miércoles, 15 de diciembre de 2021

Los tiempos lógicos y cronológicos

El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho.

El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río;

es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre;

es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego.

El mundo, desgraciadamente es real;

yo desgraciadamente soy Borges.

J. L. Borges, "Nueva refutación del tiempo"


Me ha parecido, pues, necesario que al mismo tiempo que abordo el discurso de un niño y/o de un adolescente en su infatigable inmortalidad e incesante sexuación, considerar indagar y lo digo con cierta cautela, significantes, letras, números, cuadros y musicalidades, que no puedo ignorar, a partir de dos ángulos distintos, que implican anudar: lógica y tiempo.

La palabra “lógica” según el Diccionario Etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas, 1987, deriva del griego y se refiere al discurso, al verbo. A la disciplina que trata de los principios y criterios sobre la validez de las inferencias y demostraciones. Para el psicoanálisis implica una estructura dialéctica y analógica, que puede formularse en lenguaje matemático.

El término “tiempo” deviene del latín tempus, temporis (tiempo, momento, ocasión propicia, estado temporal en un momento determinado). El sentido originario de tempus remite más bien a una noción instantánea o de fracción considerada en la línea temporal, frente a vocablos latinos como aevus o aetas que remiten al tiempo en su extensión durativa. (Joan Corominas, 1987). También, proviene de una raíz indoeuropea, di o dai, que implica la acción de «dividir». Para el psicoanálisis el tiempo es efecto del discurso, e incluye los conceptos de retroacción y anticipación entre otros.

Así, tenemos una lectura diacrónica, a través del tiempo, y otra sincrónica, en un mismo tiempo. Desde luego, y en el devenir del caldero de la lengua que bulle, ambas modalidades de lectura pueden ser desplegadas dialécticamente.

En la primera, la diacrónica, las nociones y relaciones son desenrolladas de una manera sucesiva, una detrás de otra, hay un antes y un después —lógica por contigüidad—.

Mientras que las trenzas de cuerdas, una diacrónica.

Aquí, historizamos desde el presente el pasado, pero a la manera de una novela familiar.

En la segunda, la sincrónica, se analiza lo que se da en un momento dado. Así, los denominados modelos, esquemas, grafos, superficies topológicas, y nudos, implican la posibilidad de una lectura sincrónica, porque sus conceptos y enlaces remiten a la —lógica por simultaneidad—.

También, y es sorprendente saber, que ambas, contigüidad y simultaneidad, junto con la semejanza (analogía) y la causalidad, corresponden a las lógicas de lo inconsciente.

Estos criterios postulados por Freud (1950a, 1900a), regulan los desplazamientos y condensaciones de investiduras en lo inconsciente, y que reitero y dejo constancia: la simultaneidad (autoerotismo), la simultaneidad y la pasividad (constitución del yo placer purificado), la simultaneidad y la actividad, denominada contigüidad (yo cinético vía trastorno en lo contrario), la semejanza-analogía (complejo del prójimo) y la causalidad (teorías sexuales infantiles y yo real definitivo). Finalmente, la semejanza (que instaura vía juicio la diferencia sexual), la analogía (que posibilita lo distinto del das Ding - objeto a) y la causalidad (que posibilita las fantasías primordiales o fantemas, y el tiempo edípico).

Estos criterios son importados epistemológicamente por Lacan desde Freud, Saussure y Román Jakobson, como metonimia y metáfora. Aunque, en verdad, Lacan opta por la posición de Pierce (1965), que afirma que el signo no implica una díada, no tiene un carácter doble como sostenía Saussure, sino que se constituye como una relación triple.

Ahora bien, ya Lacan desde 1945, en «El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada», procura anudar dos dimensiones fundamentales, lógica y tiempo. En este lazo cobran importancia, variables temporales, algunas nuevas como la prisa o precipitación, cuya antítesis lo constituye el aguardar y otras ya indagadas e inventariadas como: el a-posteriori, la anticipación, la fijación, la regresión y la progresión. Estas dimensiones estructuran la acción del viviente.

Pero, detengámonos un momento en la presentación de estos lazos y efectos, porque en los tiempos lógicos de la niñez y la adolescencia nos resulta de gran utilidad tener en cuenta sus principales características.

Entonces, se impone una breve referencia ya que han sido, en otros textos de mi autoría, elaborados detenidamente.

A-posteriori (Freud, nachträglich, Lacan, aprés- coup): Se trata de una articulación de diferentes escenas, que habilita la decantación de un efecto de significancia —singular—.

Anticipación: Se refiere a un acto del pensar de carácter preparatorio de un desenvolvimiento posterior, por ejemplo, en la pubertad el sujeto puede “anticipar” temporalmente la muerte del propio yo.

