En esta entrada reflexionaremos acerca de los aportes de la evaluación psicológica de la víctima en casos de violencia de género o conyugal.
La violencia en sentido esencial puede definirse como aquella conducta que de manera consciente y con intención se ejerce sobre otro; la víctima, con el fin de generar algún tipo de daño físico y emocional a la misma.
El termino violencia familiar puede implicar desde la violencia conyugal, del esposo a su esposa, la de alguno de los padres o ambos hacia los hijos, la del padre o pareja sobre la mujer –esposa e hijos. Particularmente en la actualidad se utiliza frecuentemente como violencia de género al acto de violencia y agresión física y emocional del hombre hacia la mujer. Esta puede darse en el seno de una relación de pareja (noviazgo, concubinato, matrimonio).
Aquí nos referiremos en particular a la violencia que se genera en una relación de pareja, donde la víctima es la mujer y su valoración desde las técnicas de Evaluación Psicológica.
En la clínica lo que solemos ver es que cuando se presenta una consulta en relación a un tema de violencia familiar generalmente no suele ser una situación reciente, sino que data de mucho tiempo, tal vez con intervalos de no violencia vincular pero con reincidencias, raramente se trate de un episodio aislado y no recurrente. En general la consulta llega luego de una agresión que se salió de control, cuando la persona que la padece siente que el grado de peligrosidad ha ido incrementándose y entonces siente que su vida y la de sus hijos (si tuviera) están en peligro. También por el tipo de lesiones recibidas y el sentimiento de impotencia y vulnerabilidad que la misma tiene. Esta consulta puede acontecer en el transcurso de un tratamiento cuando la paciente le confiesa a su terapeuta que es y ha sido víctima de maltrato y violencia física.
Lo que suele observarse en estas consultas es que muchas víctimas de violencia no delatarán a su agresor abiertamente por temor a represalias o a empeorar la situación, es el caso de mujeres y niños que además dependen de él, por otra parte los agresores desde la mirada del entorno no suelen mostrarse agresivos con los demás ni tener episodios de violencia en otros contextos que no sea el familiar. Por ello muchas veces aun los familiares más cercanos pueden pensar que la víctima está exagerando, salvo por supuesto cuando el cuerpo de la victima muestra los signos de la violencia recibida.
No hay una sola forma de ejercer la violencia sobre la victima sino varias:
La violencia física es la que puede ser constatada, porque deja marcas, huellas externas pueden ser empujones, mordiscos, patadas, puñetazos, etc., causados con las manos o algún objeto o arma. Es la más visible, y por tanto facilita la toma de conciencia de la víctima, y también la más comúnmente reconocida social y jurídicamente, en relación fundamentalmente con la violencia psicológica.
La violencia Psicológica. Es la que el agresor ejerce a través de amenazas, insultos, humillaciones, desprecio hacia la propia mujer, desvalorizando su trabajo, sus opiniones... Implica una manipulación en la que incluso la indiferencia o el silencio provocan en ella sentimientos de culpa e indefensión y afectación del sentimiento autoestimativo
Violencia económica, en la que el agresor hace lo posible por controlar el acceso de la víctima al dinero, tanto por impedir el trabajo de esta en forma independiente y remunerada o como por obligarla a entregarle sus ingresos, haciendo él uso exclusivo de los mismos.
Violencia social, en esta forma, el agresor limita los contactos sociales y familiares de su pareja, aislándolade su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo en estos casos como también que la situación de violencia trascienda fuera de la casa.
Violencia Sexual. Cuando a través de presiones físicas o psíquicas el agresor impone una relación sexual no deseada mediante coacción, intimidación o indefensión” Aunque podría incluirse dentro del término de violencia física, se distingue de aquella en que el objeto es la libertad sexual de la mujer, no tanto su integridad física.
En general el comportamiento de la mujer que está inmersa en un contexto de violencia de género es de negación y racionalización de lo ocurrido que se expresa en principio en la justificación del comportamiento de su pareja, no se defiende, se muestra pasiva y casi convencida de que no existe salida por lo tanto no realiza ningún esfuerzo para cambiar su situación.
