la atracción universal, o sea tendencia de los ​ cuerpos a dirigirse al centro de la Tierra cuando cesa la causa que lo impide. Ahí “gravedad” remite a la física.

​ ● Compostura y circunspección, es alguien que se presenta con un porte grave, diferente de alguien que se presenta con un porte distendido. Vieron que ahora está de moda no usar más corbata. ¡Yo estaba pensando en venir con corbata para tener un estilo subversivo!

​ ● Enormidad, exceso. Habla de la magnitud de algo, en la misma línea de grandeza o importancia. Algo grave, en este sentido, es algo importante.

Vamos ahora a recurrir, al mejor estilo freudiano, como Lacan lo tomó. Lacan, antes de morir, dijo “yo soy freudiano, si ustedes quieren, sean lacanianos”. Como yo no soy Freud ni Lacan, digo “Yo soy lacaniano y mi modo de ser lacaniano, es ser también freudiano”. Hoy no podemos ser ingenuos y hablar de Freud como si Lacan no hubiera existido. Aún en la APA eso es inevitable. Hoy ya los términos de Lacan circulan y la indiferencia no es una estrategia que funcione. Pues bien, para nosotros psicoanalistas, en la perspectiva freudiana, suele ser necesario recurrir a otros campos que nos ayude a perfeccionarnos. Freud decía que si existiera una Universidad del Psicoanálisis, tendríamos que estudiar historia de la religión, filosofía, historia de la civilización. Con Lacan, también decimos que sería necesario estudiar topología estructural, la lingüística de Saussure y Jakobson, topología, lógica... Por eso vamos a hacer un pequeño recorrido por algunos autores con la pregunta “¿Qué es lo grave?”.

Les leo algunas citas muy breves de Martín Heiddeger, que era amigo de Lacan, de un libro que se llama “¿Qué significa Pensar?”. Ahí Heidegger dice lo siguiente:

Lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos. Decimos pensamientos que son pensamientos no pensados.

¿Qué quiere decir esto para nosotros, psicoanalistas? Voy a hacer una estrategia de pliegue, que es poner un texto con otro, o de un mismo autor, una parte de un texto con otra parte de otro texto. Lacan dijo que cada analista debe reinventar el psicoanálisis.​ Algunos creen que se trata de volver a la posición del autodidacta. Pero no, por algo Lacan nos dice que él es freudiano. No dijo “Yo soy lacaniano, yo me invento a mi mismo y nada más que conmigo mismo”. Entiendo yo que cada analista debe reinventar el psicoanálisis porque debe pensar cada concepto del psicoanálisis. Por eso Heidegger dice que lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos. Agrega:

Estamos llenos de sentencias y palabras que no hemos pensado.

Dice también, y acá también ustedes pueden adivinar por qué a Lacan le gustaba Heidegger, dice:

[...]pero solo en la medida que habla, piensa el hombre, y no a la inversa, como cree todavía la metafísica.

Yo lo digo más fuerte: pensar es hablar,​ aunque sea bajo el modo del hablar interno. No se puede pensar sin palabras, sin el lenguaje. Otra cita de Heidegger nos dice:

El pensar guía y soporta cada Cristo de la mano.

Él se refiere al artesano, al que fabrica algo, pero también puede ser puede servirnos a nosotros, que nos reunimos hoy para pensar, y no tomar como verdad nada, esa palabra “gravedad”. Esto también puede servirnos también para soportar, portar de otro modo, nuestro lugar como analistas. Esa es una referencia, al modo freudiano, porque unir Freud con Freud, Lacan con Lacan, es comida de zonzos.

Vamos a otra perspectiva de este concepto de gravedad. Hubo una gran pensadora francesa que vivió en el siglo pasado, que trabajaba en sectores muy vulnerables. Cuando vinieron los nazis fue enfermera... Mostró en su vida las cosas que ella pensaba. Era de origen judío pero se convirtió al cristianismo y escribió un libro llamado La gravedad y la Gracia”. Simone Weil​ nos dice:

Renunciamiento. Imitación del renunciamiento de Dios en la creación. Dios renuncia ­en cierto sentido­ a ser todo. Debemos renunciar a ser algo. Es el único bien para nosotros.