Fijación: Ligazón privilegiada de la libido con objetos, imágenes, o tipos de satisfacción libidinal vinculados a fases previas. Las fases no son restos de un vivenciar anterior, recuperado cronológicamente, por el contrario, son formas de la demanda atribuidas retroactivamente al pasado.

Regresión: Proceso de organización libidinal del sujeto, derivado de un retorno en sentido inverso al desarrollo o progresión libidinal ante la frustración, con la perspectiva de una satisfacción fantasmática. Este movimiento puede ser analizado de acuerdo a diferentes modalidades, a saber: tópica, temporal y formal. En sentido tópico, la regresión se efectúa, a lo largo de una sucesión de sistemas anímicos. Puede ser indagada fundamentalmente en el sueño, en la alucinación patológica y en ciertos rasgos circunstanciales con relación a la memoria. Por ejemplo, la regresión a la fase del espejo, sitúa al sujeto en la alienación de una captura imaginaria sumamente radical. En sentido temporal, la regresión supone un retorno del sujeto a organizaciones libidinales previas del desarrollo. Se refiere a las pulsiones, al yo y a los objetos que se segregan de él.

En sentido formal, la regresión incluye el paso a modos de expresión y de comportamiento de un nivel previo. Como el retorno de las modalidades de funcionamiento del proceso secundario al primario.

Progresión: Implica considerar los procesos psíquicos en tres sentidos posibles, cuya prescindencia no es posible: a) como un movimiento de avance, progresivo de la excitación, desde el extremo perceptual hasta el extremo motor del aparato psíquico (sentido tópico), b) según el desarrollo de la libido y del yo (sentido temporal) y c) según la construcción de modalidades de expresión y figuración cada vez mas complejas (sentido formal).

Y concluimos con “prisa o precipitación”, un concepto que es evidente por sí mismo, y que implica una urgencia por concluir, una decisión, un juicio, un ritmo específico.

Estos procesos permiten enlazar los diversos factores que cobran eficacia en las llamadas series complementarias [vivencias, fantemas, disposiciones y pulsiones]. Es decir, como se sueldan las vivencias con los elementos del ello, (pulsiones, fantemas y disposiciones).

El análisis opera como un juego
“Las matemáticas sirven para eso: corregir al objeto. Es un hecho que las matemáticas corrigen y que lo que corrigen es el objeto mismo.

De donde [surge] mi reducción del psicoanálisis a la teoría de los conjuntos.” ¿Transferencia en Saint Denis?
JOURNAL d´Ornicar?
¡Lacan para Vincennes!

En el contexto del Seminario XII, “Problemas cruciales del psicoanálisis”, Lacan (1965/66) se consagra a la pregunta por el juego y nos dice que se trata de un término de amplia extensión, que abarca desde el juego de un pequeño, pasando por los juegos de azar, hasta la llamada teoría de los juegos de Von Neumann.

Agrega, luego que el análisis tiene todos los caracteres de un juego. Ya sea en sus formas más simples o más elaboradas, el juego implica la dialéctica en sus tres términos y un cuarto —distinto—, inferido por analogía, que lo integra y no le quita verosimilitud.

Una regla, aunque esté enmascarada y encubierta, es considerada como aquello que es propio del juego. “Una regla que está excluida de él como prohibida, ese punto que es, precisamente, aquel que, al nivel del sexo, les designo como el punto de acceso imposible, dicho de otro modo, el punto donde lo real se define como lo imposible. El juego reduce ese círculo de la relación del sujeto al saber; esa relación tiene un sentido y no puede tener más que uno sólo; es el de la espera. El sujeto espera su lugar en el saber. El juego es siempre de la relación de una tensión, de un alejamiento por donde el sujeto se instituye a distancia de lo que existe ya en alguna parte como saber; si en el tiempo yo creía, aún, que algo se juega”. (Lacan, 1965/66, p. 357)

En este marco, desearía intercalar de forma explícita las nociones de nuestra praxis, es decir, a los cuatro conceptos propuestos por Lacan (1964) que, desde luego, están en el fundamento del psicoanálisis con niños y adolescentes: Inconsciente, pulsión, transferencia y repetición.

Recordemos que el análisis es una praxis. Pero, ¿qué suele entenderse por praxis? En principio se trata de un término de raigambre marxista y sartreana, {*} que en el discurso procura un orden de verdad, al que se accede sólo por un camino singular: la trasferencia. Es el proceso por el que nuestra teoría se convierte en una parte de la experiencia vivencial en el marco de la transferencia en su disparidad subjetiva. También, el campo de la praxis puede ser comprendido como una tramitación simbólica de lo real.

Fuente: Diego Moreira, "Los tiempos lógicos y cronológicos"

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