lunes, 3 de mayo de 2021

El sujeto en el fenómeno psicosomático... ¿Dónde está?

Hoy vamos a hablar sobre ciertas letras y escrituras que se encarnan en el cuerpo y en la superficie, en particular en el órgano má extenso que tenemos, que es la piel. Se trata de unsa escritura jeroglífica que, a diferencia de un sueño, no se dejan leer y no tienen lectura.

¿Es el fenómeno psicosomático una formación del inconsciente? ¿Es un síntoma? ¿Es interpretable? ¿Dónde está el sujeto en el fenómeno psicosomático? Esto ya lo vimos en la conferencia pasada: el fenómeno psicosomático no se trata de una formación del inconsciente. No es un síntoma, por lo cual tampoco es interpretable ni pone a jugar lo que en psicoanálisis se llama efecto sujeto. 

Entonces, ¿De qué se trata el sujeto al que se refiere el psicoanálisis? Necesitamos deducir por qué se dice que en el fenómeno psicosomático no se pone a jugar el efecto sujeto. El fenómeno psicosmático no responde a las leyes del inconsciente, no es algo subsumido a la represión. Es decir, ese recorte no está bajo la represión ni bajo las leyes del inconsciente. En este sentido, el fenómeno psicosomático es transestructural, se puede presentar en cualquiera de las estructuras clínicas: neurosis, psicosis y perversión. El recorte del fenómeno psicosomático no responde a la represión, y eso no quiere decir que el sujeto no sea un neurótico.

Ya dijimos que a partir de Descartes se descubre la posibilidad de un sujeto, el sujeto del pensamiento. A partir del cógito algo de la verdad puede ser alcanzada por el hombre como un hecho a producir. Para los filósofos, la idea de sujeto y objeto implica una relación intrínseca entre ambos. Es imposible para el sujeto no quedar afectado por el objeto o por el semejante. Hay un modo de afección que hay que ver cuál es la dinámica que se modifica entre ambos. Cuando decimos objetos, también incluimos al semejante, al otro. 

Para el psicoanálisis, el sujeto es un efecto del significante. Se trata de una articulación entre sujeto y objeto, entendiendo que uno está siempre fuera del Otro. El sujeto del psicoanálisis, como efecto, surge en la discontinuidad, discrepancia, diferencia y disyunción con el Otro. Cuando el efecto sujeto se produce, queda borrado y suspendido en un conjunto abierto de significantes. Este sujeto no es coactable ni tangible, porque justamente se produce en su evanscencia. 

En la facultad escuchamos la famosa defición del sujeto "Sujeto es lo que un significante representa para otro significante". ¿Qué es esto? El intervalo propicia y da lugar a lo que consideramos sujeto en psicoanálisis. Este sujeto no está en ninguna parte, solo está en su acto, que es el decir. Cuando el paciente habla, algo de ese acto del decir nos hace topar con eso que se llama sujeto. Para los analistas, algo de la superficie del decir del analizante aparece de forma incalculada y sorpresiva. En esa hiancia ó intervalo se produce el efecto sujeto, como en un sueño (el analizante no elige lo que sueña), el acto fallido. El acto fallido cobra valor en la medida que el paciente asocia libremente. 

En la repetición, algo de lo viejo se actualiza, produciendo lo nuevo. Ya veremos que reiteración no es lo mismo que repetición. Hay un término que nos interesa, que es el de nachträglich refiere a la  singular temporalidad, que es el resultado de un efecto de retroacción. En una formación del inconsciente, en la repetición, aparece algo nuevo en lo viejo. Lo viejo se actualiza, proponiendo una diferencia. Aunque un paciente hable "de lo mismo" una y tantas veces, en cada vuelta hay una diferencia. Esa diferencia hace a la condición apaciguante de la elaboración, que toca lo trumático.  El significado que surge entre las palabras, por retroacción, funda con lo viejo algo de lo nuevo, con otro sentido que da cuenta de otra localidad y temporalidad. Los significantes que se escuchan no son arbitrarios, ya estaban en el bolillero del Otro. El sujeto se produce en el intervalo o hiancia. Lo que caracteriza al fenómeno psicosomático es que, justamente, falta esa hiancia. 