Para los que conocen la obra de Lacan, hay palabras que fácilmente pueden resonar. maître, des autre... Lacan dice que el sujeto es una falta en ser. En el final de análisis, el analista se sitúa como des­ser. Acá Weil nos habla de un Dios que deja, renuncia a ser. Aunque ella renunció al judaísmo y se pasó al cristianismo, no sabe que por su boca sigue hablando una mística judía de hace siglos. En un pequeño pueblo de Israel llamada Safed, vivió un gran pensador judío llamado Isaac Luria​. Y Luria pensaba que si Dios, como dice Eckhart, es la suma de los atributos positivos llevados al extremo, Dios no ocupa un lugar en el espacio, porque entonces habría algo que excede a Dios. Dios ocupa todo el espacio. Dios no existe en un lugar si y en otro no, porque entonces hay algo que excede a Dios, y no sería “todo”. Por lo tanto, es por la Gracia Divina, porque Dios decidió retirarse un poco en sí mismo es que nosotros y el universo pudimos tener lugar para la creación.

Nos dice también:

Dios no ha podido crear sino ocultándose. De otro modo, no habría más que él. Es un don que él nos hizo retrayendo la extensión de su ser.

También dice:

El se ha vaciado de su divinidad. Nosotros debemos vaciarnos de nuestra falsa divinidad por la cual hemos nacido. Una vez que se ha comprendido que uno no es nada, el fin de todos los esfuerzos es llegar a devenir nada. Es a este fin que se sufre con aceptación, es a este fin que uno actúa, es por este fin que [inaudible]. Mi Dios, acuérdame, otórgame devenir nada. A medida que devengo en nada, Dios se ama a través mío.

Es el discurso de una pensadora que se inscribe en una dimensión nihilista. La dimensión nihilista que se suele ligar a lo que se llama la teología negativa. Un ejemplo de esta teología negativa es Meister Eckhart​, quien dice con total impudicia cosas que casi le cuestan la vida en la Inquisición, de la cual se salvó.

Él dice: “Si Dios quiere entrar en mi, tendrá que cumplir condiciones”. Ya no se trata de la criastura que persigue al creador y nunca lo alcanza, como San Juan o Santa Teresa cuando dicen que mueren pero no mueren... Santa Teresa, en la Séptima Morada, dice que Dios es pleno, es otro goce místico. Meister Eckhart dice que si Dios quiere entrar en él, entonces debe despojarse de todo tributo, porque si Dios es puro amor, como dicen algunos herejes, yo sé odiar y entonces soy más que Dios. Por supuesto que en la historia de la teología, hecha la ley, hecha la trampa: San Agustín lo resuelve diciendo que Dios es puro amor y que el mal es algo que nosotros los humanos tenemos la posibilidad de vivir porque por su gracia tenemos libre albedrío. El mal no es más que un desvío del bien. Dios nos hizo buenos y somos nosotros los que nos hacemos malos.

Lo interesante es que Meister Eckhart lo lleva a un extremo, que también lo dice Simone Weil, de decir que tiene que despojarse de todo atributo hasta de su nombre Dios. ¿Se dan cuenta que se trata del encuentro de dos vacíos?​ A Lacan le sirvió para acercarnos a lo que él llama el goce extra o suplementario de la mujer​. Es el encuentro con mi agujero, el encuentro con un vacío.

Todo esto es muy interesante, pero: ¿qué tiene que ver esto con el psicoanálisis? Ya dijimos que el psicoanálisis comienza con el ejercicio de la palabra de un médico que no puede resolver los síntomas que su paciente le presenta y que descubre, instado por esta paciente inteligente, Ana O., hablando en autohipnosis de lo que le pasó hace un año, los síntomas desaparecen: cura por la palabra. Esa cura por la palabra, nos dice Foucault,​ en un libro maravilloso, “El Nacimiento de la Clínica”, nos dice que se opone a lo que constituye a la medicina por primera vez, en su aspiración científica, en el sentido a la cientificidad moderna. Si leemos, nos cuenta varios ejemplos, lo que médicos de siglos anteriores contaban de la razón de la enfermedad y la gravedad de sus pacientes, son relatos de ciencia ficción. Son relatos increíbles, por ejemplo uno cuenta cómo se curó una paciente, con baños diarios de 12 horas. En el momento de la curación se veía cómo salían membranas, que eran seguramente las envolturas del encéfalo, que era lo que le producía la enfermedad. ¡Sólo él las vio! Pero no es que mentía, sino que leía eso. es decir, era su fantasma el que decía la razón de eso que aparecía como enfermedad, digamos, grave.

