Por Lucas Vazquez Topssian
En el ámbito de las redes sociales se instaló, desde hace algunos pocos años, el uso del verbo stalkear, tomado del inglés stalk. La expresión es frecuentemente utilizada en el contexto de parejas -y en los incontables enredos que allí ocurren- para designar a la conducta de rastrear las actividades de una persona, generalmente por el ámbito de las redes sociales, sin ser detectado. Las coordenadas de una escena romántica, repentinamente se transforman en un policial. Así, encontramos casos de stalkeos por enamoramiento, pero también los hay por celos y sospechas. Hay además stalkeos a las ex parejas por amores no correspondidos o por situaciones que quedaron inconclusas. Hoy nos dedicaremos a este fenómeno tan actual y particular.
¿Qué significa stalkear? Básicamente significa espiar, pero en el sentido más persecutorio del término. El stalker rastrea, espía, vigila, invade, acosa a una persona y lo hace generalmente desde un lugar donde no puede ser visto, aclarando aquí que la posición del stalker no tiene nada que ver con la del voyeur.
Stalk en inglés significa acoso y también acecho. Los ingleses pueden llamar stalker a alguien particularmente insistente en querer convencer al otro de hacer algo, ir a tal lugar, etc. Además, existe otra acepción de stalk, que es acecho. El diccionario de Cambridge da un ejemplo:
Have you ever stalked deer / been deer-stalking?
(¿Alguna vez has acechado a los ciervos / has estado acechando ciervos?)
El acecho es es una acción frecuente en la caza y también aparece en la interacción biológica de depredación entre animales. El cazador acecha moviéndose gradualmente lo más cerca posible de la presa, tratando de permanecer escondido. También ubicamos la conducta de acecho en algunos animales. Ni bien un perro focaliza su atención en algo que pudiera poder cazar, jugar, o poder perseguir, adopta ciertas conductas de acecho: fijan su mirada en el estímulo sin pestañear; orientan sus oídos hacia el lugar de observación, y echan su cabeza completamente hacia delante, utilizando todos sus sentidos para no perder ningún detalle. Por otro lado, un perro en acecho cierra la boca, no sea que ningún jadeo pudiera alertar sobre su presencia.
El stalkeo también está muy relacionado con la actual proliferación de las tecnologías de información y comunicación. El stalker analiza cada foto, texto y video que su objetivo comparte; utiliza la georreferenciación de los celulares para averiguar los lugares que frecuenta, averigua cuáles son sus relaciones y sus contactos (incluso puede acercarse a ellos), la aborda desde perfiles falsos, controla horarios de conexión. Los más sofisticados hackean dispositivos y contraseñas de emails y otras aplicaciones, e incluso llegan a instalar programas espías.
En casos extremos, el stalking puede ir más allá de lo digital y tornarse en una situación de acoso grave: conductas tales como presentarse personalmente y sin aviso en el trabajo de su víctima, en su vivienda, interceptarla sorpresivamente en la calle o en otros lugares (bares, centros educativos) donde el acosador sabe que puede encontrarla, el envío de cartas anónimas redactadas de puño y letra, serán motivo de angustia para el acosado.
El caso de Joe Goldberg en la serie You.
Tomaremos los primeros 30 minutos del primer episodio de la popular serie You (2018) para armar un caso. La serie cuenta la historia del Joe Goldberg, quien se enamora a primera vista de Beck, una clienta que asiste a la librería donde él trabaja para comprar un libro. Ella mantiene con Joe una breve charla y a partir de ese momento, él se obsesiona con ella y comienza a utilizar las herramientas digitales actuales para indagar aspectos de la vida de Beck. La serie utiliza el recurso de incluir el relato de lo que el propio Joe Goldberg piensa, de manera que el espectador accede a lo más íntimo del protagonista. De alguna manera, el mismo público de la serie se torna en stalker de un stalker.
Joe obtiene el nombre y apellido de Beck de la tarjeta de crédito que ella utilizó para pagar el libro. Él la busca en Google y encuentra todos los perfiles de redes sociales donde ella participa, que están en modo público, preferencia muy común hoy en día. Por sus perfiles, él averigua dónde nació y fue criada, cómo está compuesta su familia y algunos eventos de la misma, como el divorcio de los padres de Beck. Descubre por Facebook que estudia literatura.
