La locura es un estado que ha sido del interés de la humanidad a lo largo de la historia. Es conocida, desde la época de los griegos, la manera en que muchos psicóticos, como Cantor o Newton, han contribuido con su trabajo, a la organización del mundo. Sin embargo, es la psiquiatría quien concentra su interés en los enfermos mentales a partir de que surge una necesidad de orden jurídico de dar una respuesta sobre la insanía del sujeto, lo cual permitiría establecer su responsabilidad en cuestiones delictivas y criminológicas. Entonces la psiquiatría elabora un abordaje clínico de los fenómenos de la psicosis a partir de un método empirista el cual se basa en la descripción y clasificación cuya referencia principal es la observación y presencia de trastornos psicóticos que están catalogados en los manuales de psiquiatría que actualmente se conocen como el DSM IV y el CIE 10.
No obstante, la psiquiatría no es el único modo de abordar los fenómenos psicóticos. El psicoanálisis, primero con Sigmund Freud y posteriormente con Jaques Lacan, ha traído a la luz conceptos teóricos que permiten diagnosticar y dilucidar la realidad psíquica de un sujeto psicótico.
Para el psicoanálisis se trata de una estructura, y como tal se constituye en función de los efectos del lenguaje y responde a una secuencia temporal diacrónica. Esta noción de la temporalidad en la psicosis ya fue planteada por Freud cuando proponía dos fases: una primera fase silenciosa que para él constituía la enfermedad propiamente dicha, y otra ruidosa caracterizada por los delirios y alucinaciones que para Freud correspondía a una fase de restitución como una tentativa de curación. Lacan, siguiendo a Freud propone tres fases, una primera denominada prepsicosis, un segundo momento que corresponde al del desencadenamiento y una tercera fase que puede producirse o no, que es la de la estabilización que consiste en encontrar aquello que puede volver a estabilizar al sujeto.
La originalidad de Lacan reside en reconocer esta fase anterior al desencadenamiento, un periodo de aparente normalidad en el cual un psicótico puede mantenerse estabilizado y no llegar a desencadenarse nunca. Con esto, Lacan introduce una diferencia entre la locura y la Psicosis ya que un psicótico si no se desencadena puede no volverse loco, es decir no presentará delirios ni alucinaciones, sin embargo no por eso deja de ser psicótico.
Desde esta perspectiva, esta investigación consiste en hacer un recorrido teórico en el primer momento de la enseñanza de Jaques Lacan, que corresponde a una primacía de lo simbólico en relación a los otros registros, imaginario y real. Se trabajaron específicamente el Seminario 3 “Las Psicosis” dictado en los años de 1955 y 1956, y el escrito “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” de 1958. Este recorrido tiene como objetivo identificar los conceptos que permitan explicar la estructura de la psicosis como una consecuencia de la forclusión del Nombre-del-Padre.
Abordar la psicosis como una estructura clínica supone comprenderla, no como una categoría nosográfica que clasifica a un sujeto, sino como una posición subjetiva del sujeto con relación a la Estructura del Lenguaje, al Otro y a la Ley. Se trata de entender la constitución y el funcionamiento del psiquismo del sujeto a partir de un mecanismo descrito por Freud como rechazo o expulsión (Verwerfung) y traducido por Lacan como “forclusión” (LACAN, J.: Seminario 3 “Las Psicosis”, 1955 – 1956)
La forclusión se produce porque en el registro de lo simbólico no se ha inscrito el significante del Nombre-del-Padre, quedando este rechazado y expulsado de lo simbólico por lo cual permanece en lo real y es en lo real donde retorna y reaparece. Por lo tanto los fenómenos en la psicosis no tienen la estructura de la cadena significante, tienen la estructura de una cadena rota, donde el estatuto del significante no es simbólico, se trata más bien del significante en lo real. Por lo tanto no se dan los síntomas y las formaciones del Inconsciente como retornos de lo reprimido, sino que se mdan fenómenos elementales que reeditan la estructura del significante forcluído. Así Lacan dirá “lo forcluído en lo simbólico retorna en lo real”
El ejemplo paradigmático de esto es la alucinación, la cual no se trata de un trastorno perceptivo sino de la presencia del S1 en lo real, desconectado del S2, por lo que no produce ningún efecto de significación.