El encuentro y el fenómeno psicosomático
En el encuentro, por ejemplo en esta conferencia, hay una distancia lógica que hace posible encontrarnos. Una sociedad nos puede encontrar. Un contrato, un acuerdo, también. Así podemos pensar en la amistad, el noviazgo, en un contrato de alquiler. El encuentro tiene un espacio que hace de mediación entre uno y otro. Los seres hablantes estamos imposibilitados de una relación, porque entre todos hay una diferencia. Es necesario que algo medie entre las partes para hacer posible el encuentro. 

Todo encuentro supone una distancia mínima pero sustancial que tiene que operar como condición entre uno y otro. Es necesario, entonces, el intervalo: se lo necesita para que suceda la experiencia de lo distinto, a lo extraño y a lo extranjero. En el fenómeno psicosomático, hay un rechazo de lo extraño.

El intervalo permite dar lugar al sujeto desconocido, a esto evanscente que se produce entre significantes. Lo que opera en la serie generando la sucesión de un miembro a otro es la función del sujeto desconocido. En la cadena significante, algo que corresponde al sujeto desconocido va a generar una nueva serie. Lo que encontramos en el fenómeno psicosomático es algo del orden de lo natural que se rechaza en el organismo como algo extraño. Por ejemplo, en las distintas reacciones alérgicas vemos que se produce algo que hace que el cuerpo se tenga que alejar, ya sea de una frutilla o del encuentro con el otro. Ahí es donde tenemos que sospechar que falla algo de la mínima distancia. En un caso, por ejemplo, al paciente se le hincharon los labios al besar a su pareja, lo que lo llevó a la guardia para que le aplicaran corticoides. Tenemos que pensar qué de ese rechazo se pone a jugar allí.

Al no producir esa mínima distancia, el otro, cualquier comestible aparece como rechazado, pero no a nivel del sujeto (donde hay distancia) sino a nivel del organismo. El sujeto no es un cuerpo, pero tampoco es sin el cuerpo. Si el sujeto del inconciente no se pone en juego en el fenómeno psicosomático, entonces ese recorte no se corresponde al cuerpo, sino al organismo. En el recorte del fenómeno psicosomático no hay cuerpo, sino que e un recorte de lo orgánico. El fenómeno psicosomático es una reacción inmediata, sin la magia del innstante (intervalo), una reacción que irrumpe dañando el organismo de manera voraz en el preciso lugar en el que el instante hubiese sido posible. Planteamos a esta reacción precipitándose en esa oportunidad en la que un intervalo o una distancia hubiese sido posible.

La reacción puede ser pasajera o ser un sin fin hasta terminar acabando con la vida de alguien, como en el shock anafiláctico. De manera instantánea o a largo plazo (como el cáncer). El fenómeno psicosomático no se cura, pero se adormece y se enlentece. 

Esta reacción es del orden de una respuesta, cuya reacción irrumpedañando al organismo de manera grosera, voraz, en el lugar donde ese intervalo pudo haber sido y no lo fue. La pregunta para los psicoanalistas es si es posible subjetivar algo de este tiempo a construir, allí donde el intervalo no tiene lugar. ¿Puede alguien implicarse subjetivamente ante esta ausencia de intervalo, ante esta falta de falta? ¿Qué es lo que dispone a que ciertas informaciones portadas en el código genético, relacionadas a un tipo de enfermedad, despierten o estallen en el organismo? ¿Qué es lo que propicia a esta reacción en el organismo? El ejemplo más claro son los hermanos con la misma predisposición genética a tener determinada enfermedad, ¿Qué dispone a que se manifieste? Esto lo vamos a descubrir en el caso por caso, porque las generalizaciones en psicoanálisis son dífíciles.

Cuando la distancia mínima entre sujeto y objeto no se respeta, cuando ese vacío o distancia estructural y estructurante entre uno y otro no tiene lugar, no es sin consecuencias. En psicoanálisis, lo que damos a llamar objeto queda recortado y ubicado fuera del cuerpo, para que la erogenización del cuerpo sea posible. 