En el S. XIX la cosa avanza y el diagnóstico va a terminar por encontrar su certeza en la anatomía patológica. Comienza en una semiología centrada en la mirada y que nosotros la tenemos, en nuestro campo, que nos inicia: Freud asistiendo al Hôpital de la Pitié ­Salpêtrière a las presentaciones de las pacientes histéricas. Como en esa época no había ninguno de los ansiolíticos de nuestro tiempo, las crisis histéricas eran sumamente teatrales. Tanto que eran pasible de ser mostradas para poder decir que eso un cuadro de crisis histérica. Era la mirada lo que definía la enfermedad, si bien era otra medicina.


Cuando Freud pasa de la Psicología para Neurólogos, título que él no puso, sino lo pusieron post­mortem, o Proyecto de Psicología Científica, que tampoco es de Freud, pasa a hablar de la conexión de neuronas a hablar de la conexión de representaciones, en La Interpretación de los Sueños, se produce la definitiva ruptura que ya no tiene retorno. Se produce una ruptura epistemológica, un nuevo campo de cientificidad: es el que hoy nos reúne, es el del psicoanálisis.

Y entonces retorna la pregunta: ¿Vamos a hablar de la gravedad como en la medicina? ¿Es grave si la balanza se aproxima a la muerte y vamos a hablar de que no es grave cuando se aleja? ¿Es eso lo que a nosotros nos determina? Los días viernes, en la guardia psiquiátrica, se produce una discusión entre el médico y el psicoanalista, si es que lo hay. El médico dirá “Por su bien y el de nosotros, en resguardo de su vida, no sale”. Y el psicoanalista puede llegara decir “Para que este sujeto encuentre un gusto en la vida, tenemos que ayudarlo a que avance en su deseo. Que salga”. Con los resguardos necesarios, por supuesto, pero ponemos el eje en otro lugar. Creemos que una vida sin deseo se parece a la muerte. Entonces, para explicar por qué Lacan nos presentó a Heidegger como amigo. Recuerden que hablábamos que lo gravísimo de nuestra época, lo grave, es que no se piensa lo que es pensar y después nos dijo que pensar era hablar. Se habla y cuando se habla se piensa. Pues bien, podemos decir que el manifiesto lacaniano es en el año ‘53, que se tituló “Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje en Psicoanálisis”. función de la palabra, y yo agrego, palabra del sujeto; en el campo del lenguaje: lenguaje del Otro. Ninguno de nosotros puede decir que va a hablar el lenguaje que inventó. Si queremos que el otro nos entienda, nos escuche, tenemos que compartir un lenguaje que no elegimos. Hasta se dice “lengua materna”. Alguien podría decirme “Eh, Isidoro, ese es el primer Lacan, ¿no sabés que hay un segundo Lacan, un tercer Lacan y ahora hay un ultimísimo Lacan?” En el seminario “ou pire”, que significa “momento de concluir”, Lacan dice que en el análisis se trata de deshacer por la palabra lo que fue hecho por la palabra. Con lo cual confirma lo que alguna vez dijo: nunca quise ser original, lo que quise fue producir una lógica de los relatos freudianos. Me desvivo ​ por decirle lo mismo de otro modo. ¿Y qué quiere decir lo mismo? Lo mismo es lo real, lo real de la estructura. Es verdad que en distintos tiempos él fue extendiendo conceptos: algunos los revisó, otros los mantuvo, otros están ahí para que nosotros los retomemos. Porque sino caeríamos en la ingenua idea, que Lacan mismo criticó, de progreso. ¿Ustedes piensan que el siglo pasado fue un progreso en la historia de la humanidad? Jamás murió tanta gente en una batalla como en la Primera Guerra Mundial. Ni hablemos de la Segunda Guerra Mundial, ni hablemos de los millones que mataron en la Shoah. ¿Eso es progreso? Eso no quiere decir que seamos retrógrados. Decimos con Lacan que no hay progreso sin que haya pérdidas. Conviene dar, en cada paso que se da, qué es lo que se pierde. Pero no olvidamos que hay progresión.

