Hoy desarrollaremos la influencia de la familia en la elección vocacional y ocupacional, con un caso clínico como ejemplo.
La novela familiar en que cada sujeto se inscribe, comienza incluso antes del nacimiento. El deseo de los padres acerca del futuro niño, siguiendo el guión del ideal familiar se plasma en los mandatos e ideales del super yo del sujeto.
Los padres y la familia en general tienen expectativas para el futuro de sus hijos, lo que a veces asoma, claramente en el discurso y otras veces aparece velado, así como estas pueden observarse en gestos, actitudes y mensajes indirectos.
Frases como por ejemplo “Hace lo que quieras, pero acá te compre la guía del estudiante, elegí lo que quieras pero elegí una carrera”. Son comunes en los padres, hacia los hijos que están en un proceso de elección frente a su futuro, estos mensajes ocultan las influencias que conlleva las propias elecciones, reprimidas, anuladas, proyectadas por los padres en algún momento de su vida y ahora frente al hijo que intenta armar su futuro, genera todo tipo de mociones en las cuales puede haber miedos, culpas, dudas, angustias.
Bohoslavsky, dice que la persona no es sino lo que busca hacer, y en esta búsqueda el contexto social-familiar es de primera importancia para el joven que elige, la persona mantiene con su familia vínculos muy íntimos y se encuentra atravesando un momento de separación.
“La elección siempre tiene que ver con los otros (reales y fantaseados)”. El futuro trabajo o futura carrera cristaliza relaciones interpersonales con aquellos otros, con los cuales se han establecido relaciones primarias.
El adolescente, como ya hemos visto atraviesa la salida de la reedición de la situación edípica. La forma en cómo se resuelve dicha situación va a determinar la catectización de dichos objetos, entre los que encontramos las carreras y profesiones.
Cuando hablamos de la identidad, vimos que las identidades vocacional-ocupacional están relacionadas, con la identidad personal, que responde a la integración de la identidad sexual, familiar, etc. Todo conflicto ante la elección de ser en el hacer expresa, según Bohoslavsky una no integración de identidades diversas. Elegir algo nuevo, decidirse implicará dejar de lado todo lo demás, así en la Orientación se expresa lo que el joven tiene que dejar de lado para poder elegir.
Bohoslavsky llama identidad negativa a la interferencia del logro de la identidad ocupacional, que está en intima relación con los aspectos rechazados por el grupo familiar.
Justamente se llama “negativa” a esta identidad porque es lo contrario de lo que el grupo familiar espera que sea el joven: por ejemplo la familia espera que se siga la profesión tradicional familiar, o bien que estudie una carrera redituable, etc. y el adolescente con identidad negativa puede no querer estudiar como una forma de actuar en oposición al grupo familiar, llegando a convertirse en un mal alumno en la carrera y así fracasar para demostrarle a sus padres que él es lo contrario a lo que ellos desean que sean. El autor sostiene que la identidad negativa, surge a partir de la identificación con los valores rechazados por el grupo familiar, le sirve al joven para aplacar ansiedades persecutorias.
Frente a las sugerencias conscientes, abiertas y dichas, tanto como las ocultas o indirectas de las expectativas que las familias depositan en el joven que va a elegir bajo la presión del “tendrías que hacer”, se pueden adoptar diferentes tipos de reacción.
El sujeto que se coloca en una posición sumisa frente a los sugestivos mandatos parentales, puede expresar el aburrimiento y la falta de creatividad como síntoma.
Otra reacción posible es la oposición frente a los mandatos que cuanto mayor es la oposición podremos inferir que mayor es la dependencia en el origen; esto no lleva a la reflexión para una elección madura sino que se elige para oponerse al mandato. A veces es una elección impulsiva y no configura una elección autónoma.
La elección por ambivalencia o por polivalencia aparece cuando dos o más posibilidades para elegir resultan tanto positivas como negativas, lo que lleva a la duda ya que no sabe que priorizar.
