Los seres humanos, al igual que el resto de los animales, tenemos la capacidad de adaptarnos a los cambios que ocurren a nuestro alrededor. Uno de los mecanismos que lo permite es la habituación (disminución de la respuesta ante la presencia repetida de un determinado estímulo).
La habituación representa una de las formas más elementales de aprendizaje. Se basa en asimilar que un estímulo no es importante porque no tiene consecuencias que necesiten consideración. Nos permite enfocarnos eliminando las respuestas a elementos irrelevantes del medio.
Algo que experimentamos frecuentemente es el acostumbramiento a sonidos molestos. Si en el trabajo la computadora empieza a hacer ruido, nos va a molestar al principio, pero después de un rato probablemente no solo nos deja de fastidiar, sino que incluso dejamos de percibirlo.
Nada mejor que el cuento del sapo para ejemplificar esto. Si uno tiene un sapo y lo intenta introducir en una olla de agua caliente, el sapo salta rápidamente y escapa. En cambio si uno lo ingresa en agua fría y la pone a fuego bajo, elsapo se queda adaptando su cuerpo a la nueva temperatura hasta que muere.
La capacidad de adaptación a las más diversas circunstancias hace que, ante el cambio en los contextos sociales, el ser humano pueda sobrevivir sin mayores dicultades. Esa misma capacidad puede convertirse en defecto cuando las circunstancias extremas en lugar de ser tomadas como una excepcionalidad, se convierten en la norma, en la habitualidad.
El acostumbrarnos a que pasen ciertas cosas y que, porlo tanto, no nos sorprenda y nos adaptemos a vivir con ellas es bueno, pero aceptar como normales o inmodificables circunstancias adversas sin intentar cambiarlas, se torna en defecto. Si el vicio es el pecado convertido en hábito, la costumbre de adoptar conductas ilícitas termina eventualmente diluyendo la conciencia del mal, haciendo que dichas conductas se terminen por considerarse normales, o al menos inevitables, y por eso mismo aceptables.
Es decir, aceptamos todos estos pequeños incordios de la vida cotidiana y nos vamos adaptando a ellos silenciosamente.
Uno de los problemas de la adaptación es la resignación. Eso normalmente sucede cuando una sociedad sufre una fuerte crisis y, por lo tanto, teme mucho volver a vivirla. Ante esto está dispuesta a relegar reclamos o adaptarse a vivir con restricciones e inconvenientes nuevos, en tanto no se trate de una crisis como la delrecuerdo.
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