Algunos autores, más allá de la estructura clínica del sujeto, hallan casos de cortes en el cuerpo, específicamente, en función de la relación del sujeto y el Otro. Más precisamente, ubican casos de auto incisiones bajo la función de algún modo particular de relación al Otro, como una forma de dirección al Otro.
1) Sujetos que se cortan como un intento de situar su lugar en el Otro.
Si bien Lacan no toma en su enseñanza al fenómeno de los cortes, hace alusión a la función de la "incisión" en el cuerpo en el seminario. Esta referencia, estrictamente, es en relación al tatuaje y a la escarificación. Sin embargo, se considera de valor para el tema, ya que no toma la imagen-signo que deja el tatuaje, ni la lesión propia de la escarificación, sino que se refiere a la función de la "incisión" en estas intervenciones en el cuerpo. Lacan aborda este tema en el capítulo "El sujeto y el Otro: la alienación". En dicho capítulo, trabaja la constitución del sujeto a partir del Otro y sus implicancias:
"El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto, podría hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer. Y he dicho que por el lado de ese ser viviente llamado a la subjetividad se manifiesta esencialmente la pulsión."
En este punto, Lacan especifica las operaciones de la constitución del sujeto en su dependencia significante respecto del Otro (alienación y separación). Enfatiza que la relación del sujeto y el Otro se engendra en una hiancia y que, este proceso surge de la estructura del significante: "Esta estruchua se basa en algo que inicialmente denominé la función del corte, y que ahora, en el desarrollo de mi discurso, se articula como función topológica del borde".
Efectivamente, el significante es corte. Los significantes son discontinuos, discretos. Y es en el corte entre un significante y otro donde reside el espacio del deseo. Asimismo, el significante produce un corte. El lenguaje recorta el cuerpo, se trata del "efecto cizalla que entraña el lenguaje para el animal que habla"." Hay sujeto por la incisión originaria del significante sobre el cuerpo, el significante fragmenta, recorta el objeto, recorta la zona erógena y le permite el borde a la pulsión. En esta misma operación, el significante produce cortes que operan como marca, como inscripción.
Es también a través del significante que hay un corte de la superficie y por eso un borde. El borde es e! límite de un conjunto. Se trata del borde de los conjuntos del sujeto y el Otro. Y, en relación a esta cuestión, Lacan hace hincapié en la cuestión de la falta:
"Aquí se superponen dos faltas. Una se debe al defecto central en torno al cuál gira la dialéctica del advenimiento del sujeto a su propio ser en la relación con el Otro - debido a que el sujeto depende del significante y el significante está primero en el campo del Otro-o Esta falta retoma la otra falta, la falta real, anterior, que ha de situarse en el advenimiento del ser viviente, o sea, en la reproducción sexuada. La falta real es lo que pierde el ser viviente, de su posición de viviente, o sea, en la reproducción sexuada."
Para encarnar la parte que falta, perdida para siempre, sustituye el mito de Aristófanes, mito de la totalidad, por el de la laminilla. La laminilla designa la libido como "órgano irreal":
"Así, desafiando, acaso, por primera vez en la historia, el mito tan prestigioso que Platón adjudica a Aristófanes, lo sustituí la vez pasada por un mito destinado a encarnar la parte faltante, que llamé el mito de la laminilla. Es una importante novedad porque designa la libido, no como campo de fuerzas, sino como un órgano. La libido es el órgano esencial para comprender la naturaleza de la pulsión. Este órgano es irreal. Lo irreal no es lo imaginario. Se define por articularse con lo real de un modo que no podemos aprehender, y por ello, justamente, requiere de una presentación mítica, tal como la nuestra. Pero ser irreal no impide a un órgano encarnarse. De inmediato les doy su materialización. Una de las formas más antiguas de encarnar, en el cuerpo, este órgano irreal es el tatuaje, la escarificación. La incisión tiene precisamente la función de ser para el Otro, de situar en él al sujeto, señalando su puesto en el campo de las relaciones del grupo, entre cada uno y todos los demás. Y, a la vez, tiene de manera evidente una función erótica, percibida por todos los que han abordado su realidad.""