Por la forclusión del significante Nombre-del-Padre, la Psicosis es una estructura que comporta un agujero en lo simbólico. Este agujero en lo simbólico aparece redoblado a nivel del significante y a nivel del significado: Por un lado, a nivel del significante existe un agujero porque el significante paterno no se ha inscrito en lo simbólico, a este agujero significante Lacan lo representa con el matema Po. Por otro lado, a nivel del significado; porque al no inscribirse el significante paterno, en el significado se engendra un agujero en tanto se torna imposible el advenimiento de la significación fálica, que es la que traspasa la barrera de la significación, y hace posible que un efecto de significación se inscriba en el significado; a este efecto a nivel del significado, Lacan representa con el matema Фo.
Se trata entonces de la psicosis como un déficit de lo simbólico, sin embargo esta concepción cambiará en la enseñanza de Lacan a partir de formular el concepto del Otro como una estructura inconsistente S(A/) y a partir de introducir en la práctica clínica, el concepto de goce.
Por otro lado, en este periodo Lacan explica la constitución subjetiva y la inscripción de la lógica fálica en el campo del Otro, a través de la Metáfora Paterna. Este modo de abordaje consiste en reducir la función paterna desarrollada por Freud en el Complejo de Edipo, a una formulación lógica. Es decir que el padre freudiano, fue reducido a un significante y a una fórmula que da cuenta del cumplimiento de su función.
Desde esta perspectiva, lo que se instaura con la Metáfora Paterna y el atravesamiento del sujeto por el Complejo de Edipo, es una normativización para el sujeto, de su relación con la estructura del lenguaje, con el campo del Otro, con el deseo y con la ley.
La inscripción del falo en el campo del Otro, regula la relación del sujeto con el significante. El falo permite la instauración de los siguientes efectos subjetivos:
Que el significante adquiera la función de representar al sujeto en el campo del Otro, función expresada en la definición que da Lacan del dignificante como aquello que representa al sujeto respecto de otro significante.
Que se instaure la estructura de cadena en el conjunto del lenguaje, y que por lo tanto el par significante funcione a partir de la dialéctica que permite que se deslice la falta propia del lenguaje.
Que el significante tenga un funcionamiento metafórico, es decir que la sustitución de un significante por otro engendre un efecto de significación y por lo tanto se instaure el punto de capitón que produce un detenimiento en la significación.
La posibilidad para el sujeto de tomar su lugar en la cadena significante y que a partir de ello, un enunciado cobre vida, y tenga por lo tanto, un efecto de significación.
Que la relación del sujeto con el Otro quede regulada en términos de deseo, enigma y castración, frente a lo cual el sujeto cuenta con el recurso de responder al deseo del Otro con una construcción fantasmática.
Así como la inscripción del Falo posibilita para el sujeto, las condiciones subjetivas descritas anteriormente, la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, trae también consigo, consecuencias estructurantes y constitutivas a nivel de la subjetividad.
Entonces desde la perspectiva de la Lógica del Significante y de la primacía de lo simbólico, se pueden identificar las siguientes consecuencias de la forclusión que se manifiestan en la subjetividad del sujeto psicotico:
-El vacío de significación: El momento de desencadenamiento confronta al sujeto con una experiencia enigmática que reedita el agujero de lo simbólico producto de la forclusión. Esta experiencia enigmática es vivida por el sujeto con un sentimiento de perplejidad ya que no cuenta con la significación fálica que le permitiría construir una respuesta subjetiva a esta experiencia. Por lo tanto la misma es vivida en un momento inicial, como un vacío de significación donde el sujeto no sabe lo que “eso significa”.