Otra respuesta frente a los mandatos familiares es la desorientación, lo que configura un estado más confuso; el desorientado duda hasta de si mismo pero no puede llegar a tener alternativa en realidad dice Gelvan de Veinsten quiere buscar algo para encontrarse.
La disociación fragmenta las partes de lo que estaba unido y lleva a un trabajo analítico, pero si el disociado es el sujeto que elige (y no la elección) se llega a la disgregación.
Por último otra respuesta es la simulación, que funciona como un como si es decir, la identidad es un personaje oportuno según el momento y no un verdadero compromiso con su elección.
Esto tiene que ver con los procesos de identificación, que nunca son predecibles de antemano, ni objeto de la manipulación, sino que se descubren a posteriori, una vez que se han producido.
El estimulo y la influencia familiar siempre existe. Los padres siempre influyen en la elección vocacional de los hijos, estimulando y posibilitando aprendizajes y vivencias, proporcionando modelos de identificación. Lo que nunca se puede predecir es cómo va a ser esa influencia, porque cada persona hace su propia combinatoria con los estímulos de los que dispone, armando una síntesis personal.
Los estímulos o influencias difieren de los mandatos y las exigencias. A veces las carreras más valorizadas coinciden con nuestros deseos inconclusos, o con mandatos de la familia ampliada a la que pertenecemos; y las carreras rechazadas con alguna experiencia personal o cercana, insatisfactoria.
Se puede aplicar a una carrera o a una profesión totalmente nueva, habilidades y capacidades desarrolladas anteriormente por alguno de nuestros padres o abuelos.
En el libro La elección vocacional-ocupacional Gelvan de Veinsten, pregunta si los padres debieran decir o callar sus expectativas para con sus hijos en cuanto a lo vocacional-ocupacional. Opinamos al igual que la autora que “condicionan mas lo que no se explicita que lo que se dice clara y abiertamente”, o sea que es preferible en un dialogo franco y abierto con los hijos expresar los deseos, dudas y temores con respecto a sus elecciones de futuro por ende, nuestra opinión acerca de las influencias familiares es que los padres pueden aportar anécdotas, recuerdos, juegos y características infantiles. Pueden ayudarlos a reconocer facilidades y estilos personales enriqueciendo su percepción. Pueden ayudarlos a buscar ayuda e información. Pueden acompañarlos en este proceso escuchándolos cuando lo necesiten, participando con ellos en la búsqueda de programas, charlas con profesionales y reconocimiento de facultades en la medida que ellos acepten o pidan este acompañamiento.
“La pobre Nora”
Nora se encuentra, estudiando el tercer año del profesorado de educación primaria. Tiene 45 años y ser maestra fue siempre su deseo gritado a voces, pero ha callado en el seno de su familia.
Es mamá de tres hijos, ya que según lo que ella cuenta sus padres esperaban de ella, que se case y que forme una familia. Ser ama de casa era el plan parental acerca de esta hija, que es la mayor de cuatro hermanas mujeres y dos hermanos varones.
La familia de origen de Nora está conformada por el padre kinesiólogo y la madre ama de casa. Uno de sus dos hermanos es profesor de educación física, el otro es kinesiólogo como el padre y de sus tres hermanas, dos son dos maestras y una es arquitecta, pero trabaja como profesora de dibujo técnico. Pero “la pobre Nora” ya que así le decían sus padres, según ellos mismos no tenia condiciones para ser maestra.
Nora cuenta acerca de su familia que era la hija más criticada y sobre la que recaían todas las tareas de la casa, ya que su madre iba quedando paulatinamente ciega. “pobre Nora todo lo que tiene para hacer” era lo que rutinariamente decían sus familiares y ella iba prometiéndose que algún día iba a ser maestra.