Muy bien, en el psicoanálisis, Lacan nos dice en los últimos seminarios, en R.S.I. (año 74­75), qué es el síntoma. De allí Lacan subraya que lo que dice del texto del síntoma nuestro maestro Freud, coincide en su estructura lògica, con lo que siglos antes había dicho, desde otro lugar, Charles Marx. El síntoma es cuando por la inmisión de lo simbólico en lo real, algo comienza a andar mal en lo real. Ejemplos tenemos un montón. Frecuentemente, en las fotos de los diarios, pueden verse toneladas de frutas tiradas en el suelo porque si los productores las recogían, perdìan más dinero que dejándolas pudrir en los frutales, por cuestiones de economía del país, el valor del dólar, etc. En un mundo donde hay hambre, como en nuestro país, dejar perder toneladas de frutos es un síntoma de que algo anda mal. ¿Y por qué anda mal?, diría Lacan citando el poema de Victor Hugo... La tierra es generosa, las semillas no son avaras: si tienen el agua y los nutrientes necesarios, dan todos los frutos que pueden. Es el orden simbólico capitalista el que crea ese síntoma. Síntoma, entonces, inmisión de lo simbólico en lo real. Se los digo con otros términos: si el lenguaje es del Otro, nacemos con la disposición a adquirir el lenguaje. Hay un relato de Lugones, donde el protagonista tiene la teoría de que los chimpancé también tienen lenguaje y entienden lo que hablamos, pero decidieron no hablar por complot de silencio, porque habiendo perdido la guerra contra los humanos, decidieron callarse para poder sobrevivir. El protagonista, entonces, comienza a torturar al chimpancé, enseñándole palabras y queriéndolo forzar a que hable. En el último momento del cuento, cree que el chimpancé dijo una palabra, pero en ese momento se murió. El chimpancé en realidad no habla. No puede hacerlo porque no tiene incorporado el lenguaje.

El ser humano tiene una disposición para incorporar el lenguaje. Para eso es necesario que el Otro lo incorpore. Si ustedes compran una computadora de las mejores, tienen el hardware... Pero si no hay software, si no hay programa, no aparece nada en la pantalla. Y el programa lo introduce el Otro. A veces, introduce virus. ¿Y qué es un virus? Es un programa que arruina los programas que queremos que funcionen. Y entonces, ¿Qué es una interpretación a ese programa? Es un antivirus. Entonces ustedes pueden entender la magnitud de la ignorancia cuando alguien está habitado por un virus, que se le quiera hacer un electroshock. ¿A qué especialista en informática se le ocurriría meterle un electroshock a una computadora porque le entró un virus? ¿O ponerle una sustancia química con la cual podría ser que el virus se anule, pero vaya a saber cuántos archivos se anulen? ¿Ustedes saben cuánto pierde de memoria un paciente psiquiátrico al que se le hace electroshock? Bueno, ahora hay cierto sector de la psiquiatría que vuelve a levantar la vigencia del electroshock... Y no solo eso, ¡en el Fleni nos cuentan que son los primeros en volver a resaltar el valor de la lobotomía! ¿Advierten la magnitud de la ignorancia? Entonces, ¿qué es lo grave en psicoanálisis, si queremos este concepto?

¿Qué es lo grave en psicoanálisis? Digo que lo grave en psicoanálisis es cuando la palabra se ausenta. La palabra se ausenta, en un caso extremo, en el autismo.​ Desde ya que eso que en DSM se llama espectro autista, vende cosas que no son lo mismo. Hay autismos primarios (desde el inicio, el bebé no llega a incorporar el lenguaje del Otro) y hay autismos secundarios. El bebé puede no incorporar el lenguaje porque hay una ausencia en ese acercamiento del Otro, que provoca o puede provocar un rechazo activo. Quienes trabajan con autistas, saben que el niño autista suele usar, a veces, un objeto que es tapón. No es un objeto que invita al deseo, es un objeto que le permite no entrar en una angustia existencial y con el cual se aísla de toda posibilidad de que el lenguaje del Otro entre. Quienes trabajan con autistas saben también que es muy delicados sacarles ese objeto tapón, porque puede entrar en una angustia extrema, que no es angustia señal, es una angustia extrema. ¿Qué nos muestran esos casos de niños que no llegan a la palabra, que terminan siendo una piedra movediza, que sacude, llamada rocking? ¿Esa identificación extrema por lo inerte­ qué nos muestra? Nos muestra los efectos de estrago cuando el lenguaje del Otro no llega al niño en las condiciones en que pueda ser asimilado.