Enfocándonos ahora en la función que una Evaluación Psicodiagnóstica puede aportar en casos como el que estamos abordando es que nos permite el conocimiento y valoración profunda del estado psicológico-emocional de la víctima, que podemos explorar y diagnosticar desde dos lugares:
· Por un lado en la capacidad de afrontamiento, superación, resiliencia y tipo de mecanismos de defensa disponibles, en otros términos nivel de fortaleza e integridad yoíca, estructura psicológica y psicopatológica.
· Por otro el estado psicológico actual, nivel de ansiedad, tolerancia al estrés, a las frustraciones, equilibrio psicosomático o no presente, indicadores de presencia de psicopatología o cuadros clínicos, presencia de estrés y daño psíquico.
Como perfil psicológico y sintomático que suele estar presente en las víctimas de violencia podemos destacar:
Presencia de un estado emocional precario que puede llevarla a frecuentes estados depresivos
1. Inestabilidad emocional
2. Descenso en sus recursos energéticos
3. Déficit autoestimativo
4. Bloqueos emocionales
5. Sentimientos de culpa
6. Exceso de autocontrol
7. Síntomas de autoagresión
8. Inmadurez emocional, personalidades infantiles, dependencia.
9. Ausencia de fantasía prospectiva, proyectos, metas personales, búsqueda de autorrealización, sentimientos de postergación
10. Sentimientos de vacío, depresión.
11.Somáticamente pueden presentarse dificultades para conciliar el sueño, nerviosismo, angustia.
12.Trastornos de pánico.
Cuando el evaluador organiza la batería es importante sumar a la batería de Base (HTP, Persona bajo la lluvia, Cuestionario Desiderativo) otros recursos evaluativos de psicología profunda como el TRO (test de Relaciones Objetales) algunas laminas del TAT, el Test de los Colores (para evaluar el estado psicosomático actual), test psicométricos como la escalas de Ansiedad (STAI o similar), Cuestionario de Personalidad como el MIPS, Inventario de depresión de Beck, Test de Frustración de Rosenzweig (que mide el nivel de frustración y la forma de relacionarse con la agresión del sujeto) inventario de síntomas como el SLC-90 de Derogatis. En síntesis técnicas que sumadas a los test de base nos permitan profundizar en la personalidad y el estado psicológico actual de la víctima en este caso.
Un caso clínico
Para finalizar este trabajo acompañamos nos gustaría reflexionar acerca de si existen indicadores puntuales o específicos que estén presentes en mujeres víctimas de maltrato y violencia de género.
Como siempre comentamos nunca hay indicadores aislados y de valor fijo, sino que hay signos significativos que pueden estar indicando un determinado estado psicológico o cuadro clínico.
Básicamente considerando los aspectos sintomáticos y de perfil de personalidad mencionados son aquellos ligados a la angustia, ansiedad, sentimientos de vulnerabilidad, Conflictos ambientales, defensas maniacas, regresión, baja autoestima o compensatoria de la misma, por supuesto integrados a la historia y biografía de la evaluada.
En el dibujo que acompañamos podemos observar números indicadores clínicos, se trata del protocolo del test del árbol realizado por una mujer joven que estaba atravesando una situación de violencia.
En el árbol podemos identificar:
· Estados de angustia significativos (rectificaciones en el tronco, repaso, sombreados del suelo con ennegrecimientos).
· Conflictos ambientales (suelo + pastos en ángulo por sobre la línea del suelo a ambos lados del tronco).
· Indicadores biográficos asociados a desilusión afectiva, situaciones traumáticas no elaboradas( nudo de gran tamaño con forma espiralada, contorno de copa en forma de nudos)
· De defensividad (doble copa, rectificaciones en el tronco).
· De inmadurez emocional (ramas simples, monolineales)
· De irritabilidad, impulsividad (desborde a derecha tronco que penetra el follaje).
· De emocionalidad elevada (tamaño muy grande y anchura de follaje y tronco)
Cabe destacar que muchas veces podemos observar gran variancia en los tamaños, siendo en el test de la Casa y el DFH tamaños menores dándose una polaridad de estados en donde coexisten represión de impulsos, bloque emocional junto con otros de mayor emocionalidad y desborde. Estos son reflejos de la inestabilidad emocional y psicológica de la persona que habita en un contexto también extremo de ciclos de violencia y de no violencia.
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