Recordemos que el fenómeno psicosomático no se trata de la pulsión, pues esta en su recorrido va haciendo borde de aquellos agujeros con los que vinimos al mundo. La pulsión separa, en su recorrido, al cuerpo de sus objetos pulsionales: voz, mirada, heces, pecho. Estos objetos pulsionales hacen referencia a un hueco ó vacío, que Freud decía que cualquier objeto puede ocupar. La satisfacción de la pulsión solo es posible en su recorrido y no con el objeto. No hay ningún alimento que satisfaga a la pulsión oral, por ejemplo.

El año pasado vimos que la pulsión sexual es la pulsión objetal. Para el fenómeno psicosomático, es importante pensar qué es lo que ocurre con los encuentros. ¿Hay encuentro allí, en ese recorte? ¿De qué encuentro se trata? Lo característico en el fenómeno psicosomático no es el encuentro, pues dijimos que en el encuentro hay un distancia mediadora. Lo que vamos a encontrar en el F.P. es el pegoteo: se hace uno de dos. En el F.P. falta la falta, un espacio que no está. Lo que se hace presente es algo del estallido, algo de la irrupción, algo del rechazo que se testimonia en el organismo. 

El analista le pide al paciente que hable de eso, "mirando con las orejas y no con los ojos". No tenemos que permitir que nos muestren las manchas de la psoriasis, sino que hablen de eso que le ocurre. Ante la ausencia de esa distancia (condición del espacio para que el sujeto del inconsciente advenga), es posible un fenómeno psicosomático. 

La apuesta del analista es que por vía de la función de corte que aporta la palabra, hacer lugar y construir un espacio allí donde hay ausencia de una falta. La palabra concierne a lo simbólico, que avanza sobre lo real y hace posible aquello imposible que aparece en el organismo. Cuando en lugar de ese espacio aparece el pegoteo que hace uno de dos, hay un gran problema a experimentar.

Fenómeno psicomático y signo
Las presentaciones del fenómeno psicosomático hacen de signo. En el seminario 11, en las clases 16 y 17 Lacan dice algo de esto.

Para el psicoanálisis, el signo no desliza en una cadena. Un signo puede ser lo que representa a un sujeto para el Otro. Esto es diferente que el sujeto representado por un significante para otro significante. El signo puede representar al sujeto para el Otro y no para otro significante.

El fenómeno psicosomático es del orden del signo. Es también un significante, pero no desliza en la cadena y por eso no representa al sujeto para otro significante. El FP hace signo para el Otro y le otorga un ser para el Otro: soy asmático, soy alérgico. El analist puede preguntar por el nombre, porque los pacientes se presentan así.

El trabajo del analista es espaciar, vaciar e inventar una lectura allí donde no se pudo leer una escritura. El analista debe intentar construir un espacio allí donde no lo hay. El FP puntúa sobre el organismo como la máquina de tatuar. Lo que más aparece ene stos fenómenos es el pegoteo y el aglutinamiento. Esos modos de goce, si bien se enraízan en ciertos recortes carcomiendo la misma carne, se dejan escuchar en un análisis, pero esto no quiere decir que el paciente lo escuche. El paciente debe poder implicarse subjetivamente en su decir, para poder espaciar. Hay que proponer interrogación allí donde no la hay, para que una pregunta advenga. 

Hay que intentar que el paciente interrogue la demanda del Otro, porque lo que vemos en estos casos es que hay una respuesta automática a ella. Esto que nosotros teorizamos como par de significantes coagulados, no deslizan en la cadena significante. Ese pegoteo es a la demanda del Otro y que el sujeto en este caso no puede interrogar. Al no ser interrogada, se produce la respuesta automática y la holofrase. Una holofrase podría ser que la madre diga "abrigate" y que el paciente se abrigue sin ponerse a pensar si tiene frío o calor.  La correspondencia de este pegoteo con otros aspectos de la vida del paciente -en la pareja, con los padres, etc- se corresponden con estos pegoteos en el organismo, como en la ploriferación indicriminada de células, donde algo del corte no funciona.

Repetición y reiteración
El inconsciente es un hecho nuevo, como dijimos, porque a partir de la retroacción lo viejo da lugar a lo nuevo. A partir de la repetición, en cada vuelta algo de lo nuevo se puede escuchar. La repetición conlleva a lo nuevo. El principio de identidad dice que A no es igual a A. Lo que aparece en segundo término como repetido, no es idéntico a lo primero. La segunda A es una novedad, no es idéntica a la primera, pues apareció después. Por eso decimos que la repetición es de lo nuevo y el inconsciente es un hecho nuevo, que funda una verdad de lo precedente.