En una versión igual o menos extrema que la que estoy describiendo, ustedes conocen las investigaciones de René Spitz del fenómeno de hospitalismo. Niños que son cuidados con todos los elementos que la medicina indica, con la higiene, la alimentación, el abrigo... Pero que llegados al octavo mes, al año, entran en marasmo y se dejan morir. ¿Qué les faltó en ese cuidado que el otro brindò? Les faltó algo que el infans, desde muy pequeño, registra con una sensibilidad mejor que nosotros, porque nosotros sufrimos lo que Lacan describe, con su cariño habitual, nuestra debilidad mental. Por supuesto, tuvo la gentileza de reconocer que él sufre de lo mismo. La debilidad es eso que nos hace ensartarnos, una y otra vez, con el objeto de amor que elegimos. Por eso, no hay que despreciar la sabiduría de nuestras tías cuando decían que un buen casamiento es como sacarse la lotería. Se trata, entonces, que para ese lenguaje del Otro entre, es necesario una palabra que está desprestigiada para muchos intelectuales: el amor. El amor muchas veces es rebajado al sentimiento, y no han estudiado a un autor, que yo se los recomiendo, que se llama Isidoro Vegh. Yo distingo algo que Freud pone con una rayita en el medio. ¿Vieron que Freud pone ideal del yo -­ superyó? Bueno, fue Lacan el que hizo la distinción y dijo que no era lo mismo. Cuando Freud los pone juntos, los confunde; pero a la vez nos manda un mensaje, porque por algo pone 2 palabras, sino pondría una. Bueno, yo hago lo mismo con sentimiento ­ afecto​. La angustia, decía Lacan, no engaña. Es de lo real, y dice, es un afecto. Yo digo que el sentimiento es la dimensión imaginaria del afecto. Decir que uno está contento, es imaginario. En cambio, el afecto toca lo real de nuestro cuerpo.​ Supongamos que nos toca la desgracia de perder una pareja. es normal que por un tiempito uno no tenga ganas de bañarse, las chicas no se quieran maquillar, no tengan ganas de salir. Están tristes por una pèrdida y es un afecto que toca lo real.

Dijimos que en el autismo faltó ese amor, un amor para que ese niño pueda incorporar la palabra. Ustedes habrán visto que los bebés, cuando viene la tía bigotuda a levantarlo en brazos, empiezan a llorar. Eso es porque no sufren de la debilidad mental de los grandes, del imaginario con el cual nos engañamos, y registra muy bien si lo toma con amor o no. Eso es grave, muy grave.


También es grave la psicosis,​ porque si bien el lenguaje del Otro está incorporado, piensen ustedes lo grave que es que de pronto Dios nos empiece a hablar como a Schreber y te diga “Te necesito para recomponer el mundo... Vos que sos varón, te voy a cortar los huevos, te vas a convertir en mi mujer y entre los dos haremos una nueva humanidad”. Solo un neurótico de Palermo Hollywood o Barrio Norte puede creer que ser psicótico, ser puta o ser villera son 3 formas de la felicidad. ¿Saben por qué les pasa eso? Porque jamás en su vida escucharon a un psicótico, habló con una puta o se enteró de lo que le pasa a una villera. Entonces, si uno habla y trabaja con un psicótico se entera que no es la felicidad de tener la oportunidad de vivir una experiencia que no tenemos. Si escuchan a Schreber, se van a dar cuenta que no es ninguna felicidad. Para poder llegar a la felicidad, tuvo que inventarse un recurso, porque el psicótico tiene el lenguaje del Otro, pero no puede articular su palabra​. Carece de la palabra para decirle “no” al Otro y poder, en ese lugar donde vacía el lenguaje del Otro ­ Y acá ponemos a Simone Weiss, vaciar la sentencia del Otro­ y encontrar lugar para articular su deseo.​ Un deseo que también tiene como condición su propio vacío, porque ¿cuál es la condición lógica para desear? Que algo me falte. Aristóteles decía “Brindemos por tener mañana salud”. Alguien desatento podría decir que no es así, porque estamos sanos. Bueno, cuando brindamos por tener salud, es porque esa salud no la tenemos asegurada en el día de mañana. estamos mencionando una falta posible.