Pareciera que Lacan ubica la incisión en el cuerpo -a raíz del tatuaje o escarificación- como un intento del sujeto de alojarse en el Otro, a través de esa operación libidinal. Se trataría de una forma de inscripción en relación al Otro. Lacan señala que, a través de encarnar, de atrapar la libido vía la incisión en el cuerpo, el sujeto se sitúa en relación al Otro como algo que "es". Fija su lugar en el Otro, inscribe su puesto más que su falta. Lacan más adelante ilustra el contrapunto de la operación de la incisión del tatuaje o la escarificación que fija su lugar respecto de! Otro, de la operación enunciada por e! niño "puedes perderme" en relación al deseo y propia de la separación.
Asimismo Lacan, como enseña Freud a partir de su elucidación sobre la psicología de las masas, destaca que es la posición del sujeto respecto al Otro, que es el signo de su posición al Otro -tatuaje o escarificación- lo que por añadidura le devuelve a su vez un lugar respecto de sus semejantes.
2) Sujetos que se cortan como un intento de separación del Otro
Es en el seminario 11 que Lacan, en función de las relaciones del sujeto con el Otro, formaliza -para la constitución y la realización del sujeto en e! campo del Otro- no sólo la operación de alienación, sino la operación de separación como condición de posibilidad de la dirección al Otro. Dice de la separación:
"Esta operación lleva a su término la circularidad de la relación del sujeto con el Otro, pero en ella se demuestra una torsión esencial. [ ... ] Allí se producirá la segunda operación a la que esta dialéctica conduce al sujeto. Es tan esencial definir esta segunda operación como la primera, pues en ella vemos asomar el campo de la transferencia. La denominaré, introduciendo así mi segundo término nuevo, la separción."
Es Brocca quien aborda a partir de casos de su práctica, la función de los cortes, sumado a ciertas automutilaciones, en el marco de esta lógica de relación al Otro.
Sostiene que los cortes y las automutilaciones se constituyen como una acción destinada a la "separación" del sujeto respecto del Otro. Ubica, en las automutilaciones, a la mortificación en el propio cuerpo, pero, cuya función sería la de la separación del Otro, que fue introyectado en el cuerpo a través de una identificación de tipo melancólica. Dice:
"Una pasión que se traduce en una repetición obscena de los gestos de carácter mortífero: el gesto de cortarse ... del Otro, pero también el de (se) darle muerte... [...]. Una vez más la tesis que defiendo es la siguiente: en la automutilación se apunta al Otro, y es al mortificar su propio cuerpo que se puede alcanzar el cuerpo del Otro. Este mecanismo de separación en estado bruto se opone a la alienación pero conserva su simetría irritante. La bolsa o la vida."
En este sentido, y apoyándose en su clínica, Brocca incluso ubica en serie, respecto del mecanismo de separación, a las auto mutilaciones con los intentos de suicidio:
"En las dos viñetas tomadas de mi práctica que les propongo analizar, encontramos en el primer plano auto mutilaciones que se renuevan, y luego gestos suicidas reiterados, destinados a separarse del Otro. Podrían objetarme rápida y justificadamente que se trata de dos manifestaciones heterogéneas y que intento forzar teóricamente al ligar las dos. Pero defiendo mi posición: lo que me interesa es el mecanismo psíquico que organiza estas respuestas. Ambas se dirigen al Otro y tienen el mismo objetivo, separarse del Otro luego de haberlo engullido."
De este modo sitúa, en estos casos, una particular configuración del sujeto respecto del Otro, que es lo que daría lugar a la realización de estas acciones sobre el cuerpo. Propone que el mecanismo psíquico de la "identificación de tipo melancólico" es lo que está en la base de las automutilaciones como intento de separación. Escribe: "El problema central que organiza mi exposición trata el mecanismo psíquico que estaría, a mi parecer, en su origen: la identificación de tipo melancólica". Y así la define: "Estas dos viñetas muestran de forma clara y evidente la estructura de la identificación de tipo melancólico. Es la introyección del objeto, que dirige los aspectos más sobresalientes de la enfermedad".
