El 26 de noviembre se festeja el día del humorista en Argentina. Es un día que se eligió por ser el cumpleaños del Negro Fontanarrosa. Un humorista es capaz de presentar o comentar la realidad, sacándole el lado sarcástico y cómico. En esta ocasión, veremos qué es lo que el humor le aporta a la clínica psicoanalítica.
Freud, quien tenía un humor extraordinario y además de las citas bibliográficas sobre El chiste y su relación con lo inconsciente, leyó mucho no sólo acerca del humor, sino también mucho humor. Tenía colecciones de revistas humorísticas, leia a Wilhelm Busch, a Fucks, a Lichtenberg, a Twain, disfrutó del humor de Ariosto, Auerbach, fue visitado por Norman Douglas (autor de un libro de obscenidades humorísticas); leyó las piezas humorísticas del fisico Gustav Fechner; admiraba el humor del cientifico Haldane, quién escribió un poema cómico durante su enfermedad terminal. Una de las colecciones de las revistas humoristas era la Fliegende Blätter, de dónde sacó: "No haber nacido nunca sería lo mejor para los mortales. Pero entre 100.000 personas difícilmente pueda sucederle a una”.
Freud nos dice: “no todos los hombres son capaces de la actitud humorística, es un don precioso y raro, muchos son hasta incapaces de gozar el plan humorístico que se les ofrece”. Si el humor es un don precioso y raro, si sólo es para algunos, ligado a las pulsiones de vida y de muerte, se tratará de una sublimación.
El humor en la clínica
La teoría de los humores de Hipócrates, sostenía que el cuerpo estaba dominado por cuatro humores: la sangre, la bilis, la flema y la bilis negra. La predominancia de un humor u otro imponía un tipo de personalidad, y las enfermedades se explicaban por su presencia desbalanceada. Humor y enfermedad, entonces, están unidos, y el mal o buen humor es lo que transmite disposición o estado de ánimo, cuál es el talante en la ocasión.
En el texto “El humor”(1927), Freud lo describe como una “defensa frente a la posibilidad de sufrir, ocupa un lugar dentro de la gran serie de aquellos métodos que la vida anímica de los seres humanos ha desplegado a fin de sustraerse de la compulsión del padecimiento, una serie que se inicia en la neurosis y culmina en el delirio, y en la que se incluyen la embriaguez, el abandono de sí, el éxtasis”.
El humor mitiga a la angustia. "El humor es el instinto de tomarse el dolor a broma.", dijo Max Eastman.
En su esencia, el humor consiste en ahorrarse sentimientos dolorosos, colocándole un freno al padecimiento, a la pulsión de muerte, al goce. El humor, como recurso, se opone al sufrimiento: es un triunfo del principio del placer en medio de los momentos penosos. El humor conlleva q una ganancia de placer que proviene del ahorro de un gasto de sentimiento.
Poder reír de las miserias de la vida y de la muerte, es la frontera donde puede transitar el superyó en la subjetividad, frontera entre la angustia y la risa. El superyó, que es conjunción entre Edipo y pulsión, ríe libre de culpa y censura mediante la actitud subjetiva del humor, posibilitando éste un ahorro “del gasto de la compulsión de solemnidad”. El superyó es una instancia de censura y castigo, heredera del complejo de Edipo, que en el humor tiene una versión insólita: le habla de una manera benévola y cariñosa al yo. El humor no hace feliz a nadie, pero sí permite una cuota menor de infelicidad.
Lograr una cuota de humor a lo largo de la cura es un modo de atenuar la crueldad del superyó, de acotar el goce para ganancia del placer. El sentido de humor facilita la conexión con lo inconsciente, y la conexión con lo inconsciente facilita el sentido de humor.
Diferencias entre los conceptos de humor y chiste
El humor se diferencia del chiste. En el texto “El chiste y su relación con el inconsciente”, aprendemos que el chiste tiene la estructura de las formaciones del inconsciente, siendo producto de un equívoco, de un tropiezo que ocurre al nivel del lenguaje. El desplazamiento del doble sentido del significado de las palabras y su valor metafórico; o la condensación, son las fuentes del chiste. Mientras que el chiste se hace, lo cómico se descubre y éste último es un efecto no buscado. En lo cómico, se privilegia la escena.
El humor es más bien una posición, una actitud frente al sufrimiento. Freud describió el carácter del humor como una actitud subjetiva, como una “operación elevada” que no depende de propósitos conscientes, sino de una necesidad inconsciente, tanto en quién lo genera como en quién lo recibe.
El humor no sólo es liberador, como el chiste y lo cómico, sino que además tiene algo de grandioso y patético. Lo grandioso está en relación al narcisismo: el yo rehúsa sentir los embates de la realidad, rehúsa dejarse tomar por el sufrimiento y muestra que pueden ser ocasiones de ganancia de placer. El humor tiene una dignidad que no tiene el chiste y es un recurso que no entra en el terreno de la patología.
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