Entonces, en la psicosis decimos que lo grave es que el sujeto carece de palabra y en su lugar se inventa, para poder vivir de un modo más aceptable, el delirio. El delirio, como nos enseñó Freud y con Lacan seguimos sosteniendo, es una de las formas que tiene el psicótico de responder al mandato degradante que llega desde el Otro​. Lacan dice “los psicóticos son normales”. Quiere decir que el psicótico advierte lo que nosotros, como neuróticos, tenemos bajo la barra de la represión: que el Otro habla en nosotros. Schreber escucha la palabra del Otro. Eso no quiere decir que tenga una relación transparente con su estructura. Para Schreber, el otro efectivamente es Dios. No dice “escucho el inconsciente que me constituye”. Es Dios.


Hay otra manera de resolver la gravedad de la psicosis. Lacan la trabajó en relación a la vida y a la obra de Joyce, que vale la para la psicosis como también para la neurosis, que está en lugar de constituir un delirio, que trae problemas en el lazo social. Imagínense que yo les diga “Miren, yo vine acá como psicoanalista pero en realidad quiero invitarlos a mi nave espacial para ir a visitar la otra cara de la luna”. Ustedes me van a decir “Que tenga buen viaje, cuando vuelvas me contás”. La otra manera de resolver esa falta que el sujeto necesita es... Lacan dice “Joyce desabonado del inconsciente”. Eso quiere decir que por fallas estructurales, Joyce sufre esto que es literal. Lacan lo dice así en el seminario del Sinthome, posterior a R.S.I, año ‘75. Lacan dice que Joyce sufría una verwerfung de hecho del nombre del padre. Para los que conocemos la obra de Lacan, decir eso o que estructuralmente era psicótico es lo mismo. “Desabonado del inconsciente” quiere decir que Joyce no tenìa acceso al inconsciente como lógica de la incompletud. carecía de ese colador del inconsciente que nos permite pasar por ahí la tentación pulsional, el mandato superyoico, los anhelos que siempre tenemos como neuróticos de homeostasis yoica, y producir una falta en ser que nos permita desear. Porque si no hay deseo, no hay gusto de la vida. Cuando a veces a la mañana uno no tiene ganas de levantarse, le resulta difícil arreglarse, es porque ese dìa uno está en desencuentro con la falta. Como neuróticos, solemos creer que cuando nos vacaciones un buen descanso va a hacer que cuando volvamos a volver a hacer de todo. Uno vuelve con una banana en la oreja, le cuesta retomar. Hoy nos reunimos para saber, pero en realidad es para ayudarnos a restituir la falta. Entonces, ¿qué encontró Joyce para restituir esa falta, que el colador del inconsciente, en el caso de él, no funcionaba? Encontró su escritura. es decir, algo que en lo real lo ayudaba a reencontrarse con la falta. Si él querìa que su escritura formara parte del canon literario, tenía que ajustarse a ciertas reglas.


¿Y por qué le sirvió su escritura a Joyce y a Schreber no? Porque la escritura de Schreber, sus memorias, no eran más que para convencernos de sus delirios. A Joyce le sirvió, porque gracias a su escritura, como dice Lacan, pulverizó la lengua inglesa. Pulverizó el lenguaje del Otro. De ese modo, fue una manera, a través de su obra, de tener un lugar para su palabra.

Es grave el autismo, la psicosis... Ahora voy a ustedes y a mi mismo. ¿De qué sufrimos en nuestro tiempo nosotros? ¿Qué es lo que nos arruina nuestra relación con la falta? Tenemos para satisfacer la relación pulsional todo tipo de menù, pero a riesgo de comer de más: bulimia. Comer de menos: anorexia. O darle a las distintas variables de la droga. O como hacen ahora los jóvenes, que no terminan de hacer su iniciación si no se agarran una buena borrachera. Es decir, podemos del lado del imperio pulsional taponar el lugar de la falta​.