En las formaciones del inconsciente, el mecanismo por excelencia es la repetición.

En la reiteración, es siempre de lo mismo. Hay una insistencia sin diferencia, una y otra vez lo mismo. Lo vemos en el discurso de la psicosis y también en el fenómeno psicosomático. Por eso el FP no es un síntoma, porque lo que está en juego aquí es la reiteración.

El fenómeno psicosomático es lo que se muestra, lesionando físicamente y orgánicamente. Se presenta bajo su propia luz y la marca que lo representa es del orden de la letra, aunque sea una letra sin lectura, una letra al rojo vivo, que no es resultado de una operación simbólica. No se trata de una metáfora, pero sí se da a ver. Es por eso que el analista debe "mirar con la oreja", pedir que nos hable de eso. 

En el fenómeno psicosomático hay un estallido de padecimiento y sufrimiento. El paciente no sabe sobre esa marca y quien sanciona eso es el Otro, que puede ser el médico y el saber que porta. Los médicos pueden medir, radiografiar, diagnosticar. 

En las clases 16 y 17 del seminario 11, Lacan trae cuestiones relativas al fenómeno psicosomático, en lo relativo a cuando el sujeto del inconciente no se pone en juego. Lacan dice aquí que el Otro es un lugar, un campo, que no es ni el profesor, ni los padres, sino un campo donde el Otro debe advenir. En los tiempos instituyentes los padres se conforman como el Otro, pero después tiene que haber algo que supere esta condición: ir más allá del padre a condición de haberse servido de él. Aunque estuvo ese que en algún momento estuvo exceptuado de la castración al dictar las leyes, el sujeto debe eventualmente ir más allá de esa función, sirviéndose de ella.

Fenómeno psicosomático y distinciones con la histeria de conversión, la hipocondría y las neurosis actuales.
En Introducción al narcisismo, Freud dice que hay localizaciones narcisistas de órgano, que puede concernir a la neurosis actual, a la conversión histérica, o al fenómeno psicosomático.
En la histeria, todo lo que afecta al cuerpo tiene que ver un particular modo de enjambre de palabras, donde a partir de la palabra también cede el síntoma. Están en juego las pulsiones de objeto o sexuales. El objeto está fuera del cuerpo.
En el fenómeno psicosomático, lo que ofrecemos es una mejor calidad de vida. El psicoanálisis no lo cura (tampoco la medicina), en todo caso lo adormece interrumpiéndolo con una cadena asociativa y de significantes. Aquí están en juego las pulsiones del yo.

El texto de Introducción al narcisismo aparece como respuesta de Freud cuando Jung habló de la introversión de la libido para el caso de la psicosis. Si diferenciamos la libido del yo, que concierne a la autoconservación y al tiempo del armado del aparato psíquico, de la libido sexual, que concierne a la posibilidad posterior al paso del estadío del espejo del primer y segundo narcisimo, de poder amar al otro a la manera que fui amado.

Entonces, en el narcisismo primario tendríamos "yo soy amado", donde el yo es libidinizado y construída esa sede central...

...Mientras en el narcisismo secundario "puedo amar al semejante", porque los objetos ya están fuera del cuerpo. La pulsión acá ya hizo su recorrido. Amar al otro semejante como yo fui amado, se trata de la libido objetal o sexual. Acá el sujeto hace una inversión libidinal, donde el retorno vuelve filtrado a partir del cuerpo del otro. El amor tiene su costado simbólico y su costado real, es al cuerpo del otro.

En la hipocondría, se trata de la libido del yo, donde la libido que debería ser dedicada a reptartirla y a transaccionar con los objetos del mundo, pero se ha quedado en un nivel más precario o anterior. En la hipocondría, realmente el sujeto siente como verdadero lo que le ocurre.

En las neurosis actuales, de lo que se trata es de la libido objetal o sexual, porque los objetos están fuera del cuerpo. En la hipocondría, la zona erógena es el interior del ser de la persona que lo padece.

Fuente: Taller Clínico Virtual "El Fenómeno Psicosomático ¿Dónde está el sujeto?" a cargo del Lic. Juan Pablo Capdevielle.

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