Concibiendo, de esta manera, tanto la identificación como la separación del Otro en juego en las automutilaciones, Brocca concluye: "El sujeto se mortifica en su cuerpo para mortificar al Otro, para separarse de su objeto. Es una estrategia que no termina de cumplir con esta separación"
3) Cortes que se constituyen como acting out.
Una de las modalidades de la dirección del sujeto al Otro es el acting out, en tanto patología del acto. El acting out es fundamentalmente aquella escena del sujeto orientada francamente al Otro para señalar el lugar en que lo ha dejado. Lacan dice:
"El acting out es esencialmente algo, en la conducta del sujeto, que se muestra. El acento demostrativo de todo acting out, su orientación hacia el Otro, debe ser destacado. [ ... ] El acting out es esencialmente la demostración, la mostración, sin duda velada, pero no velada en sÍ. Sólo está velada para nosotros, como sujetos del acting out, en la medida que eso habla, en la medida en que eso podria hacer verdad. Si no, por el contrario, es visible al máximo, y por ese mismo motivo, en un determinado registro es invisible, al mostrar su causa. Lo esencial de lo que es mostrado es aquel resto, su caída, 10 que cae en este asunto."
El acting out necesita del Otro, consiste en un llamado al Otro. Es una acción velada dirigida al Otro sob re la verdad del sujeto. La acción de cortarse puede ubicarse dentro de estas coordenadas. Es decir, que la realización de los cortes puede darse en el marco de la producción de una escena velada para el sujeto y dirigida al Otro.
Joucla presenta y conceptualiza un caso de su práctica en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, donde postula -como se señaló- que, si bien en su paciente los cortes adquirieron en el curso del análisis la función de significantes de la demanda, estos comienzan a raíz de la identificación con otra paciente, y que al principio esta acción de cortarse cumplía la función de una escena dirigida al Otro. Ubica una primera función de la realización de los cortes según la figura clínica del acting out. Es a través de los cortes que su paciente encuentra la vía de orientación al Otro. La paciente hace de los cortes una escena que dirige al Otro. Específicamente, aparecen los cortes como escena chantajista para el médico. Jauda describe:
"En efecto, Nelly se hace incisiones en los brazos en su relación con el otro: identificación con el otro en cuanto a lo que descubre como Uinsignia" de la enfermedad mental, y de dirección al otro de la que usa y abusa con los enfermeros sobre un fondo de alianzas y enfrentamientos, hasta que el médico decide su salida. No se necesita más para que las reivindicaciones y la insatisfacción de Nelly se enfoque sobre él.""
Verónica Buchanan también encuentra una serie de casos, en histerias "borders" -como se mencionó- donde los cortes, si bien inciden a nivel de lo imaginario del cuerpo, alcanzan lo simbólico con otra función, constituyendo un acting out. Acting que opera bajo la rúbrica de la reparación ya que evita la caída del sujeto por fuera del Otro.
La autora ubica que en una serie de casos los cortes se producen frente a la falta de localización del sujeto en el Otro, en el deseo del Otro. Coordenada que, a su vez, incide en otra variable determinante de este tipo de casos, la "precariedad de la escena fantasmática". Plantea que en ciertos pacientes, si bien se ha producido la identificación primaria, sostén del sujeto, no se verifica la operación de la identificación secundaria, condición de posibilidad de las formaciones del inconsciente. Y en relación con ello, propone, que en este t ipo de casos, no es la vacilación, sino más bien, la realización del fantasma lo que se pone en juego, produciendo un encuentro donde el sujeto no tiene lugar en el Otro sino como objeto de goce. Dice: "El hecho de haber planteado que en estos casos se trataría de una operación (reparación) real, abre la vía para pensar su relación con la realización del fantasma y el encuentro aterrador con el goce del Otro. Si el Otro sabe como gozarlo, entonces no hay lugar en el Otro para el sujeto sino en tanto objeto del goce"."