En un segundo tiempo, y correlativo a este vacío de significación, aparecerá la certeza como una significación de significación. Se trata de una significación indeterminada que se traduce como la vivencia del sujeto de que no sabe lo que “eso significa”, pero sabe que “significa algo” y tiene la certeza de que concierne a su ser. La certeza tiene el estatuto del S1 en lo real que no remite al S2 sino que engendra una remisión metonímica infinita a otros S1, lo cual genera una pérdida de significación. Sin embargo la certeza cumple la función del punto de almohadillado propio del Nombre-del-padre forcluído, entre el significante y el significado.
-La pérdida del sentimiento de la vida: La acción significante introduce en el sujeto, un efecto letal que constituye la muerte, por ello Lacan dice que el sujeto entra en la partida como muerto, pero es como vivo que debe jugar. Con esto Lacan se refiere que lo que le permite al sujeto tener el sentimiento de estar vivo, es la identificación imaginaria con el falo. En la psicosis, al no instaurarse el falo en el campo del Otro, lo que le otorga al sujeto el sentimiento de la vida, es una identificación imaginaria cualquiera, pero no sostenida por el falo. Por lo tanto cuando esa identificación imaginaria se rompe, se produce el desencadenamiento con el consiguiente desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida del sujeto, que dice Lacan. Ésta pérdida del sentimiento de la vida es correlativa a la vivencia del sujeto de “ser dejado plantado” por el Otro que equivale a la realización del sujeto como objeto de desecho, escoria del lenguaje.
-La relación del sujeto con el Otro: Como el Nombre-del-Padre no opera en la psicosis, la relación del sujeto con el Otro no está regulada por la ley. Por lo tanto el estatuto del Otro en la psicosis no es la castración que permitiría al sujeto tener un lugar en su deseo, sino la voracidad infinita que implica que el Otro tome la iniciativa, con relación al sujeto. Así, el sujeto vive la presencia del Otro de una manera autoreferencial: al Otro le falta algo, por eso es voraz, y es al sujeto a quien le corresponde satisfacer a ese Otro con su ser. Lacan explica esta condición con el concepto de erotomanía que se refiere a la certeza del sujeto de que el Otro lo ama.
-El fenómeno elemental: Es todo aquello que al no haber sido inscrito en lo simbólico, retorna en lo real, por lo tanto corresponde al estatuto real del S1. Lacan dice que hay que buscar el fenómeno elemental en cada caso, para establecer el diagnóstico porque el fenómeno elemental es la estructura misma de la psicosis. Esto quiere decir que está presente incluso si el sujeto no se ha desencadenado. En la primera enseñanza, Lacan ubica el fenómeno elemental a nivel de los trastornos del lenguaje que son los siguientes:
1. La cadena rota que implica la conexión metonímica de un S1 con otro S1produciendo una significación indeterminada que lleva a una pérdida de significación y a una proliferación imaginaria.
2. La ausencia del punto de capitón entre el significante y el significado que es restaurado por la certeza.
3. La posición de exterioridad del sujeto psicótico con relación al aparato del lenguaje: el sujeto no puede tomar un lugar en la cadena significante, por lo tanto no habita el lenguaje, es habitado por él y además éste lo posee. Esto se traduce en la vivencia de que el lenguaje es un aparato exterior a él que habla solo, y habla de él o le habla a él.
Dentro de los fenómenos elementales están la alucinación, la intuición delirante, el neologismo, la frase interrumpida, entre otros trastornos del lenguaje, además de los fenómenos que conciernen al cuerpo.
-El estatuto del padre en la psicosis: Un-Padre en lo real: La Metáfora Paterna es una formulación lógica de Lacan para mostrar que el estatuto del padre es simbólico: se trata de una función simbólica que se debe cumplir a la que Lacan calificó como una impostura. Es una impostura porque ningún sujeto estará nunca a la altura de encarnar a cabalidad dicha función, existe una distancia entre quien encarne la función y la función misma, lo cual hace que el padre sea siempre un impostor.
Lacan ubica con relación al padre, la insondable decisión del ser del sujeto psicótico ya que el sujeto elije rechazar la impostura paterna, a partir de lo cual el psicótico es el hombre libre capaz de enfrentar lo real.