Podemos también, frente al imperio del superyó... ¿Qué es el imperio del superyò? No es lo mismo el ello que el superyó. La pulsión nos coloca frente a la tentación. Y tenemos muchas cosas para satisfacer la tentación. Las comidas, las drogas, los gadgets. La gente va caminando por la calle, pero ya no pasea, hablan por el celular. Esperan el colectivo y hablan por el celular. No pueden parar la pulsión invocante. Ni hablemos de los shoppings, todo lo que hay para comprar si te tienta y tenés un poco de plata. Consumismo, otra vez tapamos la falta. Estas son cosas de la vida cotidiana que nos cuentan nuestros pacientes. Obviamente esto no es igual en todo el país, la realidad no es lo real. La realidad cada uno la lee desde su fantasma. Y el fantasma tiene que ver con el lugar que ocupa en el lazo social, los discursos que lo habitan. Por eso, Freud dijo que toda psicología individual es social, pero Lacan lo llevó al extremo. Dijo: “Toda psicología social es individual”, porque estamos habitados por el Otro. Y el problema es cuando ese otro nos tapona la falta, nos ofrece computadoras, música, teléfono celular, teléfono de lìnea, I­pads... Es difícil llegar a casa y poder hablar con el otro. ¿Cuántas veces nos pasó que nos encontramos con alguien y empieza a hablar con el celular o a mandar mensajes? Eso es grave. Se ausenta la palabra, se ausenta la posibilidad de que el otro, el prójimo, nos ayude a encontrarnos con nuestro deseo. Puede ser grave la homeostasis yoica del neurótico, con todas las ofertas que hay para taponar la falta. Pueden ser graves las tentaciones pulsionales que aparecen, como una especie de sentencia que domina, en estos tiempos, la cultura. Con la caída de la estructura patriarcal,​ se tiró a la basura muchos lugares donde nosotros llamamos la metáfora paterna. Entonces, aparece una sentencia que domina la cultura, que es la ilusión de que la libertad es la ausencia de ley​. El protagonista de “Los hermanos Karamazov”, el padre perverso, dice “Si Dios ha muerto, todo está permitido”. Lacan, que era un poco más inteligente, dijo “Si nada está está prohibido, todo se vuelve obligatorio”.

¿Qué chiquito se va a sustraer a la fascinación de la pantalla si no hay un Otro que lo ayude a liberarse? Estamos hechos de sustancia gozante. El parletre, que es el neologismo con el que Lacan nos nombra, no larga sólo ni siquiera el goce del chicle. ¿Cuál es entonces  nuestra tarea como analistas, frente a lo que digo que es lo grave y aún lo grave en nuestro tiempo? Ayudar a que el sujeto reencuentre a través de su palabra, el deseo que podría habitarlo. Es una ética, la llamamos la ética del deseo. Un deseo que no se opone al goce, de ningún modo, nosotros no proponemos ningún ascetismo cristiano, ninguna vida de ermitaño, ningún budismo que se ausenta el deseo... Es un goce articulado al deseo. No es lo mismo comer como un bulímico, que levantarse de la mesa como buen gourmet.

Entonces, para concluir, retomo lo que decía Simone Weil:

“Se trata de que Dios se des­cree”

Nosotros decimos que el Otro haga la donación de su falta. ¿Qué es una mamá que teje o prepara la habitación del futuro bebé? Significa que están elaborando el duelo del parto. Aceptan que van a despegar su cuerpo como lugar de albergue del bebé, para aceptar que el bebé tenga su propio lugar. Advierten que no busqué la cita de Simone Weil porque sí. Tampoco la de Heidegger porque si, lo grave de nuestra época es que no pensamos qué es pensar. Y él dijo que pensar era hablar, entonces ¿qué es hablar? ¿Qué es darle al analizante el lugar para que generosamente despliegue su palabra? A veces se nos dice que los analistas damos tratamientos que duran años. ¡Por suerte hay un lugar, que es el consultorio del analista, donde alguien tiene la oportunidad para desplegar generosamente su palabra! Porque en el despliegue de la palabra, es como el sujeto se realiza.

Gracias.

Pregunta​: Hablaste de superyó...

I.V.: Sí, hablé pero después me fui a otro lado. ustedes el fenómeno lo leen, tristemente, como muertes, violencias de los tiempos que vivimos. La caída de la estructura patriarcal tiende a producir un síntoma, que es la aparición de los fundamentalismos, de los intelectualismos, donde un califa, o jefe de secta, pasa a sustituir ese lugar del padre que ha caído. En nuestro país, durante años, la clase media argentina, lo vivió: era la búsqueda de la mano fuerte que ponga orden. Por suerte, aprendimos, a costa de una historia muy triste, que ese no era la forma. Entonces, el superyó tiene la estructura del Otro que presenta sentencias que no dan lugar a la pregunta. Ejemplo que ustedes conocen, del Hombre de las Ratas: El capitán le dice que tiene que pagarle las gafas nuevas que tenés al Teniente A. Él sabe que se las debe a la empleada del servicio postal. Pero en la medida que está tomado por la estructura superyoica, tiene que inventarse un modo de pagar al teniente A, para que este se lo pague al Teniente B, para que este se lo pague a la empleada postal, que es absolutamente absurdo, porque la ley superyoica, es una ley que no tiene atenuantes​. Es inamovible. Esa estructura de un Otro inamovible tiende, sintomáticamente, a ocupar el lugar en lo que sucede en los tiempos en que vivimos, donde se tiende a confundir autoridad con autoritarismo. Hay padres que no ejercen la autoridad por miedo a ser autoritarios. Y hay quienes buscan un régimen autoritario para suplir la ausencia de la función paterna.