Durante la adolescencia fue una excelente alumna en la escuela secundaria, se proponía ser la mejor y así llego a ser abanderada pero a pesar de sus esfuerzos no era estimulada por su familia y cada vez, la brecha que se abría con sus padres era mayor. Recuerda que al llegar quinto año se puso de novia con su marido, y al poco tiempo de noviazgo termina el secundario, pero en vez de anotarse en la carrera tan soñada, y casi por el mandato familiar deciden casarse postergando su carrera para más adelante, al poco tiempo queda embarazada y cuando anuncia feliz la noticia la madre le dice “ahora así que no vas a poder estudiar”.
Para ayudar a su marido trabaja, siendo su beba muy pequeña, y al poco tiempo debe dejarlo por un nuevo embarazo.
Durante el tiempo que se encargo de criar a sus hijos, vio como sus hermanas se iban recibiendo de las diferentes carreras que iban emprendiendo siendo sus hermanos estimulados por sus padres, cuestión que la iba llenando de rabia y rencor, mientras para conformarse hacia cursos de pintura y porcelana fina.
Cuando su segundo hijo realiza la escuela primaria, Nora crítica fuertemente a las maestras y al sistema educativo frente a los conflictos de aprendizaje de su segundo hijo. Frecuentemente dice “Si yo fuera maestra, sabes cómo tendría el aula”…”Yo nací para ser directora de escuela” y emprendió dentro de las paredes de su hogar la no muy sana tarea de “ser la maestra particular de su hijo”. En tanto padres y hermanos de tanto en tanto le dicen “Pobre Nora, lo que te tocó pasar con tu hijo”, en tanto que una de sus hermanas ya recibida de maestra le decía que era lo más conveniente para hacer.
Cuando se recibe su hermana menor de arquitecta y empieza a trabajar como profesora de dibujo técnico Nora se descompone fuertemente de la vesícula y es intervenida urgentemente, luego de esta intervención y ya en el post-operatorio decide dejar los cursos de porcelana y pintura, con los que se había propuesto emprender un negocio, paralelamente decide averiguar sobre la carrera que había sido tan deseada por ella.
Tanto sus hijos y su marido la apoyan en el nuevo emprendimiento y una vez inscripta lo comunica a su familia y la madre enérgicamente le dice “Vos estás loca, no vas a poder, tenés que atender a tus hijos y a tu marido” “Tú hermana tiene dos turnos en la escuela (primaria) pero es soltera, por eso tiene tiempo” ante esta respuesta por primera vez Nora no se calla más y empieza una gran discusión.
Nora reconoce que lo qué más le ha dolido de la postura de su madre es que nunca la ha reconocido, o más bien siente que a ella solamente se le da el lugar de ama de casa y se siente desmerecida intelectualmente en un grado inferior a sus hermanos, que siempre han sido estimulados al trabajo y al estudio de la docencia.
Así Nora comienza su primer año del profesorado con muchas dificultades siente que le cuesta, luego de tantos años empezará a leer libros académicos. Por momento se frustra, llora se angustia, pero su familia actual la apoya y la ayuda. Nora no renuncia y continúa. Se ha comprado un guardapolvo al que atesora para sus futuras prácticas; es su gran tesoro.
En el transcurso del segundo año de su carrera, sin ser reconocida aún por su madre, y ante un conflicto cognitivo sufrido (dos aplazos consecutivos, Nora queda embarazada sistemáticamente cumpliendo reiteradamente con el mandato familiar. Este embarazo pareciera obstaculizar su deseo. Abiertamente sus padres discuten con ella sugiriéndole abandonar la carrera, y en medio del llanto decide romper el vínculo con sus padres, quienes además viven tres pisos más arriba de su casa en el mismo edificio.
Hoy Nora tiene tres hijos y ha empezado sus prácticas con aquel guardapolvo atesorado. La carrera le ha llevado más de los años reglamentarios, pero ella sigue pensando en el día que se reciba para cumplir con el deseo de aquella niña que jugaba a la maestra mientras limpiaba, a la vez que desde otro lugar pudo retomar el vínculo con sus padres des-significando la sentencia que aún emite su madre.
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