Sin embargo esta insondable decisión del ser implica que el estatuto del padre es diferente en la psicosis. Se trata entonces no de una función simbólica sino del Padre en lo real: Existe una equivalencia entre el padre y la función, por lo tanto no se trata de un padre transmisor del pacto y de la ley, sino de un padre que es, él mismo, la ley. Esta equivalencia entre el padre y la ley implica que el padre goza de su función y que el objeto de su goce es el sujeto psicótico.
Este estatuto real del padre es denominado por Lacan como Un-Padre y se hace presente para el sujeto en la coyuntura de desencadenamiento.
Así, Un-Padre en lo real, adviene en el momento del desencadenamiento, al lugar del agujero en lo simbólico donde el significante del Nombre-del-Padre ha sido forcluído; poniendo en evidencia justamente, que esa inscripción no se ha producido. Se trata por lo tanto, de una presencia tercera en la relación dual imaginaria a – a’ que es vivida para el sujeto como una presencia arbitraria, enigmática e inquietante. La consecuencia de la aparición de esta presencia, es que la pareja imaginaria que servía de sostén para el sujeto, se disuelve produciéndose la coyuntura dramática del desencadenamiento.
Identificar estas consecuencias subjetivas al momento de trabajar en la práctica clínica con un paciente psicótico, es muy importante no solo para poder realizar un diagnóstico diferencial, sino también porque al hacerlo, el analista podrá ubicarse con respecto a la estructura del sujeto y desde ahí, dirigir el tratamiento.
Entonces partir de definir y comprender la psicosis como una estructura clínica y ubicar las consecuencias subjetivas de la forclusión, es posible establecer y delimitar la función del analista en el tratamiento de un sujeto psicótico que para Lacan, en este primer tiempo de su enseñanza, consiste en ser el “Secretario del Alienado”
Ser el secretario del sujeto psicótico implica que el analista tome la posición de ser el testigo de la inquietante relación del sujeto con el Otro. Ser el testigo también de cómo el trabajo que hace el sujeto en la Metáfora delirante, de reinstaurar un S2 que le permita otorgarle una significación a la experiencia enigmática vivida en el desencadenamiento; le posibilita volver a instaurar un orden en el mundo y en su relación con el Otro de modo que el Otro quede a una distancia prudente y que el mundo sea un lugar vivible para el sujeto.
Sin embargo, el analista como secretario del alienado que acompaña al sujeto en la construcción de la metáfora delirante, es un modo de intervención que cambiará a lo largo de la enseñanza de Lacan en relación al tratamiento del sujeto psicótico y a la función del analista en la dirección de la cura. Así, los modos de intervención ya no aparecerán orientados por la lógica del significante, sino por el concepto de goce y por lo real. Si bien para Lacan, la cuestión de la psicosis jamás dejará de ser una consecuencia de la forclusión del Nombre-del-Padre, el modo de abordarla cambiará radicalmente a partir de la introducción en su enseñanza del concepto de goce. Este concepto no está desarrollado en los textos citados para esta investigación ya que corresponde a un periodo posterior de la enseñanza de Lacan.
Finalmente y a partir de todos los puntos teóricos trabajados, se pueden establecer las siguientes conclusiones para el trabajo con pacientes psicóticos:
Una construcción teórica nunca va disociada de la práctica clínica. Los conceptos recorridos y formalizados en este trabajo, generan efectos en la manera de trabajar con los pacientes ya que permiten afinar la escucha que el analista hace de cada sujeto en la práctica, y ubicar cada detalle de su discurso para conferirle uno por uno, el estatuto que le corresponde dentro de la estructura clínica a la que pertenece.
Por lo tanto, se trata de un aporte a la hora de realizar un diagnóstico diferencial de la estructura de un sujeto. Y por otro lado se trata también de un aporte al momento de intervenir clínicamente con pacientes psicóticos.
Entonces, estos constructos teóricos tienen validez y pertenencia siempre y cuando se los pueda poner a prueba y verificar, en el trabajo que se realiza con los pacientes en el caso por caso y en el día a día de la práctica clínica.
Fuente: Urriolagoitia, Gabriela (2012) "La estructura de la psicosis como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre"
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