miércoles, 24 de junio de 2020

La angustia: desfiladero entre goce y deseo.

Apuntes de la clase de Daniel Zimmerman del 18/10/12, cátedra "Psicoanálisis II" - UMSA.

En clases pasadas…
Habíamos dicho que las coordenadas de la angustia en la concepción lacaniana retomaban las planteadas por Freud para subrayar coincidencias o hacer consideraciones desde la teoría que está haciendo Lacan. Dijimos que de admitir que la angustia funciona como una señal en el yo, en tanto señal se dirige al sujeto. Es el mismo sujeto del esquema L y lo que un significante representa para otro significante.
Dijimos que Lacan va a relacionar la angustia con esa dimensión que él llama Otro para distinguirlo de otro semejante.
Y dijimos que la fórmula de la angustia se trata como afecto que surge como sensación ante el deseo de [no escuché]. Nos detuvimos en esta afirmación a partir del propio ejemplo que él da en su seminario con el ejemplo de la mantis religiosa. Y propusimos evaluar la afirmación con la novela de Javier Marías “Mañana en la batalla piensa en mí”, el recuerdo de Luisa evocando la situación de su adolescencia.
También dijimos que el punto crucial de distinción en la concepción lacaniana, respecto a la freudiana, con la angustia, tiene que ver con la relación con el objeto. Si Freud advierte bien que hay una relación entre la angustia y el objeto, él va a proponer una concepción diferente del objeto en cuestión las coordenadas del surgimiento de la angustia respecto de la presencia o de la ausencia del objeto, no solo se modifican sino que se invierten. Lacan dice que “La angustia no es sin objeto”. Éste no es el objeto freudiano, sino que es un nuevo objeto, el objeto a.
En “Inhibición, Síntoma y Angustia” Freud pone en serie los distintos momentos en la evolución de un sujeto donde aparece la angustia: el nacimiento, el destete, el distanciamiento de la madre. Freud marca el denominador común, el peligro de que el objeto se pierda. Lacan va a decir que la angustia es una señal que se dirige al sujeto en la encrucijada de encontrarse con el deseo del otro para advertirle del peligro de que el objeto a no se pierda. Si para Freud la angustia señalaba el peligro ante la falta del objeto, para Lacan señala el peligro de que la falta falte. Para Lacan es crucial esa dimensión de falta para que el deseo se sostenga. Para Lacan el peligro no es que la falta se instaure, sino que algo conspire contra la subsistencia de esa falta.

¿Qué es el objeto a? 
En el seminario de la angustia Lacan va delineando al objeto a para echar nueva luz sobre la angustia. El objeto a, habíamos visto que es un objeto causa del deseo. El objeto a se constituye a partir del éxito de una operación subjetiva que debe devenir para ser neurótico. Es la que Lacan escribe con esta ecuación.
Línea 1: Para Lacan, primero siempre está el Otro (A). Tenemos un tiempo lógico (que no se puede fechar) en el que hay Otro de un sujeto (S) por venir. Fíjense que no está tachado. 
Línea 2: Con la eficacia de una operación, que en términos freudianos podríamos llamar Ley de prohibición del incesto (no te acostarás con tu madre – no reintegrarás tu producto) o en términos lacanianos Eficacia de la metáfora paterna. La eficacia de esta operación hace producir un doble resultado, a ambos lados de la barra del medio: del lado del Otro, el sujeto barrado o dividido (o sujeto del inconsciente); del lado del Sujeto, el Otro (A) atravesado por una barra, otro incompleto. Lacan dice que esto representa la idea de inconsciente, pero también podemos leerlo como el otro en falta por eficacia de la metáfora paterna.
Linea 3: Si tomamos a la operación como una división no exacta, vamos a ver que esta tiene un resto. Este resto se escribe “a”. El objeto a es el resto de la operación de constitución de un sujeto en el campo del Otro.
Sí acá ponemos el rombito que ustedes escribieron (ver clase de Stella Maris Rivadero), tenemos la fórmula del fantasma:
$ ◊ a  
En el seminario de la angustia va a subrayar “sujeto corte de a”. Lo que vieron en Juanito es esto. Así se constituye un sujeto para Lacan, a partir de Otro, con la eficacia de esta operación y cerrándose en sujeto en relación a Otro, con un resto que lo causa como [¿??]. Esto es para cualquier neurosis. Si decimos que el objeto a es el soporte del deseo, podemos decir que el sujeto encuentra en su articulación con este objeto el modo de sostenerse en su evanescencia, en su incompletud, en su división.


