sábado, 2 de mayo de 2020

La sexualidad en tiempos de COVID-19 en adultos, adolescentes y niños.

Dijimos que la sexualidad no tenía que ver con las relaciones sexuales, sino con los goces que llamamos sexualidad, que a su vez tiene variables. Si seguimos la propuesta de que la sexualidad no persigue un objeto natural, hay otros objetos viables posibles. 

• ¿Qué está pasando en la cuarentena?
• ¿Qué del encierro y la sexualidad de los padres, en el síntoma del niño?

La posibilidad de no quedarse en fijación a un determinado goce en los padres está dada por el hecho de poder abrir canales de goce más allá del objeto de fijación. Cuando hablamos de discontinuidad de goce, quiere decir que en lugar de gozar de lo mismo, se puedan abrir otros goces. Cuando una madre, por ejemplo, se va a trabajar o hace otra cosa quee star pegado al cuerpo de su hijo, está abriendo canales de goce.

Al encontrarnos cuarentena, una de las cuestiones que se nos impuso fue la privación de muchos canales de goce, que antes teníamos habilitados. Desde salir a caminar a la plaza, hasta encontrarnos con amigos, distintas salidas, hacer cursos... La privación de estos canales de goce, en muchos casos, no trajo la apertura de nuevos canales, porque no es sencillo. Esta privación vertiginosa y restrictiva nos introdujo en una situación prácticamente traumática. Fue la irrupción de un real al cual no teníamos representación imaginaria ni descripción significante o términos simbólicos para poder bordearla. Al irrumpir, desestabilizó. La inmicción de lo real sobre lo imaginario produce efectos de irrealidad y francas desestabilizaciones del tiempo y el espacio. Los ritmos empiezan a desdibujarse, que antes estaban marcados por ciertos espacios de goce. 

Junto con el encierro de los canales, vemos que lo que se ha producido es el cierre de canales exogámicos. Entonces, la regresión a los canales de goce conocidos está a la orden del día. Más allá de que se diga humorísticamente, se está hablando de cómo se va a engordar, en referencia a los que cocinan y comen de más. Hay niños más gorditos.

Los padres también suelen mencionar las horas que los niños pasan delante de las pantallas sin discontinuidad. Los padres se quejan de que sus hijos no se logran concentrar en las tareas de las escuelas. Para poder concentrarse en un objeto, es necesario quitarla de otro: si no hay resto de goce escópico, habrá problemas de atención. 

Se han reportado casos de niños que se han vuelto a hacer pis. Lacan dice que la enuresis es la identificación imaginaria del niño a la impotencia del padre, lo cual es una generalización. Habla, de algún modo, de la dificultad del niño de pasar de ser el falo de la madre a tener el falo. Si la madre lo toma de objeto para calmar su angustia o calmar el deseo metonímico de falo que ella tiene, es frecuente que aparezca la enuresis como síntoma. Hay algo de la sexualidad de la madre, pegada las 24 horas con los hijos, niños que pasan nuevamente a la cama con los padres... Frente al cierre de los canales exogámicos, se produce cierta retracción a los canales de goce anteriores, más endogámicos. 

Los adolescentes han encontrado refugio ante la salida del encuentro exogámico con los cuerpos, pero están con otros síntomas. Están aburridos, lo cual quiere decir que están en un tiempo de la subjetividad donde no se pueden encontrar con la falta y encontrar el deseo, y también se encuierran en sus cuartos para delimitar espacio y tener algún tipo de intimidad. Se conectan mucho como lo venían haciendo: a través de las pantallas. Los adolescentes se encuentran abriendo canales de goce exogámicos y de repente se les cerraron y tienen que quedarse en la casa. 

Para poder sostener los canales de salida y no encerrarnos en los goces endogámicos, es importante estar conectado a los otros para poder seguir conectados a nuestro deseo. Recordemos que el deseo es un concepto de suma importancia que depende de la pérdida de goce. Este es un momento de mucha importancia para estar conectados con los otros y no quedar encerrados en los canales de goce endogámicos, primarios y regresivos, que nos dejan aislados de nuestro propio deseo.

Los canales de goce se abren mediante el intervalo. El intervalo implica interrumpir la cntinuidad de goce. Los ritmos, la introducción de presencia-ausencia del objeto es fundamental. Por ejemplo, cuando uno atiende on-line, se produce y no se queda en pijama todo el día, porque en el encuentro con el otro se pierde cierto goce. Cada vez que nos vestimos para una reunión, lo hacemos de acuerdo al lugar donde vamos. El encuentro con los otros discontinúa el goce endogámico. Se pierde un goce para acceder a otro. Es importante, entonces, introducir el intervalo. No podemos sostener que ya no importa la hora, que me pongo cualquier cosa por la comodidad... 

Introducir intervalo es la condición para poder interrogar qué hacer con ese vacío. Por ejemplo, hay cosas que uno quería hacer y las postergó. Hay que ver en cada caso qué le permite reencontrarse con su deseo. 

• ¿Qué es lo que se abre como salida ante la continuidad de quedarse?

El hashtag #QuedateEnCasa está muy bien, pero el deseo no puede quedarse. El detenimiento del deseo trae aparejado las depresiones fuertes que de algun modo ya están sobrevolando, porque estamos en un tiempo de duelo. No podemos acceder a los objetos que nos daban goce -no solo a los objetos que daban amor- como las parejas, nietos... La soledad es agradable ante la promesa del encuentro, pero la continuidad de soledad no.

Se ha visto pacientes que no quieren continuar con los análisis por la vía on-line e interrumpieron análisis, que parece que responden a cierta estructura fóbica. El encierro les funciona como tranquilizador, entonces en algunos casos les ha servido. En los niños, el incremento de síntomas fóbicos está relacionado con lo mismo que les produce el pis: una regresión en relación al encierro con el Otro. Entonces, arman síntomas de orden fóbico para delimitar el espacio, que en muchas ocasiones es muy limitados.

Una paciente le dijo a su analista que no podía tener las sesiones porque no tenía lugar dónde hablar, porque estaba permanentemente con los hijos y el marido. La analista, que no se quedó en eso, le preguntó si había algún lugar donde estuviera sola y la paciente le dijo que en el baño. En la sesión ellas descubren que la paciente no podía hablar porque no tenía lugar... fuera del de madre o esposa. El analista tiene que escuchar todas estas cosas, que no se quede en cuestiones de espacio y de tiempos reales.

Fuente: Notas de la conferencia de Alba Flesler, el 21  abril de 2020 - Centro Dos

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