Pregunta:​ Quiero preguntar en relación a la fibromialgia.

I.V.: Sería algo que denominaríamos en la relación de la palabra con el cuerpo. Es decir, durante mucho tiempo, particularmente desde cierta medicina organicista, se tendió a buscar sobre las gravedades del campo nuestro, como podría ser la psicosis, la lesión orgánica que diera consta de esto. Ustedes saben que no lo encuentran.

Cada tanto suele salir en los diarios que se encontró tal enzima de la esquizofrenia. Dos días después, o en el mismo artículo, tienen que decir que se encontró lo mismo en gente que no es esquizofrénica. Pero el título, de mala leche lo pone igual. Por suerte hoy, desde la misma psiquiatría inglesa y norteamericana, denuncian todo eso, porque tiene un substrato, además de ser una ignorancia, de intereses con las empresas farmacológicas. Por ejemplo, hoy está en discusión el efecto benefactor de los antidepresivos en los cuadros llamados bipolares, pues se han registrado, con estadísticas bastante importantes, como esa medicación, dada de cierto modo, lleva al suicidio. Lo mismo se discute acerca de dar antipsicóticos por tiempo prolongado en cuadros de esquizofrenia. Es decir, que con suerte, así como hubo una regresión a la posición organicista, hoy hay una reacción contra eso. Incluso el Instituto de Salud Mental de EEUU, que es el que reparte dinero para la investigación psiquiátrica, suspendió los subsidios a los autores del DSM y además denunció que estaban confabulados con la estructura farmacológica, que proponía tal trastorno o tal otro. Ustedes saben que las empresas farmacológicas ya no están solamente en la investigación de remedios para la enfermedad, sino que “buscan” científicos de la medicina para inventar enfermedades y poder vender remedios. Por ejemplo, ahora nos convencen que conviene tomar sustancias contra la arteriosclerosis cuando los lípidos están en 180. Si eso se cumple, son millones de dólares. es decir, que hoy volvemos a retomar lo que ya se había descubierto en los tiempos de Ana O.: la palabra puede enfermar el cuerpo.


Pregunta: En un momento habló de la caída de la cultura patriarcal, vinculado a la caída del nombre del padre. ¿A qué se refiere con la caída de la cultura patriarcal?

I.V.: La metáfora paterna implica que el nombre del padre, que es bueno que alguien la ejerza (si es el padre mejor, pero también puede ser un tío, un abuelo), viene a propiciar que el bebé y la madre logren una separación que sería beneficiosa para ambos. Que la madre recupere el vacío que necesita para desear (las embarazadas se lo inventan solas con el síntoma del antojo), y para el bebé porque, como en Juanito, no es lo mismo ser el falo imaginario de la madre que tener su propia cosita, su propio falo como objeto de goce. Ahora bien, última gran creación de la psiquiatría americana: la teoría del apego. Por un lado, les diría que hay que ponerse contentos porque van a tener trabajo. Allá por los años ‘50, estaba el famoso Dr. Spock, que decía que para que los chicos sean libres, no había que desear nada. Ahora, si yo no quiero que mi hijo sea de Racing, no va a ser ni de racing, ni de Boca, ni de River, ni de nada, porque en principio el deseo es el deseo del Otro. Recién a partir de ahí, si no es el padre de Schreber y acepta que puede elegir, el niño elegirá si es de River o de Boca. En la Argentina, que es un país futbolero, cualquiera de los chicos es de un partido de fútbol. En EEUU, tienen el béisbol. Y no es que haya un gen del fútbol o del béisbol, sino que es el discurso del Otro. Entonces, el dr. Spock hizo estragos proponiendo que haya padres que no dieran su deseo. ¿Entonces como cómo hace el sujeto  para constituirse?

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