En el caso del fantasma de Juanito, en la medida que el papá le dice que la mamá no tiene el hace-pipí, se introduce una falta en el otro y esa es la falta que le permite mantenerse como sujeto del deseo. Pero esto es en la medida que el padre se lo dijo.

Cuando decimos sujeto corte de a lo podemos admitir si pasamos al tema de la angustia. Lacan va a decir que en cualquier surgimiento de la angustia lo que se produce es una inversión de los términos:
Lacan le agrega los pisos y marca el piso de la angustia, del goce y el deseo. Al estar el resto en otro lugar (piso 2) surge la amenza de completar al Otro. Ese es el peligro que señala la angustia. El piso de la angustia es coherente con lo que dijimos: no es sin objeto. El objeto apareció. Tiene que ver con el deseo del otro. Para señalar el peligro, no de que el objeto se fue sino que el objeto irrumpió.

En el ejemplo de Javier Marías, si Luisa, pendiente de ese derecho de tanteo que ejerce su hermana mayor y que ella se lo consiente, si dice que se angustiaba temiendo lo que siempre sucedía: que Marta elegía al que más le apetecía a Luisa. Si uno trabajara la angustia desde una perspectiva de la pérdida del objeto, uno podría pensar que Luisa no le reclama nada a su hermana mayor por temor a perder el amor de su hermana. ¿Por qué ella no se rebeló nunca y solo pudo librarse de ello cuando fue mayor y se fue a otras fiestas?

En las jornadas de aquel sábado, donde se señaló por qué se angustia la joven de la película “La Secretaria”. ¿Se corta porque la hermana se va? No, pareciera que se está por cortar y justo interrumpe la acción cuando oye que la hermana se va. El corte responde a una manera de elaborar una angustia, podemos decir que ella también está en la misma encrucijada. En coordenadas lacanianas, la angustia de ese personaje y de todos nosotros indica esto. 

¿Qué dice Freud de Juanito? Que la angustia es de castración. Es decir, el afecto que aparece como señal de un peligro, de que se cumpla la amenaza de que la empleada dijo de que si se sigue tocando la cosita, corre el peligro de perderla. Y esto tiene que ver con su incompetencia con el padre, al que ama muchísimo, pero resulta un obstáculo en el camino hacia su madre. Y según Freud, corre de riesgo de la pérdida de la cosita. 

Lacan dice que debemos considerar el corte en otro registro. El peligro para Juanito no es que venga el papá y produzca un corte, sino que el padre no ejerza un corte donde es preciso. Un corte que lo desprenda de lugar del objeto de su madre y le permita sostenerse como sujeto deseante. No se trata de una amenaza de que le corten el pitín, sino que el padre produzca un corte que lo saque del lugar de falo y que pueda correrse del lado de ser el falo de la mamá para algún día conservar el suyo y utilizarlo cuando sea el momento. Si no deja de ser el falo de mamá, llegado el momento, no va a poder utilizar el suyo propio. Para poder tenerlo, hay que dejar de serlo. 

En la teoría de Lacan, la angustia señala ese crucial desfiladero. Cuando el propio niño completa a la madre, perdería su propia condición de sujeto deseante. El niño quedaría como objeto del goce del Otro.