Así los cortes se constituyen como una particular direccionalidad al Otro, cuya función es sostener el deseo. Dice de los cortes: "[ ... ] son los propios cuerpos los que son cortados para que el otro los mire. [ .. . ] en la pregunta por el lugar en el deseo del Otro, en el segundo caso [el de los cortes] encontramos una operación real sobre el cuerpo entregado a la mirada del Otro". Es decir, que se trata, en estos cortes, de un modo de actuar la escena en la que el sujeto dirige al Otro la pregunta por su lugar en el deseo; la "histérica border" se ofrece como objeto a caer a través del cuerpo para restarse del Otro. Y Buchanan especifica: "¿ Cuál es la particularidad de estos actings? En ellos es el cuerpo del sujeto mismo el que es ofrecido en sacrificio para lograr el reconocimiento de su lugar en el Otro. De este modo radical dirige al Otro la queja por haberlo dejado sin espacio. Llegados a este punto, podemos preguntamos si no es el acting out lo que arranca al sujeto de la realización del fantasma (que lo deja por fuera del Otro) . Considero que sí, y que es importante pensar clínicamente la función de reparación que tienen estos actings; en efecto son reparaciones que enloquecen, pero que preservan al sujeto de su caída por fuera del Otro."
4) Sujetos que se cortan como una modalidad de satisfacción de la pulsión escópica.
Sin duda, la satisfacción pulsional es una función del ser hablante. Se trata de la función del plus de gozar, función que remite al origen del sujeto, al objeto a en su dimensión real. El objeto a puede captar el plus de gozar a través de sus cuatro formas, voz, mirada, heces y pecho. Función implicada no sólo en relación al objeto sino respecto del Otro. Lacan dice:
"A nivel de la dimensión escópica, en la medida en que la pulsión interviene en ella, encontramos la misma función del objeto a que podemos determinar en todas las demás dimensiones. El objeto a es algo de lo cual el sujeto, para constituirse, se separó como órgano. Vale como símbolo de la falta, es decir del falo, no en tanto tal, sino en tanto hace falta [ ...] A nivel escópico, ya no estamos a nivel de la demanda, sino del deseo, del deseo al Otro.""
A diferencia de la fórmula constitutiva del deseo humano, Lacan explica que la pulsión escópica se constituye como una propuesta al Otro a través de su captación por la mirada. La satisfacción pulsional en el nivel escópico convoca a "mirar". Lacan enseña a distinguir la función del ojo con la mirada, esquizia que elide la mirada para poder ver. Pero, cuando además de lo visto y de ver, en lo pulsional hay algo dado a ver, allí, se sitúa la mirada. Esta es la función que, algunos autores, hallan en ciertos casos de cortes en el cuerpo, la satisfacción de la pulsión en la acción del corte, la satisfacción de hacerse ver provocando tajos en la piel. La satisfacción de la captura de la dimensión escópica del objeto alcanzando al Otro.
En este caso, la realización del corte en el cuerpo no vale más que para atrapar-gozar de la "mirada". De este modo, el corte es conducido por el goce. Se trata de incisiones gozosas. Goce no localizado en la ejecución de la lesión, sino en la medida en que el ojo la bordea en su dimensión de objeto.
En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Joucla, en el caso que reporta, también ubica esta dimensión en juego. Dice que la realización de las incisiones en el cuerpo de su paciente, si bien responden a un complejo entramado de las relaciones entre el significante y el goce, poseen también la función de satisfacción pulsional en relación a la mirada. Joucla sostiene, a propósito del trabajo con su paciente, y dentro de lo que enmarca como una estrategia de la relación del sujeto histérico con el Otro: "La pulsión se articula con el aspecto de erotización de las incisiones: hacerse ver por el Otro, que se cruza con ser todo para el Otro".
Alberto Santiere, en su análisis sobre aquel grupo de adolescentes, también resalta la función del goce escópico en la práctica de los cortes. Explica que, bajo el semblante de un "juego", y bajo la rúbrica de la demostración de valentía entre incipientes varones, se trata de una intervención en el cuerpo en tanto "atrapamiradas que perforan la carne". Dice: "Mostrando la huella del 'valor', anzuelo en busca de la mirada del Otro".
El corte en el cuerpo puede constituirse, más que como mascarada de virilidad a través del coraje, según los enunciados de mucho jóvenes, como un terreno de goce pulsional que consiste en hacerse mirar, en provocar la fascinación y el regodeo en la mirada.
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