Joe decide dar un paso más al considerar insuficiente lo que las redes sociales de Beck muestran, consideradas por él como un collage intencionalmente armado por ella. Utilizando sus fotos y Google Street View, él descubre la dirección donde ella vive: se trata de un departamento en la planta baja con un gran ventanal sin cortinas. Joe va hasta allí y puede espiarla desde la vereda de enfrente. Junto con la información que obtiene de sus estados en las redes sociales, Joe descubre que Beck da clases de yoga en su casa por la mañana, que luego trabaja como ayudante de un profesor en la universidad. La sigue a un bar y averigua quiénes son sus amigas. También se entera que el hombre que Beck invitó a su casa para mantener relaciones sexuales con ella, es su pareja. Las redes sociales le permiten conocer que se trata de Benjamin. Joe busca todo cuanto puede sobre este hombre: los miembros de su familia, de qué trabaja, dónde y qué estudió, sus compras, las frases que comparte… para determinar que Beck elige mal a los hombres.
Sabiendo los horarios de Beck y que ella no estaría, Joe hace una falsa denuncia de fuga de gas en la casa de Beck. Se hace pasar por el novio para entrar detrás del gasista, quien abrió la puerta del departamento de Beck ante su ausencia (la serie dice que la ley de Nueva York lo permite). Cuando el gasista se va, él revisa la casa y las pertenencias de Beck. Revisa la heladera, sus libros, roba una ropa interior y encuentra su notebook, que tampoco tiene contraseña. Joe revisa fotos, los poemas que ella escribe, y los mensajes en las redes sociales. Lee una conversación que ella mantuvo con las amigas y por los comentarios descubre que Beck se fijó en él...
¿Qué formas de la mirada dan cuenta del fenómeno del stalking? El caso y lo antes expuesto permite asociar el “stalkear” con el acoso, la insistencia, el mirar sin ser mirado y también enlazar esta modalidad de la mirada al aspecto voraz de la depredación, propio del acecho. El descubrimiento de Freud de que las pulsiones pueden alejarse de la necesidad vital hasta incluso no tener nada que ver con ellas, nos permite sostener la voracidad del stalking. Lo que Freud llamó carácter oral (orogenital), asociado según él a la histeria, no se trata solamente comer comida, sino también comerse al otro. Demandas como “Mirame”, “No mires el fútbol”, “¿A quién miraste por la calle? Mirame a mi” si inscriben en esta línea. En el caso presentado, podríamos decir, Joe Goldberg avanza vorazmente sobre el ser de Beck.
El stalking se relaciona también con el control y el dominio del otro, que también se aprecia en el caso y en todo lo que ocurre en la serie. En la pulsión anal hay un apoyo en la necesidad de la higiene y en la posibilidad de desprenderse del sobrante del cuerpo. Nuevamente, lo que estaba apoyado en una necesidad vital del esfínter anal y el escíbalo, trasciende hacia la motricidad, el placer del movimiento de la musculatura estriada, el dominio, la apropiación, la ganancia del territorio, la avaricia, la codicia, y lo contrario, como el desprendimiento. El carácter anal implica también el dominio y la obediencia. Así, el stalkeo también puede tomar este punto de control del otro.
El stalking es un fenómeno bastante frecuente en la clínica actual que no solo está facilitado por la proliferación de las tecnologías de la era digital, sino por la tendencia actual al espectáculo, donde todo se intenta dar a ver. El anhelo de obtener likes y seguidores (¿seguidores a dónde?) pone en un segundo plano la observancia del cuidado de la intimidad y la valoración del público, que en definitiva se reduce a un número: muchos seguidores es bueno; pocos, lanza a la persona a un angustiante anonimato.
Finalmente, el stalking tendrá más o menos grado de gravedad, según el nivel de insistencia, de duración y de la estructura clínica de que se trate. Puede ser particularmente intenso como en las erotomanías, pero lo es también los casos de celos.
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