En el caso de Luisa y el derecho de tanteo que la hermana se atribuye, según Freud diríamos que se angustia porque no quiere perder el amor de la hermana. En cambio, Lacan diría que eso tiene que ver con el goce. Por eso, en el umbral de la fiesta (subrayo umbral porque la angustia siempre ocurre antes), le señala en esta teorización el peligro de que si no produce un corte con esa conducta de la hermana, va a quedar extraviada en todo lo que tiene que ver con su deseo (su entrada al campo del deseo). Luisa, para llegar a su deseo, tiene que renunciar al goce, hacer cierto corte con esta posición de goce del Otro.”Por ser la mayor, yo se lo consentía” dice el texto. Ahí accede a su demanda. Ella podría haber hecho el corte denunciando esta situación en su casa, por ejemplo. Pero la angustia nunca te muestra lo que hay que hacer.

La angustia es una señal que no se equivoca, podríamos decir que funciona como un oráculo. Su señal es siempre enigmática.

Ej: una joven que dice que está estudiando, que le interesa lo que está estudiando, pero sorprendentemente, cada vez que llega a la época de los finales no se puede concentrar. Paralelamente, sabemos que una hermana tenía desde siempre planeado radicarse en el exterior y un hermano se enganchó con una chica cuya familia está en el exterior, con lo cual terminó yéndose al exterior. Los padres se han quedado en Argentina y la pregunta es quién se encarga de ellos. Ella también quiere irse al exterior. Estudia para hacer carrera acá, e incluso dice que tendría que apurarse y recibirse cuanto antes, porque incluso ese título podría ejercerlo en el exterior. Sin embargo, no puede concentrarse para los finales. Ella dice que se angustia y dice que está perdiendo el tiempo. Surgió la angustia, señala un peligro. El peligro tiene que ver con estar perdiendo el tiempo. Ahora, la pregunta que yo plantearía es: Si la angustia aparece y la angustia no se equivoca, está ahí estudiando y aparece esta amenaza de estar perdiendo el tiempo. Entonces, ¿Estás perdiendo el tiempo en avanzar con las materias de la carrera o estás perdiendo el tiempo en la medida que tenés que ir a sacarte el pasaje para irte al exterior? Esa es la angustia. Le dice al sujeto que está perdiendo el tiempo, pero ojo con lo que vas a decidir, porque podés tomar una decisión que te encamine como sujeto o que te extravíe todavía más como tal. Atravesar el desfiladero de la angustia es poner en falta al otro, cuestionar su mandato.

Ej: En la película de Billy Elliot, el protagonista puede, siguiendo su deseo, poner en cuestión al Otro a tal punto que en el mismo escenario donde a un lado está un ring y al otro está el escenario de danza, el padre lo manda a un lado y Billy se va al otro. Con ayuda de otro que lo sostiene, que es muy interesante, que es la profesora que se pone de su lado. Los que vienen a consultar son los que están en el ring. O los que están por entrar al ring.

La angustia en el hombre de las ratas es frente a ponerlo a la disyuntiva con quién casarse. Porque a él le gustaba su prima, pero la madre le dice que se tiene que casar con otra que ella piensa que más le conviene por ser abogado (la familia de la novia son todos abogados). La madre le dice “Mejor que la dote, es que puedas tener acceso al estudio de los Rubenski”. En ese momento, el hombre de las ratas busca qué le dice su ideal del yo, como insignia de todo lo que viene del lado del padre. Y se encuentra que hay un chiste que el padre dice y que la madre repite con toda naturalidad que cuando él amaba a una chica, que no sé si era la hija del verdulero, pero que eligió a la madre para asegurarse un futuro más asentado. Cuando el hombre de las ratas busca algo de lo simbólico que le ayude en su decisión, ideal del yo, tropieza con esto que le impide… Lo llamaríamos la deuda impaga del padre. Se refugió en la enfermedad de la angustia de poner en falta al Otro. Poner en falta el mandato de la madre e interrogar la deuda del padre. La rata engancha ahí por los significantes: ratten según como se pronuncie, es rata o es deuda. Y raten es casamiento.

Caso Candaulo:
Según Heródoto, Candaules era un hombre muy enamorado de su esposa, sentía verdadera pasión por ella. Entre los colaboradores más apreciados por el rey, se encontraba Giges. Un día, Candaules empezó a alabar las virtudes de su mujer ante Giges y al final, creyendo que Giges pensaba que exageraba, le propuso visitar el dormitorio de su mujer antes de que ésta se acostara para que pudiera verla desnuda, y juzgar así por sus propios ojos lo que Giges escuchaba de su rey.

A pesar de los intentos de desechar la idea por parte de Giges por miedo a lo que podría sucederle después, la insistencia del rey acabó por hacerle aceptar muy a su pesar. Así pues por la noche, Candaules escondió a Giges en la habitación de su esposa. A la llegada de la mujer, todo se desarrolló tal y como los hombres habían planeado, excepto por el hecho que la mujer del rey se apercibió de la presencia de Giges cuando éste salía ya de la habitación, aunque no dio la voz de alarma.
Al día siguiente, la mujer hizo llamar a Giges, quien desconociendo que la reina sabía lo sucedido la noche anterior, no sospechaba lo que iba a ocurrir. La reina le dijo a Giges que sólo tenía dos opciones: matar a Candaules por haberle ofrecido lo que él tenía prohibido ver y convertirse en nuevo rey con ella como reina, o morir él mismo para evitar en el futuro nuevas tentaciones a las que podía someterle Candaules. Tras unos instantes en que Giges no podía articular palabra por su sorpresa, rechazó la oferta de la reina., pero ante su insistencia, decidió matar a Candaules. La reina lo introdujo en el dormitorio del rey y lo ocultó en el mismo lugar donde había estado disimulado el día antes; Candaules murió, apuñalado por Giges durante su sueño.
Cuando quiso ser coronado como rey, Giges tuvo muchos adversarios, que acordaron someter el caso al oráculo de Delfos. El oráculo confirmó los derechos de Giges y el control de Lidia paso a sus manos. El recurso al oráculo de Delfos es histórico: se sabe que en testimonio de reconocimiento Giges hizo un regalo consistente en objetos de oro y plata.
¿Qué tiene que ver esto con la angustia? En la versión de Marco Denevi:
Excesos del pudor

Orgulloso de la belleza de su mujer, el rey Candaulo hizo entrar en la alcoba matrimonial a Giges, su favorito, para que viese a la reina desnuda y lo envidiase.  Giges la vio y, en efecto, la envidia le nubló los ojos. La reina, sin perder su aire altivo (cosa nada fácil cuando se está sin ropa), se plantó frente a Giges y le arrojó a la cara esta verdad: «Una mujer decente sólo se muestra desnuda delante de su marido.» Entonces Giges mató a Candaulo, se casó con la reina y ocupó el trono.
Cuando la reina se da cuenta, manda a llamar a Giges y lo pone entre la espalda y la pared. O Giges muere por haber visto a la esposa del rey desnuda, o mata al rey. Ahí Giges queda preso en una disyuntiva, que es un instrumento que ella usa para librarse de Candaulo y llegar al trono ella. Ella le dice una verdad, no lo que tiene que hacer: “Una mujer decente solo se muestra desnuda delante de su marido”. Giges está acá:
¿Se advierte que la reina no lo obliga a nada? La angustia es oracular, le toca al propio Giges decidir. Él tiene que decidir qué pone en el protagónico de esa frase. O sea suicida o se casa con la reina, y la frase queda vigente. Candaules presentifica el goce del Otro. Y el planteo de la reina representa la mantis religiosa. Giges no quiere quedar preso en el goce del otro, situación que solo se resuelve con su muerte. O puede hacer un corte con el goce del Otro y asumir el protagónico de la frase, ser el marido y respetar la dignidad de la mujer.

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